I. Break My Heart


CAPÍTULO UNO
ROMPE MI CORAZÓN

"Walking down a crowded avenue other faces seem like nothing next to you. And I can't hear the traffic rushing by just the pounding of my heart and that's why, you must be an angel"


Estaba claro que Klaus no mentía al decir que aquella ciudad era hermosa. La gente paseaba por la calle, los artistas pintaban y tocaban música y hasta las "brujas" tenían puestos donde los turistas paraban para preguntar por su futuro.

—Bienvenidos al lado oscuro de Nueva Orleans. El paraíso sobrenatural, donde los vivos se pierden y los muertos salen a jugar—exclama uno de los guías turísticos al otro lado de la calle—

Arielle suspira y observa como Klaus sonríe a su lado.

—Ven—le pide, agarrando su mano con delicadeza—

Ella asiente y sin dejar de observar el lugar se deja guiar por él hasta el puesto de una bruja, lo que hace que Arielle frunza el ceño con confusión. Esas brujas eran farsantes, pero Klaus parecía haber visto algo en la que tenían delante, algo que la hacía diferente, tanto que al verle empezó a recoger sus cosas con suma rapidez.

—Buenas tardes—la saluda, sentándose en una de las sillas frente a ella—¿Aceptas uno más?

—No puedo ayudarte—le contesta, sin molestarse en mirar a Arielle—

—¿No te estás precipitando un poco? Si no me conoces.

—Sé que eres—asegura, sorprendido a Arielle, quien decide sentarse al lado de él—Mitad vampiro, mitad lobo. Eres el híbrido.

—Soy el híbrido Original—le corrige—Pero dejemos esas historia para otro momento.

—Estamos buscando a alguien—habla Arielle, llamando la atención de la mujer—A dos brujas. Quizá usted pueda ayudarnos a encontrarlas. Juliette Bluemoon y...

—Jane-Anne Deveraux—completa Klaus—

Si, Klaus buscaba a esa bruja, pero después de que Arielle le contara lo de la bruja que la perseguía, tuvo que añadir el nombre de la bruja Bluemoon a su lista de búsquedas en la ciudad de Luisiana.

—No las conozco—asegura la mujer—

—Así que empezamos con mentiras, ¿eh?—observa Klaus, apretando la mandíbula con molestia—Escucha... sé que eres una bruja auténtica en medio de este mar de farsantes, así que venga, déjate de cuentos. Tengo poca paciencia.

—Los brujos no hablan en El Barrio Francés—le responde ella con seriedad—El vampiro no lo permite. Son las normas. Y yo no incumplo las normas de Marcel.

Ese nombre parece sorprender a Klaus, como si le conociera, cosa que hace que Arielle le mire confusa.

—¿Las normas de Marcel? ¿Y dónde se supone que puedo encontrar a Marcel?


La música llegó a sus oídos nada más se adentraron en el bar que la bruja les había indicado. La presencia de vampiros no era escasa, Arielle lo noto nada más entrar mientas que Klaus se fijaba en el chico que cantaba en el escenario.

—Supongo que le conoces—comenta Arielle, cruzándose de brazos, viendo cómo el chico se bajaba del escenario—

—No lo sabes bien, querida Arielle—responde entre dientes—

Entonces el moreno se acerca a la barra, donde saluda a dos amigos. Vampiros, los tres, y como tal, él moreno no tardó en notar las miradas de Arielle y Klaus puestas en él.

—Klaus.

—Marcel.

—Debe de hacer un siglo desde aquel asunto tan feo con tu papaito—comenta, acercándose a él bajo la atenta mirada de sus amigos—

—¿Tanto tiempo ya?

—Recuerdo que hizo que huyeras de la ciudad. Y que dejo un rastro de vampiros muertos—comenta Marcel, caminando hacia ellos sin reparar en la presencia de Arielle—

—Y, aún así, te las arreglaste para sobrevivir—comenta Klaus con algo de molestia en la voz—A mi padre, sin embargo, lo reduje hace poco a cenizas.

Al oírle elevar su voz, todos los vampiros presentes en el bar se ponen en pie, colocándose tras Marcel, como si se tratasen de su ejército. Arielle se cruza de brazos, observándoles detenidamente.

—No sabía que vendrías. Si me hubieras avisado...

