IX. Lost Boys


CAPÍTULO NUEVE
CHICOS PERDIDOS

"Whatever it takes. Because I love the adrenaline in my veins. I do whatever it takes because I love how it feels when I break the chains. Whatever it takes"


La habitación de Elijah se encontraba en silencio la mayoría del tiempo. Olivia a veces le oía quejarse en sueños, murmurar nombres y palabras, pero nada coherente. Ella intentaba entrar en su cabeza, clamar su mente con hechizos. Eso la agotaba. Si ya era difícil hacer eso con un vampiro normal, con un original implicaba usar aún más poder.

—¿Por qué no está despierto aún?—la voz de Klaus la obligó a abrir los ojos de par en par—

Apartando su mano de la frente de Elijah, Olivia se acomodó sentada a su lado mientras Klaus se acercaba a la cama.

—No es una tarea tan fácil como piensas—declara en respuesta—Creo que Esther le ha dormido con un hechizo más fuerte. Tal vez con ayuda de una flor. Una orquídea...

—Merlock—completa el hibrido, sorprendiéndola—

—Si. Exacto—asiente, confusa—¿Cómo...?

—Mi madre la usaba para dormir a Mikael—explica—

—Entonces sabras donde encontrarla—asume, esperanzada—

—No.

—Necesito otra para despertarle.

—Si Esther las ha conseguido significa que crecer cerca del pantano—señala, pensativo—Encontrare la flor. Tú no te separes de él.

—¿Ahora soy una niñera?—se queja, poniéndose en pie, molesta—

Klaus frena sus paso, girándose hacia ella.

—¿No lo has sido siempre?

—Si quieres que cuide de tu hermano te sugiero que no me hables así—Olivia se cruza de brazos, observándole con seriedad—

—Creo que cuidarías de él aunque no te lo pidiera—admite, inclinando su cabeza—

Olivia se mantiene en silencio, dedicándole una mala mirada. Klaus sonríe ante la falta de una respuesta por su parte.

—Sabía que nos entenderíamos—sonríe victorioso—

—Te odio, ¿lo sabías?—se queja ella entonces—

—Tú tampoco eres mi persona favorita—le asegura—Pero supongo que tendremos que aprender a soportarnos.

—Supongo—se encoge de hombros, volviendo a posar su preocupada mirada en Elijah—


—¿Dónde está tu alpha?—cuestiona Marcel, observando a Hayley y a Aiden, quienes se encontraban ahora en el loft, junto a Arielle—

—No está disponible—responde Hayley—

—¿Por eso traéis al equipo junior?—cuestiona con diversión—Empiezo a cansarme de que uséis mi casa como guarida para lobos insumisos.

—Tiene su explicación—asegura Arielle, sentándose en el sofá frente al sillón donde él se encontraba —Es que hoy queremos ir a por Finn Mikaelson. Y teniendo en cuenta cómo trató a tus vampiros, pensamos que querrías un baño de sangre.

—Soy todo oídos—asegura, cerrando el libro en sus manos para prestarle completa atención—

Arielle sonríe victoriosa, mientras Hayley y Aiden se sientan junto a ella.

—Bueno, no va a ser fácil—asegura Aiden en un suspiro—Está rodeado de una manada de lobos forzudos. Y no tiene ninguna debilidad.

—De hecho, la tiene. Y la tengo en marcación rápida—les informa Marcel con una sonrisa, sacando su teléfono móvil del bolsillo trasero de sus pantalones—Siente algo por Cami.

—No quiero a Cami involucrada. Y si le pasa algo, Davina se enfurecerá—señala Arielle—

—Bueno, Davina no está aquí. Y a Cami no le gusta que nadie le diga qué puede hacer o qué no puede hacer—declara, marcando su teléfono—Como alguien que yo me conozco.

Sonríe hacia ella.


Klaus caminaba por los bosques que rodeaban el pantano, decidido a encontrar la orquídea necesaria para despertar a su hermano, hasta que la presencia de otra persona siguiendo sus pasos le hizo frenar en seco. Usando su velocidad vampírica, se acerca a su espía, sujetándole del cuello contra un árbol, dándose cuenta entonces de que se trataba de Ansel, su verdadero padre.

