V. Everybody Hurts


CAPÍTULO CINCO
TODO EL MUNDO HACE DAÑO

"Here we stand or here we fall. History won't care at all. Make the bed, light the light. Lady mercy won't be home tonight. You don't waste no time at all. Don't hear the bell but you answer the call"


Esa noche, de vuelta en Nueva Orleans, Arielle se adentró en el loft de Marcel, pues el mismo la había invitado a una pequeña fiesta que había montado para los vampiros. Tras servirse una copa de bourbon, Arielle camino hacia el único vampiro que reconoció al instante.

—Hola—le saluda, sentándose a su lado—

—Arielle. Hola—saluda Josh, levantando su mirada de su teléfono—Que sorpresa verte aquí.

—Marcel me ha invitado. Quiere que los vampiros estemos unidos—explica antes de tomar un trago de su copa—

Josh asiente, apagando su teléfono.

—¿Estas bien?—cuestiona, observándola con atención—

—Lo mejor que puedo estar—se encoge de hombros—Oye, ¿sabes algo de Davina?

—¿Preguntas tú o Klaus?—eleva sus cejas, desconfiado—

—No somos siameses, ¿sabes, Josh? Mi interés por Davina no es el mismo que el de Klaus. Pregunto porque ella me preocupa. Y no quiero que él le haga daño.

Josh suspira, pensando en si debía responderle.

—No sé nada—admite entonces—No responde a mis llamadas. Ni a las de Cami.

—Gracias—sonríe levemente. Él asiente, devolviéndole el gesto—

—Hola—sonríe Marcel, sentándose junto a ellos—Me alegro de verte, Arielle.

—Igualmente—sonríe la rubia—

—Mucho tiempo. ¿Cómo estas?

—Mejor, creo—admite—

Era la realidad. Seguía triste, devastada por estar separada de su hija. Pero por primera vez en meses, veía la luz al final del túnel. Volvía a tener esperanza.

—¿Ya tienes algún plan, Josh?—Marcel dirige su atención hacia su amigo—

—Bueno, ya que preguntas. Si. Hay un chico—admite en un suspiro—Solo hemos intercambiando mensajes, pero... me gusta. Me gusta de verdad.

—¿Y cuál es el problema?—cuestiona Arielle, al ver la expresión en su rostro—

—No sé—se encoge de hombros—Puede que haya omitido algunos detalles en el perfil. Por ejemplo, lo de tener colmillos y beber sangre para sobrevivir. Eso si, soy genial.

Marcel y Arielle sonríen ante sus últimas palabras. Pero aquel momento se ve interrumpido cuando el cuerpo de un vampiro atraviesa la ventana del loft, aterrizando en el centro de este. La música se apaga y todos se ponen pie, alerta, al ver a un grupo de hombres lobo entrar en el lugar.

—¿Sé puede saber qué demonios os pasa?—Arielle es la primera en hablar, acercándose el grupo—No hemos hecho nada.

—¿Crees que hace falta que nos hagáis algo más?—el chico que parecía estar al mando de la manada da un paso adelante, enfrentándola—Aprende historia.

—No sé quién eres, pero teníamos un trato—declara Marcel, colocándose al lado de Arielle—Los vampiros no van al Barrio y todos contentos.

—Ese tratado ya no vale.

—¿Ah, sí? ¿Quién lo dice?—cuestiona, incrédulo—¿Tú? ¿O esa bruja a la que obedecéis? Lenore, ¿verdad? Me parece mentira. Lobos orgullosos dominados por una bruja. Espero que esos anillos valgan la pena.

Limitándose a sonreír con falsedad, el chico le hace aún gesto a uno de los lobos, quien no duda en morder a un vampiro. Gia, la nueva recluta de Marcel, intenta pararle, pero en ese momento otro se lanza contra Josh.

—¡Ya vale!—ordena el chico cuando Arielle separa al lobo de Josh—

Arielle se gira hacia él, molesta.

