XVI. The Sister Of The Salvatore
CAPÍTULO DIECISÉIS
LA HERMANA DE LOS SALVATORE
"Hey brother, there's an endless road to rediscover. Hey sister, do you still believe in love, I wonder. Oh, if the sky comes falling down, for you there's nothing in this world I wouldn't do"
Mystic Falls, VA
1854
Arielle Salvatore se retorcía entre sus sábanas al escuchar la tormenta que crecía en el exterior de la casa. Los truenos y los relámpagos hacían que se sobresaltara asustada cada vez que sonaban y su eco viajaba por las habitaciones de la casa.
Su pequeño cuerpo de 10 años se hacía un ovillo mientras agarraba su peluche favorito con fuerza. Las luces de los rayos y los árboles formaban sombras de formas extrañas en las ventanas de su habitación, haciendo que la pequeña niña se asustara tanto como para no dormir en toda la noche, o al menos en el tiempo en el que la tormenta durara.
Sin embargo, cuando sus padres ya estaban dormidos, la puerta de su habitación fue suavemente abierta por su hermano mayor. Damon se acercó a su cama, tumbándose junto a ella. Sabiendo que se trataba de él, Arielle se dio la vuelta para mirarle, sintiendo el alivio recorrer su cuerpo. Con una pequeña sonrisa tranquilizadora en sus labios, Damon abrió sus brazos para poder abrazarla. Separando sus piernas de su pecho y relajando su postura, Arielle se acercó a él.
—Tranquila, Lizzie. Es solo una tormenta. No va a pasarte nada mientras yo esté aquí a tu lado—le susurra su hermano de 14 años mientras acaricia su cabeza con cariño—
Arielle suspira con alivio, sintiendo como el sueño se apoderaba de ella. Con Damon a su lado ya no tenía nada por lo que asustarse.
Nueva Orleans, LA
Actualmente
Los rayos de sol golpeando su rostros fueron los causantes de que Arielle abriera sus ojos aquella mañana. Tras estirarse y darse la vuelta, la rubia pudo comprobar que Klaus no se encontraba a su lado. Sintió un nudo de preocupación en su pecho ante ese echo, pero entonces recordó lo que él le había dicho la noche anterior. Aquella mañana se llevaría a cabo la apertura de la Iglesia Saint Anne, y él y Marcel debían estar presentes.
Soltando un pequeño bostezo, Arielle se pone en pie para buscar una muda de ropa y ducharse. Fue al terminar de prepararse que unos golpes en la puerta hicieron que se sobresaltara mientras buscaba su teléfono.
—Arielle—la voz de Hayley suena desde el otro lado de la puerta—Ven. Tienes que ver esto.
Olvidándose de su teléfono, Arielle abre la puerta encontrándose con la loba frente a ella. Su cara reflejaba sorpresa, confusión y algo de miedo. Antes de poder preguntar qué concurría, los murmullos de los vampiros la obligan a asomarse por la barandilla del segundo piso. Allí, en el patio central del complejo, varios vampiros, incluido Diego, se encontraban reunidos, observando el cuerpo sin vida de Papa Tunde.
—¿Qué demonios?—murmura para si misma—
—¡Todo el mundo largo de aquí!—exclama Elijah, acercándose al cuerpo—
Los vampiros le observan asustados y no tardan en hacerle caso. Entonces, cuando los ojos de Arielle observan las figuras de Klaus y Marcel adentrándose al complejo, la chica baja al piso inferior para reunirse con ellos, siendo seguida por Hayley.
—¿Necesitas algo, hermano? ¿Una lupa o una pipa, tal vez?—cuestiona Klaus con diversión—
—¿Tienes tú alguna hipótesis, Niklaus?—inquiere Elijah, ignorando sus comentarios y limitándose a observar el cuerpo de Papa Tunde con interés—
—Antiguamente, si las brujas querían amenazarte te mandaban una gallina muerta—señala Marcel—
—Pues está gallina es grande y siniestra—comenta Arielle, cruzándose de brazos—
—Papa Tunde derrotó a Rebekah sin esfuerzo y casi pudo con nosotros dos—recuerda Klaus, señalándose a sí mismo y a Marcel—Si supuestamente él era su mejor baza, ¿por qué dejarlo muerto en nuestra entrada?
