II. Dangerous Woman


CAPÍTULO DOS
MUJER PELIGROSA

"I'll tell you something right now, I'd rather burn my whole life down than listen to one more second of all this bitching and moaning"


Nueva Orleans, LA

—¿Estás en Nueva Orleans?—Damon frunce el ceño con confusión al oír las palabras de su amigo—

—Si, la he seguido hasta aquí. Dibujó una Flor de Lis en el último ataque que realizó en una carretera de Pittsburgh—le explica Enzo a través del teléfono mientras camina por las calles de la ciudad—

—Bien, vale. Estaré allí lo más rápido que pueda—le informa—Tú encuéntrala y dale el estupido collar. Eso la traerá de vuelta.

—Vaya, gracias por el consejo—suspira Enzo con sarcasmo—Como si no lo hubiera pensado yo antes.

—Bueno, siento dudar de tu inteligencia, pero es mi hermana de quien estamos hablando.

—Y porque es tu hermana y mi mejor amiga no la cagare para traerla de vuelta—le asegura—Cuando llegues a la ciudad, avísame.

—Si, vale—responde, terminando la llamada—

Guardando su teléfono en su chaqueta, Enzo continúa con su camino por las calles de Nueva Orleans, hasta que sus ojos conectan con los de Arielle. La chica se encontraba a unos metros de él, apoyada en una pared con los brazos cruzados y una sonrisa en su rostro.

—Te expones demasiado, ¿no crees?—comenta al llegar a su lado—

—No me importa—se encoge de hombros—Además, lo mismo digo. ¿Qué tal Damon? A decidido quedarse en Europa para siempre y no molestar más.

—Pues no, está en Mystic Falls.

—Por supuesto, la ciudad que han cerrado por incendios en unas minas—suspira, recordando la noticia que había leído en internet—¿Se supone que debo creérmelo?

—Bueno, tenían que mantener a la gente a salvo—le explica—

—Yo habría matado a todos los habitantes para que los nuevos hijos de Lily y ella no tuvieran nada que comer—admite con una sonrisa—O les habría matado a ellos directamente. Eso también habría funcionado.

Enzo suspira, viendo como se da la vuelta y comienza a alejarse de él.

—Tengo algo que darte—le informa, caminando a su lado—

—¿Es un intento para traerme de vuelta?—cuestiona, elevando sus cejas—Porque, alerta spoiler, no funcionará.

—Bien, vale, hagamos un trato—propone, colocándose frente a ella—Yo te acompaño ha hacer lo que quieras. No te juzgo, no te lo impido y, cuando terminemos, me dejas darte lo que tengo para ti.

—No tengo porque hacer tratos contigo, Enzo. Haré lo que quiera de igual forma.

—Si, pero estoy seguro de que prefieres tratar conmigo y no con tus hermanos. Los cuales, por cierto, están de camino—señala. Arielle rueda los ojos en respuesta—Aunque, claro, siempre puedo hacer una llamada y decirles que no hace falta que vengan.

—Bien—acepta, estirando su mano hacia él—Trato.

Enzo sonríe, estrechándole la mano.




Phoenix, AZ
1874

Lexi llevaba siguiendo a Arielle Salvatore por todo el país durante los últimos tres meses. La chica no conocía a la mediana de los Salvatore en profundidad. La había visto una vez años atrás y Stefan hablaba mucho de ella, pero eso era todo lo que conocía de la rubia. Ahora, a petición de su amigo, Lexi debía encontrar a la rubia y devolverle la humanidad.

Se sorprendió al ver que Arielle era una mezcla muy clara de sus dos hermanos. Ella cazaba de noche, algo que Stefan también hacia, ademas mataba a todas sus víctimas y dejaba pistas, como si se tratara de un ritual. Lo bueno de esas pistas era que informaban a Lexi de la siguiente parada de la mediana de los Salvatore. Estaba claro que Arielle jugaba con las personas que intentaban encontrarla y traerla de vuelta, algo más típico de Damon.