—¿Qué, Marcel?—le interrumpe, encarándole—¿Qué habrías hecho?

—Recibirte con un puto desfile—le responde con una sonrisa, antes de abrazarle—Niklaus Mikaelson. Mi mentor, mi salvador, mi señor. Tómate una copa.

—Encantado—le asegura, antes de posar su mirada en Arielle—Pero antes, te presento a...

—Arielle Salvatore, encantada—interrumpe ella, estirando su mano hacia Marcel—

—¡Vaya! Un placer—le asegura, agarrando su mano con delicadeza para depositar un beso en el dorso de esta—

—¿Hemos retrocedido un siglo?—cuestiona ella ante ese gesto—Los hombres no evolucionáis, ¿no?

—Es ruda—comenta Marcel mirando a Klaus con una sonrisa antes de volver a poner su atención en ella—Me gusta. ¿Qué te apetece beber?

—Bourbon. Del bueno, por favor—le pide Arielle—

—Y buenos gustos—comenta feliz—Me caes bien, Arielle Salvatore.

—Y tú a mi—le asegura con una sonrisa algo falsa—A diferencia de tus amigos.

Sus palabras le sacan una sonrisa de orgullo a Klaus. Arielle no tenía miedo a nada a pesar de tener un hechizo que la hacía frágil como a un humano. Y eso solo hacia que ella le gustara más aún, si es que eso era posible.

—Me alegro de verte—asegura Marcel, dándole una palmada en el hombro a Klaus mientras les dirige hasta una mesa apartada de todo el barullo de personas—

—Y yo de estar en casa—le responde Klaus—Aunque, por favor, dime que el estado de la calle Bourbon no es cosa tuya.

—De alguna forma hay que atraer a los forasteros—sonríe, sirviendo tres copas—Si no, pasaríamos hambre.

—Tus amigos caminan a la luz del día—comenta Arielle, observando el anillo del vampiro situado detrás de ella—

—Si, y veo que tú también—le responde Marcel, señalando su mano—Compartí el secreto de Klaus de los anillos de día con algunos colegas. Con los más íntimos. La familia.

—Y dime, ¿cómo encontraste a un brujo capaz de hacer anillos de día?—le pregunta Klaus con interés—

—Aquí tengo a los brujos comiendo de mi mano.

—¿En serio?—cuestiona Klaus en una carcajada—Estoy buscando a una bruja llamada Jane-Anne Deveraux. Tiene cosas que contarme.

—¿Buscas a Jane-Anne?—Marcel le observa sorprendido—Pues... te conviene acompañarme. ¡Empieza la función!

Klaus sonríe y mira a Arielle de reojo.

—Una pena no poder quedarme—habla ella entonces, llamando la atención de Marcel. La verdad es que no le apetecía formar parte de cualquier cosa que ese vampiro estuviera planeando—Un problema familiar.

Saca su móvil de su chaqueta para señalarlo.

—Pues si, una pena. Ibas a divertirte—le asegura el vampiro—

Arielle sonríe falsamente.


Para Arielle era imposible no notar como algunos de los vampiros de grupo de Marcel la seguían por las ya oscuras calles de Nueva Orleans. Había decidido ignorarlos, concentrada en su objetivo de llegar hasta la dirección escrita en la misteriosa carta que había recibido días antes.

Se trataba de una carta anónima, a diferencia de la carta que Klaus había recibido el mismo día advirtiéndole de que Jane-Anne conspiraba contra él, la cual había sido enviada por la mismísima Katherine Pierce.

A pesar de haberles ignorado durante todo el camino, Arielle decidió llevar su mirada hacia aquellos vampiros una vez llegó a su destino. Lo extraño fue que nada más se adentró en el edificio pudo ver como ellos observaban el lugar con confusión, como si ya no pudiesen verla.

—¿Quién eres?—una voz suena a sus espaldas, obligándola a darse la vuelta con rapidez—

Allí, frente a ella, se encontraba una chica pelirroja de unos 16 años, observándola con detenimiento.

—¿Quién eres tú?—contraataca, frunciendo el ceño—

—He preguntado primero—alega la chica—

—Si, eso es cierto—suspira—Soy Arielle Salvatore y supongo que tú eres Juliette Bluemoon.

