XV. Wake Me Up


CAPÍTULO QUINCE
DESPIÉRTAME

"Take me back to when I found my heart and broke it here. Made friends and lost them through the years. And I've not seen the roaring fields in so long. I know, I've grown but I can't wait to go home"


—He buscado por todo El Barrio Francés. Finn a desaparecido—anuncia Klaus a través del teléfono—No puedo derribar la barrera que os tiene atrapados hasta que lo coja por el cuello.

—Esperaba que tuvieras un plan B—admite Arielle en un suspiro, recostándose en su cama—

—Davina. Aún no lo sabe, pero va a ayudarme a romper el hechizo—declara—Necesito que mantengas con vida a Kol. Al menos hasta que sepamos dónde está Rebekah.

—Eso sería más fácil si no lo hubieses dejado aquí metido—le recrimina—Y oye, Marcel me dijo hace una hora que los lobos le mordieron en el brazo. La herida es pequeña, pero...

—Necesita mi sangre—completa Klaus—

—Si.

—Voy a sacaros de esa casa, Arielle—le asegura—Cueste lo que cueste.

Sin esperar una respuesta por su parte, Klaus termina la llamada

—Marcel ha abierto la sala de baile—la voz de Kol atrae la atención de Arielle hacia él, quien guardaba su movil en el bolsillo trasero de sus pantalones—Podremos salir de esta habitación.

—Genial—celebra, poniéndose en pie—No aguantaría otra hora aquí mentida contigo.

Kol rueda los ojos en respuesta mientras ambos comienzan a quita los muebles colocados delante de la puerta para poder salir y reunirse con Marcel en la sala de baile.

—¿Por qué doblan las campanas de la Iglesia?—inquiere Kol mientras él y Arielle bajan las escaleras—Parece el preámbulo de mi maldito funeral.

—Es la Víspera del Carillón—explica Marcel, sentándose en uno de los sofás de la sala—Tapan los ojos de los ángeles para que los muertos puedan caminar entre nosotros sin ser juzgados. Las campanas despiertan a los muertos y los guían al descanso eterno. Así que hoy, vivas o muera, puedes unirte a la fiesta.

—O, Marcel, te aseguras de que viva. Soy el único que sabe cómo encontrar a Rebekah—le recuerda Kol, sentándose frente a él—

—Subestimas el hambre que tengo y las ganas de saciar la de mi gente, que se desfallece tras esa puerta.

—¿Y qué diría Davina de eso? Porque no soy de los que cuentan secretos de alcoba, pero... creo que le gusto.

—Ten cuidado—le amenaza, poniéndose en pie—O acabaré drenándote las venas yo mismo.

Kol se gira hacia Arielle, compartiendo una mirada con ella mientras Marcel abandona la sala.

—Deberías tener más cuidado—declara la chica Salvatore, entregándole una copa de bourbon—Davina es muy importante para él.

—Ya—asiente levemente—¿Soy yo o estáis haciendo el papel de poli bueno y poli malo? Él me amenaza y tú eres buena conmigo. Todo para sacarme lo de Rebekah.

—Te crees muy listo, ¿no?—le observa detenidamente—Mi faceta de buena puede irse en cualquier momento. Soy la más hambrienta de todos y si no me dices lo de Rebekah, puede que me pegue un festín con tu sangre.

Le dedica una última sonrisa falsa, abandonando la sala tras Marcel. Al cual se encuentra en medio del patio central, con la mirada perdida y rodeado de sus vampiros.

—Marcel—coloca su mano sobre su hombro, devolviéndole a la realidad—¿Estás bien?

—Si—asiente—Hambriento. Eso es todo.


Como ya le había dicho a Arielle, el plan de Klaus era utilizar a Davina. Aunque, para su sorpresa, esta vez no tuvo que amenazarla para recibir su ayuda. Ella ya estaba buscando a Finn por su cuenta antes de que él llegara a la iglesia.

—¿Aún no has encontrado a Finn?—cuestiona, incrédulo—Para ser una bruja de tu nivel, tus hechizos no son especialmente eficaces.

—Finn bloquea mi hechizo de seguimiento—señala, encendiendo varias velas—Estoy probando algo nuevo, pero necesito concentrarme, y me ayudaría que dejarás de merodear por aquí como un acosador.

—No te enfades conmigo. Perseguimos el mismo objetivo—le asegura—

—¿En serio?—eleva sus cejas, incrédula—Porque el mío es sacar a Kol vivo de esa casa y diría que eso está en el puesto diez de tu lista.

