XXIV. Locked Out Of Heaven


CAPÍTULO VEINTICUATRO
ATRAPADO FUERA DEL CIELO

"Mama, put my guns in the ground I can't shoot them anymore. That cold black cloud is coming down. Feels like I'm knocking on heaven's door"


Klaus se encontraba tan perdido en sus pensamientos que casi no se da cuenta de la llegada de Arielle al bar Rousseau's. La chica se sienta a su lado, manteniéndose en silencio mientras el bebe de su copa de Bourbon.

—Es bastante irrespetuoso reír y bailar en torno al cuerpo de un ser querido—se queja Klaus cuando Elijah se sienta a su lado—

—Claro, tu proceso de duelo es mucho mejor, Niklaus—asegura Elijah con sarcasmo mientras se sirve una copa—Negación, irá y guardar ataúdes en sótanos.

Hayley llega a la mesa y se deja caer en la silla situada al lado de Arielle.

—Te lo advierto, Hayley, hoy Niklaus está de un humor insoportable—le informa Elijah a la chica—

—Vete al infierno—se queja el aludido—

—¿Qué pasa con los anillos de luna?—cuestiona Hayley con interés—Oliver busca una revolución cada cinco segundos. La gente está asustada, cabreada y yo estoy harta de evasivas.

—Es un día de paz, Hayley—suplica Klaus con molestia—Intenta disfrutarlo. Y, de momento, mientras haya enemigos desconocidos conspirando contra esta familia, tú volverás a vivir con nosotros.

—Seguro—bufa, molesta. Entonces nota la mirada de su amiga puesta en ella—Arielle, sé que quieres protegerme, ¿pero en serio?

—Hayley es lo mejor—le asegura la rubia—

—Esta bien. Hagamos el numerito. Me encerráis en la torre, me escapo, se monta el lío y luego los tres os dais cuenta de que soy capaz de cuidarme yo solita—señala, molesta—

—Los anillos están en proceso, cumpliré mi palabra—asegura Klaus entonces—Pronto castigaremos al culpable del ataque en el pantano. Tú regresarás al complejo porque Arielle quiere que estés segura. Pero ahora voy a acabarme esta botella y la siguiente para ver si ahogo al demonio que hoy tiene a bien perseguirme. Salud, Mikael. Un don de la oportunidad freudiano.

Elijah y Arielle le miran confusos.

—Cuéntame eso—pide Elijah con interés—¿Has estado soñando con nuestro padre?

—Adelante, ríete a gusto.

—Te aseguro que esto no me resulta ni remotamente divertido, Niklaus. Y menos sabiendo que yo he soñado lo mismo.

Sus palabras hacen que Klaus levanta su mirada hacia él.

—¿Qué?

—Si tú también le estás viendo... tal vez ese enemigo que desconocemos está orquestando otro ataque—declara, observando como Genevieve se adentraba en el bar—

Klaus y Arielle le siguen la mirada hasta posarla en la bruja, quien les dedica una sonrisa.

—Entonces, ¿qué mejor forma de alterar un día de paz que matando a alguien?—propone Klaus con una sonrisa—


—Pasa algo con el Otro Lado.

—Estoy empezando a cansarme de la costumbre que tenéis tú y tus hermanas de salir de entre las sombras cada vez que queréis hablar—se queja Arielle, dándose la vuelta para mirar a Olivia, quien había estado esperando por ella en la entrada del complejo—

—No es una broma, Arielle—se queja la chica—Sé los sueños que han estado teniendo Klaus y Elijah. Los he sentido.

—¿Los has sentido?—se cruza de brazos, observándola con interés—

—Soy una bruja—señala con obviedad—Sé que ahora no lo parece porque he perdido gran parte de mi poder, pero antaño era muy poderosa. He visto el Otro Lado, he conectado con espíritus atrapados en él mas de una vez.

Arielle suspira, dejando caer sus brazos a cada lado de su cuerpo.

—Si lo que dices es cierto, tendré que hacer algunas llamadas—suspira, reanudando sus pasos—

—¿A Bonnie Bennett?—cuestiona Olivia, siguiéndola. Arielle vuelve a frenar, volteándose para mirarla—Te lo he dicho. Sé muchas cosas. Ella es ahora el ancla, ¿cierto?

—Nos vemos en el estudio en 10 minutos, Olivia—declara, subiendo las escaleras—

La bruja suspira con pesadez, siguiendo sus pasos hasta el piso superior. Una vez allí, ambas se separan. Olivia camina hasta adentrarse en el vacío estudio principal del edificio, sentándose sobre el gran y cómodo sofá, su mirada observando cada objeto con interés.

