Cap. XXI
La gacela puede correr muy lejos tanto, que deja al leopardo con una distancia lejana, por unos segundos eso motiva a su depredador a continuar, para llegar a la meta de matar a su presa que al verse casi sin poder huir; se desvanece ante las garras de la bestia cuando es tomada por el cuello y la va asfixiando hasta dejarlo muerto.
Eso se le llamaría una cacería al estilo animal, pero lo que vive los humanos es totalmente distinto sus batallas se llevan con ideas y armas a la vez nada pasa sin que ellos busquen una solución eso se atribuye a dos personas que son tan distintas uno busca poder como dominio; el otro traer paz como esperanza sin merecerlo.
Esas contradicciones van en cada mente, pero solo uno tendrá la Victoria de lograr lo que desea y como sea.
Para la mente de Isla, no era fácil ir a ese encuentro, en los dos minutos que lleva manejando no ha podido dejar de pensar en su vida, sus Padres y abuelo todos llevan una conexión y más en una de la llamada que le hizo a su terapeuta el doctor Wen; eso la hace inquietarse en el asiento sin dejar de mirar la carretera.
— Doctor Wen.
— Que bueno oírte Belicosa.
— Dejémonos de rodeos, solo quiero saber algo de nuestra última sección de terapia.
— ¿Que buscas saber?
— Eso... que no pude ver, pero si pronuncie en medio de mi oscuridad doctor.
Hubo un silencio breve en la línea, hasta que después habló.
— En medio de esa sección, llorabas y peleabas a la vez, tanto que él dolor era palpable en su cuerpo, pero debía seguir para saber en qué terminaría.
— No sé detenga y dígalo.
— Te decías así misma, que eras un monstruo causante de muertes después de conocer un infierno, que no te correspondía y deseabas vivir como esa joven feliz junto a tu familia. Ser buena y amar sobre todo esa última palabra la decías con tanto llanto que te desmayaste en esa terapia por primera vez.
— ¡Eso no puede ser!
— Fue así Belicosa y no soy hombre de mentir, mi trabajo me exige ser honesto y duro con la verdad.
— Ya es suficiente doctor, con esto terminamos.
Fin de la llamada.
Rememorar esa llamada no la hacía sentir tranquila ni llena de paz, al contrario sus pensamientos era aun más fuertes, más si explicaba como ese doctor le decía todas esas cosas y su corazón sentirse fuerte en su caja torácica, cada vez le recordaba esas palabras diciendo que lloraba y peleaba una batalla, era constante en su vida pero llorar no era una de ellas, su temple de acero nació sabiendo que la hacía una mujer fría, calculadora y sin escrúpulos.
No le cabía duda; que lo que le dijo podría ser cierto, tanto que los minutos pasaron evidenciando que el momento de intervenir sobre otra persona, que también dio su vida por ella; que seguramente guardo su boca, para no hablar, aunque no tenía mucho que decir, pero ese hombre la lleno de algo que ella jamás podrá conocer o ¿que no sabe qué es? Pero su corazón; le dice e insiste que debe salvarlo no le importará ser encarcelada, humillada y hasta maltratado su cuerpo; lo recibió hace años volver a sentirlo no le dará mayor impacto.
Llegó a su destino fue interceptada por carros y hombres a su alrededor, apenas quedó estacionó; respiró hondo en su puesto miro a sus hombres, siendo cinco en la parte de atrás por el retrovisor; claro está que su soldados especiales estaban en sus posiciones lejos de ella no podían desobedecer odiaba que lo hicieran a parte de ganarse un castigó por eso. A su vez; un hombre moreno por sus manos muy armado y con pasamontañas en color rojo se acercó hacia su ventana donde tocó y ella pudo verlo con su semblante serio.
— (Baje ahora o morirá ¿Usted decide?) — hablo en turco, que asintió obedeciendo a esa orden.
Con detenimiento se bajó del vehículo al estar de pie, delante del caballero que era uno de los soldados de su tío; lo miro de arriba abajo evidenciando la artillería, que tenía puesta siendo una metralleta en sus manos, armado en todas partes; ella dejó todo sus armas quedándose con una sola la pistola que era sagrada detrás de su espalda, como método de defensa; pero sabía que se la iba a quitar y eso lo pudo ver cuándo otro hombres se acercó por detrás de ella, la revisó sin darle permiso, le sacó su arma para constatar que estaba libre de cualquier objetivo amenazante.