—Vuestros privilegios han sido revocados. Permanentemente. Solo Arielle puede entrar al barrio—declara, sus ojos puestos en Marcel y en la chica Salvatore—Cuando volvamos, más vale que no estéis. La próxima vez no voy a pararles. Es una advertencia, Marcel. La primera y última.



Mystic Falls, VA
1994

—Llevamos casi 50 años sin vernos. ¿No me vas a invitar a entrar?—se queja Damon, viendo como Arielle se sitúa al lado de su hermano pequeño, al otro lado de la puerta de la mansión de su familia—

—Dame una buena razón—le pide Stefan—

—Revisa tu contestador. Y el de Arielle, ya que esta aquí. Me alegro de verte hermanita—sonríe hacia la rubia—Intento hacer borrón y cuenta nueva.

—Escuche tu mensaje—asegura Stefan—También oí que le enviaste flores a Lexi. Diecisiete años después de dejar que se quemara viva en una azotea.

—Bueno...

—Es un poco tarde para intentar hacer las paces. Y me pregunto por qué.

—Bueno, ¿qué quieres que te diga, Stefan?—suspira, apoyándose en el umbral de la puerta—Estoy harto de Nueva York. Y cuando Arielle vino a visitarme me recordó lo que era la familia. O puede que fuera tanta fiesta o mi conciencia.

—Eso sería si la tuvieses—señala Arielle, dedicándole una sonrisa falsa que él no duda en devolverle—

—No sé, tuve una revelación, y me dije "¿No sería genial despertar en mi propia cama, empezar de cero?

—Tú eres Damon.

Una voz habla a las espaldas de Stefan y Arielle, obligándoles a darse la vuelta para encontrarse con Zach. El último miembro vivo de su familia.

—Damon, este es Zach Salvatore—explica Arielle, señalando al hombre—Ahora es el dueño de la casa.

—Le dejé claro que si te pasabas de la raya, Arielle y yo nos encargaríamos de ti—añade Stefan—

—¿Por qué siempre esperas lo peor de mi, Stefan?—cuestiona, molesto—

—No es verdad. Si no, no permitiría esto.

—Entra, Damon—le invita Zach entonces—

Damon sonríe, adentrándose en la casa. Sus ojos puesto en su hermana a la que se acerca directamente para envolverla en un abrazo. Ella le corresponde, sin poder evitar que una sonrisa aparezca en sus labios.



Nueva Orleans, LA
Actualmente

—No queremos huir—declara Gia con firmeza—

—Lo sé y lo respeto—asegura Marcel—Pero, créeme, hay una gran diferencia entre querer luchar y saber ganar.

—Enséñanos—le pide ella—Ya les ganaste una vez. Supongo que no lo hiciste solo.

—Ah—Josh levanta la mano, atrayendo la atención de Marcel—Ya. No es que no me mole todo ese rollo Karate Kit, pero... ¿cómo esperas que aprendamos a defendernos de un ejército de súperlobos en un día?

Justo entonces, Elijah y Arielle aparecen en el loft con su velocidad sobrenatural y les rompen el cuello a varios de los vampiros presentes.

—Ah, Dios—se queja Marcel en un murmullo—

—Primera lección—habla Arielle—

—Hay que estar siempre en guardia—completa Elijah—

Marcel rueda los ojos, observándoles con incredulidad.

—¿Ahora sois amigos?—cuestiona, señalándoles—

—Aliados—corrige Arielle—Y por una buena causa. Todos somos vampiros, debemos apoyarnos entre nosotros.



Mystic Falls, VA
1994

Damon limpiaba su precioso coche mientras Stefan se encontraba sentado en el capo y Arielle en el asiento del piloto, observando el cielo sobre ellos. Era un bonito día, y la chica se alegraba de volver a estar junto a sus dos hermanos.

—Dame un trago—pide Damon, estirando su mano hacia Stefan—Me muero de hambre.