—Una muestra de poder—señala Arielle con obviedad—Pensamos que él era su mejor baza, la mayor amenaza. Si lo matan y lo dejan aquí es para demostrarnos que él solo era el comienzo y que tienen a alguien aún más poderoso.
—¿Desde cuando eres experta en estrategias de guerra?—inquiere, entrecerrando sus ojos—
—No lo sé, aprendí de ti. Aunque creo que la edad te está haciendo perder la memoria—señala con diversión—
—Vaya caras más largas—comenta Rebekah, adentrándose en el complejo—Escuchad esto. Una chica ha salido disparada de una tumba mientras Sabin hacia su visita guiada. Era Monique Deveraux.
—¿Qué?—Klaus la observa con sorpresa y confusión—
—Los turistas pensaron que era fingido, pero las brujas lo están celebrando como si fuera un milagro.
—A lo mejor lo es—declara Marcel, atrayendo su atención—Habían perdido toda esperanza y ha resucitado una joven de la Cosecha. Así recuperaremos a Davina. Matando a la bruja que la remplazó.
—Sospecho cuál de ellas podría ser—habla Hayley—Céleste. Tiene que ser ella. Davina intentó decírnoslo. Estuvo dibujando retrataos de Céleste. Nos estuvo avisando de que se avecinaba un gran mal.
—Primero, Papa Tunde regresa para ajustar cuentas. Y ahora la que fue tu amante—habla Klaus, señalando a su hermano—No solo son brujas atacando a vampiros. Es una declaración de guerra.
Al adentrarse en su estudio, Klaus se encuentra con Arielle. La rubia se encontraba completamente distraída, dibujando en su cuaderno mientras un disco de los Beatles sonaba desde el tocadiscos.
Frenando sus pasos, Klaus la observa con detenimiento, una sonrisa formándose en sus labios al ver lo concentrada que se encontraba. La frustración le invade sabiendo que debía interrumpirla. Inclinándose sobre el respaldo del sillón donde ella se encontraba, Klaus deposita un beso en su mejilla, atrayendo su atención.
—Hola—Arielle eleva su mirada hacia él, con una sonrisa en sus labios—¿Qué pasa?
—Solo venía a verte—responde, observando el dibujo en sus manos—¿Son Damon y Stefan?
—Si, cuando éramos pequeños—suspira, bajando la mirada hacia su libreta—Y ahora dime, ¿qué ocurre? Porque te conozco y sé que pasa algo.
—Camille me ha mandado un mensaje. Su tío, el padre Kieran, a sido maldecido por una de las brujas que están sustituyendo a las chicas de la Cosecha
—¿Camille?—Arielle eleva sus cejas—¿Por qué no me sorprende?—murmura para si misma—
—¿A qué te refieres?—Klaus frunce el ceño, observándola con confusión—
—A que pasas mucho tiempo con ella, por ejemplo.
—¿Estas celosa?—inquiere, elevando sus cejas con diversión. Arielle le observa con seriedad—Oye, Camille es una simple camarera, tú eres una reina. Mi reina.
Rodando los ojos y poniéndose en pie, Arielle le dedica una sonrisa falsa.
—Eso espero—señala—
Klaus sonríe, acercándose a ella para unir sus labios en un beso.
—Me gusta cuando te pones celosa—comenta al separarse—
—Pues que no te guste—se queja, empujándole levemente—Te acompaño a ayudarla. A pesar de mi molestia, la rubia humana me cae bien.
Klaus sonríe de forma divertida, dirigiéndose a la salida de la sala. Arielle deposita su libreta sobre una mesa, apaga el tocadiscos y sigue sus pasos hasta llegar a la Iglesia de Saint Anne.
El lugar se encontraba completamente vacío, excepto por la presencia de Camille. La humana se encontraba sentada en uno de los bancos, cabizbaja.
—Hemos recibido tu mensaje—informa Klaus, anunciando su llegada—¿Dónde está Kieran?
—En el desván, descansado, rezando—responde ella sin molestarse en mirarles—Perderá la cabeza y morirá, ¿verdad? Igual que Sean. Y seguiremos con esta pelea absurda porque me mintió sobre las brujas, los vampiros y... sobre vosotros.
