VII. Every Moment Of My Life


CAPÍTULO SIETE
CADA MOMENTO DE MI VIDA

"I used to shut my door while my mother screamed in the kitchen. I'd turn the music up, get high and try not to listen to every little fight, 'cause neither one was right"


Una de las cosas que Esther no parecía saber bien al torturar a Elijah con pesadillas sobre todas las cosas malas que había hecho a lo largo de su vida y con sueños de una vida mejor, era que el vampiro no estaba soñando con la persona que ella creía. Elijah veía en sus sueños a una mujer mis diferente a Hayley. Una bruja, de cabello rubio, ojos azules y la sonrisa de un ángel. Delicada y la vez fuerte y testaruda. Siempre con una respuesta que darle y una gran necesidad de ayudar.

Esa misma bruja se encontraba ahora en el complejo de su familia, escuchando como Klaus torturaba a otras brujas para averiguar el lugar donde retenían a su hermano mayor.

Al oír esos mismos gritos, Arielle camino hasta la sala de donde prevenían. Allí se encontró a Klaus, limpiando sus manos de la sangre en ellas.

—Veo que el interrogatorio ha ido bien—observa, cruzándose de brazos—

—Resulta que los brujos son criaturas delicadas—señala, dándose la vuelta para mirarla—No importa. Tal y como sospechaba, mi madre retiene a Elijah.

—Genial. Vamos a buscarle—declara—

—Esther es muy fuerte. Nos costaría encontrarla. Es más útil provocar que salga.

Se dispone a cerrar la puerta de la habitación, pero Arielle se lo impide.

—Espera, ¿adónde vas?

—Primero a cambiarme de ropa. Y después a buscar a mi hermano.

—Nik, déjame que te acompañe—le pide—

—Sé que quieres ayudar, Lizzie, pero no puedes. Mi madre es malvada. Seguro que iría a por ti para pararme a mi. No podré salvar a Elijah si estoy ocupado en salvarte a ti.

—Se lidiar con madres malvadas—le asegura, acercándose a él—

—Voy a cambiarme de ropa—declara, mirándola fijamente—

—No es como si no te hubiese visto desnudo antes—señala, encogiéndose de hombros—

Su mirada azulada viaja hacia sus labios, viendo una sonrisa aparecer en ellos. Al volver a conectar sus miradas, Klaus da un paso adelante, sujetándola de la cintura para atraerla hacia su cuerpo y unir sus labios en un beso.

—Cuando encuentres a Elijah, podremos seguir con esto—declara Arielle, separándose de él—

Klaus gruñe frustrado, dejando que Arielle deposite otro rápido beso sobre sus labios. Había echado de menos estar así con ella. Especialmente después de esos meses, donde penas se habían dirigido la palabra.

—Me parece un buen incentivo—admite, observándola salir de la habitación—

Arielle sonríe, cerrando la puerta tras ella.

Olivia y Hayley no tardan en acercarse a ella una vez la ven salir al pasillo principal del complejo.

—Dime que tienes otro plan—suplica Olivia, cruzándose de brazos—

—Yo tengo un plan—declara Hayley, atrayendo la atención de ambas—Rescatar a Oliver. Él luchó junto a Elijah contra los lobos. He oído que le han capturado y que le van a matar.

—Si conseguimos salvar a Oliver, tal vez averigüemos dónde está Elijah—señala Arielle. Hayley asiente—

—Bien. ¿Cómo lo hacemos?—inquiere Olivia—

—Finn. Él controla a los lobos. Debemos distraerle.

—Yo lo haré. Le pediré ayuda a Marcel.

—Bien. Nosotras salvaremos a Oliver de los lobos—declara, dispuesta a irse—

—No. Esperad—Olivia frena sus pasos y los de Hayley—No podréis con los lobos vosotras solas, os matarían.

—Por eso no iremos solas—declara Hayley, sorprendiendo a ambas—Aunque los lobos obedezcan a las brujas, todavía tienen un alpha. Nosotras lo encontraremos.



