IX. Origins
CAPÍTULO NUEVE
ORIGENES
"Step on the glass, stifle your tongue. Bury a friend, try to wake up. Cannibal class, killing the son. Bury a friend. I wanna end me"
La llegada a la mansión no fue precisamente tranquila, pues como era de esperar, Rebekah no estaba de acuerdo con las decisiones de su hermano mayor a la hora de castigar a cada persona que le llevara la contraria, sobretodo cuando se trataba de ella y Elijah. Si no les clavaba una daga, les mordía para producirles sufrimiento. Rebekah quería el bien estar para sus hermanos y para Arielle y el bebé, pero ella también quería tener la vida que se merecía, sin las malvadas y egoístas acciones de Klaus.
Por esa misma razón estaba dispuesta a ayudar a Marcel a ganar esa guerra sin que su hermano lo supiera. Sin embargo Klaus notaba el malestar de su hermana y cansado de oír acusaciones y reproches, decidió subir a su habitación, la cual se encontró extrañamente vacía.
—¿Arielle?—la llama al ver que tampoco se encontraba en el baño—Arie...
—¿Qué quieres?—la chica parece tras él, cruzándose de brazos—
—Solo saber si estabas bien, por supuesto—le responde con obviedad—
—Estaba ayudando a Amelia a instalarse, se quedará esta noche—le explica, abriendo la cajonera para sacar su pijama de ella—
—Sobre ella. Me gustaría saber...
—Es mi amiga—le interrumpe rápidamente—Nos conocimos hace más de un siglo. Dice que quiere hablar conmigo y yo quiero escucharla. Parece importante. Tal vez tenga que ver con la bruja que me persigue.
—Por supuesto, lo entiendo—suspira, acercándose a ella con cautela—Estas enfadada. Es por Elijah, ¿no es cierto?
—Ahora mismo estoy enfadada por muchas cosas, Klaus—admite, dándose la vuelta para mirarle a los ojos—Estoy enfadada con Tyler Lockwood, por ser tan estupido y haberme hecho lo que me ha hecho. Estoy enfadada por las acusaciones hacia ti que Elijah y Hayley se han creído sin miramientos. Y estoy enfadada por tu forma de lidiar con las cosas. Morder a tu hermano para que sufra, ¿en serio? ¿No te servía ignorarle?
—Me acusó de usar a mi propio hijo para mi propio beneficio—le recuerda, aparentando la mandíbula con molestia—
—¿Y le culpas?—cuestiona, incrédula—Sé que no debería haberte acusado de eso, sobretodo por palabras de Tyler Lockwood. Pero has hecho otras cosas que pueden llevar a pensar eso.
—¿Tú lo piensas?—inquiere, mirándola a los ojos—
—No—asegura rápidamente al notar el dolor en ellos—Se lo dije a Tyler y lo mantengo. Sé que nunca me harías daño a mi o al bebé. Pero no puedes culpar a otros por pensar esas cosas sobre ti. ¿O te recuerdo cómo me demostraste tus sentimientos hacia mi?
Klaus baja la mirada recordando el día que casi la deja morir después de morderla.
—Yo estoy de tu lado. Siempre lo estaré. Sé que no usarás a nuestro hijo para conseguir poder. Solo te pido que no castigues a tus hermanos por pensarlo después de todos estos años. Y te pido que me des tiempo.
—¿Tiempo?—repite, confuso y preocupado—
—Si. Pero no sobre lo que piensas—le asegura, tranquilizándole—No me refiero a tiempo entre nosotros. Me refiero a que mañana me gustaría pasar el día con Amelia y Juliette. Intentar entender lo que está bruja tiene contra mi. No estoy dejándote, Nik. Te quiero, a pesar de lo impulsivo que eres.
—Yo también te quiero, Elle—le sonríe acariciandole la mejilla con delicadeza—
Ella sonríe levemente, llevando su mano hacia la suya.
—Aunque no he podido evitar notar el apellido de esta bruja, Juliette. Lo he oído varias veces. ¿Sabes algo de ella y su familia que deba saber?
—Qué son brujos—responde con obviedad. Klaus la observa con seriedad. Arielle suspira—Raven, la bruja que ha hecho que ahora esté embarazada, es su tía. No sé mucho de ellos, por eso quiero hablar con ella y Amelia. Te lo contaré cuando sepa más.
Klaus la observa detenidamente. Ese día su hermano se había puesto en su contra, Rebekah también parecía enfadada y él ya no sabía en quien confiar. Pero la mirada de Arielle le aseguraba sinceridad, y ahora eso era lo que más apreciaba.
El edificio mágico en el que Arielle conoció a Juliette ahora también sería el hogar de Amelia. Tras pasar la noche en la casa de los Mikaelson, la chica Bluemoon por fin pudo reunirse con su hermana pequeña. Arielle observaba el salón principal con intriga.
