De noche

— Por favor.

— No.

— Por faaavor.

— No.

— ¡Por favor!

— No porque lo digas varias veces accederé — dijo mordaz.

— Pero Levi, no es nada difícil. Solo te pido que duermas conmigo una vez.

— Y te he dicho que no.

— Al menos dime por qué.

— Porque no.

Suspiraste. Ya llevabas once meses de relación con Levi y a pesar de que se tenían confianza, él aún no se quedaba a dormir contigo. Si fuera por una razón como el esperar al matrimonio o que no se sentía cómodo o algo por el estilo, lo entenderías. Pero no era el caso, en alguna ocasión, mientras que leían juntos por la tarde, habían quedado dormidos. Y, contrario a lo que esperarías, Levi se levantaba de excelente humor cuando hacían eso. Por eso te confundía el que no quisiera dormir contigo por una noche.

— Espera... — dijiste, al fin unías los cabos — No duermes conmigo por las noches. Por el contrario, duermes en tu silla siempre con la luz de vela, solo has dormido conmigo durante el día y tienes un insomnio terrible. Levi ¿le tienes miedo a la oscuridad?

— No — respondió de inmediato.

— Le tienes miedo a la oscuridad — afirmaste.

— Te acabo de decir que no.

— Sí, pero no te creo.

— Que no.

— Que sí.

— Que no.

— Que sí.

— Que no.

— Que sí.

— Que no.

— Que no.

— ¿De verdad crees que caería en esta tontería?

— La verdad que no, pero tenía que intentarlo.

— Tch, como sea. Me voy, buenas noches.

— ¡Pero Levi! ¿No piensas que talvez el dormir conmigo te ayude a superar tu miedo? — preguntaste poniendo ojos de cachorro.

— He matado más titanes de lo que he cagado en mi vida. No le tengo miedo a la oscuridad — su tono denotaba molestia, sabías que se estaba poniendo a la defensiva. Hora de cambiar de estrategia.

— Bueno, le hará bien a tu insomnio. Y de paso a tu columna, ya entiendo por qué siempre te levantas de mal humor, debes andar con un dolor de espalda horrible — hablaste mientras pasabas tu mano por su espalda, tu tacto le relajaba. — Además, si no le tienes miedo a la oscuridad podrás demostrarlo durmiendo conmigo.

— Mocosa, estás tentando tu suerte. Ya deja de insistir y déjame en paz.

— Ven — acercaste tu rostro y le diste un dulce beso en los labios, luego en su frente y finalmente en su nariz, era tu forma de quitarle el mal humor. Él no podía sentirse más amado.

Suspiró rindiéndose ante tus encantos, ya le conocías y sabías como actuar. Aunque él fingía que no le gustaba, sabías bien que le encantaba, por algo seguías viva.

— Está bien, solo esta noche.

— Gracias — susurraste mientras tomabas su mano y lo llevabas a tu habitación.

Ambos se acomodaron, se quitaron las chaquetas, botas y correas y se echaron en la cama. Estabas a punto de voltearte, dándole la espalda a tu novio para que él rodearla tu cintura con sus brazos. Pero él tomó tu mano y te dejó mirando hacia él.

— Quédate así — trató de usar un tono firme, pero habló con voz ligeramente temblorosa y baja. Sentiste un pinchazo en tu corazón, parece que si le teme a la oscuridad y con esto le estabas haciendo pasar un mal rato.

— Levi, si quieres dormir en tu silla, lo entiendo. No quiero que la pases mal — dijiste mientras acariciabas su cabello con delicadeza, mirándole a los ojos.

— No — suspiró — estar contigo me ayuda, solo que... es vergonzoso que me veas como un niñito inútil — completó desviando su mirada a otro lado.

— Me has visto ser una niña ridícula a diario, no te avergüences por ser un ser humano con miedos. No hay nada de malo con eso, imagino que ese miedo ha nacido por lo que viviste en la Ciudad Subterránea. — Él solo te miró con expresión cansada. — Nada va a hacer que te deje de ver como el hombre más fuerte del mundo, física y mentalmente. Te amo demasiado como para perder la admiración por algo como eso.

Te acercaste y diste pequeños besos por todo su rostro. De a pocos se iba relajando ante tu tacto.

— Puedes apagar la luz — te dijo después de un rato. Dudaste un poco, querías que durmiera tranquilo, pero no discutiste.

— Bien, estaré contigo toda la noche, vas a estar a salvo— te paraste a apagar la luz, diste una última mirada a Levi, atenta por si cambiaba de opinión. Y finalmente la apagaste.

Rápidamente volviste a la cama, no queriendo dejarlo solo ni un segundo. Te echaste abrazándolo fuerte cuando su respiración se hizo pesada. Decidiste que esta noche no dormirías hasta que él se durmiera. Acariciaste su cabello y repartiste más besos por su rostro, normalmente temías que tanto afecto físico lo abrumara, pero al sentir como la tensión de su cuerpo desaparecía entendiste que esto le estaba ayudando.

Con el tiempo te quedaste profundamente dormida, poco segura se Levi había conciliado el sueño, aunque sabías que se encontraba mucho más calmado. Te levantaste tiempo después, al sentir el fuerte agarre de tu novio en tu cintura y debido a los movimientos bruscos que hacía. De milagro no te tiró una patada mientras peleaba en sus pesadillas, hubieras salido volando.

— Shhh, Levi, solo es un sueño — susurraste tratando de levantarlo.

— Mmm — él seguía murmurando entre sueños. Pasaste tu mano por su mejilla y le diste ligeras palmaditas.

— Levi, despierta, todo está bien.

— ¿_____? — respondió abriendo sus ojos, la expresión triste de su rostro te hizo entender que soñó.

— Tranquilo, estoy aquí. Eso no fue real — afirmaste, usando el tono más dulce que pudiste. Él solo apretó su agarre en tu cintura en respuesta. Hundió su rostro en tu pecho y pudiste sentir lágrimas en él. Te sorprendió, era la primera vez que se mostraba tan vulnerable contigo.

— No-o, no-o quiero que te pase nada malo —habló derrotado.

— Nada malo pasará, me protejo y tú me proteges.

— Eso he hecho con todos los que quiero, y al final siempre es lo mismo.

— No pienses eso, por favor. No importa lo que pueda pasar, ahora tenemos el presente y hay que vivirlo de la mejor forma posible, ¿sí?

— Sí.

Envolviste su cuerpo en tus brazos y seguiste jugueteando con su cabello para que se calmase. En ese momento notaste que ya había amanecido. Levi debió tener al menos unas cinco horas de sueño. Sonreíste, es más de lo que tendría otros días.

— ¿Cómo te sientes? — preguntaste después de un rato.

— Mejor — dijo en un tono más calmado, aun escondiendo su rostro en tu pecho.

— ¿Dormiste algo?

— Más de lo que he dormido en mucho tiempo — te miró con ojos suaves.

— Me alegro — le sonreíste.

— ¿Po-podemos hacer esto más seguido? — preguntó, su vergüenza era palpable.

— Claro que sí, las veces que quieras.

Faltaban unas horas para el desayuno en el comedor, así que dejaste que el sueño te venciera de nuevo. Sin embargo, escuchaste algo antes de caer por completo.

Gracias...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top