VIII. Wonder


CAPÍTULO OCHO
PREGUNTÁNDOME

"An angel's smile is what you sell. You promise me heaven, then put me through hell. Chains of love got a hold on me. When passion's a prison, you can't break free"


Arielle se encontraba distraída por la invitación que había recibido por parte de su madre. Lily Salvatore organizaba una reunión en la mansión de la familia, queriendo unir de nuevo a sus hijos y olvidar el pasado. Debido a eso a penas estaba prestando atención a la conversación con Davina.

—Tengo que elegir uno—la joven bruja extiende dos pañuelos hacia ella y Hayley—¿Naranja o morado?

—¿Nos has llamado para que hagamos de estilistas?—Hayley la observa con incredulidad—

Arielle suspira, intentando salir de sus pensamientos mientras Davina echaba al resto de brujas presentes en la cripta en la que las había citado.

—Lo siento—se disculpa entonces, colocándose el pañuelo naranja alrededor de su cuello—Gracias por venir.

—Como si tuviéramos otra opción—suspira Hayley—O cumplimos tus órdenes o apagas esa vela y nos vuelves a convertir a mi manada y a mi en lobos. Así que, somos tus fieles esclavos.

—Dejemos que hable—pide Arielle, sorprendiéndolas a ambas—Aceptamos el trato. Y me ayudo con mi humanidad.

Hayley suspira, sabiendo que tenía razón.

—¿Qué es lo que quieres, Davina?

—Este es mi primer Cadeau como líder. Los aquelarres de la ciudad deben rendirme homenaje y yo les organizo una fiesta—explica, claramente nerviosa—Necesito que me respeten, pero este es mi primer acto público desde que...

—¿Desde que me obligaste a matar a aquellas brujas?—completa Arielle, elevando sus cejas—

Un suspiro abandona los labios de Davina.

—Tengo la sensación de que no me irá muy bien—admite—Sobretodo por que Van Nguyen me culpa por lo de su madre. Juró vengarse de mi. En realidad, dijo que me borraría del mapa. ¿Quién habla a su líder así?

—Entonces, ¿quieres que seamos tus guardaespaldas?—Hayley frunce el ceño, cruzándose de brazos—

—Mirad, sé que ahora mismo no estáis muy contentos conmigo, pero si muero, la vela mágica también muere. Y no habrá nada que evite que Hayley y su manada vuelvan a convertirse en lobos.

Compartiendo una mirada entre ellas, Arielle y Hayley parecen mantener una conversación silenciosa sin siquiera intercambiar palabras.

—Bueno, ¿por qué no te quedas tú con Davina?—propone Hayley, mirando a su amiga—Yo iré con Jackson y Ander a echar un vistazo fuerza.

—Bien—acepta la rubia—

Hayley asiente, abandonado la cripta y dejando a Arielle y a Davina a solas.

—Te mantendré con vida—asegura Arielle entonces—Pero cuando te veas con ese pañuelo tan horroroso, vas a querer morirte.

Soltando un suspiro de frustración, Davina se deshace del pañuelo naranja para después colocarse el morado.


Tras encontrar un cadáver en el patio principal de complejo, Klaus se vio en la búsqueda de su exnovia Aurora de Martel por las calles de Nueva Orleans. La chica había dejado una serie pistas que le habían llevado hasta una perfumería. El lugar se encontraba vacío, exceptuando la presencia de la propia Aurora.

—Mil años—Aurora camina hacia él—¿Tanto tiempo a pasado? Mírate, parece que fue ayer.

—Ese ayer fue como el Apocalipsis—responde Klaus con molestia—

—¿Crees que dejarme fue como el fin del mundo?—sonríe levemente—

—Dejarte con vida—corrige, haciéndola reír—

—Veo que Elijah no está contigo—observa entonces la pelirroja—¿No ha querido acompañarte?

—Todo lo contrario, lleva llamándome desde que le he dado plantón para ir en tu busca. Está obsesionado con no sé que antiguo secreto y con la posibilidad de usar tu cabeza como reposapiés.

—Seguro que no le preocupa tanto el reposapiés como que yo comparta este secreto contigo.

—Déjame adivinar—le pide, observándola detenidamente—Cuando no estabas conmigo ni buscando refugio en los brazos de tu hermano, te acostabas con el mío.

—Qué acusaciones tan banales—se queja—Lo cierto es que nunca he estado con tu hermano. Al menos como tú crees.

Soltando un suspiro de molestia, Klaus aprieta su mandíbula.

