I. Who's The Baddest Of Them All?
CAPÍTULO UNO
¿QUIÉN ES EL MÁS MALO DE TODOS?
"This is how the world works, now all he thinks is about me. And I can feel the flames on my skin, crimson red paint on my lips. If a man talks s**t then I owe him nothing, because he had it coming. They say I did something bad. Then why's it feel so good?"
Pittsburgh, PA
En una solitaria y poco concurrida carretera de Pittsburgh, Pensilvania, Arielle Salvatore se encontraba tumbada en el centro, esperando la llegada de su cena. Las estrellas brillaban con fuerza aquella noche y ella no podia dejar de mirarlas. Normalmente, cuando tenía su humanidad encendida, ella adoraba ver las estrellas. Le producían calma y calidez. Pero ahora solo podía verlas con indiferencia y diversión. Pues era gracioso como en una eterna oscuridad siempre había pequeñas motas de luz que pretendían iluminarlo todo sin conseguir iluminar ni una pequeña parte.
Pudo oír el sonido de un motor haciéndose cada vez más cercano, pero fueron las ruedas de ese mismo vehículo frenando en seco a su lado lo que la hizo volver a la realidad. Había llegado el momento de divertirse.
—¿Estas bien?—una chica de apenas 25 años, se agacha a su lado—¿Quieres que llame a una ambulancia?
Arielle gira su cabeza hacia ella. Un escalofrío recorrió a la humana cuando sus ojos conectaron con los de la rubia. Estos no expresaban nada, estaban vacíos. Estremecida, apartó su mirada de ella, buscando su teléfono en el interior de su chaqueta. Arielle aprovecho su distracción y desapareció de su lado, haciendo que la chica mirara a todas partes, confusa. Entonces, al darse la vuelta hacia su coche, volvió a encontrarse con ella. Arielle sonrío, mostrándole sus colmillos.
Soltando un grito, la chica corre lejos de ella, intentando escapar. Pero Arielle usa su velocidad sobrenatural, cortándole el paso. Sus colmillos se clavan rápidamente en su cuello, alimentándose de ella hasta desangrarla por completo. Dejando caer el cuerpo sin vida al suelo, Arielle vuelve a acercarse al coche.
Abre la puerta del conductor y busca el carnet de la chica. Limpia sus labios con diversión y engancha el carnet en el parabrisas. Muerde su muñeca y deja caer la sangre en la luna delantera del coche. Dibujando un símbolo muy conocido para ella.
Al terminar, sonríe y desaparece del lugar para seguir con su paseo lleno de muertes y juegos. Al fin y al cabo, sabía que Enzo la estaba siguiendo por todo el país pensado, erróneamente, que podía devolverle su humanidad.
Nueva Orleans, LA
Querida Rebekah, espero que estes bien.
Te escribo para informarte y para pedirte consejo. Nuestros hermanos siguen enfrentados. Klaus nunca se disculpara, ni por la sangre que ha derramado ni por el sufrimiento que Hayley y Olivia tienen que soportar. Y Elijah no puede perdonarle. A pesar de mis esfuerzos, nuestro hogar sigue dividido.
Aún así, también tengo buenas noticias. Niklaus mantuvo su palabra. Marcel controla El Barrio. Ha fundado un gimnasio de boxeo en la antigua iglesia de Saint Anne, donde pone a prueba el coraje de los que desean unirse a su comunidad de vampiros. Elijah también suele ir a entrenar. Creo que le ayuda a desfogar su ira. Toda la que ha estado acumulando. Al menos Olivia sigue a su lado. Pero verla sufrir con su reciente transformación en vampiro aumenta el rencor en él. Está aún más enfadado con Klaus porque cree que la luz que solía emanar de ella se ha ido por completo. Él mantiene sus esfuerzos por trasmitirle algo de confort y cariño, ayudándola en cada paso.