—Claro—asiente, entregándole su petaca llena de sangre—

—Yo no lo haría—murmura Arielle, pero Damon la ignora, tomando un trago—

—¿Está buena?—pregunta Stefan con diversión. Damon niega con asco, devolviéndole la petaca—No recuerdo si esa ardilla fue atropellada o si la atrapé con la ratonera. Espero que fuera atropellada, porque en la ratonera había excrementos. Pasa la lengua. ¿Notas algo? ¿Como pelillos? ¿O alguna bolita?

Damon traga con dureza, dedicándole una mala mirada a su hermana.

—Debiste avisarme—se queja—

—Lo intente—recuerda ella, incrédula—

En ese momento Zach vuelve a la casa, una bolsa del supermercado en sus manos.

—¿Cómo va, Zach?—le saluda Damon—¿Otro viajecito al súper?

—A alguien se le han antojado tortitas de arándanos—explica, señalando a la mujer embarazada que le esperaba en la puerta de la casa—

—¿Sabéis?—habla Damon, mirando a sus hermanos mientras Zach se aleja de ellos—Yo debería dirigir la casa de huéspedes. Sustituir a Zach, camelarme a Gail.

—Toma verbena—le recuerda Stefan—Y Zach. Así que ni te acerques.



Nueva Orleans, LA
Actualmente

—He oído que daban clases de autodefensa para vampiros—sonríe Olivia, adentrándose en el loft de Marcel—

Elijah se da la vuelta para mirarla. Él se encontraba solo allí, pues Marcel se encontraba en el patio trasero del edificio junto a Arielle y todos los vampiros de su grupo.

—Vampiros, si. Algo que tú no eres—señala, observándola acercarse a él—

—Cierto. Y tú no dejas de recordármelo—se queja, cruzándose de brazos—Me pregunto por qué. ¿Sabes? Cuando era pequeña mi padre nos enseñó a mis hermanos y a mi a pelear. Yo nunca fui la mejor. Amelia siempre ganaba—comenta, caminando por el loft. Ella observaba el lugar con atención, pero Elijah la observaba solo a ella—Ahora me siento... indefensa. Y hay brujas malvadas, incluidos tu madre y tu hermano. Los lobos los siguen como cachorritos y me gustaría aprender. Podría bajar al patio y pedir ayuda a los amables profesores. O podrías ayudarme tú.

Frena sus pasos, sus ojos fijos en el original.

—¿Por qué yo?—inquiere, dando un paso hacia ella—

—Me caes bien—se encoge de hombros divertida—

Elijah no puede evitar sonreír levemente ante su respuesta, acercándose aún más a ella. Olivia traga con dureza al notar la poca distancia entre ambos. Así que decide romper la tensión de la única forma que se le ocurre, lanzando un puñetazo contra él. Elijah agarra su mano, frenado el golpe sin apenas moverse.

—La técnica es buena, la fuerza... Digamos que como feminista que soy me niego a decir que pegas como una chica—declara, soltando su mano—

Olivia rueda los ojos, dando un paso atrás.

—No es justo. Eres un original. Yo no tengo superfuerza—se justifica—

—¿Y crees que con los lobos y el resto de vampiros la desventaja será muy diferente?—cuestiona, intrigado—

Olivia bufa frustrada, alejándose de él.

—No necesitas aprender a defenderte. Para eso estoy yo. Céntrate en tu magia—declara Elijah, recolocándose las mangas de su camisa—

Olivia frena en seco, volviendo a posar su mirada en él.

—¿Tú vas a defenderme?—eleva sus cejas, sorprendida por sus palabras—

—Eres importante para Arielle—señala—Así que mantenerte con vida es mi responsabilidad. Tú eres mi responsabilidad.

—Dijo el feminista—murmura—

Elijah levanta su mirada hacia ella, una pequeña sonrisa asomándose por sus labios ante su respuesta.