—Por lo menos, en el nueve—se encoge de hombros—

—¿Qué es lo que te pasa? Es tu hermano.

—Si, y también tengo una hermana, que casualmente me importa más—señala—Así que, hasta que me diga dónde está, por mi Kol puede pudrirse ahí dentro. Y tú deberías plantearte quiénes son los malos, porque Finn es el artífice de este fiasco. O sea que espabila y averigua de dónde saca su poder para que podamos pararlo.

Dedicándole una falsa sonrisa, Davina se acomoda junto al círculo de sal previamente dibujado por ella y comienza con el hechizo.

—Vislumbró imágenes de él—anuncia tras unos segundos, abriendo sus ojos—Está combinando objetos sagrados, tótems. Magia representativa.

—¿Dónde?—exige saber—

Davina vuelve a cerrar sus ojos.

—Lafayette número uno. En la tumba de Lyonne.

—¿Y qué está usando?

—Está canalizando a vuestros padres—observa, sorprendida—

—Y yo pensando que optaba al premio al hijo más desagradecido de la prole—murmura para si mismo—Y ahora, ¿qué? ¿Vamos a colarnos en su fiestecita?

Davina asiente, agarrando su chaqueta y poniéndose en pie.

—¿Quién es el que tiene que espabilar ahora?—señala al ver que Klaus frena sus pasos de golpe—

Davina frunce el ceño con confusión al no recibir ninguna respuesta por su parte. Entonces, Klaus cae inconsciente al suelo.

—¡Klaus!—se agacha a su lado, confusa—

Lo que ella no sabía aún era que él no era el único al que le había pasado eso. Mientras conversaba con Camille, a varios kilómetros de Nueva Orleans, Elijah también cayó inconsciente.

—¿Qué demonios le pasa a Marcel?—Josh se acerca a Arielle, preocupado—

—No lo sé—le miente, pues Marcel le había pedido que ocultara lo de la mordida del hombre lobo—Sinceramente, chicos, no puedo pensar. Tengo demasiada hambre.

—Todos tenemos hambre—se queja Gia—

Arielle rueda los ojos, viendo como Kol se acerca a ellos.

—Si os acercáis a mi, os daré un dolor de cabeza que os durará un siglo—amenaza el brujo al ver las miradas de Gia y Josh puestas en él—

—Valdrá la pena—asegurara Gia, caminando hacia él—

Kol no lo duda, estira su mano, usando su magia para provocarle un gran dolor de cabeza que la impide seguir acercándose a él.

—Déjalo, Kol—le ordena Arielle, frustrada—

—Intentaba devorarme—se defiende—

Arielle le dedica una mala mirada, pero Kol no es capaz de responder nada más, pues entonces cae al suelo, inconsciente.

Josh abre sus ojos de par en par al ver eso, su mirada viajando hacia Arielle.

—¿Qué acaba de pasar?—cuestiona, confuso—

—No lo sé—admite, agachándose junto al cuerpo de Kol—


—¡Despierta!—exclama Davina, pegándole una bofetada al inconsciente hibrido—¡Despierta!

Al no recibir ninguna señal de vida, Davina bufa frustrada, sentándose a su lado.

—Para una vez que te necesito...

El sonido del teléfono de Klaus anunciando una llamada la saca de sus pensamientos. Se inclina sobre él y saca el aparato del bolsillo interior de su chaqueta.

—¿Arielle?—inquiere Davina al responder el teléfono de Klaus—

—¿Davina?—la rubia frunce el ceño, confusa—¿Por qué respondes tú el teléfono de Klaus?

—Porque no puedo despertarle.

—Cami me ha dicho que a Elijah le pasa lo mismo. Y lo mismo con Kol—le informa, haciendo que la bruja se preocupe instintivamente por este último—¿Qué está pasando?

—Soy una idiota—se queja Davina—El hechizo que hizo Finn fue para atrapar a sus hermanos.

—¿Y qué hacemos?

—No tengo ni idea.

—Bien, vale—suspira Arielle con frustración—Escúchame. Mantén a Klaus a salvo y yo haré lo mismo con Kol. Descubre una forma de sacarles de lo que sea esto y llámame.

—De acuerdo—asiente la joven bruja antes de terminar la llamada—

Tras guardar su teléfono, Arielle se asegura de llevar el cuerpo de Kol hasta una habitación más segura, tumbándole sobre uno de los sofás del estudio. Gia y Josh la siguen y cuando al brujo comienza a sangrarle la nariz, ambos se disponen a acercarse a él.