—Deja ya de seguirme—le ordena, enfadado—No tengo intención de aceptar la oferta de Esther y ningún deseo de ser mortal otra vez. Desaparece de mi vida. Tengo prisa por ayudar a mi familia.

Se separa él, continuando con su camino.

—Necesitas la orquídea Merlock—habla Ansel, haciendo que Klaus frene sus pasos de nuevo—

—¿Cómo lo sabes?—cuestiona, dándose la vuelta para mirarle—

—Te vi llevar a Elijah a casa la otra noche—responde—¿Quién crees que le buscaba la orquídea a tu madre para dormir a Mikael? Sin mi ayuda, jamás la encontrarás.

—Mi madre te trajo de entre los muertos. Mi sentido de la estrategia me dice que no lo ha hecho para jugar al escondite—declara, reanudando sus pasos—

—Puedes irte echando chispas si quieres. Pero te sugiero que vayas hacia el oeste.


—Cami dijo que Vincent quería quedar en la sala de conciertos—señala Aiden, colocando un mapa de la ciudad sobre mesa—Pero no irá solo. Habrá lobos apostados aquí y aquí.

—¿Tendremos este callejón abierto?—inquiere Marcel, señalando el mapa. Aiden asiente—

—Genial—celebra Arielle, mirando al vampiro—Te espero allí y le arranco la cabeza a Vincent.

—No, poseerá otro cuerpo—señala él—

—Nada de arrancar cabezas—declara Camille, entrando al loft con una caja en sus manos—Le costará contestar a nuestras preguntas sin ella.

Deposita la caja sobre la mesa para que todos puedan ver el interior de esta.

—¡Estupendo!—exclama Josh con sarcasmo—Una caja llena de trastos viejos. ¡Estamos salvados!

Aiden y Arielle sonríen ante su comentario.

—Son objetos oscuros que mi tío me dejó—aclara la humana—Los he catalogado según las notas de Kieran. Por lo que sé, se pueden usar especialmente contra brujas.

—¡Que guay!—sonríe Arielle, observando como Marcel sacaba unos grilletes del interior de la caja—

—Me acuerdo de esto—comenta Marcel, observando los grilletes con atención—Hace 100 años, la facción humana libró una guerra contra las reinas de vudú. Hicieron que una traidora hechizara estos grilletes. Juliette la mató por eso. Si se los pones a un brujo, perderá todo su poder.

—Vale. Pero no podremos ponérselos si está rodeado de un séquito de lobos—señala Josh—

—Habrá que alejarle. Yo me encargo—declara Aiden—

—Cami, si lo hacemos así, serás el anzuelo—señala Hayley, mirando a la rubia con preocupación—¿Estas segura de que quieres hacerlo?

La chica la mira a los ojos antes de posar su mirada en cada uno de los presentes en el loft.

—Que sea convincente—les pide en respuesta—El tío es muy listo.


—Mil años separados y prefieres no soltar ni una palabra—se queja Ansel, siguiendo los pasos de Klaus—Seguro que tienes preguntas que hacerme.

—Solo una—suspira Klaus, cansado de oírle—¿Hay alguna manera de salvar a Elijah sin aguantar los desvaríos sin sentido de un viejo?

—Me temo que el precio de mi experiencia es la conversación—le contesta, colocándose a su lado—

Continúa caminando, pero las palabras de su hijo le obligan a frenar.

—Solía decirme a mi mismo que mi verdadero padre no sabía de mi existencia—admite Klaus—Si no, no me hubiera dejado sufrir por culpa de Mikael.

—Esther me prohibió verte. Así que esperé, sabiendo que un día activarais la maldición y necesitarais a tu padre—le explica Ansel, dándose la vuelta para mirarle—Cuando eso pasó, Mikael ya me había encontrado. Luché con él por ti.

—Si, ya. Pero tu confesión llega unos cuantos años tarde—se queja—

—Puedes bromear, pero sé que siempre tuviste un vacío en tu vida—asegura, provocando que Klaus aparte su mirada él—Te vigilé desde el más allá durante siglos. Has viajado a todos los rincones del mundo. Te diste banquetes con la sangre de los hombres más extraordinarios de la historia. Pero nunca encontraste paz interior. Los únicos momentos de alegría en tu vida, aunque breves, fueron los pequeños placeres—una pequeña sonrisa aparece en sus labios al recordarlos—Como cuando escalaste el Himalaya, cuando adiestraste a tus caballos o esos días tranquilos enseñándole Shakespeare a ese chico.