— (Limpia y tengo su arma.). — sonrió burlón el otro soldado, que negó ante ese gesto de hombres tan idiotas.
— Perfecto. Ahora Belicosa has venido a tiempo, para el festejo. — indico al señalar el lugar, cosa que su mirada fue hacia allá.
No hubo tiempo que perder; fue custodiada por varios hombres siendo diez en total adelante y atrás de ella; jamás pensó que su tío tuviera tanto miedo de ella, imagino que su inteligencia con la seguridad, pero pasaba de ser tan hostigado para su gusto, nido nuevamente ante esas cosas. Por su parte; sus soldados quedaron en la camioneta, por otros más que los tenían rodeados estaba consciente que pronto estarían muertos, lamentaba eso pero ellos lo decidieron y más correr ese riesgo; sólo para activar el plan que sabe que estando ella ahí no era seguro.
Pude ver todo el perímetro de dónde se encontraba, siendo nada más y nada menos que una fábrica bien grande muy apartada de todo estaba completamente rodeado de seguridad el suelo era como de ladrillo y cuando menos lo pendo lo vio; ahí sentado en una silla de madera con el rostro inclinado, mucha sangre a su alrededor; apretó las manos en puños desde su posición, dándose cuenta y se detuvo casi cerca a unos cinco pasos de su cercanía.
Era increíble cómo su tío podía utilizar artimañas, para lograr lo que quiere, desechó esa idea al verlo muy feliz que no dudo en acercarse y aplaudir estando frente a ella, era un manera de juzgarla, castigarla como una estúpida; delante de todos sus soldados obviamente que no pensó en la reacción de isla, dónde solamente se rió en su cara, dejando que deje de aplaudir y se mantenga erguido como muy serio en su posición.
— ¿De qué te ríes sobrina? — pregunto y ella solo dejo de reírse.
— Pues nada; solo me causó risa ¿Hay problema con eso? — dijo de forma tan natural.
— Espero que sigas con ese mismo humor, al quemar a Nohán. — Simplifico sonriendo de lado.
Se mantuvo quieta, mirando a todos lados era vital conocer el perímetro; era muy necesario para cuando tuviera que suceder el ataque miró otra vez a Liam en su lugar, no respiraba lo suficiente tal vez le quedaba poco de vivir, pero sólo eso le daba la fuerza requerida para sacarlo de ahí; así que no dudo en hablar delante de su tío.
— Sé que tú tiempo vale tío. — marco lo último con burla. — Pero sabes a ¿qué he venido? —
— No esperaba menos de ti Isla. — soltó de forma muy orgullosa.
— Déjalo fuera de esto ya estoy aquí, y tengo lo que quieres. — Inicio el acuerdo, pero el negó.
— Eso lo veremos Isla, pero Liam no me sirve; así que lo dejaré ir solo por lastima. — hablo con sorna y elevo la mano dando órdenes.
Su mirada fue directo a Liam, donde dos soldados se acercaron y lo desataron uno de ellos lo cargo, sobre su hombro era alto y fuerte mientras el otro que era bajito, le quitó las esposas de sus manos y pies dejándolo muy lejos de su vista, algo que le dio chance de observar, cuando pasó por un cubículo hacia una parte interna de la misma fábrica no dejó de verlo, para poder prestarle atención a los ojos color avellana de su tío, de total frialdad sobre su cuerpo; pero la vez con un brillo nada agradable a su parecer, era como algo que ella ¿desconocía? o tal vez su tío estaba sintiendo, algo por su persona, esperaba que no fuera lo segundo, hasta que su voz la hizo salir de sus pensamientos.
— Mi querida niña hoy morirás por mi mano. — fue todo lo que dijo, al sacar su arma y apuntarle.
Fuerondos segundos y la bala salió hacia su dirección que ella cayó al suelo herida,el dolor vino sumado a una decepción muy fuerte; pero estando en el suelo susojos se cerraron...
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