XVIII. Crazy Little Thing Called Love
CAPÍTULO DIECIOCHO
UNA LOCA COSITA LLAMADA AMOR
"So many nights my tears fell harder than rain, scared I would take my broken heart to the grave. I'd rather die than have to live in a storm like before. But God damn, you got me in love again"
Mientras esperaba la vuelta de Elijah y Marcel, Arielle descubrió por boca de Olivia que Hayley había desaparecido del complejo. No había señal de que alguien se la hubiese llevado a la fuerza, por lo que ambas asumieron que la loba había decidido ir en busca de la bruja culpable de que su manada tuviera aquella maldición que solo les dejaba ser humanos durante la luna llena. La bruja se había ofrecido a ir en su busca, abandonando el complejo poco antes de que Elijah apareciera con el cuerpo inconsciente de su hermano pequeño.
—¡Nik!—exclama con preocupación, acercándose a ellos—¿Qué ha pasado?
—Ven conmigo—le ordena Elijah, subiendo las escaleras hacia el piso superior sin responder a su pregunta—
Arielle no duda en seguirle hasta el interior de su habitación, donde Elijah tumba a su hermano sobre la cama situada en el centro de la sala. Es entonces cuando decide explicarle todo lo ocurrido.
—¿Tiene el hueso de Papa Tunde dentro de su cuerpo?—Arielle le observa entre confusa, sorprendida y preocupada—
—Y cada segundo que permanece en su cuerpo le causa un sufrimiento insoportable—informa Elijah, remangando las mangas de su camisa—
—¿Quién demonios se la clavó?—inquiere, llevado su mirada hacia él—
—Fui yo—declara, sorprendiéndola—
—¿Qué?
—Voy a sacársela—le informa Elijah entonces, colocándose junto a su hermano—Más vale que te apartes. No será agradable.
—Seguro que he visto cosas peores, créeme—declara, dando un par de pasos atrás para dejarle espacio—¿Qué quieres que haga?
—Arielle, estoy convencido de que eres la única persona a la que no matará en cuanto despierte—explica, hundiendo su mano en el pecho de su hermano y sacando el cuchillo de su interior—
Klaus se queja de dolor ante aquel acto, provocando que la preocupación en Arielle aumente.
—Tú consigues que se vea a sí mismo y a los demás desde otra perspectiva. Le inspiras.—continúa hablando Elijah—
Klaus respira con profundidad mientras Arielle se sienta a su lado, agarrando su mano con delicadeza. Sus ojos azules se abren con dolor, observándola sin poder moverse.
—Niklaus estará débil mientras se recupera—explica Elijah, limpiándose las manos—Cuida de él, aliméntale si lo deseas. Usa las bolsas de sangre con verbena, le abrasará y beberá más despacio. Y aprovecha para persuadirle de que no maté a su hermana pequeña. Yo iré con Olivia a buscar a Hayley.
—¿Cómo sabes lo de...?
—Olivia me mando un mensaje—explica, interrumpiéndola—
Arielle asiente, acariciando el brazo de su novio con delicadeza. Entonces Elijah se acerca a ellos, inclinándose hacia su hermano para dedicarle unas palabras.
—Niklaus, no quería causarte sufrimiento—asegura con sinceridad—Pero no permitiré que le hagas daño a Rebekah. Sospecho que Sabin pretende asestarnos el golpe final. Voy a intentar encontrarla y acabar con todo esto.
—Elijah—murmura Klaus entonces—Me las pagarás por esto.
Su amenaza provoca que Arielle y Elijah compartan una mirada antes de que este último abandone la habitación, dejándoles a solas.
—Arielle—susurra Klaus entonces, llamando su atención—
Los ojos de la chica Salvatore le observan con lastima, acariciando el dorso de su mano con su pulgar.
—Nunca pensé que haría esto, pero sé que odias beber de una bolsa directamente y mi sangre tiene verbena, así que bebe de mi—declara entonces, soltándole la mano para colocar su muñeca delante de la boca del hibrido—
Con delicadeza, Klaus sujeta brazo, acercándolo a su boca para poder clavar sus colmillos en ella.
