VI. Caught In The Middle Of This Dysfunction


CAPÍTULO SEIS
ATRAPADA EN MEDIO DE ESTA DISFUNCIÓN

"I could drag you from the ocean, I could pull you from the fire and when you're standing in the shadows I could open up the sky. And I could give you my devotion until the end of time. And you will never be forgotten with me by your side"


Elijah se despertó encadenado en una cripta en el cementerio de Nueva Orleans, su madre frente a él, tomándose una taza de té como si aquello fuera una rutina para ella.

—Guarda tus fuerzas—le aconseja Esther—Mis cadenas no se rompen tan fácilmente. ¿Era un sueño bonito?

—Sal de mi cabeza—le ordena, intentando acercarse a ella a pesar de las cadenas que sujetaban sus muñecas—

—No estoy en tu cabeza—le asegura—Tranquilo, recupérate. Tenemos mucho de qué hablar. Por cierto, ¿a quién estabas matando en tu sueño de antes? ¿Tal vez a tu nuevo juguetito, Hayley? ¿O a otra persona?

Su tranquilidad y frialdad enfurecen aún más al original, obligándole a continuar intentando soltarse de las cadenas.

—Deja de resistirte, Elijah. Te he traído para que me escuches. Y no te vas a ir hasta que me dé por satisfecha.

—Entonces, habla—le ordena, molesto—

—Quiero que te unas a nuestra familia, pero como brujo—le explica. Elijah rueda los ojos—Quiero que dejes atrás al grotesco vampiro salvaje en el que te has convertido y poseas a un mortal. Volveremos a ser felices. Empezaremos de nuevo.

—Sabes que estás completamente loca, ¿no?—señala—

—¿Ah, si? No soy yo quien acaba destrozando todo lo bueno que le pasa en la vida. Como la mujer que huye aterrorizada en tu pesadilla.

—Quiero que me sueltes. ¡Ahora!—ordena, mostrándole sus ojos y colmillos de vampiro—

—Qué pronto vuelves a sacar tu lado más salvaje—observa Esther—El hijo que crié ya no es más que una máscara que esconde antiguos demonios.

—Tú no sabes nada.

—Ahí es donde te equivocas. Sé más sobre los secretos que guardas que tú mismo. ¿Te los enumeró? Empezaré por la primera cosa buena que destrozaste. La joven y dulce viuda que te enamoró cuando aún eras humano. Tatia. La doppelgänger.

—Lo único que hice fue amarla hasta que le arrebataste la vida—declara con firmeza—

—Sé que eso es lo que crees. Por eso, precisamente por eso, estás aquí. Tengo que enseñarte al monstruo que realmente eres. Y cuando lo haga, suplicaras por tu salvación. Y para mi será un placer concedertela.


En el interior de la cabaña, Kaleb, un brujo amigo de Davina colocaba el cuerpo inconsciente de la bruja sobre una silla. Arielle le observaban desde el umbral de la puerta, pues ni ella ni Klaus podía entrar, ya que era propiedad de la joven.

—Llevémosla al hospital—propone Arielle—

Kaleb se gira hacia ella, observando también a Klaus a su lado, quien acababa de regresar tras guardar el cuerpo de Mikael en el maletero de su coche.

—¿Has vuelto para soplar y soplar y la casita derribar?—cuestiona el chico, su mirada fija en Klaus—

—Es curioso como una lengua afilada puede terminar rebanándote el cuello—señala Klaus con molestia—

—Klaus, solo es un crio. Déjale en paz—le pide Arielle, colocando una mano sobre su hombro—

—No te preocupes—le dice Kaleb, dedicándole una cálida mirada antes de volver a dirigirse a Klaus—Te recomiendo un poco de lavanda bajo la almohada, modera el carácter de pedantes como tú.

—¡Eh!—Arielle llama su atención—Cierra el pico.

—Prometí no tocar a Davina, pero no dije nada de este insolente—se queja Klaus, posando su mirada en la chica a su lado—

Arielle suspira, sujetándole de la mano para alejarle de la cabaña.

—Has tenido la oportunidad de matar a tu padre con esa estaca y no lo has hecho. Así que a Kaleb tampoco vas a matarle—declara con firmeza—

—Vale—acepta en un suspiro—

—Gracias—sonríe, quitándole la estaca de la mano—

—Ve a por el coche. La llevaremos al hospital—le entrega las llaves—

Arielle le observa sorprendida. Y con un leve asentimiento se aleja de él.