—¿Qué haces aquí, Aurora?—exige saber entonces—

—Las brujas de la ciudad celebran el Fête de Cadeau. Un festival de regalos. Y me ha venido a la memoria aquel regalo tan intimo que nos hicimos hace mucho tiempo al contarnos nuestros mayores pecados el día de mi cumpleaños.

—Han pasado mil cumpleaños desde entonces. Si no te he enviado ninguna tarjeta es porque me he olvidado de ti—declara con firmeza—¿Por eso estás aquí? ¿Para recordármelo?

—Estoy aquí por la misma razón que Lucien y Tristan. Para proteger mi estirpe—declara, ignorando su respuesta—Si me hubieras convertido entonces como te pedí, estaría aquí para protegerte a ti. Pero como no lo hiciste, necesito saber dónde está Rebekah.

—¿Has venido hasta aquí para proteger a Rebekah? Pues has hecho el viaje en vano—asegura, caminado hacia la puerta de la tienda—Tu creadora se fue en busca de nuevos horizontes.

—Mi destino está ligado al suyo—le recuerda, obligándole a frenar sus pasos—Tengo derecho a protegerla.

—No tienes que preocuparte por Rebekah—le asegura, dándose la vuelta para mirarla—Además, dudo que cometiera dos veces el mismo error.

—El primer error fue...

—Haber confiado en ti.


—Otra cabra. Que ilusión—murmura Davina para si misma, al ver las ofrendas que los aquelarres le entregaban—Doy las gracias al aquelarre de Gentilly por sus regalos en este Fête de Cadeau.

Sus ojos se posan en todos los animales que habían traído aquella tarde para celebrar la fiesta. Un nudo instalándose en su garganta al ver como los brujos esperaban que dijera algo más.

—Disculpadme un momento—pide, alejándose del lugar—

Los ojos de Arielle la observan desde la distancia. E ignorando los murmullos de los brujos, sigue sus pasos hasta la cripta que Kol le había enseñado a la joven bruja.

—No te gustan las cabras, ¿eh?—comenta, sentándose a su lado en el pequeño escalón—

Davina suspira.

—Me encantan las cabras—asegura—¿Pero sabes a cuantas he tenido que sacrificar? Casi preferiría una tarjeta regalo.

Una sonrisa se hace presente en los labios de la rubia mientras toma un trago de la botella de cerveza en sus manos que Jackson le había ofrecido minutos antes.

—Mira, sé que es una tradición, pero esto no va conmigo—se queja Davina—¿Y sabes lo qué más odio?

—¿Ese pañuelo?—inquiere, señalando el pañuelo morado que la chica llevaba alrededor de su cuello—

—Este dichoso pañuelo—asiente, molesta. Arielle sonríe levemente—Lo llevo porque lo llevaba Josephine. Y creía que si... me parecía más a ella, a lo mejor me respetarían.

Soltando un pequeño suspiro, Arielle extiende la botella de cerveza hacia ella.

—Toma—le dice. Davina frunce el ceño, agarrando botella en sus manos—La necesitas más que yo. Además creo que me está sentando mal.

Davina asiente, tomando un trago de la fría bebida.

—Sabes, Davina, no... no me pareció bien lo que me obligaste a hacerle al aquelarre de Versalles—admite Arielle entonces—Pero algo me dice que a ti tampoco. Y que te pesa. Por eso ahora no te muestras como eres, si no como crees que ellos esperan que seas. Si algo he aprendido, es que nadie te respeta hasta que te muestras tal como eres. Y... si llevas pañuelos de abuela, te regalarán cabras de abuela.

Sonríe levemente, deshaciendo el nudo que mantenía el pañuelo alrededor de su cuello. Davina le devuelve la sonrisa, agarrando el pañuelo en sus manos.

—Gracias—murmura, antes de tomar otro trago de cerveza—

—Siempre puedes pedir ayuda. Yo lo haré encantada—le asegura, mirándola con cariño—Sé que tú relación con Klaus y Elijah es... muy tensa. Lo entiendo. Pero conmigo puedes hablar siempre que lo necesites.

—Olivia me dijo lo mismo después de que te fueras de la ciudad—admite, bajando la mirada—No fui amable con ella entonces.

—Puedes disculparte. Olivia es la persona más comprensiva que conozco.

Asintiendo levemente, Davina observa el pañuelo en sus manos.

—Pediré a los ancestros que rompan el hechizo sobre los Medialuna—declara entonces, volviendo a conectar su mirada con ella—Será mi regalo por la Fête de Cadeau. Y mi agradecimiento por protegerme.

—Estoy segura de que Hayley y Jackson lo apreciarán—Arielle sonríe levemente—Y gracias por devolverme la humanidad.