—Para—murmura Klaus, molesto—

—Te vi pintar. Te vi enamorarte de Arielle, la persona que más feliz te ha hecho en este mundo. Te vi sentir las patadas de tu hija antes de nacer...

—¡He dicho que pares!—exclama, sujetándole del cuello de la camisa con enfado—¿Un milenio observándome? ¿Tenías los ojos cerrados cuando asesiné a pueblos enteros? ¿Cuando me alimenté de miles de vidas inocentes? Porque seamos sinceros, tengo la tendencia de jugar con la comida.

Ansel le observa en silencio. Klaus se coloca a escasos centímetros de él, apretando su mandíbula.

—¿He hecho que te sientas orgulloso, padre?

Le mira a los ojos durante unos segundos antes de reanudar sus pasos, golpeando su hombro contra el suyo al pasar a su lado. Ansel toma una bocanada de aire antes de seguirle.


Kol le había mentido a su madre antes para sus propios intereses, pero ahora lo hacía con aún más convencimiento de que su plan conseguiría seguir adelante. Estaba enfadado. Con ella, por pensar que podría manejarle. Con Finn por seguirla sin cuestionarla. Y con Klaus, por todos los años encerrado en un ataúd.

—¿Qué quería tu madre de ti?—Davina aparece a su lado, sacándole de sus pensamientos—

—Quiere que te quite la estaca de roble blanco que guardas en tu bolso y que se la entregue para que no puedas matar a Klaus antes de que reúna a su gran familia feliz—responde, jugando con un cuchillo entre sus manos—

—¿Por eso me has dicho que venga?—inquiere ella, elevando sus cejas—

—No soy la marioneta de mi madre—asegura, poniéndose en pie—Quiero algo completamente diferente. Quiero tu sangre.

Sus palabras asustan a la joven, obligándola a dar un paso atrás con desconfianza.

—Tranquila, cariño. No voy a quitártela—le asegura él con rapidez—Te la estoy pidiendo amablemente.

—Claro, sangraré para ti sin explicación alguna—asiente, sarcásticamente. Kol sonríe ante su respuesta—

—Hará unos mil años, solía jugar en esta tumba—señala hacia su derecha—Las brujas que conocí practicaban aquí todo tipo de magia. Hasta que cabree a la más guapa de toda, como suelo hacer, y me bloqueo la entrada.

—¿Por qué necesitas mi sangre?—cuestiona, confusa—

—Su nombre era Mary Alice Claire—le explica—Solo una bruja Claire o Bluemoon puede abrir esta tumba. Y no veo a ninguna Bluemoon por aquí.

Davina frunce el ceño, observando el cuchillo que él extiende hacia ella. No sabía exactamente por qué confiaba tanto en él, pero Davina decidió hacerle caso y ayudarle. Una vez abierta la tumba, Davina se encontró con una gran sala llena de objetos.

—¿De dónde sacaste todo esto?—inquiere, asombrada—

—Era vampiro, conseguía lo que quería—Kol se encoge de hombros—Pero no podía practicar la brujería. Así que me hice amigo de algunas brujas y les enseñé un tipo de magia que aprendí de otra bruja en Viena. Hicimos objetos que permitían usar magia sin hacer magia.

Se acerca a una de las estanterías, agarrando una caja entre sus manos.

—Les enseñaste a hacer objetos oscuros.

—Si—afirma, abriendo la caja—Durante un tiempo estuvieron esparcidos por toda la ciudad. Por más que quisiera, no sé dónde están ahora. Pero tengo el único que cuenta.

—¿Qué es?—inquiere Davina, acercándose a él—

—No se trata de qué es. Sino de lo que podría ser—le aclara, agarrando la daga guardada en su interior—Quieres acabar con Klaus, ¿verdad? Hace años que ansío algo. Clavarle una daga en el corazón como él hizo conmigo tantas veces.