—Olivia—la voz de Arielle atrae la atención de ambos—¿Qué haces aquí?—inquiere, acercándose a su amiga—

—Intentio olvidar que mi hermana me abandonó haciéndome pensar que estaba desaparecida o en peligro—responde, poniendo toda su atención en la rubia—¿Sabes algo más de ella?

—No. Y Enzo tampoco—niega, sus ojos viajando hasta Elijah—¿Qué estabais haciendo?

—Nada—responde el original—

—Entrenar—responde Olivia a la vez—

Arielle frunce el ceño, observándoles con confusión.

—Bien. Estáis todos aquí—suspira Hayley, adentrándose en el loft—Tenemos que hablar.

—Somos todo oídos—asegura Arielle, observándola con interés—

Hayley le dedica una leve sonrisa ante su respuesta, haciéndose a un lado para dejar espacio a que otra persona entre al loft. Se trataba del hombre lobo que había dirigido el ataque en ese mismo loft horas antes.

—Escuchadlo, por favor—les pide Hayley—Aiden no busca pelea.

El chico baja las escaleras, acercándose a Arielle.

—Habla—le ordena ella, cruzándose de brazos—Y te sugiero que vayas al grano.

—Por favor. Necesito tu ayuda—declara, cabizbajo—

Arielle frunce el ceño. El chico parecía asustado y desesperado. Sus ojos entonces viajan hasta Hayley, antes de llegar a Elijah y Olivia, con los que comparte una mirada.


—La bruja quiere soldados. O te unes a ella o pagas el precio.

Declara Aiden tras contarles todo lo ocurrido y su razón para pedirles ayuda a los vampiros. Al parecer Finn y Esther pretendían que los más jóvenes de la manada usaran esa noche para acabar con su primera vida y activar el gen de lobo.

—Sabía que mi hermano Finn era despiadado, pero admito que esto excede mis expectativas—admite Elijah—

—Solo son niños—señala Hayley—Marcel, conoces el barrio mejor que nadie. Si alguien puede sacarles de allí, eres tú.

—¿Y llevarles dónde?—cuestiona el aludido—

—Aún quedan lobos en el pantano—comenta Oliver, quien se encontraba junto a Aiden—Los que no aceptaron los anillos. Seguro que cuidarán de ellos.

—Los que no se vendieron, querrás decir—corrige Arielle, cruzándose de brazos—

—Entiendo que nos lo reproches, pero teníamos que hacerlo—asegura, dirigiendo su mirada hacia ella—

—Llevamos enfrentándonos durante décadas—señala Marcel—¿Por qué aliarnos ahora?

—Uno de los reclutas es mi hermano—declara Aiden, atrayendo su atención—No voy a mandarle a la guerra.

—Eso me basta—declara Olivia. Los ojos de Aiden viajan hacia ella, sorprendido por su respuesta—Yo os ayudaré.

—Si. Estoy con Olivia—declara Arielle—

Aiden las observa a ambas, agradecido por su ayuda.

—Dinos que necesitas—pide Elijah entonces, aceptando también ayudarles—

—Los niños están en la ciudad de los muertos hasta que los llevemos a la iglesia de Saint Anne—explica Aiden, bajo la atención de todos—Mientras tanto, Vincent tendrá una reunión con algunos humanos. Los que se mostraron reacios a aceptar el nuevo liderazgo.

—Usara a esos niños para atacar a cualquiera que se oponga.

—Activará su maldición para disuadir a los que planeen ir en su contra. Dos pájaros, un... baño de sangre.

—Entonces, atacaremos cuando los niños se hayan ido—declara Marcel—

—Aiden, Olivia y Oliver os lleváis a los niños. Nosotros nos encargamos del resto—ordena Elijah—

—Espera un momento—le pide Oliver—Esther y el psicopata de su hijo ya me miran mal. Si ocurre durante mi turno, soy hombre muerto.

—Quieres ayudar a tu gente y compensarles por el pasado. Es tu oportunidad.