Mientras, Hope sigue creciendo. Está claro que echa de menos a su madre. Aunque Niklaus se comporta como un padre cariñoso, no ha podido ayudar a los hermanos y amigos de Arielle a encontrarla. Y tampoco pretende ayudar con la búsqueda de una cura para la maldición de Hayley. Pese a todos mis esfuerzos, no he dado con el modo de anular el hechizo que lanzaron contra ella y los lobos Medialuna. Hayley no se da por vencida, aunque solo puede ver a Hope, a quien adora, una vez al mes, cuando hay luna llena. Y no estamos en condiciones de pedir ayuda a nadie. El rencor de Davina hacia nuestra familia no ha hecho más que crecer. Y, como líder de todos los aquelarres, es demasiado fuerte como para dejarse influenciar. Aún así, Davina se ofreció a ayudar con la reparación del collar de Arielle, el cual sus hermanos pretenden utilizar para traerla de vuelta.
Mientras tanto, Niklaus ha empezado a entablar otras amistades. Suele hablar con Enzo, el amigo de Arielle, para mantenerse al tanto de su búsqueda. Y acude a ver a Camille para lo que llama "pequeñas sesiones". Además no ha dejado de leer los diarios que Arielle escribió a lo largo de sus años de vida, y que sus hermanos le enviaron, con la única esperanza de entenderla mejor. Él asegura que desea enmendar sus actos. Pero en realidad no parece sentir ningún remordimiento. Lo cual solo hace que Elijah se aleje aún más de él.
Si pudieras, escríbeme y darme algún consejo para restablecer ese vínculo roto.
A la espera de tu respuesta, te quiere tu hermana, Freya.
Tras terminar de escribir la carta, Freya arruga la hoja en sus manos y murmurando un hechizo se la envía a Rebekah, quien se encontraba por el mundo, buscando una forma de resucitar a Kol.
Nueva York, NY
Enzo tenía que guardar las apariencias, especialmente con Lillian Salvatore. Ella creía que su hija había vuelto a Nueva Orleans a vivir su vida, cuando en realidad se encontraba viajando por todo el país sin humanidad. Enzo era de las pocas personas en las que ella confiaba. Y él también sentía una atracción especial hacia ella, tal vez porque su sangre le había convertido en vampiro.
—Es un crimen que la chica más guapa del bar esté sola—comenta Enzo, colocándose junto a Lily en la barra de aquel bar de Nueva York—Dos whiskeys, del mejor que tengas—le pide al camarero—
—Lorenzo, te he echado de menos—sonríe Lily—
—¿Y de quién es la culpa?—la acusa—Me querías lejos mientras enseñabas a ir al baño a tus huérfanitos.
—Están aprendiendo a no llamar la atención—le explica—Si tú estuvieras allí a tus anchas...
—Sería una mala influencia—completa sus palabras—Lo pillo. Mientras tanto, has querido verme en Nueva York. A saber por qué.
—Espero que encuentres algo para mi—admite, sacando su teléfono del interior de su bolso—Durante mi cautiverio, una posesión muy apreciada que di por perdida cuando el barco se incendió, fue hallada por buceadores y expuesta en el museo marítimo. Pero hace poco ha vuelto a desaparecer.
Enzo frunce el ceño, observando la foto de una especie de piedra que Lily le enseñaba.
—¿Por qué la quieres?
Lily se mantiene en silencio durante unos segundos.
—Si alguien descubriera que la andas buscando, estarías en peligro—admite ella entonces—
—Razón de más para saber por qué la busco.
—Es un asunto familiar, Lorenzo.
—Y yo no soy de la familia—señala, molesto—
—Querido, no nos cabe ni la más mínima duda de que estás de nuestra parte—asegura Lily—
—¿Vuestra parte?—cuestiona, incrédulo—Estuve de tu parte cuando tus propios hijos te abandonaron.
—¿Estas dispuesto a ver a mis hijos como los monstruos que son?—inquiere—¿De darle la espalda a tus amistades?
Enzo baja la mirada, manteniéndose en silencio. Aunque en parte sabía su respuesta. Y Lily también.
Enzo podía odiar a Stefan, podía enfardares con Damon. Pero aún así, Damon era su mejor amigo. Y Arielle... ella le importaba más de lo que le gustaría admitir.
—Podrás demostrármelo—asegura Lily, colocando una mano en su brazo—Encuentra a Arielle. Tráemela a casa y hablaremos sobre tu posición en la familia.
Enzo frunce el ceño, volviendo a conectar su mirada con ella.