Mystic Falls, VA
1850

Con el regreso de Esther al mundo de los vivos, para Arielle era imposible no recordar su complicada relación con su madre. Todo lo que ella le había dicho y hecho. Como aquel día de 1850, donde una pequeña Arielle se había adentrado en la habitación de su madre para observar todos sus objetos con curiosidad. Hasta ese día su relación con su madre era normal. La relación que cualquier madre e hija debían tener. Llena de amor y cariño.

Pero algo cambio ese día.

—¿Se puede saber que estás haciendo, Beth?—Lily agarra el cepillo en las manos de la pequeña Arielle de tan solo 6 años recién cumplidos—Te he dicho mil veces que no toques mis cosas.

—Solo quería...

—¡Solo querías ¿qué?!

La forma en la que su voz se había elevado tomó a Arielle por sorpresa, obligándola a dar un paso atrás.

—Podrías haberlo roto. ¿Sabes lo caro que esto?

Asustada, Arielle negó con miedo a la reacción de su madre.

—Largo del aquí—le ordena—No vuelvas a entrar a mi habitación, ¿me has entendido?.

—Si madre—asiente, abandonado la habitación con rapidez—

El enfado de Lily ni venía por algo tan simple como un cepillo del pelo, pero Arielle nunca supo que fue lo que hizo que comenzara a comportarse así con ella.



Nueva Orleans, LA
Actualmente

Hayley y Arielle caminaban en silencio por el bosque que rodeaba el pantano de Nueva Orleans, cuando el sonido de una rama rompiéndose tras ellas las puso alerta. Entonces dos flechas volaron en su dirección. Ambas atraparon una con sus manos antes de estas impactarán contra sus cuerpos.

—¿Es lo mejor que puedes hacer?—inquiere Arielle—Tendrás que esforzarte más para matar a un vampiro y a un híbrido.

El hombre responsable de disparar las flechas parece entonces en su campo de visión. Un carcaj lleno de flechas y un arco en su espalda mientras que en su mano sostenía un machete.

—Quieto—la voz de Jackson frena al hombre, quien se disponía a atacar a ambas chicas—

Él y su hermano pequeño, Ander, aparecen poco después junto al hombre.

—Hayley. Arielle. Hola—las saluda Jackson—

—Ya habéis conocido a nuestro amigo Ansel—Ander les presenta al hombre—

Hayley observa a los hermanos en silencio, mientras que Arielle dirige su mirada hacia el hombre que las había disparado. Aquel al que Ander llamaba Ansel.

—¿Las conocéis?—cuestiona Ansel, señalando a ambas chicas—

—Si, las conocemos—asegura Jackson—La morena, Hayley, debía ser mi mujer.

—Genial—suspira Arielle—Esto a pasado de ser confuso a ser incomodo.



Mystic Falls, VA
1857

Arielle no podía mentir, desde el momento en el que se había quedado embarazada había sentido miedo. Miedo por no ser una buena madre para su hija. Miedo de ser como Lily Salvatore había sido con ella. Sabía que era un miedo irracional, pero no podía quitarse ese pensamiento de la cabeza mientras los recuerdos de su infancia se revivían en su cabeza.

—Niña inútil—el grito de Lily hizo que la joven Arielle de 13 años se sobresaltará. Un plato se había resbalado de sus manos, rompiéndose en el suelo—¡Recógelo y tíralo antes de que llegue tu padre!

Con un simple asentimiento, Arielle se agachó en el suelo para poder recoger los trozos del plato. Sin embrago, cuando estaba apunto de terminar, el último trozo le produjo un corte en la palma de su mano. Soltó un silencioso quejido. Y tras terminar de recogerlo todo, corrió al baño a limpiarse la herida ella sola.

Su madre abrió la puerta entonces.

—¿Qué demonios a pasado?—cuestiona Lily al ver el líquido rojo salir de sus manos—Serás torpe. Límpiate y ve a por tu hermano. Está en el cobertizo recogiendo leña.