—¿Quien te ha dicho eso?

—Una carta anónima, que asumo que no es tuya—le responde, enseñándole el papel—

Juliette observa el papel desde la distancia antes de volver a conectar su mirada con la suya.

—Conociste a mis hermanos mayores—murmura para si mismas, pero aún así Arielle es capaz de oírla—

—A Nicholas y a Amelia, si, les conocí.

—Estas aquí por mi tía, ¿no es cierto?—cuestiona. Arielle frunce el ceño, no esperaba que Juliette lo supiera—Lo que te ha hecho no puedo anularlo. Lo noto desde aquí, es demasiado poderoso. Aunque eso sigue sin explicar como has entrado aquí.

—¿A qué te refieres?—inquiere, frunciendo el ceño con confusión—Es un edificio normal y corriente, estaba abierto, no ha sido difícil entrar.

—El edificio no es normal y corriente. No tiene dueño, pero es invisible para todos los vampiros, lobos y brujas de este barrio—le explica con tranquilidad—Solo yo y mis hermanos podemos verlo, a menos que seas...

—¿Que sea qué?

—Mi tía te persigue por algo, te ha hecho un hechizo para volverte medio humana por algo. Quiere algo de ti—señala, acercándose a ella—Pero ¿por qué? ¿Qué te hace tan especial?—la observa de arriba abajo con detenimiento—¿Puedes repetirme tu nombre?

—Arielle Salvatore.

—Completo—le pide, haciendo que frunza el ceño con confusión—

—Arielle Elizabeth Salvatore.

Su nombre provoca una reacción distinta en Juliette, quien la mira atentamente antes de hacer un gesto con sus manos. Arielle la observa confusa, pero entonces todo a su alrededor se vuelve borroso y su cuerpo cae al suelo, inconsciente.


—¿En serio debo volver a repetirlo? Yo no me he acostado con Klaus Mikaelson. Estuve en su casa, pero no intimamos.

Arielle se queja de dolor al oír la voz de una chica a lo lejos. Voz que extrañamente se le hace conocida.

Con lentitud comienza a abrir los ojos, encontrándose con Juliette frente a ella.

—Lo siento mucho. Tenía que traerte aquí.

—Podías habérmelo pedido—se queja, incorporándose hasta quedar sentada sobre el banco de piedra donde se encontraba—

—¿Habrías venido?—elevas sus cejas con incredulidad—

—No, porque no te conozco—señala—Pero podrías haberlo intentado.

Juliette sonríe y mira a las brujas delante de ella. Arielle la imita y se fija en la presencia de Hayley, esa era la voz conocida que había oído.

Entonces las puertas del lugar donde se encontraban son abiertas por Elijah y Klaus. Arielle suspira aliviada y le dedica una sonrisa tranquilizadora al híbrido, quien entonces posa su atención en la bruja.

—Sophie Deveraux, ¿qué es esto?—exige saber—

—Todo tuyo—le dice Elijah a la chica—Adelante.

—Eres famoso en esta ciudad—habla la bruja, recibiendo una sonrisa arrogante por parte del hibrido—Los brujos cuentan historias sobre el poderoso vampiro Klaus. Marcel era un huérfano, una rata callejera, hasta que tú le convertiste en lo que es. Pero se ha descontrolado. Hace lo que quiere. Mata a quien quiere. Voy a parle los pies. Y has de ayudarme.

Klaus la observa incrédulo antes de girarse hacia su hermano mayor.

—¿Por esto me has traído aquí?—cuestiona—

—No a terminado—señala Elijah—

—Ya he oído bastante. Te aseguro, amor, que no hay nada en este mundo que me importe tanto como para perder 30 segundos de mi tiempo—le dice a la bruja con desprecio—Elijah, ¿qué jueguecito es esto?

—Nik—le llama Arielle señalando a Hayley—Creo que debemos escucharla.

—Eso es porque una bruja te a traído aquí y te ha lavado el cerebro, querida Arielle—le responde, molesto—¿Y qué demonios tiene que ver la lobita en todo esto?

—Marcel puede impedir que practiquemos magia en esta ciudad—habla Sophie. Arielle frunce el ceño, mirando a Juliette con confusión—Pero seguimos percibiendo cuándo la naturaleza depara algo nuevo. Por ejemplo, yo tengo un don especial. Sé si una chica está embarazada.