—Alexia Branson.

Arielle abordó a la chica antes de que ella pudiera encantarla. Dándose la vuelta, Lexi se encuentra con ella.

—La mejor amiga de mi hermanito—añade—¿Te ha enviado de viaje de trabajo? ¿Es un jefe mandón, no es cierto? Deberías mandarle a mierda.

—Muy adecuado—suspira Lexi, sorprendida por la actitud tan altanera de la rubia en una época en la que las mujeres debían permanecer calladas—Pero no me ha envidiado. He venido porque he querido.

—Por favor, ¿no me conoces y llevas siguiéndome tres meses por puro gusto?—eleva sus cejas con incredulidad—Entonces creó que debes buscarte nuevas formas de pasar tu eterna vida de vampiro.

—Tienes razón—admite, entendiendo más la personalidad de la chica Salvatore—No me vendría mal una amiga.

Los ojos de Arielle parecieron iluminarse ante su confesión. Fue como un destello de alegría atravesando aquella barrera sin emociones. Apenas duró un segundo, pero Lexi entendió entonces cómo podría devolverle su humanidad.

—Oh, entonces divirtámonos—Arielle se acerca a ella con una sonrisa en sus labios—Ven, tengo una casa donde he hipnotizado a toda la familia para que sean mis bolsas de sangre. Nos divertiremos. Hay un par de chicos muy guapos.




Nueva Orleans, LA
Actualmente

Ver a Arielle bailar con chicos cualquiera no era lo que Enzo consideraba diversión. Sentía ganas de matar a todos los que se acercaban a ella, la tocaban o simplemente se limitaban a mirarla con deseo. Y es que para él, Arielle era como una hermana a la que tenía que proteger. Aunque el tenía más control que Damon. Estaba seguro de que si su amigo estuviera en ese bar, ya no quedaría nadie con vida.

—Muy bien, ya me he cansado—suspira, dejando su copa vacía en la barra para acercarse a ella—

Sujeta al chico que toquetea a su amiga y le mira a los ojos con seriedad.

—Largo de aquí—declara, usando la compulsión—No nos conoces, no nos has visto nunca. Solo has venido de fiesta y estás muy cansado. Adiós.

El chico asiente algo aturdido, despidiéndose con un movimiento de su mano antes de alejarse de ellos.

—Eres un aguafiestas—se queja Arielle mientras continúa bailando—

—Hemos hecho todo lo que has querido y no he dicho nada. Pero estoy cansado, te toca cumplir tu parte de trato—declara, apretando su mandíbula con molestia—

—Oh, vamos, diviértete un poco—suplica, acercándose a él—

—No te lo tomes como un rechazo, preciosa, pero tienes novio—señala, sujetándola de los hombros para separarla de su cuerpo—Uno inmortal que puede matarme. Además, tenemos otros problemas.

—¿Qué problemas?—frunce el ceño, dejando de bailar—

—Los vampiros de este barrio creen que los asesinatos que se están produciendo son obra tuya.

—¿Qué?—Arielle abre sus ojos de par en par, incrédula y confusa—No he matado a nadie desde que he vuelto a la ciudad. Estoy sin humanidad, pero eso no me hace tonta.

—¿Qué quieres que te diga?—inquiere, sujetándola del brazo y guiándola hacia la puerta de bar—Eh, espera. ¿Adónde vas?

Observa a Arielle con confusión cuando esta se suelta de su agarre, alejándose de él.

—A arreglar esto—declara con obviedad, girando en el primer callejón. Enzo la sigue con rapidez—El problema es que necesito hacerlo sola, así que...

Se da la vuelta para mirarle y con un simple y rápido movimiento de su mano derecha le rompe el cuello sin siquiera tocarle. El cuerpo de Enzo cae al suelo inconsciente dejando que Arielle se aleje de allí sin nadie más que la frenara.