—Esas dagas no funcionan con Klaus—señala—

—Eres lista—admite con una sonrisa—Pero con un poco de práctica y algo de fe, haremos que esta funcione. Le meteremos en un ataúd. Y como no estará muerto del todo, tus amigos estarán a salvo. ¿Qué me dices?


El plan comenzó con la llegada de Camille al callejón que ellos le habían indicado. Una vez allí el plan era que Hayley la mordiera y escapara antes de que Finn consiguiera atacarla. Desde la azotea del edifico, Hayley silbo para llamar la atención del brujo, acto que Arielle aprovechó para llevarse a Camille de allí y dirigirse a la Iglesia de Saint Anne, lugar donde las esperan Aiden y Josh.

Camille era el cebo, ahora Finn solo tenía que morder el anzuelo e ir en su búsqueda. Lo cual parecía ir acorde al plan, pues cuando Arielle y Camille se adentraron en la iglesia, el brujo ya había llamando a Aiden para pedirle explicaciones sobre aquel ataque.

—¡La mordió uno de tus lobos! ¡¿Quién incumplió las órdenes?!—exige saber a través del teléfono—

—Tomare medidas y lo averiguaré—le asegura Aiden en respuesta, compartiendo una mirada con Arielle—

—En breve sabré dónde está Camille—declara Finn—Nos vemos allí. Ven solo. Porque tus lobos no son de fiar.

Aiden asiente, guardando su teléfono cuando Finn cuelga la llamada. Sus ojos dedicándoles una mirada victoriosa a ambas rubias.

—Se lo ha tragado—sonríe—El hechizo de seguimiento le traerá hasta aquí. Sin su temida escolta.

Arielle asiente, mordiendo su muñeca para llenar una copa con su sangre.

—Creí que sentir los labios de una mujer sería algo más erotico—admite Camille, observándola mientras recordaba el ataque de Hayley, quien aparece entonces en la iglesia—

—Sanarás enseguida—asegura Arielle, entregándole la copa con su sangre—Apaguemos las luces.

Josh y Aiden asienten.

—Vamos a ir al infierno por esto—murmura Aiden hacia el vampiro—

—Ya te acostumbras—le asegura Josh, dedicándole una pequeña sonrisa—Oye, sé que esto no es un plan ideal para un viernes por la noche. Seguro que preferirías hacer flexiones o... tomarte unas birras con tus colegas.

—Tampoco está tan mal—asegura, devolviéndole la sonrisa—

Cami suspira, sentándose en las escaleras del altar tras tomarse la sangre de Arielle.

—A ver, decidme cuál es el plan otra vez—pide, mirando a Hayley y a Arielle—

—Aiden le llevara al altar y entonces le atacaremos—responde Hayley—Es muy poderoso, así que tendremos poco tiempo para ponerle los grilletes.

Cami asiente, observando la vacía iglesia.

—¿Dónde está Marcel?—cuestiona entonces, confusa—

—Ha ido a buscar a Davina—responde Arielle—Le han dicho que ha vuelto a la ciudad.

—Cosas de padres sobreprotectores—suspira con diversión—

—Si hacer de Kol Mikaelson mil pedacitos te parece cosa de padre sobreprotector entonces, si. Eso es.


Ya era de noche y Klaus aún continuaba en el bosque junto a Ansel, quien se encontraba preparando las orquídeas bajo su atenta mirada. Se encontraban sentados en un claro del bosque, con una pequeña hoguera separándoles.

—Siempre pensé que un cuchillo servía para otras cosas—admite Klaus al verle cortar las flores con su machete—

—Mikael te enseño a matar, Klaus, pero naciste para crear—la segura Ansel, dedicándole una rápida mirada—El poder reside en aceptar tu naturaleza.

—Crees que debería aceptar la oferta de mi madre—asume ante sus palabras—Sacrificar mi vampirismo. Y después, ¿qué? ¿Me hago florista?

Ansel sonríe ante su respuesta.

—No sacrificarías nada—le asegura—Como lobo, serías rey de toda una especie. Encontrarais la paz. Serías un padre mejor.

Klaus eleva la mirada al escucharle decir esas últimas palabras.