Tras agarrar un trozo de tela del botiquín, Arielle hizo lo que madre le pidió. Sintiéndose tan inútil como su madre aseguraba que era. Sin embrago, antes de poder abandonar el baño, su madre la sujetó del brazo, frenando sus pasos para proporcionarle una bofetada en la cara.

Arielle no se molesto en quejarse, era inútil, pero podía sentir el sabor metálico en su boca cuando sus dientes mordieron su lengua ante el impacto de la mano de su madre contra su cara.

Las lágrimas se acumularon en los ojos azules de Arielle mientras esta abandonaba el interior de su casa para buscar a la única persona en el mundo que la quería de verdad. Su hermano Damon. Pero antes de poder hacerlo, Arielle se encontró de frente con su hermano pequeño, quien apenas había cumplido 10 años.

Los ojos del niño la observan con preocupación tras disculparse por haber chocado con ella.

—¿Estas bien, Beth?

Su pregunta y el tono en su voz hicieron que el corazón de Arielle se estremeciera. Ella odiaba ese apodo. Beth era como su madre la llamaba, pero cuando era Stefan quien lo hacía el nombre sonaba totalmente distinto para ella.

—Si—su voz tiembla al responder—Entra en casa. Voy a buscar a Damon.

Stefan asiente.

—Vale, pero no llores por favor—le pide, rodeándola con sus pequeños brazos—

Arielle sonríe levemente ante ese pequeño gesto de cariño. Sus brazos devolviéndole el abrazo con rapidez. Damon apareció entonces, su mano viajando hacia la mejilla de su hermana una vez estuvo lo suficientemente cerca.

—Ha sido madre, ¿cierto?—le pregunta, apretando su mandíbula con ira—

—Siempre es madre.



Nueva Orleans, LA
Actualmente

—Cuando Francesca logró el control sobre los lobos, nos ofreció un anillo de luna si accedíamos a llamarla alpha—explica Jackson, señalándose a si mismo y a Ander—Y nos negamos.

Los cinco, incluido Ansel, se encontraban ahora sentados alrededor de una hoguera en un claro en medio del bosque. Aquel lugar parecía ser donde ambos lobos se habían asentado esos últimos meses. También era el lugar donde Amelia se había separado de ellos tras asegurarse de que estuvieran a salvo.

—Sus hermanos nos soltaron aquí cerca del pantano, creyéndonos muertos—añade Ander—Amelia nos encontró. Nos curó y cuidó. Cuando nos recuperamos, ella nos explicó lo que os había pasado a vosotras y al bebé.

Arielle baja la mirada al suelo ante la mención de Hope. Ansel la observa atentamente antes de entregarle una taza de té caliente. Con una leve sonrisa de agradecimiento, Arielle le mira a los ojos, agarrando la taza en sus manos. La mirada azulada del hombre se le hacía conocida, casi hasta familiar.

—Todo se había acabado. E íbamos a la deriva—continúa hablando Ander, sin darse cuenta de las miradas que Ansel y Arielle compartían—Entonces conocimos a Ansel. Nos ha estado enseñando las costumbres. Las tradiciones. Lo que significa ser un lobo.

—¿Cómo?—inquiere Arielle con confusión—¿Viviendo aquí en medio de la nada?

—El caso es que... los vuestros le ponen de mal humor—explica Jackson—

—Aunque hoy no tanto—susurra Ander al ver la mirada que Ansel le dedicaba a Arielle—

—¿Los nuestros?—cuestiona Hayley, incrédula—A pesar de lo que penséis vosotros y vuestro amigo, los míos son los lobos. Han jurado lealtad a una bruja, pero eso solo significa que necesitan un alpha. Ellos y Ollie.

—Si, nos hemos enterado—asegura Jackson—Lo que pasa es que Ollie me traicionó. Conspiró con los Guerrera. Derramó la sangre de su gente...