Lucien Castel era un viejo amigo de Klaus. Pero eso no hacía que su visita alegrara al hibrido. Todo en lo que Klaus podía pensar aquella noche en la exposición de sus cuadros era en Arielle. Tal vez porque era la persona más retratada en su obra. Tampoco podía dejar de pensar en Hayley. Aquella noche era luna llena y como habían hecho los últimos meses, Elijah y Olivia irían a verla al pantano para llevarle a Hope.

—Oh Kol. Kol era un maldito chiflado. Me encantaba—admite Lucien, sacándole de sus pensamientos—Pero Finn... Finn era genial, siempre y cuando no tuvieras que hablar con él.

Klaus ríe levemente ante las palabras de su amigo.

—¿Has hablando con ella?—le pregunta entonces, tras unos segundos de silencio—

—¿Con quién?—Lucien le mira con confusión. Klaus eleva las cejas con obviedad—Te refieres a "ella". Como bien sabes, Aurora y yo nos separamos hace siglos.

Klaus asiente, dispuesto a responderle, pero algo llama su atención. Arielle se encontraba entrando en la exposición, y parecía buscarle con la mirada.

—¿Una copa?—una camarera se acerca a Arielle, quien la observa con frialdad—

—Si no te largas tú serás mi copa—le responde, cruzándose de brazos—

Klaus la observa con atención durante unos segundos, frustrado porque aún siguiera con su humanidad apagada. Aún así, después de tanto tiempo sin verla, él aún se veía hipnotizado por su belleza.

Volviendo a la realidad, sus ojos se posan en su amigo.

—Por favor, discúlpame—le pide a Lucien—Tengo que hablar con alguien.

—¿Alguien apetecible?—cuestiona, siguiéndole con la mirada—

—Quédate aquí—le pide—Y procura comportarte.

—Descuida—Lucien sonríe, aunque se encontraba algo confuso por la actitud de su amigo—

Klaus se da la vuelta, alejándose de él.

—Supongo que más vale tarde que nunca, pero lo cierto es que me alegro de verte—habla, acercándose a Arielle, quien se gira para mirarle con los brazos cruzados delante de su pecho—

—Si estoy aquí es porque tengo un problema—declara ella con seriedad—Y, bueno, no me apetecía llamarte. Es mejor hacer estas cosas en persona, ¿no?

—Supongo—suspira, colocándose frente a ella—

Arielle frunce el ceño, notando la mirada de un chico fijada en ella.

—¿Quién es ese tipo con cara de idiota que no deja de mirarme?—cuestiona, molesta—

Klaus se gira hacia Lucien, quien les dedica una sonrisa a ambos.

—Un viejo conocido, nada más—responde entonces, volviendo a poner su mirada en Arielle—

—¿"Un viejo conocido"?—cuestiona el aludido desde el otro lado del lugar—Me ofendes.

—Puede oírnos—observa Arielle—Así que es...

—¿Duró de oído?—la interrumpe Lucien—Más bien lo contrario. Efectos secundarios que heredé de Nik.

—Podemos hablar de mi grosero amigo en nuestra próxima charla—declara Klaus, cansado de la atención que Lucien estaba poniendo en ellos, y más en concreto en Arielle—¿Cuándo has llegado a la ciudad, amor?

—Ayer, pero eso no es de lo que vengo a hablarte—responde, poniendo su atención en él—Enzo, como perrito faldero que es, me ha estado siguiendo. Y se ha enterado de que han torturado y asesinado a alguien dejando su cuerpo a la vista. Creen que he sido yo.

—Los asuntos de vampiros ahora son competencia de Marcel—le informa—O de Elijah, cuando no está ocupado odiándome. En cualquier caso, creía que nada te importaba.