—He dejado de ser padre—le recuerda, poniéndose en pie—

—En nuestra forma animal, sentimos con mayor intensidad—declara Ansel, observándole con detenimiento—Antes, después de cada luna llena, me despertaba más cerca de tu aldea. Me atraías durante la noche—le explica—Desde que he vuelto, cuando me trasformo me despierto más lejos de Nueva Orleans. Reconozco la llamada de mi sangre, Klaus.

Klaus le escucha con atención, dándose la vuelta para mirarle.

—Sé que tu hija y la de Arielle está viva—declara Ansel con firmeza, mirándole a los ojos—

Klaus se mantiene en silencio, observándole. Tras unos segundos, Ansel se pone en pie, acercándose a él.

—Esto ayudará a Elijah—declara, entregándole las flores—

—Ansel—le llama, atrayendo su atención—Mentiría si dijera que no me atrae tu oferta. Nunca he visto a mis padres como una fuerza benevolente. Creo que me hubiera encantado ser tu hijo. Pero han elegido otro camino para mi. Y durante los últimos mil años he sido hijo de Mikael. Paranoico, vengativo. Y con suficiente poder para proteger a mi hija.

—Quiero ayudarte a defenderla—le asegura Ansel, mirándole a los ojos y colocando su mano sobre el hombro de su hijo—

—Te creo—asegura con lágrimas en los ojos—Pero Esther le da la vuelta al amor. Intentará utilizar todas tus buenas intenciones para llegar hasta mi pequeña—sujeta su mano, mirándole a los ojos—Has esperado demasiado para venir a buscarme.

Se separa de él, pasando por su lado y dándole la espalda.

—No cometeré el mismo error con Hope—asegura, agarrando su machete en sus manos—

—No—niega Ansel al ver las intenciones de su hijo—No, Klaus. Te conozco. Tú no eres capaz de hacerlo.

—Es la primera mentira que me has dicho—admite el hibrido con los ojos cristalizados—

Entonces proporciona un corte contra él.  La sangre comienza a abandonar el cuerpo de Ansel a través de la herida en su pecho. Klaus lo hacía por su hija. Lo hacía por la protección de Hope. Sacrificando así su mayor deseo, tener un padre que le quisiera.

Ansel se desangra, pero Klaus se acerca a él, abrazándole con fuerza mientras las lágrimas resbalan por sus mejillas.


Finn era listo, supo que algo iba mal, así que ataco a Aiden, dejándole inconsciente y lanzándole a través de la iglesia. Josh corrió hacia él, preocupado. Con su magia, Finn enciende todas las velas de la iglesia y con un simple movimiento de muñeca le rompe el cuello a Josh.

—¡Camille!—exclama—¡Camille!

En ese momento Hayley se lanza contra él, dispuesta a pelear, pero ambos caen al suelo.

—Primero te vamos a dar una paliza—declara Hayley, poniéndose en pie—Y después voy a recuperar a mi manada.

—¿Tu manada?—cuestiona, incrédulo—La última vez que lo comprobé, tu manada me seguía ciegamente.

—¿Quieres hablar de seguidores?—cuestiona Arielle, apareciendo frente a él—¿A qué saben las botas de tu madre?

Le pega una patada en el pecho, lanzándole otra vez contra el suelo.

—¿Qué le habéis hecho a Cami?—exige saber—

Arielle se encoge de hombros para provocarle, lo cual funciona, pues Finn usa su magia para alejarlas de él.

—Los híbridos mueren si pierden la cabeza o el corazón—habla, levantándose del suelo—Puestos a elegir, voy a mataros a las dos quitándoos el órgano que os metió en este lío desde el primer momento.

Arielle y Hayley intentan defenderse, pero él comienza a pronunciar un hechizo que las paraliza de dolor. Sentían como sus respiraciones se detenían. Sus corazones siendo poco a poco atraídos por la magia de Finn fuera de sus cuerpos. Antes de que eso pasara, dos flechas se clavaron en el pecho y una de las piernas del brujo, interrumpiendo su hechizo.

Ander y Jackson aparecieron entonces, con sus arcos apuntando hacia él. Camille aparece entonces, aprovechándose de la debilidad de Finn para colocarle los grilletes. Él intenta usar su magia para defenderse, pero estos se lo impiden.