—Y ha intentando compensar lo que hizo—interrumpe Hayley—

—¡Es demasiado tarde!—exclama enfadado—Lo tienen las brujas. Está muerto. Él se lo ha buscado.

—Si no quieres ser el alpha, vale. Salvaremos a Ollie nosotras solas—declara Hayley, poniéndose en pie—

Ante su firme declaración, Arielle no duda en imitarla. Sin embrago, cuando Arielle se dispuso a seguirla se dio cuanta de lo rápidos que eran los pasos de su amiga. Hayley ya se había alejado unos cuantos metros cuando Ansel se puso en pie, atrayendo la atención de la chica Salvatore.

—¿Tienes algún problema?—le observa agarrar su arco y sus flechas—

—Aunque odio a los vampiros, no permitiré que las brujas maten a un lobo—explica, siguiendo los pasos de Hayley—

—Al menos alguien no se esconde—comenta Arielle, dirigiéndoles una mala mirada a Ander y a Jackson antes de seguirle—


Arielle, Hayley y Ansel se adentraron en el cementerio en completo silencio. Caminaron con sigilo hasta la la cripta donde Oliver se encontraba encerrado. El lobo colgaba con unas cadenas del techo, su camiseta rota y la sangre cubriendo la mayor parte de su cuerpo.

Hayley fue la primera en acercarse a él, llamando su nombre y suplicando porque despertara.

—¿Qué estás haciendo?—inquiere el rubio al despertar, sus ojos posándose en Ansel y Arielle, quienes se encontraban a unos metros de él y Hayley—¿Quién es este?

—Hemos venido a salvarte—explica Hayley. Ansel y Arielle vigilando que nadie apareciera en el lugar—Por favor, dime que sabes dónde está Elijah.

Arielle se gira hacia él, viendo como niega en respuesta.

—Saben que estamos aquí—informa Ansel entonces, posando su mirada Arielle—

Agudizando su oído, Arielle confirma las palabras del lobo. Varios pasos se oían cada vez más cerca de ellos.

—No hay tiempo que perder—declara, mirando a Hayley—

La castaña asiente, quitándole las cadenas a Oliver. Éste cae al suelo debido a la falta de fuerzas en su cuerpo, pero Hayley no tarda en ayudarle a ponerse en pie.

—Dejarme aquí. Iros.

—No pienso hacerlo—declara Hayley, sujetándole contra su cuerpo—

—Si quieren pelea, habrá pelea—declara Arielle con firmeza, su mirada firme en la entrada del lugar—

Ansel niega, colocándose frente a ella.

—No—niega—He venido para salvar a uno de los míos, no para ver cómo los matas. Salid por la parte de atrás, tan rápido como podáis. Yo les retendré.

Hayley asiente, de acuerdo con su plan. Ansel se da la vuelta, saliendo por la puerta principal, mientras que ella y Oliver lo hacen por la puerta trasera del lugar. Arielle baraja sus opciones unos segundos antes de seguir a Ansel.

—¿Qué te he dicho?—se queja el hombre, molesto—

—Te ayudaré—declara—No les matare si es lo que quieres.

Ansel niega, sujetándola del brazo.

—La mordida de hombre lobo...

—Sé lo que hace—le interrumpe, confusa por su preocupación—Estaré bien. Hay una cura y la tengo. Se cuidar de mi misma.

Ansel asiente dudoso, pero finalmente acepta dejar que ella le ayude. Suelta su brazo y en ese instante varios lobos aparecen frente a ellos. Caminaban directos a ellos, listos para pelear.

Con el puñal en su mano, Ansel les proporcionaba cortes no mortales, mientras que Arielle se limitaba a golpearles con su fuerza de vampiro.

Uno de ellos, sin embrago, consigue morderle el brazo, haciéndola caer al suelo. Ansel se dispone a atacarle, pero en ese instante Klaus aparece, rompiéndole el cuello a ese mismo lobo.