—Camille, entiendo que puedas odiarnos—habla Arielle, sentándose a su lado—Reconozco que jugar con tu mente no estuvo bien, ni por mi parte ni por la de Klaus. Pero estoy segura de que si tu tío mintió, fue únicamente para protegerte. Hasta lo que yo sé, es un buen hombre. Y es tu familia.
Camille escucha sus palabras con atención. Su mirada perdida, pues no encontraba las fuerzas para mirar a ninguno de ellos.
—Y en cuanto a las brujas—habla Klaus a su lado—Su ataque a Kieran solo demuestra que son el enemigo. En eso estamos todos juntos.
En ese momento, Camille por fin se atreve a mirarles. Arielle se pone en pie, dispuesta a seguir a Klaus y encontrar a Kieran.
—Klaus, Arielle—Camille se pone en pie—
Ambos se giran hacia ella, encontrándosela frente a ellos con un extraño hueso en la mano. Parecía que Camille iba a atacarles, pero entonces ella le dio la vuelta al hueso y lo extendió hacia Arielle para entregárselo.
La chica lo observo dispuesta a agárralo, pero Klaus fue más rápido, pues no dejaría que lo tocara por si resultaba ser peligroso.
—Es de Papa Tunde, ¿verdad?—inquiere Arielle, mirando a su novio—
—Me lo entregó una bruja—explica Camille—Dijo que le causaría un tormento inimaginable incluso a un Original. Y que si se lo clavaba a Klaus en el corazón, ella curaría a Kieran.
—Y aún así, has decido declinar su oferta—observa Klaus, sorprendido—
—Supongo que si fuera como tú, podría hacerlo—señala, cruzándose de brazos—
—Si fuera por mis hermanos yo lo haría—admite Arielle—
Camille la observa y se dispone a seguir hablando.
—Pero yo no soy...
—Un monstruo—completa Klaus por ella—
—No soy estúpida—corrige ella con rapidez—Si hay una guerra, quiero estar en el bando ganador
Klaus la observa con sorpresa antes de compartir una mirada con Arielle.
—Veamos qué podemos hacer para salvar a tu tío—declara entonces—
Klaus muerde su muñeca y deja caer su sangre en el interior de una copa de oro.
—Tiene que ser una broma—se queja Kieran al verle—
—Un vampiro está intentando revertir el hechizo que te ha hecho una bruja, ¿y es la copa lo que te resulta un sacrilegio?—cuestiona Klaus con incredulidad—
Kieran suspira, llevando la hoja de un cuchillo hasta la palma de su mano, dejando que su sangre se vierta en un vacío cubo para poder eliminar la verbena en su cuerpo.
—¿Seguro que funcionará?—pregunta Camille, mirando a Klaus y a Arielle—
—No tengo ni idea—responde Arielle con sinceridad—Pero no podemos obligarle para contrarrestar la maldición de Bastianna si el buen padre tiene verbena en su organismo.
—Si, así que tenemos que desangrarlo—señala Klaus a su lado—Nunca dijimos que sería agradable.
—Haced lo que tengáis que hacer—suspira la humana con frustración—
Mystic Falls, VA
1855
—Vamos, Lizzie—grita Damon al correr por el prado—Eres muy lenta.
—No te burles de mi.
Damon sonríe y se deja caer en medio del la verde hierva. Arielle suspira con alivio, caminando hasta él, sentándose a su lado. Se coloca su vestido azul con cuidado y mira a su hermano con una gran sonrisa.
—Toma—Damon se gira hacia ella, entregándole una margarita que acababa de agarra del suelo—Tu favorita. Es casi tan bonita como tú.
—Gracias—sonríe, observando la flor con detenimiento—¿Cuanto crees que tardarán Stefan y mamá en volver del mercado?
—No lo sé—suspira Damon, observando las vistas del lugar—Sabes que siempre se retrasan porque mamá le compra todo lo que quiere.
—Ella no es así conmigo—murmura, abrazando sus piernas contra su pecho—Y papá tampoco. Tratan mejor a Stefan.
—Si, lo sé—suspira con tristeza—
—¿Por qué lo hacen, Damon?