—No. Tranquilos, tranquilos—Marcel se interpone en su camino, alejándoles de Kol—Si empezáis a comer, no podréis parar. Y, cuando él muera, el resto seguiremos muertos de hambre. Venga, miradme. He estado en la guerra, en las trincheras, muerto de hambre con mis hombres. Si lo superamos entonces, lo haréis ahora. Venceremos al hambre. Juntos.

Aunque dudosos, ambos asienten dando un paso atrás bajo la atenta mirada de Arielle. Marcel se dispone a girarse hacia ella, pero su mirada se queda perdida en la puerta de la sala.

—Joe—murmura para si misma, caminando hacia la puerta—

Gia le sujeta del brazo, confusa.

—¿Estás bien?—inquiere, preocupada—

Marcel vuelve a la realidad, pero ya es demasiado tarde, pues Gia consigue ver la herida en su brazo.

—¡Madre mia!—exclama Josh al ver lo mismo que ella—

—¿Es un mordisco de hombre lobo?—cuestiona Gia—

Marcel se aparta de ella, deshaciéndose de su agarre.

—Es un rasguño—corrige el moreno—

—Es un mordisco. Estás más que muerto como no consigas la sangre de Klaus y cuando los demás lo descubran...

—No van a descubrirlo—Marcel interrumpe las palabras de Josh—Porque no diréis ni una palabra de esto. Tendréis la boca cerrada. Punto.

Josh niega con frustración, posando su mirada en Arielle.

—¿No tienes sangre de Klaus?—le pregunta—

—No. Si la tuviera ya se la habría dado a Marcel.

—Ya.

—¿Oís eso?—Gia atrae su atención, refiriéndose a las campanas que se oían fuera del complejo—Es el sonido de la comida. A la que no podemos ni acercarnos, mientras vosotros protegéis a ese idiota.

—Solo es hambre, Gia—señala Arielle, mirándola a los ojos—Mucha gente ha pasado hambre antes que nosotros.

—Ya, pero Marcel nos hizo una promesa cuando nos convirtió—recuerda ella, mirando al aludido—Tenías metas que creímos, Marcel. Pero míranos. Hemos sido cebo de lobo, apaleados, exiliados a la otra orilla del rio, encerrados aquí. Y ahora, cuando todos buscamos tu ayuda, ni siquiera nos dices que te estás muriendo.

—Gia...

—Se supone que eres nuestro líder, pero ahora mismo, das pena.


Al despertarse, la primera persona con la que Kol se encuentro fue Arielle. La chica se encontraba delante de él, dándole la espalda, defendiéndole de Gia y el resto de vampiros en la sala, los cuales le miraban con hambre y odio.

—¿Es demasiado tarde para una disculpa?—cuestiona, asustado—

Ninguno responde mientras Gia da un paso adelante, dispuesta a atacarle. Pero Arielle es más rápida, usando su velocidad vampírica para sacar a Kol de allí, llevándole a otra sala.

—Gracias—Kol suspira aliviado—

—No se lo agradezcas aún—responde Marcel, entrando en la sala—

—Eh, espera. Aguantad, controlaros un poco más. Unos minutos, para ser exactos.

—¿Qué?—Arielle frunce el ceño—¿De qué estás hablando?

—Finn—responde, posando su mirada en ella—Pretende liberaros cuando se ponga el sol.

—Las calles estarán abarrotadas de gente—señala Marcel con frustración—Justo tras las puertas.

—El hambre perturba la mente. Asaltaréis a la multitud y eso supondrá el final de la fastuosa vida que llevan en secreto los vampiros de Nueva Orleans.

Marcel le observa durante unos segundos, pero entonces su mirada se pierde tras él.

—Marcel—Arielle se acerca a él, colocando una mano sobre su hombro para llamar su atención—

—Marcel—insiste Kol agitando su mano delante de su cara, haciendo que el moreno vuelve a la realidad—Escúchame. Estáis fuera de juego, en inferioridad y, sinceramente, estás divagando. No vamos a salir de esta con vida.

—No—niega—Todos saldremos con vida de esta.


—¡Oíd!—exclama Marcel, atrayendo la atención de todos los vampiros en el patio inferior—Siento mucho haberos decepcionado, ¿vale? A todos. Pero lo que estáis sintiendo en este momento, la desesperación, el hambre... Yo lo superé en el pasado. Y si me dejáis ayudaros a sobrevivir, os garantizo que esto sólo os fortalecerá. Al caer el sol, Vincent eliminará el hechizo, se abrirán las puertas y nos veremos en medio de un desfile lleno de personas inocentes. No podemos derrumbarnos ahora.