El lugar estaba lleno de libros y de objetos históricos. La falta de fotos no pasó desapercibida tampoco. No era extraño, Arielle y sus hermanos tampoco tenían muchas fotos en su casa, pues se apreciaba su falta de envejecimiento, pero por alguna razón, presentía que esa no era la única razón por la que Juliette no tenían fotos en toda la casa.
Con una taza de té en sus manos, Juliette se sentó en el sofá, invitándola a ella y a Amelia a sentarse frente a ella.
—No quiero rodeos—declara Arielle con firmeza—Estoy harta de sentirme como el peón de las brujas y como una incubadora humana. ¿Por qué me persigue vuestra tía?
—Es una larga histo...
—Me da igual—Arielle interrumpe las palabras de Juliette—Escuchad. Hace poco más de un mes Klaus y yo recibimos dos cartas distintas, ambas señalaban esta ciudad. En la suya Katherine aseguraba que alguien amenazaba con acabar con él, en la mía estaba tu nombre. Tú no la enviaste, eso ya lo hemos aclarado. Pero quien quiera que la mandara quería que hablara contigo, aseguraba que tenías respuestas. Así que, dime, ¿qué respuestas son?
—Nuestra madre y su hermana, Raven, eran brujas muy poderosas—comienza a explicar Amelia, haciendo que Arielle pose su mirada en ella—Tuvieron una premonición. Un bebé con el poder de las tres especies sobrenaturales. Nuestra madre no quería que ese bebé existiera nunca. Nuestra tía... bueno, tenía otros planes.
—¿Por qué yo?
—¿Crees en las almas gemelas?
Arielle la observa incrédula.
—Bueno, no es exactamente eso, pero si algo parecido—explica Juliette—Tú y Klaus. Iba a pasar tarde o temprano. Y también era la única combinación posible para que ese bebé fuera concebido.
—¿A qué te refieres?—frunce el ceño—
—Él es un híbrido. Un Original descendiente de una bruja muy poderosa. Y tú...
—¿Yo qué?
—Tu eres la hija de Leah Parker—declara Amelia, volviendo a atraer su atención hasta ella—La familia Parker es la familia que forma el Gemini Coven o Aquelarre Geminis. En este aquelarre los gemelos son los destinados a liderar, aunque solo uno lo hace, pues a los 22 años hay una especie de ritual en el que se fusionan. El más fuerte gana y lidera al resto, mientras que el más débil muere. Alexander Parker, líder del aquelarre y su mujer Simone tuvieron dos hijas, Diana y tu madre, Leah.
—Soy descendiente de una bruja, de acuerdo. Eso sigue sin explicar por qué soy tan especial. No tengo magia.
—Eso no importa. Es el aquelarre lo que importa—explica Juliette—
—No conozco mucho de ella o de ese aquelarre. De hecho, nunca había oído hablar de ellos.
—Viven muy escondidos.
—Leah Parker fue imprudente y se dejó engañar por un hombre, Giuseppe Salvatore, quien, sin quererlo, la dejó embarazada—explica Amelia, bajo la atenta mirada de Arielle—Claro, Giuseppe se había acostado con ella mientras estaba casado y con un hijo, pero su mujer, Lily, le perdono al saber que tendrían una hija. Ella siempre quiso una por lo que Giuseppe separo a la pequeña de su verdadera madre.
Arielle no puede evitar apretar sus puños al recordar a Lily Salavatore. Esa mujer nunca quiso una hija, y si lo hacía, estaba claro que ella no era lo que esperaba.
—Simone, la madre de Leah, castigo a su propia hija quitándole sus poderes. Leah era una deshonrá para la familia en ese momento. Un bebé fuera del matrimonio y sin magia propia. Ese bebé era una niña, una niña a la que llamó Ryan. Pero Giuseppe y Lily le dieron el nombre de...
—Arielle Elizabeth Salvatore—completa ella misma—
—Exacto.
—Solo que no fueron mis padres los que me llamaron Arielle. Fue Damon, mi hermano mayor, él me puso mi nombre.
—Leah perdió los poderes, pero nunca dejó de preocuparse por ti. Tras dar a luz, ella y su familia se mudaron a Portland, Oregon, pero tras el nacimiento de las gemelas de Diana, Leah por fin pudo escapar. Volvió a Mystic Falls y allí fue donde me conoció a mi. Ella sabía que eras especial, tenía miedo de que te hicieran daño, así que prometí protegerte.
—Porque sabias que todo acabaría pasando como lo ha hecho—asume, bajando la mirada—Klaus y yo. El bebé.
—Mi madre nunca se equivocaba con sus premoniciones.