—No lo sé, Lizzie—admite con frustración, pues no le gustaba ver los ojos de su hermana mirándole con aquella tristeza—Pero no estes triste. Me tienes a mi. Tú y yo siempre nos protegeremos.
—Y juntos protegeremos a Stef—añade ella apoyando su cabeza sobre su hombro—
—Exacto—sonríe Damon, observándola jugar con la margarita entre sus manos—
Arielle sonríe, distraída con el movimiento de la flor entre sus manos. Sin embrago, la imagen de una mujer atrae su atención. Les estaba observando desde el otro lado del extenso campo. Era una mujer hermosa, de cabellos castaños, casi rubios. Al notar los azules ojos de la niña puestos sobre ella, la mujer apartó su vista de ellos y continuó caminando por el campo, dejándole una extraña sensación a Arielle, una sensación cálida y hogareña.
Nueva Orleans, LA
Actualmente
Cuando Kieran termina de verter su sangre en el cubo, Arielle agarra la copa con la sangre de Klaus y se la entrega.
—Bebe—le ordena—Te curará la herida.
Él asiente, agarrando la copa y llevándosela a los labios, tragándose el líquido de un solo y rápido trago.
—Creo que ya será suficiente—declara Klaus colocándose delante de él para usar su compulsión—No sucumbirás a lo que te han hecho las brujas. Te resistirás a los oscuros impulsos de su hechizo.
Se separa de él y vuelve a colocarse junto a Arielle mientras Camille mira a su tío con preocupación.
—¿Ha funcionado?—le pregunta—
—¿Cómo voy a saberlo?—inquiere Kieran con frustración—Solo sé que sin verbena he quedado a merced de este bastardo asesino. Seguro que te resulta divertido, ¿verdad, Cami? Eres una... Lo... lo siento. No sé porqué he dicho eso.
—Eso contesta a la pregunta—suspira Arielle—
Klaus asiente y se da la vuelta para salir de la Iglesia.
—Klaus, ¿a dónde vas?—inquiere Arielle con confusión—¿Qué vamos a hacer? Tenemos que ayudarles.
—Voy a encontrar a la bruja que hizo esto. Y luego haré lo que mejor se me da—declara, mirándola a los ojos con determinación—
Vuelve a darse la vuelta, esta vez abandonando la iglesia sin que nadie le frene. Arielle suspira con frustración, compartiendo una mirada con una preocupada y confusa Camille.
—Hablaré con una amiga mía—declara la chica Salvatore entonces—Puede que ella sepa que hacer.
Antes de que Camille pueda decir nada, Arielle sigue los pasos de Klaus hasta abandonar la iglesia.
Arielle caminaba por las calles extrañamente vacías del Barrio Francés con la intención de llegar al edificio de Juliette. Sin embargo, unos extraños ruidos hacen que Arielle se ponga alerta. No era una persona que se asustara fácilmente, era un vampiro, pero ahora que estaba embarazada y que las brujas amenazaban la ciudad, las cosas habían cambiado. No temía solo por ella, si no por el bebé.
Fue entonces cuando un vampiro apareció frente a ella. Se encontraba a varios metros de donde ella estaba, pero fue suficiente para hacer que se sobresaltara.
—Abominación—murmura, mirándola a los ojos—
Su voz sonaba sin emociones, como si hubiese apagado su humanidad. Aquello hizo que Arielle frunza el ceño con confusión, observando como otros vampiros aparecían a su alrededor, murmurando la misma palabra. No era difícil saber lo que ocurría. Estaban hechizados.
—Abominación—repiten todos a la vez a medida que se acercan a ella—Abominación.
Arielle se dispone a defenderse cuando, de un segundo a otro, todos los vampiros caen al suelo inconscientes, dejando que sus ojos se encuentren con la silueta de Olivia Bluemoon. La bruja corrió hacia ella, dejando que las luces de la oscura calle iluminaran su rostro.
—Vámonos—ordena, agarrándola del brazo—
A Arielle no le da tiempo a pensar, dejándose llevar por la bruja.
—¿Qué está pasando?—cuestiona entonces, frenado sus pasos—
No conocía a Olivia, y todo aquello estaba siendo provocado por brujas. Arielle no tenía ninguna razón para confiar en ella.