—Y no lo hace. Pero no soy tonta, Klaus. No quiero que me culpen de algo que no he hecho y que más personas me persigan—declara—A menos que quieras que todas esa personas que me persiguen terminen muertas. No sería buena publicidad para tu preciada ciudad, ¿no crees?

—Entonces vuelve a encenderla—le pide, dando un paso hacia ella y mirándola a los ojos—Y todo se arreglará.

Arielle sonríe con diversión, su mano acariciando su brazo con suavidad, provocándole un escalofrío. Klaus echaba de menos su tacto, sus besos. Echaba de menos hasta su voz y su mirada.

—Oh, ¿qué pasa, Nik? ¿Te molesta no ser la persona que puede hacer que mi humanidad vuelva?—eleva sus cejas con diversión—¿Sabes qué? Da igual. Me las arreglaré sola. Diviértete con tu amigo.

Le dedica una última sonrisa mientras se da la vuelta para abandonar la galería de arte. Klaus la observa atentamente, suspirando con frustración por la cabezonería de la chica Salvatore. No lo negaba, le gustaba, era sexy. Pero él prefería a la auténtica Arielle. Esa Arielle era más que sexy, era cautivadora, dulce, y con luz, una luz que le atraía más que cualquier otra cosa.




Phoenix, AZ
1874

Devolverle la humanidad a Arielle estaba resultando más difícil de lo que Lexi pensaba. Ella no era como su hermano Stefan, era más astuta. Sabía evadir y jugar con la gente. Aún así, Lexi sabía que botones tenía que pulsar para traerla de vuelta. Y tenía un as bajo su manga.

La razón por la que Arielle había apagado su humanidad parecía clara. La mediana de los Salvatore se sentía sola. Una soledad que nunca hasta entonces había sentido y que con su transformación en vampiro había aumentado. Separarse de sus hermanos no había resultado fácil para Arielle, especialmente cuando ella no quería ser lo que era. No quería vivir eternamente. Así que su solución había sido esa. Pues la alternativa era perder la esperanza y terminar con su vida.

Lexi no tardó en ver eso. Arielle solo quería amor y compañía. Un amor que había obligado a aquella familia humana. Los usaba como bolsas de sangre, pero les mantenía sin miedo y viviendo una vida normal. Curaba sus heridas, jugaba con los niños. Era un grito silencioso y desesperado pidiendo ayuda.

—Stefan me dio esto para ti—habla Lexi aquella noche, entregándole un diario—Dijo que no era muy importante. Pero le prometí que te lo entregaría. Así que, ahí lo tienes, haz lo que quieras con él.

—Stefan y sus diarios—suspira Arielle, agarrándolo entre sus manos—Yo le enseñe a escribir, ¿sabes? Desde ese momento no ha dejado de hacerlo. Gracias, aunque posiblemente lo queme.

Lexi asiente en respuesta, observando como Arielle se ponía en pie para dirigirse al piso superior de la casa. Fingir que tenía su humanidad apagada estaba agotando a la chica Branson, pero sabía que debía hacerlo. Arielle necesitaba a una amiga a su lado. Y necesitaba creer que nadie intentaba traerla de vuelta.

Cada día, su humanidad se abría más paso en su interior. Arielle podía notarlo. Pero fue al abrir ese diario que toda la oscuridad en su interior comenzó a iluminarse. Sentimientos llenando su corazón como olas en un tsunami. Tristeza, nostalgia, alegría, ira.

15 de Julio de 1863

La marcha de Damon ha dejado a Arielle muy decaída, así que hoy la he arrastrado a la Feria del Condado en Mystic Falls. Pensé que sería más aburrido, y que nos pasaríamos la tarde tomando el aire, pero hemos conocido a una chica hermosa, con una belleza que nunca había visto. Su nombre era Valerie y ha sido muy amable con nosotros, a pesar de la presencia de un amigo suyo, el cual la tenía muy controlada.