—No esperaba verte aqui.

La voz de Elijah atrae su atención, obligándola a dirigir su mirada hacia la puerta de la sala.

—Siento decepcionarte—responde, observando como el vampiro se acerca hasta el pequeño bar para servirse una copa—Me iré en cuanto pueda hablar con Arielle.

—No te estaba echando. Solo me sorprende—señala Elijah, dándose la vuelta para mirarla. Olivia asiente levemente, bajando su mirada hacia sus manos—¿Estas bien?

—¿Cómo son esos sueños?—inquiere ella entonces, sin molestarse en tomar ningún rodeo—Con tu padre.

Su pregunta toma a Elijah desprevenido.

—¿Cómo sabes eso?

Olivia suspira, poniéndose en pie para estar a su altura.

—El Otro Lado, creo que se está desintegrando—anuncia, confundiéndole—

—¿El purgatorio de las almas sobrenaturales?—cuestiona. Olivia asiente—¿Cómo se desintegra?

—Se desmorona—explica Arielle, adentrandose en el estudio junto a Klaus—He hablado por teléfono con Bonnie. Hay algo que está arrastrado a los muertos hacia la nada. Y se niegan a marcharse por las buenas.

—Así que nuestro padre, al verse al borde de la extinción, quiere acabar sus días atormentándonos—señala Elijah. Arielle asiente—Estupendo.

—Bueno, pronto nos libraremos de su odiosa alma para siempre—asegura Klaus con una sonrisa—No imagino una mejor despedida.


En Nueva Orleans tenían la costumbre de celebrar desfiles para los funerales. Los músicos caminaban por las calles del Barrio Francés mientras un coche funebre cargaba con el ataúd. Esa tarde la ciudad paró para celebrar el funeral del padre Kieran.

Arielle caminaba tras el ataúd y los músicos junto al resto de gente allí presente para mostrar sus respetos por Kieran. Su mano se encontraba aferrada a la de Klaus mientras su cabeza daba vueltas a todo lo que Bonnie le había contado sobre el Otro Lado. No podía mentir y decir que no estaba preocupada por ambos hermanos Mikaelson tras saber que ambos habían soñado con Mikael.

Un repentino carraspeo la obliga a llevar una de sus manos hacia su pecho. La realidad es que ese día no se encontraba especialmente bien.

—¿Estás bien?—cuestiona Elijah a su lado—Estás...

—¿Qué? ¿Embarazada de 100 meses y cabreada con el mundo?—le interrumpe, soltando un suspiro—

—Iba a decir que estás preciosa—aclara, dedicándole una leve sonrisa—

—Gracias—murmura, devolviéndole la sonrisa—

Arielle apreciaba la preocupación y el cariño de Elijah, le recordaba a sus hermanos.

—No te olvides, hermano, que Arielle es mi pareja—habla Klaus a su lado, provocando que ambos rueden los ojos—

—¿Creéis que las bombas iban a por mi?—Hayley se coloca junto a Elijah, su mirada preocupada observando los rostros de los tres vampiros en busca de una respuesta—

—Pues claro que si—declara Klaus con rapidez—Si yo declarara la guerra a los lobos, serías mi primera víctima. Te colgaría bien alto, a la vista de tus seguidores.

—Lo que intenta decirte mi hermano es que vuelvas al complejo con nosotros—aclara Elijah—Podrías abórdalo de otra forma, Niklaus. Sobran referencias a la muerte.

—Si tú no vienes al complejo me iré yo al pantano—declara Arielle con firmeza, mirando a su amiga—

—Y por el bien de mi hija no puedo permitir eso—señala Klaus a su lado—Ademas, estoy seguro de que no quieres que tenga que subirte a hombros y llevarte pataleando y gritando hasta el complejo.

—Un mal sueño y de pronto quieres ser un padre responsable—se burla Hayley, observándole con incredulidad—

—Te pondré en antecedentes—habla Klaus—Mi padre vivió atormentándome, y no me gustaría nada parecerme a él. Este ciclo de desgracias acaba con mi hija.

—Olvidas un detalle en tu alegato de defensa—se queja Arielle—No es tu hija, es nuestra.

Hayley asiente, agarrándola del brazo para separarla de ambos hermanos. A regañadientes, ambos continúan con su camino, dejando que ellas queden varios metros tras ellos.

—¿Estás bien?—cuestiona Hayley, mirando a su amiga con preocupación—

—Si, si. Es el calor—Arielle le quita importancia, continuando con su camino—Espera. ¿A dónde vamos?—cuestiona, al ver que Hayley la guía cada vez más lejos de Klaus y Elijah—

—A hablar con Cami. Tengo que hacerle una pregunta—señala, acercándose a la humana—Cami.