Klaus vuelve a la puerta de la cabaña, su mirada fija en en chico.

—Eres muy elocuente—admite, apoyándose en el umbral de la puerta—

—He viajado mucho—admite Kaleb, encogiéndose de hombros—

—Parece como si hubieras cruzado continentes para conseguir caerle en gracia a Davina y meterte en los asuntos de mi familia. Qué curioso, ¿verdad?

Kaleb sonríe para si mismo, poniéndose en pie para estar a su altura.

—A no ser que seas también de la familia—señala Klaus, observándole con atención—¿Sabes? Desde la cena con madre y Finn he estado preguntándome cuándo aparecerías, Kol.

El chico sonríe.

—Me has pillado—admite, haciéndole una pequeña referencia como saludo—Hola, hermano.

—No es que me importe demasiado que hayas vuelto al mundo de los vivos, pero deberías elegir mejor a tus amigos, hermano—declara—Y voy a demostrarte lo equivocado que estás.

—No vas a hacerme ningún daño—asegura Kol, acercándose a él—Porque tu noviecita rubia te ha dicho que me dejes en paz. Una pregunta, ¿cuándo te saca a pasear lleva una de esas bolsitas de plástico?

—¡Arielle!—exclama Klaus sin apartar su mirada de Kol—¡He cambiado de opinión y voy a matarle!

La falta de respuesta por parte de la rubia preocupa a Klaus al instante. Kol sonríe divertido.

—¿Arielle?—insiste, apartándose de la cabaña para acercarse al coche—

Al llegar al coche, Klaus no tarda en ver que el maletero donde antes se encontraba el cuerpo de su padre ahora se encontraba abierto y vacío. A su alrededor no parecía haber rastro de él, ni de Arielle. Aquello le preocupó al instante.

—Elijah ¿dónde estas?—se queja al ver que su llamada había acabado en el mensaje de voz de su hermano—Mikael anda suelto con la estaca y tiene a Arielle. No tengo armas y necesito refuerzos. Urgentemente.

Vuelve a acercarse a la cabaña, viendo como su hermano pequeño se había acomodado en una silla junto a Davina.

—Despiértala—le ordena, señalando a la chica—Dile que traiga a Mikael de vuelta.

—Espera, deja que lo piense—le pide Kol—No. De hecho, deberías irte, Nik. Mikael se estará muriendo por un tentempié en este momento. Sabes que nuestro padre se alimenta de vampiros. Sería una pena que te encontraras a la sexi Arielle totalmente desangrada y con una estaca en el corazón.

Klaus aprieta su mandíbula ante sus palabras. Y la verdad es que, aunque Kol estaba disfrutando de su sufrimiento, él tampoco quería ver a Arielle sufrir. Ella el caía bien.

—Aún no he acabado contigo—declara Klaus—

Kol le sonríe en respuesta, viendo como su hermano abandona el lugar con su velocidad vampírica.


—Suéltame—se queja Arielle—

Mikael la había tomado desprevenida al atacarla. Le había clavado una rama de madera en el abdomen que la había dejado rápidamente debilitada y su fuerza de original la había sobrepasado.

—Klaus te encontrará.

—Seguro que si, pero estaré preparado—asegura, empujándola por el bosque—

—¿Cómo has despertado?—le pregunta ella entonces—He visto el dolor que causa ese puñal.

—He soportado más dolor que cualquier otro ser, vivo o muerto—declara, sin molestarse en mirarla—Y una vez me alimente, me habré recuperado.

—Eso pretendes hacer conmigo, ¿no?—cuestiona ella—Sé que te alimentas de vampiros.

—Si, pero no de ti—niega, volteándose para mirarla—Tú, preciosa, eres mi ventaja. Cuando amenace con descuarizarte delante de Klaus, vacilará. Y ese momento de debilidad será lo que le pierda.

—Así que volvemos a Mystic Falls y a la noche en la que él te mató—suspira, rodando los ojos—¿Tienes escasez de ideas?

Mikael la ignora.

—Todo esto es de dementes—continúa hablando—Os perseguís, queriendo matarnos el uno al otro. Pero Klaus no tiene la culpa de que otro hombre lo engendrara.