Sus cabellos rubios cobrizo eran rizados y caían por sus hombros como una cortina, mientras que sus ojos eran de un azul tal claro como el mar. Era hipnotizante, su voz era embaucadora y tanto Arielle como yo quedamos fascinados por ella.

Arielle recordaba aquel día. Lo recordaba como si hubiese ocurrido ayer mismo. Valerie había sido la primera persona que había llamado su atención. Su padre siempre decía que debía buscar a un hombre para casarse. Ella creía saber lo que era atracción y amor, pero no lo sabía. Y no lo supo del todo hasta que conoció a Valerie. Una parte de ella quería ser como aquella chica, pero la otra la deseaba. Aunque eso nunca llegó a ningún sitio.

Fue el recuerdo de Valerie, la delicada caligrafía de Stefan y el recuerdo de una vida junto a sus hermanos lo que hizo que todos sus sentimientos volvieran. Siendo la soledad el más grande de todos. Aunque, esta vez podía sentir un atisbo de esperanza en su interior. Una esperanza que le decía que todo mejoraría.




Nueva Orleans, LA
Actualmente

—No quiero ser descortés—comenta Lucien, acercándose de nuevo a Klaus—Pero tu amiga está retratada por toda esta galería. ¿Algo que comentar?

Klaus se mantiene en silencio, tomando un trago de su copa de bourbon.

—Parece que te ha puesto de mal humor—observa su amigo—¿Por qué no salimos? Pintemos la ciudad de rojo, etcétera, etcétera.

—Lucien—se queja, volteándose para mirarle—¿Para qué has venido a mi ciudad?

Lucien suspira.

—La noticia se ha propagado, amigo—le informa. Klaus frunce el ceño—Todos los vampiros del mundo saben que te han atacado. Y que varias veces casi te matan.

—Te aseguro que todos los que estaban contra mi acabaron secos, convertidos en polvo o en cena.

—Si, pero...¿y si hubiera sido al revés?—inquiere—Cuando mataron a Finn, todos supimos la verdad. La vida de cada vampiro está ligada al Original que engendró la estirpe. Y la muerte de Kol lo confirmó. Dos estirpes enteras de vampiros desaparecieron. Como comprenderás, las amenazas no nos gustan a los que quedamos.

—Cualquiera que tema desaparecer si yo muero, que venga a verme—declara con seriedad—Le tranquilizaré encantado.

—Por supuesto. Tú y tus hermanos sois poderosos. Sin embargo, esos ataques muestran que no eres totalmente invulnerable—señala—Mientras tu andas sumido en asuntos familiares, tu progenie está cada vez más preocupada. El territorio es finito, limitado. Y ni los vampiros antiguos están por encima de las guerras territoriales. ¿Y si te dijera que están en conflicto las tres estirpes progenitoras que quedan? Supongamos que una quiera aniquilar a la otra, matando a Elijah, a Rebekah o a ti.

—¿Entonces has venido hasta aquí para advertirme?—Klaus le observa con incredulidad—

—Nik, piénsalo—insiste Lucien—Matar a un Original acaba con toda una estirpe rival. Una meta tentadora, y más todavía cuando tu familia está dividida y, por lo tanto, es más débil que nunca...

—¡Mi familia no es débil!—exclama, molesto—Y es imposible matarnos. Ya no queda nada del roble blanco.

—¿Estas seguro de que no queda nada?—eleva sus cejas—¿De que ha desaparecido para siempre? ¿Hasta la última astilla?

Klaus suspira con frustración, agarrándole de la nuca de forma amenazante.

—Lucien... Si tuvieras la más mínima sospecha de que existe algún fragmento del roble blanco, estoy seguro de que me lo dirías.

—Calma, Nik—le pide, dando un paso atrás—Eres mi creador, mi destino está ligado al tuyo. Si quieres averiguar lo que sé sobre los peligros que te acechan, confía en mi y ven conmigo. Hay algo que deberías ver.




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