Sus palabras dejan a todos los presentes en un silencio sepulcral. Arielle frunce el ceño y se levanta para mira a Klaus con confusión.

—¿Qué?

—Ya les he dicho que es imposible porque tú y yo no nos hemos acostado—habla Hayley con irritación—Pero estas estupidas brujas continúan insistiendo.

—¡Exacto!—exclama él—Yo no me he acostado con esa lobita huérfana. Si he intimado con alguien presente en este sitio esa persona es Arielle.

—Niklaus—le llama su hermano—

—No estoy mintiendo, Elijah. Ya la has oído a ella—insiste, señalando a Hayley—Y yo nunca le haría tal cosa a Arielle. Nunca la engañaría.

—No me equivoco—asegura Sophie—

—No—habla Juliette, llamando la atención de todos—Solo te confundes.

—¿De qué estás hablando?

—Hayley no es la que está embarazada—asegura antes de posar su mirada en la rubia—Es Arielle.

—Ella es un vampiro. Eso si es imposible.

—No si una muy poderosa bruja hace que sea medio humana—le responde Juliette con seguridad—Y mi tía es así de poderosa. Tan poderosa como para también confundirte haciéndote pensar que se trataba de Hayley, tanto como para vincularlas.

—¿Qué estáis diciendo?—cuestiona Klaus de nuevo—

—Niklaus—le llama Elijah—Arielle lleva un hijo tuyo.

Las palabras de Elijah caen como un balde de agua fría en el lugar. Klaus se queda sin palabras por primera vez en su larga vida. Arielle se toca el vientre con confusión, sabiendo de alguna forma que era cierto. Eso explicaría sus náuseas y mal estar durante las últimas dos semanas. Y eso podía explicar el interés que Raven Bluemoon tenía en ella.

—No. Es imposible—asegura Klaus—Los vampiros no pueden procrear.

—Pero los hombres lobo si—señala Sophie—La magia te hizo vampiro, al igual que a ella. Pero tú naciste siendo un hombre lobo y ella una humana a la que han hecho un hechizo para devolverle parte de su naturaleza. Tú eres el híbrido Original. El primero de tu especie. Y este embarazo es... un capricho de la naturaleza.

—O de la bruja que me hizo este hechizo—comenta Arielle en un murmullo—

Klaus observa a Sophie en silencio y, entonces, de un segundo a otro se coloca frente a Arielle.

—Has estado con alguien más ¡Confiésalo!

Elijah se coloca entre ellos y le sujeta de los hombros para alejarlo de la chica, quien retrocede un paso. Su mirada se endurece ante la acusación del hibrido.

—Sabes que nunca te haría eso, Nik. Sería más creíble si lo hubieses hecho tú con Hayley, pero aseguras que no es así y te creo. Créeme tú a mi—le pide, sin dejar de mirarle a los ojos, a pesar de que la espalda de Elijah apenas le dejaba verle—

—Mi hermana dio su vida para hacer el hechizo que debía confirmar este embarazo—habla Sophie, llamando la atención de todos—Por el sacrificio de Jane-Anne y el hechizo vinculador de Arielle y Hayley, las vidas de estas chicas y el bebé están en nuestras manos. Si no nos ayudas a derrocar a Marcel, si no me ayudas, Arielle morirá antes de ver su primer vestido premamá.

—Espera, ¿qué?—exclama Arielle—

—Si quieres que Marcel muera, morirá—asegura Elijah—Lo haré yo mismo.

—No. No podemos—niega Sophie—Todavía no. Tenemos un plan concreto que debemos seguir y hay normas.

—¿Cómo te atreves a darme órdenes?—se queja Klaus—¡¿A amenazarme con lo que crees, erróneamente, que es mi punto débil?! No escucharé más mentiras.

—¡Niklaus!—exclama Elijah, haciendo que frene sus pasos—Escucha.

El rubio le observa confuso antes de posar su mirada en Arielle, quien se encontraba con los ojos cerrados, escuchando el latido de su bebé en el interior de su vientre. Siempre había soñado con tener hijos, y, a pesar de todo, ahora eso iba a hacerse realidad.