—Genial. Y por casualidad tú madre no tendría una premonición de que mi bebé acabaría con las brujas, ¿no?—inquiere, elevando sus cejas—
—Ella no quería que el bebé naciera, bajo ninguna circunstancia. No sé la razón exacta, pero no me extrañaría que fuera por eso.
—Todos me han abandonado. Mis hermanos son tan falsos y dementes como lo fueron mis padres—se queja Klaus caminado de un lado a otro con una copa de bourbon en sus manos mientras Camille escribe lo que él dice—Me acusan de utilizar al bebé en mi propio beneficio. Confían en otros antes que en su propia sangre.
—¿No podrías tener un portátil?—se queja Camille al equivocarse—
—La máquina de escribir le bastaba a Hemingway.
—Hay cierto parecido. Alcohol y violencia indiscriminada.
—Elijah y Rebekah me han herido en lo más profundo con sus mentiras sobre mi—señala, enfadado—Cuando lo único que he hecho es intentar ganarle a Marcel esta batalla por el control del barrio para poder recuperar nuestro hogar. Escribe, por favor.
—¿Para qué?—cuestiona, incrédula—Estás repitiendo lo mismo una y otra vez. Que Rebekah va a por ti, que Elijah va a por ti. ¿Acaso hay alguien que no esté maquinando tu caída? No te fías ni de tu propia sombra.
—Me fío de Arielle—asegura con firmeza—Y sobre mis hermanos, si supiera dónde están las dagas les clavaría una en el corazón. Y me desharía de su carga durante un par de siglos.
—¿Te estás oyendo?—inquiere—Estás repitiendo los mismos ciclos destructivos una y otra vez. Tú eres el arquitecto de tu propia infelicidad.
—No recuerdo haberte pedido consejo.
—¿En serio? De toda Nueva Orleans has elegido a alguien con un Máster en Psicología para plasmar la historia de tu vida. En mil años seguro que has aprendido a escribir a máquina. La verdad es que me has obligando a venir porque no tienes a nadie más con quien hablar, porque Arielle te ha pedido espacio para averiguar sus orígenes. Y ella es la única que te comprende y la única en la que confías. Te da miedo confiar en alguien, por eso me haces olvidar cuando me voy.
—A mi no me da miedo nada—le asegura, acercándose a ella. Su mirada se posa entonces en una carpeta situada junto a la máquina de escribir—¿Qué es esto?
—Una conspiración mística que utilizó para hundirte—le responde Camille. Klaus la observa incrédulo—Tranquilo, es un diseño para un tatuaje.
—Dibuja en tu tiempo libre—se queja, soltando la hoja—
—¡Este es mi tiempo libre y tú me lo estás robando!—exclama, poniéndose en pie—
Recoge sus cosas y sin nada más que decir se aleja de él para salir de la casa.
Arielle estaba sorprendida por el trato del aquelarre Geminis hacia su madre y hacia ella. Casi hacían parecer a Giuseppe y Lily Salvatore como buenos padres. Ella sabía que tampoco eran los peores, pero tras oír la historia de la familia Parker y la de los Mikaelson, en el fondo se sentía agradecida por la familia que le había tocado. Al menos ella tenía a Damon y a Stefan.
—Entonces, me has estado protegiendo desde que soy una niña—señala Arielle, mirando a Amelia. Ella asiente—Pues no has hecho muy bien tu trabajo. Me convirtieron en vampiro bajo tu protección. Mi propio padre me disparó en el pecho. Tal vez si siguiera siendo humana todo esto no habría pasado, ¿no? Nunca habría tenido a este bebé.
—La lucha con nuestra tía Raven a durado siglos. Llegó un momento en el que mis hermanos me necesitaron. Tuve que irme. Una parte de mi se arrepiente, pero si no hubiera estado con ellos, habrían muerto—le explica—Cuando volví tú ya te habías ido.
—¿Y mi madre?
—No lo sé. Desapareció.
Arielle frunce el ceño, observándola con detenimiento. "Desapareció" ¿Así sin más? Eso no tenía ningún sentido.
—Frenasteis a vuestra tía entonces, ¿cómo despertó más de un siglo después? ¿por qué no la matasteis?
—Ella es la única que conoce el paradero de nuestro hermano pequeño—le explica Juliette, atrayendo su atención hacia ella—Queremos encontrarle.
—Está bien—suspira, sopesando su siguiente pregunta—Entonces... ¿no la matareis? Aunque venga aquí ahora mismo.
—No. Lo hemos hablado. Y si es necesario lo haremos. Ya ha matado a demasiada gente, a varios de nuestros hermanos, y ahora quiere hacerte daño a ti y a ese bebé. Si viene a por ti, la mataremos—le asegura—
Arielle asiente, bajando la mirada hasta la taza de té en sus manos. Aún tenía muchas preguntas, pero no sabía bien por dónde empezar.