El puñal de Ansel termina apuntándole, pero ninguno hace ni un mínimo movimiento. Sus ojos mirándose entre ellos con sorpresa y confusión. Arielle se queja de dolor, poniéndose en pie, confusa. Las miradas que ambos se dedicaban parecían mostrar que no era la primera vez que se veían. Parecía como si llevaran mucho tiempo sin verse y acabaran de reencontrase.

—Tú—murmura Klaus, mirando a Ansel a los ojos—

—¿Niklaus?—la voz de Ansel abandona su garganta con un tono de sorpresa y confusión. Un tono muy distinto al del hibrido—

—No. No. No es real.

—Niklaus.

—¡No!—exclama, frustrado—Eres un fantasma invocado por Esther. No me engañara. ¡Madre!

Se aleja de él, pero Arielle sujeta su brazo, impidiendo que se aleje de ella. Los ojos azules del hibrido conectan rápidamente con los suyos.

—Nik—murmura, acariciando su brazo con el pulgar de su mano—

Apartando su mirada de ella, Klaus se suelta de su agarre, alejándose tanto de ella como de Ansel.

—¡Deja ya está farsa!—exclama, dirigiéndose a su madre—Sé que todo esto no es real.

—Mírame, Niklaus—le ordena Ansel entonces, colocándose al lado de Arielle—

Frustrado, Klaus se da la vuelta lentamente hacia él.

—Soy de carne y hueso—asegura el hombre—De tu misma sangre.

—¡Llevas muerto mil años!

Sus declaraciones confirman a Arielle lo que llevaba sospechándolo desde Klaus había aparecido allí. Ansel era su padre, su padre biológico.

—Todo este tiempo he estado en el Otro Lado—explica Ansel—Observándote en un mundo que se derrumba. Hasta que desperté hace cuatro lunas en una tierra de lobos como yo.

—No. No.—niega Klaus con lágrimas en los ojos—No. Solo estas en mi cabeza. Eres una ilusión creada por mi madre para empujarme a que acepte su oferta.

Se acerca a Arielle, agarrándola de la mano para separarla de Ansel y colocarla a su lado. Ella no se queja, dejándose llevar por él. Su agarre era firme en su mano, tanto que hasta dolía un poco, pero ella sabía que eso era debido a las emociones que estaba sintiendo en ese momento. Sabía que no lo hacía a propósito.

—No hablo en nombre de Esther—asegura Ansel—No sé nada de ninguna oferta.

Klaus le mira a los ojos, sin ser capaz de moverse.

—Solo sé que eres mi hijo—declara, acercándose a él—

Se dispone a colocar una mano sobre su mejilla, pero Klaus le sujeta el brazo antes de que pueda hacerlo. Sus ojos observando el tatuaje en su piel.

—Aunque lo que dices fuera verdad, no eres nada para mi—declara Klaus, mirándole a los ojos—Puedes irte de nuevo al infierno.

Arielle podía ver a través de sus palabras. No las decía en serio. Pero aún así, oírlas rompió su corazón y el de Ansel tanto como decirlas se lo había roto a él mismo.

—Nik—Arielle se agarra a su brazo con toda la fuerza de su cuerpo cuando su cabeza comienza a dar vueltas. Los ojos de ambos se posan en ella rápidamente—No... no me encuentro... bien...

Sus palabras se pierden en el aire cuando sus ojos se cierran y su cuerpo se desploma hacia el suelo. Klaus la atrapa antes de que eso pase, agarrándola entre sus brazos.

—La han mordido—informa Ansel entonces. Estaba preocupado por ella, Klaus pudo notarlo en su voz—Los lobos. Le dije que se fuera con su amiga, pero no me hizo caso.

—Ya. Así es Arielle—suspira, abrazando el cuerpo de la chica contra el suyo—Estará bien.

Ansel asiente, dando un paso atrás.

—Ya me has visto y has conocido a Arielle. Ahora, déjanos en paz.