—¿Por qué quieres a Arielle?—cuestiona, confuso—
—Tenemos asuntos que tratar—le responde, sin entrar en detalles—¿Qué ha pasado con ese chico enfermo que conocí en el barco? Al que abandonaron en un hospicio a los cuatro años y no conoció la amabilidad hasta que le salvé la vida.
—Ese chico no es tu chico de los recados—declara, molesto—Busca tú la maldita piedra y a tu querida hijastra.
Se toma su copa de whisky de un trago antes de darse la vuelta para abandonar el bar y continuar con su búsqueda.
Nueva Orleans, LA
Las calles de Nueva Orleans se encontraban tan abarrotadas como siempre cuando Enzo llegó a la ciudad a la que la última pista de Arielle le había conducido. Y es que no era muy difícil descifrar que aquel símbolo que había dibujado con sangre conducía a la ciudad del Jazz y la brujería.
Sin embargo, el sonido de unas sirenas de policía llamaron la atención del vampiro. Lo que le llevó a acercarse a lo que parecía ser el escenario de un crimen.
Haciéndose paso entre la multitud hasta llegar a la zona acordonada, Enzo pudo ver un cuerpo atado con varias cuerdas a una de las paredes de un callejón. Agudizando su oído, intento encontrar algo de información sobre lo ocurrido.
—No soy psiquiatra forense, pero quien lo hizo no se dio prisa—sus ojos se encuentran con una mujer de cabello rubio. Ella se encontraba junto al cuerpo, observándolo con detenimiento mientras hablaba con un hombre de piel oscura—Sangró. Mucho. Lo que significa que estaba vivo. Pero diría que se quedó quieto. Estás cuerdas solo son un decorado. No estaba atado. No tiene marcas en las muñecas ni hay signos de lucha.
—Fue obligado, Camille—le asegura el hombre a su lado—Puede que este niño rico le tocará las narices al vampiro equivocado.
—¿Cómo lo lleváis?—cuestiona el inspector al mando al llegar a su lado—Decidme que tenéis algo.
—Parece metódico, preciso. Las heridas podrían tener un significado. No es un ritual, pero parecen estudiadas—le explica la chica—Y lo que uno hace a propósito, tiende a repetirlo.
Tras observar la escena con detalle y no encontrar ningún dibujo hecho con sangre, Enzo pudo confirmar que aquello no había sido obra de Arielle. Así que se dio la vuelta para continuar con su búsqueda.
Pero al pasar junto a otro callejón, no muy lejos de la escena del crimen, los brazos de una chica le agarran del brazo, empujándole al interior del callejón. Alerta, Enzo se prepara para pelear, pero ella resulta mas fuerte que él y le lanza al suelo, colocándose sobre él para impedir que se escape.
—Hola, guapo—sonríe la culpable—
Enzo suspira con alivio al ver que se trataba de Arielle.
—Cuanto tiempo, preciosa—responde, devolviéndole la sonrisa—
—¿Cómo me has encontrado?—cuestiona, observándole con atención—Creía que estabas ocupado adulando a la dulce y muy maternal Lillian Salvatore.
—Bueno, el dibujo de una Flor de Lis en la luna delantera de un coche fue una pista bastante obvia—admite, zafándose de su agarre para poder levantarse—¿No crees?
—Bueno, a lo mejor quería ser encontrada—declara, encogiéndose de hombros—Lo cual seguro que es un alivio para ti, después de meses persiguiéndome por todo el país.
—No voy a mentirte, preciosa, me alegra verte. Pero es menos divertido cuando no eres tú misma.
—Pues yo creo que es mucho más divertido—admite, acercándose a él—Podríamos hacer cosas juntos. Se me ocurren un par de actividades...
—¡Vaya!—exclama Enzo con diversión y sorpresa—¿En la ciudad de tu novio? ¿Aquí es dónde quieres expresar tus sentimientos por mi?
—Yo no tengo sentimientos. Solo pasar el tiempo.
—Como he dicho, no es divertido si no eres tú—declara, separándose de ella—
—Una pena—admite en un suspiro—Tendré que buscarme otra distracción.
Enzo frunce el ceño con confusión. Arielle sonríe y aprovecha su confusión para desaparecer con su velocidad vampírica.