—Tú me habrías hecho lo mismo, Finn—declara Camille, observándole con seriedad—

—¿Estáis bien?—cuestionan Ander y Jackson al llegar junto a Arielle y Hayley—

—Sentimos haber tardado—se disculpa Jackson—

—En realidad, habéis llegado justo a tiempo—asegura Hayley—


Cuando Klaus volvió al complejo con la flor correspondiente para despertar a Elijah, Olivia decidió dejarle a solas para que él pudiera hacerlo en privacidad. Unos minutos después de verle abandonar la habitación, Olivia decidió entrar de nuevo. Elijah se encontraba frente a un espejo, dándole la espalda, colocándose su traje con sumo cuidado.

Olivia no sabía qué hacer ni qué decir. Extrañamente se encontraba nerviosa, tanto que sus ojos solo podían recorrer la habitación sin conseguir posarse en él.

—¿Te vas a quedar ahí en silencio?—su voz la obligó a levantar la mirada hasta encontrase con la suya a través del espejo—

—Lo siento—se disculpa, sintiendo un nudo en su garganta—

Elijah frunce el ceño, observándola con atención antes de darse la vuelta hacia ella lentamente.

—¿Por qué?—inquiere, confuso—No fue tu culpa.

—Tú dijiste que no me preocupara por luchar, que tú lo harías por mi. Y pensé, aunque no lo dije, que si necesitabas ayuda para defenderte de cualquier bruja, yo lo haría por ti. Pero no estaba ahí.

—Ayudaste a Arielle a salvar a unos niños—señala, caminando hacia ella—No es tu culpa. Y mi madre y mi hermano son muy poderosos. No esperaría...

—Yo también lo soy—asegura, interrumpiéndole—

—Te creo. Pero tú misma dijiste que ahora mismo estás muy débil—acercándose más a ella—Te habrían matado, Olivia. Yo me alegro de que no estuvieras allí.

Tras unos segundos, intentando entender y asimilar sus palabras, con el nudo aún en su garganta, Olivia asiente.

Antes de poder decir nada más, Klaus se adentra en la habitación, interrumpiendo su conversación.

—¿Cómo te encuentras?—cuestiona, mirando a su hermano—

Elijah aleja entonces su mirada de Olivia, posándola en él.

—Lo peor ya ha pasado—asegura, tras asentir—Aunque sospecho que las pesadillas tardarán en acabarse.

—Recupera tus fuerzas—le anima Klaus—Después del mensaje que le he mandado a madre, espero que el infierno caiga sobre nosotros en cualquier momento—su mirada viaja entonces hacia Olivia—Espero que estes preparada para luchar, brujita.

—No soy una niña—se queja, dedicándole una mala mirada. Klaus sonríe con arrogancia—

Elijah carraspea, atrayendo la atención de ambos hacia él.

—Tenemos que hacer algo antes de que ella golpee—declara, mirando a su hermano—

—Bueno, algo hemos hecho mientras dormías—habla Arielle, adentrándose a la habitación—Por cierto, me alegro de verte de pie.

Los tres posan su mirada en ella.

—Hayley y Marcel me han ayudado a dejaros un regalo en la sala de baile. De nada.

Klaus y Elijah comparten una mirada confusa antes de seguirla hasta la sala.

—De nada—murmuran Hayley y Marcel cuando ambos pasan por su lado—

Olivia suspira al quedarse a solas con ellos dos, mientras que Klaus y Elijah se adentran en la sala de baile después de que Arielle les abra las puertas de par en par.  Allí les esperaban Kol y Finn, atados a las escaleras con los grilletes que les impedían usar su magia.

—Un secuestro—se queja Kol—Qué manera tan desagradable de empezar una reunión familiar.

—Pues espera a ver cómo termina—sonríe Klaus—

Kol y Finn le miran seriamente antes de posar sus miradas en Arielle, quien se encontraba tras Elijah.

—Me parece que te subestimamos, Arielle Salvatore—comenta Kol con una pequeña sonrisa—

Klaus y Elijah siguen las miradas de sus hermanos hasta la chica, quien se cruza de brazos y eleva la cabeza con una sonrisa llena de orgullo.




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