—¡Cállate!—exclama, molesto—Eres fuerte, pero a Klaus solo le incitas debilidad. Por eso serás mi ventaja.

Se da la vuelta, mirando entre los árboles mientras ella intentan zafarse de su agarre.

—Oigo música—anuncia—Y donde hay música, hay comida.

Aquello pone a Arielle alerta. Mikael se alimentaba de vampiros, pero seguro que tampoco le importaría alimentarse de humanos si con eso se aseguraba estar fuerte para enfrentarse a Klaus.

Sentía las astillas de madera en su abdomen mientras Mikael continuaba empujándola a través de los árboles.

Ambos llegan a una fogata, donde la gente baila y bebe. Él la sujeta del cuello y la coloca a su lado.

—Bueno, bueno, bueno. ¿Qué tenemos aquí?—sonríe, observando una fiesta a pocos metros de ellos—Paletos celebrando Halloween. Perfecto.


Olivia supo que algo iba mal cuando Elijah no volvió al complejo. El lugar se encontraba vacío, Hayley se había reunido con Marcel para celebrar el echo de que los jóvenes niños de la manada medialuna ya estaban a salvo.

La bruja nunca se había sentido sola o asustada en el complejo. La mayoría del tiempo siempre había alguien más con ella. Los últimos meses Klaus no había ni salido de allí. Pero esa noche pudo sentir el miedo en su cuerpo. Elijah le había prometido que no tardaría en volver, pero lo estaba haciendo.

Preocupada y sin otra forma de encontrarle, Olivia comenzó un hechizo de localización. Pero al ver que otro hechizo le impedía encontrarle, Olivia no tuvo otra opción que llamar a Hayley y a Marcel.

Ajeno a ello, Klaus caminaba por el bosque tras la pista de su padre. Había encontrado los restos de una fiesta, donde los humanos allí presentes habían sido hechizados por su padre para trasmitirle un mensaje.

—Estoy ocupado—se queja, al responder la llamada de Hayley—¿Qué ocurre, Hayley?

—Algo le ha pasado a Elijah—le informa ella al otro lado de la línea—Tenía que ayudarnos anoche y ha desaparecido. Hay sangre por todas partes. De hombre lobo y de vampiro. Hay un rastro. Necesito que nos ayudes a seguirlo.

—Me gustaría ayudaros a buscar a mi hermano, pero tengo otros asuntos más urgentes.

—¿Qué es más importante que tu propio hermano?—cuestiona, incrédula—

—Mi vida—declara con firmeza—Davina controlaba a Mikael con un hechizo y se ha roto. Ahora Mikael tiene el puñal de Tunde, se llevó la estaca y a Arielle.

—¿Qué?

—Voy a rescatarla—le asegura—Y después acabaré con esto. O Mikael o yo acabaremos convertidos en cenizas. Y si encuentras a mi hermano, me vendría bien su ayuda.


—Yo sé lo que es ser como Klaus—declara Arielle, mientras Mikael la empuja hacia el interior de un edificio abandonado—Ser una bastarda y recibir el odio de quien no es tu padre. Pero aunque la odié durante la mayor parte de mi vida, se que mi madre me quiso una vez. Y estoy segura de que tú también quisiste a Klaus en algún momento. Claro que él piensa que eso es una ingenuidad. Y que nadie entendería nunca lo profundo que es tu odio. Pero yo lo entendí, aquel día en el Otro Lado.

—Es cierto que no siempre le odie—admite, lanzándola al suelo—El nacimiento de Klaus me llenó de alegría. Y pensé "Este... Este tiene la mirada de un guerrero. Me sentiré orgulloso." Pero mi esperanza duró poco. Y cuando me enteré de que no era mi hijo sentí un alivio indescriptible. Pero efímero al saber que fue engendrado por una bestia.

—¡Él no tuvo ninguna culpa de la infidelidad de su madre!—exclama, enfadada—

—Todo lo que vino después fue la obsesión de Niklaus con los lobos—gruñe Mikael—Salió una noche a ver cómo se convertían en luna llena y se llevó con él a mi hijo pequeño, Henrik. No era más que un niño. Y ellos lo despedazaron.

—Fue un accidente.