—Hayley. Arielle. Hola—las saluda, algo confusa—

—Ya sé que no me conoces—habla Hayley—Solo quería decirte que siento mucho lo de tu tío. Se portó muy bien con mi gente durante la tormenta. Y se lo agradecí mucho.

—Gracias—responde, observándola con detenimiento—Quieres algo de mi, ¿no?

—Lo lamentó, sé que es un mal momento—asegura, incómoda—Pero me preguntaba si antes de morir dijo algo raro sobre Francesca Correa. Creo que podría estar involucrada en un ataque al pantano. Si te enteraras de algo...

—Mira, Hayley, me cuesta, pero intento mantenerme al margen. Aunque... es una víbora. Si me entero de algo te lo diré.

—Gracias. Y siento muchísimo lo de tu tío.

Cami asiente, acelerando sus pasos para alejarse de ellas.

En ese instante, Arielle suelta el brazo de Hayley, notando como sus pasos se hacían cada vez más lentos. Los carraspeos que previamente sentía se convertían en un catarro cada vez más fuerte. La gente continuaba caminando a su alrededor, provocando que todo a su alrededor diera vueltas, mareándola. Apoyándose contra una farola, Arielle comenzó a sentir como su cuerpo perdía fuerza.

Unas manos se aferran a sus hombros. Aún en ese estado, Arielle la reconoció al instante gracias a su olor.

—¡Klaus!—Olivia llama al hibrido mientras intenta mantener a Arielle en pie—

Sin embrago a cada segundo que pasaba la chica Salvatore se sentía cada vez mas débil, hasta que todo a su alrededor se volvió completamente negro. Su cuerpo cayó inconsciente sobre los brazos de la bruja mientras ambos hermanos Mikaelson las alcanzaban siendo rápidamente acompañados por Hayley.

Con Arielle en sus brazos, Klaus volvió al complejo acompañado de Elijah, Hayley, Olivia y Genevieve, quien se había topado con ellos por el camino. Y que, a pesar de que tanto Elijah como Olivia habían intentando mantenerla lejos, había insistido en ir con ellos para asegurarse de que Arielle se encontraba bien.

Elijah actuó con rapidez, tirando las cosas situadas sobre una de las mesas del patio principal para dejar que Klaus pudiera tumbar a Arielle sobre ella.

—Puedo ayudar—asegura Genevieve, acercándose a la chica Salvatore—

Elijah la sujeta del brazo con firmeza, alejándola de ella.

—No la toques—le advierte, molesto—

—Déjala, Elijah—habla Klaus—Fue enfermera.

—Me da igual—declara, posando su mirada en la otra bruja presente—Olivia.

La chica asiente, acercándose a Arielle para revisar su estado.

—Conozco un hechizo—insiste Genevieve—Klaus, trae manzanilla de la despensa.

Aunque Klaus decide hacerle caso e ir en busca de lo que ella le había pedido, Olivia la ignora.

—Está temblando—observa, agarrando la mano de Arielle con delicadeza—Tu chaqueta, Elijah.

Levanta su mirada hacia el original, estirando su mano hacia él. Sin dudarlo un instante, Elijah deshace su agarre en el brazo de Genevieve, quitándose la chaqueta de su traje.

—No respira—informa al usar su oído sobrenatural para intentar escuchar el latido de Arielle—Oigo el corazón del bebé, pero no el suyo.

La mano de Olivia roza la suya al agarra la chaqueta de sus manos. Los ojos de la bruja observando a Arielle sin entender exactamente lo que estaba ocurriendo.



Todo a su alrededor era negro. Arielle luchaba por respirar, pero cada vez le costaba más. Podía oír voces, recuerdos. Oía la voz de su hermano mayor cuando eran niños, a Stefan la ultima vez que habían hablado. Oía incluso la voz de su madre, la de Enzo e incluso la de Carina. La mayoría era recuerdos, podía reconocerlos, pero esta ultima le pedía que abriera los ojos.

El aire entró en sus pulmones de forma brusca, obligándola a toser. La confusión apareció en su rostro al ver que se encontraba tumbada sobre una mesa en el complejo. Todo a su alrededor parecía haber perdido color. Algo parecía tirar de ella, alejandola de la calidez hacia un lugar mucho mas frío.

Su mirada escanea el lugar en busca de una salida o una explicación a aquello, pero con lo único que se encontró fue con la figura de Mikael, situado a pocos metros de ella.

—Tú—murmura, asustada—

—Supongo que ahora soy familia—sonríe el hombre—

—No, no lo somos—niega, poniéndose en pie—No lo somos. Nunca lo seremos.