Mystic Falls
10 de Mayo 1994

Esto no me gusta, y no me parece bien—se queja Arielle viendo como Damon se despertaba en el interior del cobertizo de la casa—

—Ya bueno, se lo merece—asegura Stefan, apoyándose en el umbral de la puerta—

Damon gruñe cuando sus ojos se encuentran con ambos.

—Hay algo que no entiendo, Damon—habla Stefan entonces—¿Qué sentido tiene que vuelvas si luego nos engañas, mientes y te saltas las reglas?

—Mentí para que no te enfadaras—responde, poniéndose en pie—Lo creas o no, me gusta estar aquí, Stefan.

Se dispone a acercarse a él, pero el sol le quema la mano haciendo que se queje y se aparte de la luz.

—Te devolveré el anillo cuando decidas comportarte—declara Stefan mientras Arielle pasa por su lado, adentrándose en el cobertizo—Ahora, responde a mi pregunta. ¿Para qué has vuelto?

—Echaba de menos a mis hermanos. Quería recuperar la humanidad, Stefan, volver a sentir algo. Y en cuanto me vi aquí, todo volvió de repente, tal como esperaba.

—Enhorabuena—responde sarcásticamente—¿Y ahora qué?

—Venga, tío. Quememos el asfalto los tres juntos. Conducirás y olvidarás esa dieta vegana. Te alimentarás otra vez. Será genial, Stef. ¿Qué dices? ¡Vamos! Confía en mi, como Arielle.

—Si. Me imagino ese viaje con vosotros—asegura Stefan, haciendo que Arielle le mire—Vosotros alimentándoos de personas inocentes y dejando un rastro de cádaveres a vuestro paso. Haciéndome beber sangre humana y riéndoos de mi mientras sufro.

—Qué optimista, Stefan.

—Oye, no te pases—se queja Arielle, mirando a su hermano pequeño—Fui yo la que te siguió a Chicago para que volvieras a ser el de siempre.

—Vale, siento meterte en el saco—se disculpa Stefan—Pero, Damon, a los hechos me remito. En 1912, me hiciste volver a beber sangre humana y me convertí en un destripador. En el 42, casi vuelves a corromperme porque estabas muy necesitado. En 1977, mi mejor amiga quería ayudarte y la dejaste morir. Ahora que, por fin, soy feliz y me va bien con mi nueva vida, no puedes soportarlo, ¿no, Damon?

—No intentó joderte tu estupida vida nueva.

—No tienes que intentar nada, Damon. Basta con que existas.

—Stefan, te estás pasando—habla Arielle, molesta—

—No, Arielle, porque no importa lo que haga o adónde vaya, siempre acaba apareciendo para destruir lo que sea que me esté yendo bien—insiste Stefan—No sé por qué pensé que esta vez sería diferente. No debi escucharte, Ari, le tienes demasiada confianza. Yo quería que fuese diferente, pero sigue fallando.

—Eso es un no al viaje por carretera—murmura Damon—

—Es un no, a cualquier viaje—declara Stefan—



Nueva Orleans, LA
Actualmente

Arielle se encontraba en un callejón del barrio, esperando a Marcel y a Aiden junto a una ambulancia. Aquel era el único vehículo que había conseguido para trasladar a los niños, pasando desapercibidos en medio de la fiestas de Halloween que se estaban llevando a cabo en las calles de Nueva Orleans.

El trabajo de Marcel y Gia era crear una distracción para que el restó de lobos fueran tras ellos y llevarles hasta dónde Elijah les esperaba. El de Olivia, Josh, Oliver y Hayley era trasladar a los niños hasta donde Arielle se encontraba través de los túneles secretos de la época de la ley seca.

—Vamos, rápido.

Arielle anima a los jóvenes a subirse a la ambulancia una vez estos aparecen en su campo de visión.