—¡¿Un accidente?!—exclama, incrédulo—¡Asesinó a mi esposa! ¡A su propia madre! Cuando quiso librarle de su naturaleza de bestia. ¡Él se volvió contra mi! ¡Y puso a toda mi familia en mi contra! ¡Y aun así tú estás de su parte!

Sin dejar de observarle, Arielle se pone en pie a pesar del dolor de su abdomen.

—¡Mi padre engañó a mi madre y como consecuencia nací yo!—exclama entonces, frustrada—Mi verdadera familia me creía una abominación y ni siquiera sé por qué. Puede que porque nací de una infidelidad. Pero eso no importa, porque mi verdadera madre y su hermana me protegieron de su odio. Mi madre, Lillian Salvatore se paso la vida destrozando la mía. ¿Qué creía ella que pasaría? ¿Qué creías tú? Mi hermano mayor, su protegido, se puso de mi parte al ver su injusto trato conmigo. ¿De verdad esperabas otro comportamiento por parte de tus hijos? ¡La violencia no sirve de nada en una familia! Y al final del día, los padres se convierten en el enemigo para sus hijos.

Mikael la observa con atención, soltando una carcajada al escuchar sus palabras.

—Espera, a ver si adivino. Ambos os sentir reflejados en el otro y por eso os amáis, ¿no es así?—se ríe Mikael apretando su agarre en el cuchillo de Papa Tunde en sus manos—

Arielle rueda los ojos.

—No. No nos amamos por eso. Pero, oye, si te interesa mi opinión. Me alegro mucho de que Klaus no sea tu hijo. Lo que tú llamas debilidad para mi es su mayor fortaleza.

—Tu amor hacia él te ciega—declara Mikael, acercándose a ella—Pero, ¿sabes? Mi herida no se está curando y la sangre humana no es un buen alimento para mi. Pero tú, un vampiro, serás la comida perfecta.

Arielle da un paso atrás, pero Mikael la sujeta con fuerza, clavando sus colmillos en sus cuello.


Cuando Klaus llegó al lugar donde Mikael retenía a Arielle, se lo encontró de frente. El hombre sostenía a una inconsciente Arielle contra su cuerpo, el cuchillo de Papa Tunde amenazando con ser clavado en su pecho. Él sabía el dolor que aquel objeto causaba y no iba a dejar que ella lo sufriera.

—Pagarás por hacerle daño—declara Klaus, apuntándole con una estaca de madera que había recogido antes de entrar—

Mikael sonríe, depositando el cuerpo de Arielle en el suelo. En ese momento Klaus consigue ver las marcas de colmillos en el cuello de la rubia, hirviendo aún más su sangre.

—Ah, qué bonito—se burla Mikael—El chucho lloriquea por su perra. Me aseguraré de acabar con ella delante de tus propios ojos, justo antes de matarte.

Sin esperar nada más, Klaus se lanza contra él. La pelea entre ellos comienza y Mikael se pone en ventaja con rapidez, la estaca de roble blanco ahora apuntó de clavarse en el pecho del hibrido.

En ese momento Arielle comienza a despertarse. El sonido de la pelea no tarda en llegar a sus oídos, pero también las voces de Davina y Kaleb. Estaban alejados de ellos, pero no mucho.

Cuando Klaus recupera la ventaja en su pelea, lanzado a Mikael contra una pared y agarrando la estaca de roble blanco en sus manos, Arielle se pone en pie, quitándose las astillas de madera de su abdomen.

—No soy tan débil como me recordabas—declara Klaus, amenazando a su padre—

Mikael recupera su ventaja entonces, agarrando el cuchillo de Tunde y lanzándolo contra el pecho de Arielle. La chica, aún aturdida, no consigue verlo venir, por lo que Klaus se ve obligado a usar su velocidad vampirica para llegar hasta ella y agarrarlo antes de que la alcance. Mikael aprovecha aquello para acercarse a ellos, romperle el brazo a Klaus y lanzarle contra suelo, listo para clavarle la estaca de roble blanco en el corazón.

—¡No!—exclama Arielle—

Mikael se da la vuelta hacia ella, golpeándola con fuerza para impedir que ayude a Klaus.

Entonces el hibrido cae al suelo con la estaca en su pecho.