—¿No te quema la verbena?—inquiere Arielle al ver lo rápido que bebía de su sangre—
En ese momento Klaus aleja su boca de su muñeca, soltándole el brazo. Arielle suspira, observando como las heridas dejadas por sus colmillos se cierran con rapidez, gracias al poder curativo de la sangre del bebé.
—El tiempo te enseñará, Lizzie, que la línea entre lo que nos hace sufrir y lo que nos nutre es mucho más delgada de lo que uno imagina—declara Klaus con dificultad—
—¿Hablas de mi sangre o de tu necesidad de dañar a las personas que quieres y te decepcionan?
—Estoy demasiado cansado para discutir—se queja—
—Es tu hermana—le recuerda—Yo sé lo que es tener hermanos. Sé lo que es enfadarse con ellos, sentirse traicionado. Pero llegar a querer matarles...
—Me ha hecho lo que nadie había conseguido hacerme en mil años—declara, apretando su mandíbula con fuerza—Destrozarme el corazón.
Arielle suspira, conectando sus miradas.
—Conozco la historia. Marcel nos lo contó—le informa, levantándose de su lado para agarrar una de sus camisas del armario—
Vuelve a su lado, colocando una mano sobre su mejilla, observando así las ojeras bajo sus ojos. Entonces le ayuda a incorporarse y le entrega la camisa.
—Bajé la guardia y sucumbí a la felicidad como un pobre tonto—se queja, colocándose la camisa—Resulta que ya me habían traicionado cuando les di mi bendición. Atrajeron a la ciudad al hombre del que llevaba siglos huyendo. Mi padre.
—Mikael—recuerda Arielle—
—Si—se queja, volviendo a tumbarse en la cama—Le recuerdas, ¿verdad?
Ella asiente, recordando aquel día en el que Damon y Stefan habían hecho un trato con el padre de los Originales para que éste matara a Klaus. Lo mal que había ido ese plan y como el propio Mikael casi la mata a ella.
—Te consume el deseo de una venganza que nunca obtendrás—habla, volviendo a sentarse a su lado—Rebekah y Marcel podrían estar en cualquier parte.
—Bueno, yo no estoy tan seguro de eso—le responde, mirándola a los ojos—Se ocultarán mediante un hechizo. Y para ello, les hará falta una bruja. Solo hay un lugar al que puedan ir. A casa.
Arielle se encontraba sentada en uno de los sillones de la habitación, concentrada en dibujar en su cuaderno mientras Klaus descansaba. Pero después de un rato, el hibrido comenzó a levantarse, llamando su atención. Cerrando su cuaderno, Arielle se pone en pie para ayudarle.
—Aún estás débil—se queja, frustrada—
—Sigo teniendo hambre—declara, volviendo a sentarse en la cama con debilidad—Hay reservas de sangre fresca en la cocina.
—No llegarás tan lejos—le asegura ella, separándose de él—Así que pórtate bien y vuelve a la cama.
—Si me dieran una moneda por cada vez que una mujer a querido algo de mi...
—Serias muy pobre—le interrumpe, dedicándole una sonrisa falsa—
—Siento discrepar. Algunas mujeres me encuentran bastante encantador.
—¿Como Camille, por ejemplo?—inquiere, cruzándose de brazos e inclinado su cabeza hacia un lado—
—Me refería a ti.
—Ya, bueno, algunos hombres me encuentran bastante atractiva—admite ella, siguiéndole el juego—
—Esos hombres tienen razón, pero son tontos si creen que te van a tener para ellos—declara—
—Anda, cállete y descansa—le pide, rodando los ojos—
—Arielle, lo digo en serio—insiste, sujetándole las manos con delicadeza—Te quiero solo para mi desde que te conocí. Por y para siempre. Quiero enseñarte todo lo que en tu vida no has visto. Quiero llevarte a museos, a conciertos, a la ópera.
—¿Por qué no me sorprende que te guste la ópera?—suspira, mirándole a los ojos—
—Bueno, siempre he tenido debilidad por Los Hugonotes—admite, levantándose de la cama—Me gusta la historia. Trata sobre un amor prohibido. Como ocurre en Romeo y Julieta. Sucede que, en el día de su boda, aflora el odio contenido durante largo tiempo. Mueren a millares. Un padre incluso mata a su propia hija en el acto final. Casi puedo apreciar la ironía.