Mientras Olivia murmuraba un hechizo, Genevieve insistía en poder ayudar a Arielle, siendo siempre rechazada por la bruja, Hayley y Elijah. Klaus estaba tan asustado con la posibilidad de perder no solo a Arielle si no también al bebé, que no escuchaba sus constantes quejas. Desesperado por que abriera los ojos, Klaus clavó sus colmillos en su muñeca, colocándola sobre los labios de Arielle.

—Vamos—murmura, esperanzado por que su sangre la curara— ¡Vamos!

Sin embrago la sangre de su muñeca resbalaba por los labios de Arielle, pero no entraba en su organismo.

—Sigue sin respirar—se queja Elijah con nerviosismo—No funciona.

Frustrado, agarra una silla de madera del patio y la lanza contra una pared, rompiéndola en pedazos.



—Supongo que mi reputación me precede—habla Mikael, acercándose a ella—Y claro está, nuestro encuentro en Mystic Falls.

—Es una pesadilla—murmura Arielle para si misma, dando varios pasos hacia atrás, alejándose de él—Estoy soñando.

—Al contrario, querida. Esto es muy real—le asegura, usando su velocidad vampirica para colocarse detrás de ella y sujetarla del cuello—Bienvenida a mi infierno. Atrapado en la eternidad, viendo a la horrenda criatura que mis hijos llaman hermano.

—Estas muerto—recuerda ella, intentando zafarse de su agarre—¿Cómo puedo estar aquí? Dios mío. ¡No! ¡No! El bebé.

—¿El bebé?—cuestiona Mikael con incredulidad—Nunca ha tenido opciones. Por si tu linaje no es ya lo bastante inmundo ¿lo envenenas mezclándolo con el de Klaus?

Arielle solloza por la posible pérdida de su bebé mientras que Mikael suelta una risa.

—¿Esa alimaña inmortal se ha metido en el papel de padre?—cuestiona, incrédulo—

Molesta, triste y, sobretodo, enfadada, Arielle le empuja lejos de ella, agarrando un trozo de madera del suelo de forma amenazante.

—No está muerta—habla con seguridad, refiriéndose a su hija—Ni yo. Si estuviera muerta, no intentarías matarme.



—Necesitas más poder—se queja Genevieve, colocándose junto a Olivia, quien seguía concentrada en su hechizo—Puedo continuar yo.

—He dicho que te calles—se queja la chica Bluemoon con molestia—

—Pero...

—¡Ha dicho que te calles!—exclama Hayley, alejando a Genevieve de ella—

—Voy a llevarla a un médico—declara Elijah, dispuesto a agarrar el cuerpo inconsciente de Arielle entre sus brazos—

—Si la mueves de aquí, mi hechizo se romperá y no habrá tiempo de llevarla al hospital—Olivia levanta su mirada hacia él—

Elijah la mira a los ojos, sopesando sus opciones.

—¿Sobreviviría sin el bebé?—cuestiona Klaus entonces—Porque yo mismo lo sacaré de ahí para que ella viva.

Alejándose de Arielle, Elijah sujeta a su hermano antes de que éste pueda acercarse a la chica.

—Arielle morirá igualmente—asegura Olivia, posando sus ojos en el hibrido—

—No perderé a Arielle—declara Klaus, su mirada fija en la rubia—

—Yo no perderé a ninguna—declara Elijah a su lado—

Olivia cierra sus ojos, concentrándose de nuevo en el hechizo.

—Mi hermana le dio algo a Arielle—habla, atrayendo la atención de ambos—Un collar. Lo necesito.

Sin esperar ni un segundo, Klaus usa su velocidad vampírica para adentrarse en su habitación en busca de lo que la bruja le pedía.



—Estas muerto, Mikael—recuerda Arielle, mirándole a los ojos—Tu hijo ya te ha vencido.

—¡Él no es mi hijo, Arielle!—exclama, molesto—Es una lacra, un mero símbolo de debilidad.

Dando pasos hacia atrás, Arielle comienza a subir las escaleras hacia el piso superior. Su mirada fija en el vampiro frente a ella.

—No hay salvación para esa atrocidad que se pudre en tu vientre—asegura Mikael—Klaus la destruirá de una u otra forma. Es mejor que muera ahora. Y tú detrás de ella.

Usa su velocidad sobrenatural y se coloca detrás de ella. Arielle se da la vuelta, asustada, antes de usar su velocidad para volver al piso inferior. Mikael salta la barandilla, aterrizando a pocos metros de ella. Arielle se mueve con rapidez y atraviesa su espalda con la estaca de madera en su mano. Mikael se queja de dolor, cayendo de rodillas al suelo.