—No lo sé—responde, tirando de ella hacia el edificio de Juliette—Solo sé que Elijah llamó a mi hermana asegurando que estabas en peligro.
—¿Qué?—Arielle vuelve a frenar sus paso—¿De qué estás hablando?
Sintió alivio al saber que habían hablado con Elijah, pero el resto de su explicación le trasmitió todo menos tranquilidad.
—No lo sé—insiste Olivia, abriendo la puerta del edificio—Supongo un él nos lo explicará. De momento estarás a salvo aquí dentro.
Señala el interior del lugar.
—¿Y Juliette y Amelia?
—¡Arielle!—la voz de Elijah llamándola interrumpe su conversación—¡Arielle!
—Elijah—murmura, dándose la vuelta—
El vampiro caminaba por las vacías calles del barrio, parecía algo aturdido, pero decidido. No pareció oírla, así que Arielle elevó su voz, atrayendo su atención hacia ella.
—¡Elijah!
Soltándose del agarre de Oliva sobre su brazo, Arielle corre hacia el Original. Él la recibe en sus brazos, sintiendo el alivio invadir su cuerpo al envolverla en un abrazo.
—¿Qué ha pasado?—inquiere, separándose de él para poder mirarle a los ojos—¿Dónde está Klaus?
—No lo sé—admite—
Su respuesta la deja en shock. Todo lo que acababa de presenciar. Los vampiros rodeándola, Olivia rompiéndoles el cuello a todos a la vez. Lo que las brujas estaban haciendo con Kieran y Camille. Arielle simplemente no sabía cómo reaccionar a todo aquello. Especialmente ahora que sabía que separarse de Klaus había resultado en su desaparición.
Los ojos de Elijah viajan hasta la chica situada varios metros tras Arielle. Olivia se abrazaba a su misma, observando los cuerpos de los vampiros a los que ella misma había dejado inconscientes al romperles el cuello con un hechizo. Se mantuvo en silencio, presenciado la reunión entre Arielle y Elijah, al menos hasta que sus ojos conectaron los del Original. Él parecía agradecerle con la mirada mientras volvía a envolver a Arielle en un abrazo. Una pequeña sonrisa fue lo único que Olivia pudo darle como respuesta.
—¡Marcel!—exclama Elijah, adentrándose en el complejo junto a Arielle y Olivia—¿Dónde está mi hermano?
—Mis hombres ya le están buscando—responde él—
Elijah le observa detenidamente, acercándose a él. Fueron sus movimientos y su mirada enfadada lo que hizo que otro de los vampiros allí presentes de colocara delante de Marcel, para protegerle. Fue ese acto lo que hizo que Elijah se enfadara aún más, lanzándole a él y a otros vampiros contra las paredes del lugar.
—¡Elijah!—exclama Arielle, separándole de ellos—
El Original deja de pelear, manteniendo una lucha de miradas con la chica Salvatore.
—Klaus tuvo una de sus típicas rabietas, me rompió el cuello y se enfrentó a un aquelarre de brujas él solo—informa Marcel entonces, atrayendo la atención de ambos hacia él—Lo capturaron. No sé dónde está ni cómo encontrarle.
—También tienen a Rebekah—anuncia Elijah. Arielle frunce el ceño, alejando su mano de él—¡Escuchad! Todos vosotros. Vais a ayudarme. Las mataré a todas.
Olivia se dispone a decir algo, pero Diego la interrumpe.
—No eres nuestro líder—señala el vampiro—
—¿Queréis un líder?—cuestiona Arielle con frustración—Bien, Klaus lo es y ahora está desaparecido. Así que ahora yo tomo el mando.
Marcel, Elijah, Olivia y Hayley, quien observa la escena desde el piso superior, la observan sorprendidos.
—¡Ahora respondéis todos ante mi!—declara Arielle, mirando a todos los vampiros presentes en el patio del complejo—Y vais a buscar a Klaus y Rebekah hasta debajo de las piedras de esta ciudad.
—Ya habéis oído—habla Marcel a su lado—Haced lo que la reina os ordena.
Sin decir nada mas, los vampiros asienten y comienzan a abandonar el complejo para cumplir sus órdenes. Arielle suspira aliviada, compartiendo una mirada con Elijah y Marcel.
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