—Yo no hice nada—niega levemente—Es decir... no habría funcionado si en tu interior tú no hubieras querido volver a sentir. Y me alegro que vuelvas a ser tú.

—Si, yo también—admite—


—Puedes capturar insectos con el olor de una flor. Pero es el olor a sangre lo que atrae al carnívoro.

—¿Y que atrae a una serpiente?—cuestiona Klaus con molestia—

Levantando su mirada, Aurora sonríe.

—Cuanto me odias—observa, acercándose a él—Crees que he venido para hacerte daño. Sin embargo, ya nos hicimos mucho daño mutuamente. Y si no me equivoco nos gustaba bastante, ¿a que si? ¿Recuerdas que sentiste la primera vez? Estando con alguien casi tan poderoso, atormentado y maldito como tú.

—No. Pero recuerdo la última—declara, recordando a Arielle, pero sin mencionarla—

—Oh, venga, Nik, nadie se compara conmigo—asegura, acercándose aún más a él—Mírame a los ojos y dime que no has pensado en lo que había entre nosotros cada día en los últimos mil años. ¿Quieres saber por qué he venido? Porque después de mil años intentando borrar tus caricias, tu olor, el sabor de tus labios... Estoy aquí por ti. Por eso.

Se dispone a besarle, pero Klaus la esquiva, sujetándola del cuello y acorralándola contra una de las paredes de la tienda.

—Pudo ser la mayor historia de amor jamas contada—admite, apretando su mandíbula—Tal vez se te haya olvidado por qué no lo fue.

—Oh, lo recuerdo perfectamente—asegura, separándose de él tras empujarle—La noche que te fuiste sin mi, ni te molestaste en mirar atrás.

—¿Sabes? Podrías considerarte afortunada. En mil años nadie que me haya hablado así ha sobrevivido—declara, recordando las palabras que ella le había dicho aquella noche—

—Si, fui muy cruel contigo, ¿verdad? ¿Y no te pareció extraño que reaccionara así?

—¿Adónde quieres llegar?—frunce el ceño con confusión—

—No fui yo quien decidió nuestra ruptura. Un momento antes de que me pidieras que me fugara contigo, vi a tu hermano. Vi a Elijah y me pidió que le contara todo lo que sabía, todo, incluido nuestro secreto.

—Y tú se lo contaste—asume, apretando sus puños—

—Las palabras salían solas de mi boca—admite con tristeza, bajando la mirada—Palabras que juré que nunca pronunciaría ante nadie. Sobre cómo mataste a tu madre y culpaste a tu padre. Y que tuviste que mentirles para que huyeran contigo. Cuando fuiste a mi encuentro poco después, a pedirme que me fuera contigo, no pude decir que si. Había sido obligada a lo contrario—admite, volviendo a posar su mirada en él—Creo que fue la primera vez que experimentó la capacidad de obligar. Pero cuando se dio cuenta de lo que había hecho, no intento nada para deshacerlo.

—Así que es eso—suspira Klaus, apartando su mirada de ella—El secreto de Elijah.

—Si. Le hiciste sufrir la perdida de su madre, y esa fue su venganza.


Tras una tarde entera recibiendo más ofrendas por parte de los aquelarres, Davina estaba exhausta. Pero antes de poder dar por terminada la fiesta, Jackson atrapo a Van Nguyen conspirando con acabar con su vida. Así que, haciendo su trabajo de guarda espaldas, el líder de los Medialuna arrastró al brujo hasta la cripta donde se encontraba Davina.

—Querías matar a tu líder—señala Davina—Deberían ahorcarte por ello.

—¿Matar?—la observa incrédulo—¿Eso es lo primero que te viene a la cabeza? ¿Sabes con que te estaba atacando?

Davina niega levemente, posando su mirada en Jackson, quien le entrega una especie de muñeco vudú.

—Esto no es para matar—observa detenidamente—

—Es un figure veritas—explica el brujo—Si le apuñalas la víctima confesara sus verdades más oscuras.

—Querías que confesará lo que le hice a tu madre—asume Davina—Para que me apartarán.

—Yo prefería verte muerta, así se haría justicia.

—Oye, ella quería acabar conmigo. Provocar una rebelión—le recuerda, frustrada—¿Y qué sería lo próximo? ¿Una guerra abierta para escoger nuevo líder? ¿Cuántas personas más morirían entonces?