—Mi hija tiene una ventaja que Klaus nunca tuvo—habla Arielle en su oído—Ella jamás, jamás te conocerá.



El aire llena sus pulmones con fuerza y sus ojos se abren de par en par. Las miradas de todos los presentes viajan hacia ella, preocupados.

—Arielle—exclama Klaus, sujetándola de las mejillas para poder mirarla a los ojos—

Asustada, Arielle conecta su mirada con la suya. Klaus le dedica una leve sonrisa tranquilizadora, sujetándola de la cintura para ayudarla a incorporarse.

—Ya ha pasado, mi amor—le asegura, acariciando su espalda—Estás bien.

—Le he visto—murmura—

Aún se encontraba en shock y sus palabras resultaron confusas para todos.

—Ha intentado matarme—añade, mirando a los dos originales a su lado—He visto a Mikael.


Tras darse una ducha y cambiarse de ropa, Arielle por fin pudo sentarse sobre su cama. Su mente repetía una y otra vez lo que había visto y vivido aquella tarde. Aún podía ver, incluso sentir a Mikael. No fue hasta que unos golpes resonaron en la puerta de la habitación que Arielle pudo salir de sus pensamientos. Su mirada viajó hasta la puerta, encontrándose con Klaus.

—Una vez más has demostrado que eres fuerte, Lizzie—habla el hibrido, dedicándole una pequeña sonrisa reconfortante—Sois luchadoras, las dos.

Arielle suspira.

—Hemos tenido que serlo, últimamente—admite—

Klaus camina hasta ella.

—Hayley me ha dicho que vuelve al complejo—revela la chica entonces—

—Me alegro por ello.

—Klaus, hoy... yo... me he dado cuenta de que nuestra hija necesita mucha protección, más de la que pensaba en un principio. Ella necesita una familia. Yo necesito una familia. Si intentas impedir que mis hermanos...

—Ven conmigo—le pide, interrumpiendo sus palabras—Por favor.

Arielle frunce el ceño, confusa. Klaus vuelve a insistir, acercándose a la puerta situada frente a su cama. Era una puerta que Arielle nunca había abierto. Al fin y al cabo esa casa no era suya y no quiera sobrepasar límites. La puerta siempre estaba cerrada y ella no quería meter la pata.

—Quiero enseñarte algo—insiste el hibrido—

Soltando un suspiro, Arielle se pone en pie, acercándose a él. En ese instante Klaus abre la puerta, dejándole ver lo que se encontraba al otro lado. Se trataba de una pequeña habitación. Una habitación preparada para un bebé, con una cuna y todas las decoraciones necesarias.

Asombrada, Arielle se adentra en ella, admirando cada objeto con atención.

—Lo creas o no, Arielle, me encantaría que tus hermanos vinieran a veros a ambas—habla Klaus mientras ella toca el móvil de cristales situado sobre la cuna—Nuestra hija debe crecer con sus padres, en la casa de su familia y con las vistas de todos sus tíos y amigos.

—¿Todos bajo el mismo techo? Será un culebrón de televisión—comenta ella de forma divertida—

Klaus sonríe levemente ante su comentario, pero, pronto, esa sonrisa desaparece de sus labios.

—Dices que has visto a mi padre—habla entonces, atrayendo su atención—

—¿Por qué le llamas así?—cuestiona, confusa—No es tu verdadero padre.

—Solo un padre puede hacer tanto daño—asegura—¿Qué es lo que te ha dicho?

—Nada que sea cierto.

Él asiente, dedicándole una pequeña sonrisa antes de abandonar de la habitación.

Una vez a solas, Arielle observa los cuados colocados en las paredes de la pequeña habitación hasta encontrase con el cuadro que semanas antes había mantenido a Klaus tan ocupado. Se trataba de un cuadro de una noche de luna llena en Nueva Orleans. Se encontraba colgado en una pared junto a un marco con la letra S de Salvatore. Igual a las que adornaban la mansión en Mystic Falls. Y junto a dos fotos de ella y sus hermanos que solía guardar en su caja de recuerdos.

—Niklaus tiene de vez en cuando buenos gestos—habla Elijah, entrado a la habitación—Sobretodo contigo.

Arielle se gira hacia él, dedicándole una pequeña sonrisa.

—¿Estás mejor?—inquiere, preocupado—

—Si—asegura, jugando con su anillo de día de forma nerviosa—Gracias. Por cuidar de mi.

—No tienes porque agradecérmelo—declara, guardando sus manos en los bolsillos del pantalón de su traje—Está familia nunca dejará de protégete, Arielle, aunque no lo necesites.




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