—Nick—Aiden aparece a su lado, acercándose a uno de ellos. El que Arielle asumió que se trataba de su hermano pequeño—

—Aiden, lo has conseguido—sonríe el chico, abrazando a su hermano—

—Pues claro que si—asegura, bajo la enternecida mirada de Arielle—Te dije que no te dejaría.

Arielle sabía lo que era eso, reunirse con un hermano, hacerlo todo por ellos. Lo había vivido en primera persona pocas horas atrás. Y ver a esos dos hermanos le recordaba todo lo que era capaz de hacer por Damon y Stefan.

—Vamos—Arielle coloca una mano sobre el brazo del chico, señalándole el vehículo. El la observa dudoso durante unos segundos, pero rápidamente le hace caso—

Una vez todos los niños se suben a la ambulancia, Marcel y ella cierran las puertas.

—Gracias—agradece Aiden entonces—A todos.

—Luchamos por lo mismo, Aiden—asegura Arielle en respuesta—Para proteger a nuestros seres queridos.

El chico asiente, dedicándole una leve sonrisa agradecida. Mientras tanto, Marcel y Hayley se suben a la ambulancia para sacarla del lugar y poner a salvo a todos los niños.

Lo que ellos no sabían es que mientras ellos conseguían su objetivo, Elijah era atacado por su madre y hermano mayor sin nadie que pudiera ayudarle.

Arielle no sabía nada, así que no podía hacer nada. Klaus le había mandado un mensaje, una ubicación donde encontrase con él.


Al llega a la ubicación exacta, Arielle pudo ver una cabaña en medio del bosque. Klaus se encontraba fuera de ella, junto al cuerpo inmóvil de su padre y la estaca de roble blanco en sus manos.

—¿Qué ha pasado?—cuestiona al llegar a su lado—Decías que Mikael estaba con Davina. ¿Dónde está ella? ¿Está bien?

—Davina está bien—asegura él, posando su mirada en ella—Tendrá un fuerte dolor de cabeza. Pero dadas sus intenciones, es afortunada.

Arielle suspira con alivio.

—Llevo todo el día salvando a unos niños hombres lobo. No he sabido nada de ti, a pesar de que te he mandado un millón de mensajes. Y, de repente, me envías una ubicación sin explicación alguna, y me encuentro con esto—señala el cuerpo inmóvil de Mikael—

—Tu perseverancia es de admirar—admite con una sonrisa—Y tu lealtad hacia la manada de Hayley.

—Agh. Cállate—se queja—

Klaus sonríe. Decidiéndose por no responder a esa orden con un comentario que tal vez se encontraba fuera de lugar en la situación en la que estaban envueltos en ese momento.

—Escúchame. Davina es solo una niña—declara Arielle—Quiere protegerse. Tú le hiciste daño, y a sus amigos. No puedes culparla.

—No me digas. Te recuerda a tus hermanos y a sus amigos—se queja—

—Si. Tal vez. No sabe lo que hace.

—Si que lo sabe. Controlaba a mi padre y tenía esta estaca en su poder—señala—Le resucitó, Arielle. Quería matarme.

—Bueno, le daré la bienvenida al club—se encoge de hombros. Klaus rueda los ojos—No la toques. ¿Me has entendido?

—Tienes mi palabra.

Su respuesta sorprende a la chica Salvatore. La verdad es que se esperaba una discusión mayor. Sobretodo después de eso meses donde apenas se habían hablando y lo poco que lo hacían era para discutir. Ahora, en ese preciso momento, Klaus parecía volver a ser el hombre del que ella se había enamorado.

Soltando un suspiro, Arielle se lanza a sus brazos.

—Podrías haber muerto—se lamenta, aferrándose a él—

—Mikael nunca me ganará, amor—le asegura, correspondiéndole el abrazo con cariño—

Una vez se separan, Arielle posa su mirada en el cuerpo de Mikael, el cual yacía junto a ellos.

—Sigue vivo—le informa Klaus entonces, sorprendiéndola—Y en completa y total agonía. Le he clavado el cuchillo de Papa Tunde.




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