—Vuestros hermanos... ¿hay alguno que aún siga vivo?—pregunta, interesada—
—La vi matar a Jakeem delante de mi. Mató a Nicholas en una pelea que tuvo contra él y Olivia. No sé nada de Sienna, Eloise y Parker, desparecieron hace siglos, pero Olivia debería seguir con vida. Ella es la más fuerte de todos nosotros.
—¿Cómo es que nadie sabe de vosotros? Tenéis siglos de vida y ni siquiera Elijah, Rebekah y Klaus os conocen. Yo solo sé de vosotras porque Raven se interesó en mi. Kol, Rachel, son los únicos que conocían vuestro apellido.
—Nos escondimos—señala Amelia con obviedad—Brujos poderosos. Eso siempre es una amenaza. No queríamos tener nada que ver con la lucha entre lobos, vampiros y brujos.
—Kol y Rachel sabían todas esas cosas porque que yo se las conté—admite Juliette, atrayendo la atención de ambas—A él le conocí aquí, en Nueva Orleans. Fue listo al investigarme. Averiguo muchas cosas antes de que yo le contara la historia de la familia. Y Rachel... fue mi mensajera. Necesitaba que supieras lo que podía pasarte.
—¿Y ahora qué? ¿Queréis formar parte en la lucha de especies?—les pregunta, sus ojos viajando de una de las hermanas hacia la otra—
—No. Pero confiamos en ti y en la información que les darás a los Mikaelson. Queremos ayudarte, Arielle, a ti y al bebé.
Al volver a la mansión, Arielle se sorprendió al encontrarse con Hayley. Ella estaba sentada en las escaleras de la entrada, brazos cruzados sobre sus piernas y su cabeza apoyada en ellos. Confusa, la rubia se acercó a ella.
—¿Qué a pasado? ¿Elijah está bien?—inquiere, preocupada—
—No pensé que te importara—responde con frialdad. Arielle inclina su cabeza, soltando un pequeño bufido. Hayley suspira—Él está bien. Acabamos de volver.
Arielle asiente.
—Elijah me importa—le asegura. Hayley levanta su mirada hacia ella—No estoy de acuerdo con lo que Nik le hizo, pero tampoco estoy de acuerdo con que vosotros creyerais las palabras de Tyler sin dudarlo ni un instante.
—Solo pretendía protegerte a ti y al bebé, Arielle—se defiende—
—Lo sé. No estoy enfadada, Hayley. Aprecio tu preocupación, tu amistad. Pero no podía ponerme de vuestro lado.
Hayley asiente levemente. Arielle le dedica una pequeña sonrisa comprensiva.
—Nos vamos—declara Klaus, saliendo de la casa—Y tú te vienes con nosotros, lobita.
—¿Por qué iba a irme contigo?—cuestiona Hayley con incredulidad—
Klaus se da la vuelta para mirarla.
—Porque Arielle se preocupa por ti. Y ella y el bebé son lo único que me importa en este mundo—le responde—Puedes plantarme cara si quieres, pero perderás.
Klaus abre la puerta del copiloto del coche mientras Hayley comparte una mirada con Arielle.
—Si vienes podré ayudarte con tu familia—le asegura Arielle entonces—
Hayley suspira con pesadez, barajando sus opciones.
—Está bien—acepta, poniéndose en pie—
Arielle tuerce sus labios con duda. No estaba segura de que obligarla a ir con ellos fuera su mejor idea. Pero intento ocultar esa duda mientras se subía al asiento del copiloto.
—¿Sigues enfadada?—cuestiona Klaus al tenerla a su lado—
—Digamos que lo he superado. A demás, ahora mismo tengo otras cosas en las que pensar.
Klaus asiente, observándola con detenimiento.
—¿Estás bien?—inquiere entonces, preocupado—
—Ahora si—le asegura dedicándole una pequeña sonrisa que él rápidamente le devuelve—Has derrocado a Marcel, ¿cierto?
—Si. Y he recuperado mi casa.
—Eso he oído—suspira. Klaus frunce el ceño, confuso—Juliette se entera de casi todo lo que pasa en El Barrio Francés.
—Confías en ella—observa. Arielle asiente—
—Lo hago, si. Pero no tanto como confío en ti, si es eso lo que te preocupa.
—Por favor, ¿podéis dejaros de cursilerías?—Hayley interrumpe su conversación desde los asientos traseros del coche, claramente irritada—
Klaus suspira con pesadez y cierra la puerta del copiloto. Da la vuelta al coche y se coloca en el asiento del conductor. Arranca el vehículo y pone rumbo a su casa. El complejo Mikaelson situado en El Barrio Francés de Nueva Orleans.
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