—Y yo—admite Arielle, llamando su atención—
—¿A qué te refieres?
—Bueno, esa ópera parece la historia de mi vida—señala, haciendo que él frunza el ceño con confusión—Oh, es cierto, no sabes mi historia, porque siempre hablamos de la tuya.
Klaus la observa con seriedad, sintiéndose algo culpable, pues ella tenía razón.
—Cuéntamela—le pide—
—Bueno, básicamente yo estaba enamorada—suspira, sentándose en la cama, justo donde él se encontraba antes—Se llamaba William, tú le convertiste.
—Me acuerdo—asegura—
—Él llegó a Mystic Falls junto a Katherine y los otros vampiros que luego acabaron en la tumba—explica, jugando con los anillos de sus manos—Al descubrir lo que eran, mi padre no dudo en actuar. Liam y yo habíamos pasado el día andando a caballo, pero yo me había caído, así que él me dio su sangre para cúrame la pierna rota. Al volver al establo, mi padre le clavó una estaca en le corazón, acabando con su vida. Después me miró a los ojos y me pegó una bofetada diciéndome que todo eso era culpa mía por ser una zorra.
Al escuchar sus palabras, Klaus aprieta su mandíbula enfadado ante lo que su padre pensaba de ella.
—Después de estar un rato llorando sobre su cuerpo, empecé a oír gritos. Me di cuenta de que estaban metiendo a Katherine en un carro par llevársela y matarla. Mis hermanos les siguieron corriendo y yo no pude evitar imitarles—suspira, su mirada alejándose de la de Klaus al sentir como sus ojos se cristalizan en lagrimas—Les vi caer muertos a causa de dos disparos. Corrí hacia ellos y oí otro disparo. Mi padre les había matado y por último me había disparado a mi. Corrí y, cuando no puede más, caí muerta.
Suspira con tristeza, bajando la mirada. Klaus se coloca a su lado, llevando una mano a su mejilla, acariciandola con delicadeza para limpiarle las lágrimas que se habían resbalado de sus ojos. Arielle eleva su mirada, conectándola con la suya. Klaus le dedica una leve sonrisa tranquilizadora, acercando sus labios a los de ella y uniéndolos en un suave y salado beso a causa de las lágrimas de la chica.
Tras calmarse un poco, dejando a Klaus a solas para poder tomar el aire, Arielle vuelve a adentrase a la habitación.
—No te hará sentir mejor—comenta al ver cómo Klaus se servía una copa de bourbon—
—Pero tampoco peor—señala, posando su mirada en ella—
—Un buen trago de autocompasión. Vale—suspira, acercándose a él—Mejor que mi sangre. No importa lo que diga Elijah.
—No me menciones a Elijah—exclama, enfadado—
—Te quiere—le asegura—
—Si. Me quiere y lo demuestra una y otra vez. Hasta cuando mi padre le incitó a matarme.
—Por supuesto, con la estaca de roble blanco que tú destruiste al matarle en Mystic Falls. La fabricó él ¿cierto? Mikael.
—Así es, mi amor, para quitarnos lo mismo que nos impuso a todos. Nuestra inmortalidad—suspira, llevándose la copa de bourbon a los labios—Elijah siempre cargó con la culpa por no haber detenido a nuestro padre aquella noche en la que le enfrento. Le dije que no se culpara. Cuando un padre quiere matarte, quiere matarte. No hay nada que puedas hacer.
Arielle le observa con atención, pero el sonido del móvil del híbrido hace que él aparte su mirada de ella.
—Siento parecer pedante, pero mi hermana y su amado han sido vistos en la ciudad—le informa, guardando su teléfono—Así que esta conversación termina aquí, me temo.
Empuja una estatua hacia el suelo, rompiéndola en pedazos. Arielle observa confusa como Klaus se agacha para agarrar algo de entre los escombros de la pequeña estatua. Algo que Arielle reconoce al instante.
—La estaca de roble blanco—murmura—La que creó tu madre con el anillo de Ric.
—Exacto, mi amor. Y, como sabes, a diferencia de la de mi padre, está no puede destruirse.