Klaus la observa atentamente y afina su oído para escuchar lo mismo que ella. Los ojos de la chica se abren lentamente, encontrándose con su mirada.

—Nik...

Él aparta su mirada de ella y se da la vuelta para mirar a su hermano mayor.

—Mátala a ella y al bebé. Me dan igual—declara saliendo de la cripta sin dedicarle ni una sola mirada más a la rubia, quien suspira con pesadez ante sus impulsos—

—Volverá—asegura Arielle con tranquilidad—Es muy impulsivo.

Elijah la mira de reojo, sorprendido por su relación. Nunca pensó que alguien fuera capaz de leer a su hermano como él lo hacía. Pero Arielle era la primera persona que confiaba en Klaus tanto como él lo hacía.

—Y tanto que volverá—asegura, siguiendo los pasos de su hermano—


Elijah había vuelto a la cripta minutos después, asegurando que Klaus había entrado en razón, pero que debía resolver unos asuntos pendientes antes de reunirse con ellos en la mansión situada a las afueras de la cuidad. Lugar donde iban hospedarse durante su estancia allí.

Hayley debía quedase con ellos, pues su vida, la de Sophie y la de Arielle estaban vinculadas. Si algo le pasaba a alguna de ellas, lo mismo les pasaba a las otras dos.

—¿Estás bien?—cuestiona Elijah al oírla toser—

—Es el polvo, ya me daba alergia de pequeña—comenta, sin darle importancia—La casa es antigua.

—Si, pero cubrirá nuestras necesidades—le asegura, acercándose a ella—Es un refugio de nuestros asuntos en el barrio. Ahora eres la persona más importante de la familia. Será tu hogar. Y el de Hayley. ¿Cómo te sientes?

—¿Por estar embarazada?

—Por ser madre—le corrige—

—Siempre he querido tener hijos. Pero es raro, me había hecho a la idea de que era imposible. Y como vosotros, no es que tenga los mejores ejemplos de padres.

—Yo siempre te protegeré—le asegura Elijah—Tienes mi palabra.

—Y el noble Elijah siempre cumple su palabra—comenta Klaus llamando su atención—

Las miradas de ambos viajan hasta él, encontrándoselo reclinado contra el umbral de la puerta.

—¿Está hecho?—le pregunta su hermano mayor—

—Por mi parte, si—asegura—Tu trato clandestino ha ido bastante bien. Marcel estaba encantando de aceptar mi sangre y también de aceptar mis más sinceras disculpas. Su hombre, Thierry, sigue vivo y yo sigo siendo bienvenido en El Barrio Francés. Lo que me preocupa ahora es ese aquelarre de brujas insolentes.

—Yo creo que son honestas—asegura Elijah—Dejaron libre a Arielle.

—Y yo creo que tenemos a Juliette de nuestro lado—señala ella, cruzándose de brazos—

Klaus la mira con arrepentimiento antes de que Elijah vuelva a hablar.

—Aunque no han sido muy comunicativas. Es obvio que Marcel tiene algo que necesitan. No le quieren muerto. Y debe de haber un motivo—señala Elijah—Sea como sea, lo averiguaremos. Ahora, creo que debería dejaros a solas.

Elijah abandona la sala con su típica elegancia, provocando que Arielle suelte un suspiro.

—Lo siento—habla Klaus acercándose a ella—

—Lo sé—suspira, mirándole a los ojos—Pero estoy empezando a cansarme de tu impulsividad.

Su mandíbula se aprieta con frustración antes de dirigir su mano hacia su mejilla para acariciarla con delicadeza.

—Voy a cuidaros. A los dos—le asegura, apoyando su frente contra la suya—No os pasará nada. Siento haber dicho lo que dije. Eres... sois lo que más me importáis en este mundo, mi amor.

Arielle cierra sus ojos con delicadeza antes de posar sus labios sobre los suyos.

—No vuelvas a hacerlo—le pide al separase—

—No lo haré.

—Y ahora, antes de que la vida de ser madre me golpee con fuerza, quiero ir a la graduación en Mystic Falls. Quiero despedirme como es debido de todos y contarles esto a mis hermanos.

—Van a matarme—se queja, frustrado—

—No, no lo harán. No les dejaría. Porque te quiero.

Klaus sonríe ante sus palabras.

—Y yo a ti.



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