—Niklaus—insiste Ansel—Sé que mi opinión no te importa, pero me alegro que hayas conocido a esa chica.

Con lagrima en los ojos, Klaus abandona el cementerio con Arielle en sus brazos.


Olivia le recibió en el complejo, preocupada por Arielle y con un millón de preguntas sobre Elijah.

—Voy a buscarle—declara el hibrido tras depositar el cuerpo inconsciente de Arielle sobre su cama—Dale esto cuando despierte.

Muerde su muñeca, dejando caer su sangre en el interior de un vaso de cristal. La bruja asiente, agarrándolo entre sus manos.

Klaus se dispone a abandonar el complejo para ir en busca de su hermano mayor, pero frena en el umbral de la puerta. Olivia le observa con confusión.

Sin decir nada, Klaus se da la vuelta, caminando de vuelta hacia la cama. Sus labios depositando un beso en la frente de Arielle, buscando algo de confort y tranquilidad en ella. Acarició su mejilla, apartó un mechón de pelo que caía sobre su rostro, observándola con cariño.

En ese instante, el aire entró de golpe en los pulmones de Arielle y sus ojos se abrieron de par en par, observandole con confusión.

—¿Qué ha pasado?—inquiere, confusa—

—Te mordieron los lobos—le informa, ayudándola a incorporase hasta quedar sentada a su lado—¿Estas bien?

Arielle asiente confusa, agarrando el vaso de sangre que Olivia le entrega. Se dispone a tomárselo, pero entonces sus ojos caen sobre el lugar donde la mordida de lobo debía encontrase. Sin embrago, ahí no había nada. Se había curado.

Klaus parece darse cuenta de lo mismo, agarrando su brazo con delicadeza.

—¿Cómo?—murmura, confuso—

—No lo sé—admite—

—Bebe mi sangre de todas formas—le ordena—

Arielle asiente levemente, tragándose el líquido del vaso.

—Debo buscar a Elijah—informa Klaus entonces—Olivia se quedará contigo. Volveré muy pronto.

Deposita un beso en su mejilla antes de ponerse en pie.

—Espera—Arielle sujeta su muñeca—¿Sabes dónde está?

Con un asentimiento como respuesta, Klaus desaparece de la habitación.

Cuando volvió al complejo, lo hizo con Elijah a su lado. El mayor de los dos se encontraba inconsciente. La camisa de su traje manchada de sangre y sudor.

—Quédate con él—ordena Klaus hacia Olivia—

La chica le había ayudado a tumbarle en la cama.

—Esto se lo ha hecho una bruja—señala—Tú eres una bruja. Ayúdale.

Sus palabras sonaron como una exigencia, casi una amenaza. No lo eran completamente. La responsabilidad de que Elijah despertara no caía del todo en Olivia, pero Klaus si esperaba que ella pudiera ayudarle.

Tras déjala a solas con su hermano, Klaus volvió a su habitación, donde Arielle le esperaba.

—Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿no?—inquiere ella, acariciando su mejilla cuando él se sienta en la cama a su lado—Sobre tu padre, sobre cómo te sientes con todo esto. Sabes que yo no te juzgaré.

Su mirada conecta con la de ella, sus ojos cristalizándose en lágrimas.

—Lo sé—asegura él. Arielle le dedica una pequeña sonrisa triste—Te quiero.

—Yo también te quiero—declara, uniendo sus labios en un delicado beso—¿Dormirías conmigo?

—Nada me haría más feliz, mi amor—asegura, volviendo a besarla—

Pero el sonido de un teléfono interrumpe su momento, obligándoles a separarse. Un mensaje acababa de aparecer en el teléfono de Arielle. Ella quiso ignorarlo, pero algo en su interior la obligó a mirarlo.

"Bonnie está viva"
"Vamos a viajar a Portland para investigar al aquelarre Géminis. Si quieres puedes venir, es tu familia materna al fin y al cabo" —Damon




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