—Inocentes o culpables, ¡tenemos hambre!—se queja Gia—¡Tenemos que comer!

—La gente de la ciudad no se toca. Es nuestra regla. Por eso hemos sobrevivido 300 años aquí y hemos podido llamarlo nuestro hogar. Porque nos regimos por un código.

—¿El mismo que no te permite decir a los tuyos que te mueres por un mordisco de hombre lobo?—cuestiona, indignada, lo que hace que el resto de vampiros comiencen a murmurar—

Marcel les observa unos segundos antes de usar su velocidad vampirica para bajar al piso inferior, colocándose frente a ellos.

—No estoy muriendo ni mucho menos—les asegura—Tengo un vial con sangre de Klaus en mi casa, al cruzar el rio, y suficiente sangre para saciaros a todos. Solo tenemos que llegar hasta allí. Una vez me preguntasteis por qué luchaba. Os dije que luchaba por esta ciudad, por nuestro hogar. Pero si nos alimentamos ahí fuera, lo perderemos. La barrera caerá en cualquier momento. Dejadme que os lleve a casa.

Kol abandona su habitación, apoyándose en la barandilla del segundo piso junto a Arielle. Las campanas comienzan a sonar, mientras Marcel se acerca lentamente hacia la barrera, estirando su mano para comprobar si seguía ahí.

—Ha caído—anuncia—Vamos.

Los vampiros asienten, siguiendo sus pasos fuera del complejo.

—¿No vas con ellos?—Kol dirige su mirada hacia Arielle, confuso—

—Entre tú y yo, hay bolsas de sangre aquí—le informa—Las guardo para comer. Pero Marcel dijo que si comenzábamos no podríamos parar, así que prefería pasar hambre antes de matarte a ti. O de que el resto de vampiros se pelearan.

—¿Has pasado hambre para protegerme?—la observa con sorpresa—

—Que no se te suba a la cabeza. Lo he hecho por Davina. Le importas. Y a tus hermanos también, aunque a veces no lo muestren. Así son las familias.

—La mía es mucho más complicada—le asegura—

—Puede.

—Gracias por protegerme, Arielle. Te estás convirtiendo en mi Mikaelson favorita—sonríe, separándose de la barandilla para volver a su habitación—

—No puedo decir lo mismo—declara Arielle, devolviéndole el gesto—

—Oh, dame tiempo.


Cuando Klaus volvió al complejo, Arielle le recibió con alegría. Envolviéndole en un abrazo lleno de alivio y felicidad.

—Hola—sonríe al sepárese de él—

Klaus se dispone a responderle, pero Arielle no puede evitarlo y le calla uniendo sus labios en un beso.

—Deberíamos pasar más tiempo separados si vas a recibirme así—sonríe el hibrido—

—He tenido un día horrible.

—El mío no ha sido mucho mejor—le asegura, colocando un mechón de su pelo detrás de su oreja—Quería verte antes de ir a ver cómo está Marcel.

—Se fueron a su casa. Tenía un vial de tu sangre. Estará bien.

—Bien. Pero igualmente...

—Esta bien—acepta, interrumpiendo su explicación—Nos vemos luego.

—Si—asiente, dejando un rápido beso en sus labios—

Arielle sonríe, observándole salí del complejo. Pero el sonido de su teléfono interrumpe sus pensamientos.

—Hola—contesta la llamada sin molestarse en mirar el nombre en la pantalla—

—Hola, Ari—habla Hayley al otro lado de la línea—

—Hayley, ¿qué pasa?—inquiere, caminando hacia su habitación—

—Debo preguntarte una cosa.

La loba sonaba nerviosa, casi hasta asustada por la reacción de su amiga. Eso confundió a Arielle.

—Bien, dispara.

—Es sobre la boda con Jackson.

—Vale—Arielle frunce el ceño con confusión, sentándose sobre su cama—

—Para que funcione, debo contarle todos mis secretos a Jackson—explica de forma nerviosa—Y eso incluye... a...

—Hope—murmura Arielle, completando sus palabras—

—Si—suspira, cerrando sus ojos—Me he negado. No haré nada sin tu permiso. Y está bien si dices que no. Es...

—Hayley—Arielle la interrumpe, llevando su mano hasta el collar en su cuello—¿Ellos podrán protegerla?

—Lo harán con su vida. Hope es de la manada. Estará a salvo, te lo juro.

Los ojos de Arielle viajan hasta la habitación de su hija, barajando sus opciones.

—Hazlo—declara tras unos segundos—Haz lo que debas hacer.

—¿Estas segura?—cuestiona, dudosa—

—Hayley, confío en ti.




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