Acto seguido Klaus abandona la habitación y el complejo con su velocidad vampírica. Arielle se queda en shock durante unos segundos, pero no tarda en seguirle. Abandonado el edificio por la puerta trasera, se lo encuentra en un callejón, alimentándose de un humano.
—¡Klaus!—exclama, acercándose a él—¿Qué haces?
—Si tienes que preguntarlo es que no me conoces tanto como creía o simplemente el embarazo te ha hecho ser menos lista—responde, soltando al humano para poder mirarla—Voy a matar a mi hermana. Pero necesito alimentarme con algo que lleve menos verbena que tu sangre. No te ofendas.
—Cuando intentaste hacerles daño a mis hermanos, cuando te negaste a darle la cura a Damon, cuando obligaste a Stefan a anular su humanidad, cuando mataste a Andrew, yo misma quise matarte—admite, acercándose a él, mirándole a los ojos con dureza—Incluso, durante un instante, estuve de acuerdo en que tú y todos tus hermanos debíais morir. Aún sabiendo que ni Rebekah ni Elijah se lo merecían. Pero me negué y me enfrenté a ellos para que no te mataran. Compare lo bueno que tienes, lo que vi dentro de ti, con todas las cosas horribles que has hecho. Y supe que si te hacía daño, después iba a lamentarlo. Porque aunque en ese momento no lo sabía, yo te quería. Te quiero. Y tú también te lamentaras si matas a tu hermana. ¡Tu hermana, Nik! No sé lo que es perder a un hermano, y espero no saberlo nunca, porque si perdiera a Damon o a Stefan no creo que fuera capaz de vivir. Te odiarás a ti mismo y no sobrevivirás si matas a tu hermana.
—Te diré a lo que casi no sobrevivo, amor—señala, frustrado—A que mi hermana enviara a por mi a la criatura más vil que ha pisado este mundo.
—Si, tu padre—señala—Pero te prepones perseguir a Rebekah y a Marcel, infundiéndoles el mismo terror que te infundieron a ti. No te conviertas en tu padre.
—Me han llamado muchas monstruosidades, pero esa es nueva—admite, molesto—¿En mi padre? Mikael era el monstruo que los monstruos temían. Ven, te lo enseñaré.
Sujeta su brazo con delicadeza, guiándola hasta una de las calles del barrio.
—¿Conoces la historia de la ciudad?—inquiere, frenando sus pasos. Arielle niega—Una noche de 1919 se quemó la ópera aquí mismo. Fue mi padre en estado puro. Era una noche en la ópera, mi espectáculo favorito, yo estaba listo para disfrutar del espectáculo cuando él apareció. El telón se levantó y varias personas cercanas a mi, incluido Marcel, estaban ahí, en el escenario, muertos. Al menos eso creía yo. Y menudo espectáculo. Mikael obligó al público a aplaudirlo todo. Aplaudir como si fuera la más divertida de las comedias. Y celebrar después una inolvidable noche en la ópera. Intenté salvar a Marcel, pero mi padre tenía otros planes. Rebekah intentó intervenir. Todos estos años he creído que quería salvarme. Luego apareció el hermano mayor. Lo dimos todo por perdido. Así que hui, apaleado como el perro que mi padre decía que era. Y mientras intentábamos salvar nuestras vidas, el teatro ardió hasta los cimientos. Supusimos que también Marcel. Viví, pero él acabó con todo. Incluso con el último resquicio de mi humanidad. Eso es lo que mi padre me quito aquella noche.
Arielle le observa horrorizada. Sintiendo pena por él y enfado hacia Mikael.
—Te aseguro, Lizzie, que no aterrorizaré a mi hermana y a su amante durante siglos. Ni les humillaré, ni les arrebataré su humanidad. No, nada de eso. Tan solo simple y llanamente los mataré.
La mira a los ojos don firmeza, desapareciendo de su lado con su velocidad.
—¡Klaus espera!
Capítulo completo de KLARIELLE 💖
¿Qué os a parecido?
Pregunta que me interesa que contestéis
¿Que relación de amistad de Arielle os interesa más ver a lo largo de la historia?
Arielle y Enzo. Arielle y Davina. Arielle y Kol. Arielle y Freya.
Gracias por leer, comentar y dejar vuestras estrellitas.
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