Mystic Falls, VA
Después de cerrar el pueblo de Mystic Falls y evacuarlo por un supuesto incendio en los túneles, Stefan se encontraba recogiendo el Mystic Grill cuando Damon llamo a su teléfono.
—¿Qué tal por Europa?—cuestiona al responder la llamada—
—Ric pasó bastante de la Mona Lisa—responde Damon al otro lado de la línea—¿Alguna novedad?
—No, puede esperar a que vuelvas.
La puerta del Grill se abre entonces, revelando a Damon.
—Pues aquí me tienes—anuncia Damon, colgando la llamada—¿Quién demonios está viviendo en nuestra casa? Porque no recuerdo habérsela regalado a Lily y los locos de sus herejes.
—Habrían matado a todo el pueblo—explica Stefan—
Damon rueda los ojos, agarrando una cerveza de la caja situada sobre la barra.
—Pues los matamos a ellos—le responde con obviedad—
—Ya lo intentamos.
—Mandaste a Donovan a volarles la casa. Esforzaos más.
—Oye, el trato ya está cerrado. No les molestamos y nos dejan tranquilos.
—Que benevolente por tu parte, hermano—suspira Damon—Deberías presentarte a alcalde. Aunque tampoco queda nadie para votarte.
—Oye, lo hecho, hecho está—insiste Stefan—No lo fastidies.
—Bien. Genial. ¿Y qué hay de nuestras cosas?
—Caroline me ayudó a sacar nuestra ropa y los objetos importantes—contesta, guardando el resto de bebidas en más cajas—
—¿Arielle?
—Enzo la sigue buscando. Su habitación está vacía. Le envíe los diarios a Klaus hace dos meses y el resto de sus cosas las recogí hoy yo mismo—explica, cerrando otra caja—Se las mandaré mañana. ¿Sabes algo de Enzo?
—La siguió hasta Pittsburgh. Eso es lo último que me dijo—responde, tomando un trago de cerveza—Tres meses y aún no la ha encontrado. Es casi tan inútil como Donovan.
—Bueno, podrías ir tú a buscarla—propone su hermano—Seguro que tienes más suerte.
—Lo dudo.
Nueva Orleans, LA
—Esto es muy retorcido—admite Marcel al ver las fotos del asesinato que Camille y Vincent estaban investigando—
—Si—suspira Vincent—Está destrozado. No hay heridas punzantes evidentes, pero tiene que haber sido un vampiro.
—Nadie oyó gritos. Así que le obligaron a quedarse quieto y sufrir—explica Camille—
—¿Creéis que es cosa nuestra?—cuestiona Marcel con confusión—
—No, pero...
—Mis chicos no dejarían un cuerpo en la calle—asegura Marcel, devolviéndole el teléfono a Vincent—
—¿Hasta que punto los conoces?—inquiere el brujo—
—Los cádaveres dan lugar a titulares y suponen un descenso del turismo—señala el vampiro—No nos gusta jugar con la comida.
—Marcel, tal vez alguien nuevo fuera de control—comenta Camille—
—No olvidéis que mis chicos no son los únicos vampiros de la ciudad.
—¿No creerás que ha sido Klaus?—cuestiona—
—Según Elijah, está más comedido que nunca. Hace 200 años que le conozco y la moderación nunca fue lo suyo—admite Marcel—Tarde o temprano, se desatará. O, tal vez, lo haya hecho ya. Aún así, como sabéis, nada pasa en este barrio sin que yo me entere. Y uno de mis chicos me ha dicho que ha visto a Arielle y a uno de sus amigos discutir en un callejón no muy lejos de aquí. Puede que debáis seguir esa pista.
—¿Arielle ha vuelto?—Vincent frunce el ceño con confusión y sorpresa—
—Sigue sin ser ella, pero si. El caso es que no sé como es Arielle sin humanidad. Puede que esté tipo de muertes sean lo suyo estando así. O de su amigo.
—¿De verdad lo crees?—cuestiona Camille—
—Sinceramente, Cami, no sé que pensar—admite en un suspiro—Arielle me cae tan bien como a ti, pero cuando un vampiro apaga su humanidad, es complicado lo que eso conlleva.
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