—¿Y los aquelarres están mejor contigo?—cuestiona, incrédulo—

—Si. Eso creo—asiente—He visto hacer las cosas a la antigua usanza. Yo las he hecho a la antigua usanza. Y no funciona. Si no quieres la paz, adelante, vete. Eres libre. Pero te pido, por favor, que te quedes. Podemos trabajar juntos y cambiar las cosas.

Tras ser soltado por Jackson y después de dedicarle una mala mirada a Davina, el brujo abandona la cripta sin mirar atrás. Davina suspira con frustración, compartiendo una mirada con Jackson, Hayley y Arielle.


En una apartada mesa de un restaurante del barrio francés, Tristan disfrutaba de una comida él solo cuando la mayor de las hermanas Bluemoon apareció en el local, sentándose frente a él en silencio.

—Olivia—sonríe el vampiro, limpiándose con la servilleta de tela—Me estaba preguntando cuando vendrías a verme. Tu novio acaba de estar aquí.

—Seguro que vuestra conversación ha sido entretenida—admite, recostándose sobre él respaldo de su asiento. Sus ojos fijos en él—Yo no seré tan amable como Elijah.

—Oh, sé que puedes ser peor que él. Pero... ¿lo sabe él?—inquiere, elevando sus cejas—Buena interpretación la de la otra noche en la fiesta. Estoy seguro de que Elijah no sospecha ni un poco nuestro pasado juntos.

Manteniéndose seria, Olivia se inclina hacia la mesa.

—No sé qué estás haciendo aquí, Tristan. Y sinceramente no me importa. Pero si haces daño a mi familia...

—¿Qué harás, Liv?—la interrumpe—Eras aterradora como bruja, al menos hace siglos. Pero ahora solo eres una vampiro novata. No me asustas.

—Mi hermana debería asustarte.

—¿Quien? ¿Amelia?—eleva sus cejas, dedicándole una mirada divertida—Ya me he encargado de eso.

Su respuesta sorprende a Olivia. Y aunque intenta ocultarlo, su mirada la delata.

—No deberías haberle hablado tanto sobre tus hermanos a Matthias y a Daphne—admite Tristan, disfrutando de la situación—Estoy seguro de que ya sabes que la señorita Bernard es parte de mi grupo de amigos. Ella se ha asegurado de que Amelia no sea un problema. Todas tus quejas puedes presentárselas a ella.

—Tal vez no sea una bruja, pero aún puedo matarte, Tristan. Si la tocas... suplicaras por piedad—le asegura, poniéndose en pie—

Apretando su mandíbula, Tristan la observa abandonar el restaurante.


Al volver al complejo, Arielle se encontró el patio principal completamente destrozado. Había sillas y mesas rotas por todas partes. Los restos de una clara pelea. Confusa, sus ojos viajan hacia el piso superior, desde cuya barandilla Olivia la miraba. Arielle estaba apunto de preguntarle qué había ocurrido, pero la chica señaló hacia el comedor antes de que pudiera decir nada. Siguiendo sus indicaciones, Arielle se adentró en la sala, encontrándose a Klaus y a Elijah cubiertos de sangre y con su ropa echa trizas. Elijah además tenía varios mordiscos de lobo en sus brazos.

—¿Puedo preguntar qué ha pasado?—cuestiona, observando como Klaus llenaba un vaso con su sangre—

—Hemos estado charlando sobre el pasado—le explica, formando una sonrisa en sus labios—

—He informado a Niklaus de que no soy su enemigo—habla Elijah entonces—Y de que aunque vinieron con el pretexto de la paz, Tristan y Lucien están aliados contra nosotros. Y utilizan ciertas dosis de... persuasión.

—Y después de tener esta conversación civilizada, ¿a qué conclusión habéis llegado?—inquiere, sentándose frente a ellos—

—Vamos a desenmascararlos y destruirlos.

—Totalmente de acuerdo—sonríe Klaus, entregándole a su hermano el vaso lleno de su sangre—Veras, los caballeros sabemos cuándo declarar una tregua para enfrentarnos a nuestro enemigo común.

Cruzándose de brazos, Arielle les observe brindar sus copas.

—¿Has descubierto tú algo, amor?—Klaus sonríe hacia ella—

Arielle niega.

—He estado con Davina todo el día—explica—

—Algo más te tiene preocupada—asegura, observándola con detenimiento—

—Mi madre me envió una invitación. Creo que debo volver a Mystic Falls—admite—Tengo miedo de enfrente a mis hermanos entre ellos. Y quiero matarla.

Su respuesta proboca que Klaus sonría con orgullo.

—Me iré por la mañana—les informa—Llamadme si me necesitáis.

Ambos asienten, viendo como se pone en pie.

—Y... no destrocéis más mobiliario—les pide—




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