—Klaus—solloza Arielle, estirando su mano hacia él—

Sus miradas se conectan y ambos se observan con una mezcla de tristeza y miedo. Él iba a morir y en ese instante aquellas miradas trasmitían todo lo que sentían el uno por el otro. Con miedo a no poder volver a decírselo.

Cuando la piel de Klaus comienza a disecarse, el corazón de Arielle deja de latir por unos segundos. Sentía que no podía respirar. Se sentía débil e inútil.

—¿Por qué no ardes maldita sea?—se queja Mikael al ver que el cuerpo Klaus continuaba intacto—Si estuviera muerto, se quemaría. ¡Arde!

Arielle sabía que tenía razón, ella había visto como el propio Mikael ardía tras ser asesinado. Fue entonces cuando su oído sobrenatural volvió a encontrar la voz de Davina. Ella y Kaleb parecían estar murmurando un hechizo. No lo sabía a ciencia cierta, pero la chica Salvatore estaba bastante segura de que esa era la razón por la que Klaus aún no había ardido.

Mikael también parece oírles, pues sale tras ellos. Arielle aprovecha su marcha para acercarse a Klaus y arrancarle la estaca del pecho.

—Klaus—murmura, cayendo tumbada a su lado—

Le sujeta de las mejillas con delicadeza y le mira a los ojos, esperando que reaccione.

—¿Qué crees que estás haciendo?—Mikael vuelve a acercarse a ella—

Preparada para pelear, a pesar de lo débil que se encontraba su cuerpo, Arielle se incorpora, sujetando la estaca en su mano.

—No te acerques a nosotros—le ordena, apuntándole con ella—O te juro que te mataré yo misma.

—Tienes corazón de guerrero—admite Mikael, caminando hacia ella—Tal vez lo guarde de recuerdo.

Se dispone a atacarla, pero en ese momento Marcel aparece allí, alejándole de ella y golpeándole.

—¡Ya basta!—exclama Mikael, apuntarle con una estaca de madera—Esta noche ha sido un largo desfile de idiotas. Disfrutaré acabando con todos vosotros.

Arielle se pone en pie, la estaca en su mano. Klaus despierta entonces, cuando Hayley aparece, rodeando el cuello de Mikael con unas cadenas.

—No estes tan seguro—declara la loba pegándole un golpe con esas mismas cadenas—

Todos se ponen en pie, colocándose todos juntos. Incluidas Olivia y Davina, quienes había entrado tras Hayley. Mikael se pone en pie, una estaca de madera en su mano. Su mirada llena de ira hacia todos ellos.

—Se acabó Mikael. Somos demasiados—declara Klaus—¿Vas a suplicar por tu miserable vida?

—¿Crees que eres más fuerte con todos ellos?—cuestiona, incrédulo—Demuestra lo débil que eres. Ven a buscarme sin idiotas, mujeres y niños que liben tus batallas.

—Lo que tienes es miedo a que un idiota, mujer o niño te venza—declara Arielle—

—No le tengo miedo a nada—asegura, abandonado el lugar con su velocidad vampirica—


Klaus se acerca a Arielle, dirigiendo su mano hacia su cuello para observar la mordida que Mikael le había dejado. Ella le mira a los ojos, pero rápidamente su mirada baja hacia su pecho. Con la misma delicadeza que él usaba en ella, Arielle estiro su mano hasta rozar el lugar donde la estaca de roble blanco se había clavado.

Él suspira, colocando su otra mano encima de la suya.

—Sacaste la estaca justo a tiempo. Un minuto más y estaría muerto.

—Es lo menos que podía hacer después de que él me cogiera como rehén para atraerte aquí—admite, elevando su mirada hasta conectar con sus oscuros ojos azules—

—Te ha hecho daño—murmura, acariciando su mejilla—Solo por eso le mataré. Creo que, en mil años, es la primera vez que le veo huir.

—Aún estaba débil.

—Y sabía que teníamos ventaja—añade Hayley, acercándose a ellos—

—Hemos buscado en la zona. Se ha ido—informa Marcel a su lado—

—Os agradezco vuestra ayuda—les dice Klaus a ambos—

—Si tú mueres, yo muero. Soy así de egoísta—sonríe Marcel—

—Si, si mueres, mucha gente morirá—declara Olivia desde la puerta del lugar, atrayendo la atención de todos—Pero, Klaus, tenemos otro problema. Elijah continúa desaparecido.




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