Cap. XIV
MÉXICO
Ya era tarde aproximadamente las cinco el área de la capital, estaba empezando su apogeo, mientras un carro negro deportivo estaba estacionado en lo que parece ser, un hotel no era de gran categoría; pero si era impecable pintadas las paredes entre gris y blanco, donde manejaba una mujer elegante como llena de poder y dominante sonrío de lado, pensando las cosas que haría esta noche, solamente estaría con él; después de la noche anterior, no quería dejarlo ir algo dentro de ella le decía que tenía que continuar y nunca separarse de ese hombre.
Así que no espero más; bajó de su auto era custodiada por uno de sus soldados mas fieles, en una camioneta del otro lado apartada a una distancia mínima de su persona lo vio y asintió, para que vigilara la zona en donde ella estaría, sin tener inconvenientes o asuntos que debía resolver después. Seguidamente; no hubo nadie alrededor camino tenía un sacó de color negro, que lo tenía amarrado en su cintura no usaba casi ropa, dentro de esa prenda, sólo un pequeño regalo que iba hacerle a su ex mano derecha.
Para la mente de Isla, debía resolver tantos asuntos en el búnker, dejo a Mike a cargo otra vez; necesitaba hablar con Liam, de un asunto que debe resolver de su tío Atticus; pero lo haría después, cuando ya estuvieran relajados en la cama; fue directo al hotel ingreso sin tanto problema camino a la parte de recepción, les dio una tarjeta evidenciando que era una visita precisa de esa habitación la número 40; el hombre mayor vio la tarjeta y asintió; no tuvo nada más que hacer, sino que seguir sus pasos hasta el ascensor, ahí dentro del mismo le tomó al menos cinco segundos, llegar a dicha planta luego de salir de la caja metálica, fue directo sin detenerse paso y llegó a un posible fondo a mano derecha, consiguió la tan esperada puerta, con el número indicado sonrío de forma atrevida, era momento de actuar y más por el deseo que lleva, recordó ese momento que estuvieron juntos esa noche era algo sin sentido, al menos le servía para borrar de su mente las pesadillas que cada noche, al estar sola se burlaban de ella como si algo en su interior le dijeran que están allí, espera que desaparezca para olvidar, que todo su dolor sea eliminado, desea tener paz más en su mente y consigo misma.
Acto seguido; toco la puerta para ser precisa tres veces, duro al menos unos dos minutos, hasta que por fin abrió la puerta viendo del otro lado un hombre tan guapo, como imponente seguro de sí mismo y además sin camisa; sólo llevaba un mono deportivo con una toalla para secarse el sudor, que perlaba sobre su frente algo exquisito, para los ojos de Isla esos cuadros en el abdomen, pecho grande y unos brazos que te pueden llevar a la cúspide del mejor orgasmo que puedas imaginar, todo eso lo imaginaba con sólo mirarlo de arriba hacia abajo.
Pero la voz de él, la sacó de sus pensamientos eróticos.
— ¿Isla? ¿Qué haces aquí? — dijo serio; al bajar la toalla de su rostro, para verla mejor.
— Vine hablar. — simplifico de forma corta, sonriendo con altanería.
Para la mente del Liam no pasaba desapercibido, la actitud de ella la miro por un instante, dándose cuenta que llevaba sólo un simple saco con unos tacones rojos que los ponían mucho, enseguida él elevó la mirada para mirar su bello rostro sin dejar esos labios de corazón eso sí los invitan a probar, pecar cada parte de su ser, fue tanto que su entrepierna se endureció, sólo ella podía tener ese efecto en el.
— Entonces pasa. — la invitó, no se detuvo y entro a su habitación.
Miró alrededor, por suerte como todo hombre, siempre tenía regado su cuarto pero pronto eso acabaría: ya que vendría la persona de servicio hacer su trabajo, se dio la vuelta detallando que no le dejaba la mirada encima, curvo una sonrisa de autosuficiencia y le habló claro, al quitar la cinta de su sacó para dejar abierto por completo, la ropa interior de encaje en color rojo como sus tacones, por un momento la mirada de ese caballero de ojos grises; se expande y sus pupilas adquirieron esa tonalidad potente de deseo sus manos la llevo a la cintura dando su gran pose de chica mala, haciendo reír a Liam.
— Dijiste que ¿Hablaríamos? O buscas liberarte, Omar no te complace. — Mencionó curvando una sonrisa, pero la mirada de Isla fue amenazante.
— Mejor no hablemos de él, no viene al caso y así fuera ¿Qué? — prosiguió borrando la sonrisa del pelinegro.
— Tienes razón Isla Yilmaz, olvidemos el asunto y viniste en el mejor momento. — se fue acercando con sutileza a ella.
No le tomó; mucho tiempo estar delante de ella, tanto que las miradas fueron conectada entre los dos, marcando ese deseo la misma corriente ese juego que llenas sus venas, como sus almas teniéndolas escritas para ser saciadas. Asimismo; ella terminó de unirlos totalmente colocando sus brazos alrededor de su cuello, mientras Liam colocaba sus grandes manos en su cintura y bajaba a su trasero.
— Hummm... algo ansioso querido. — Puntualizó sonriendo, dejando que Liam expanda su mirada sobre su persona.
— ¿Me dijiste querido? — le recordó.
— Porque no. Puedo decirte cómo yo deseo o quieres que sea mala contigo. — le indico, al besar sus labios y morder un poco.
— Me gustas Santa y mala, de eso no tengo duda. Porque las dos son la mejor versión de ti. — expresó al tocar su mejilla con suavidad, pero su otra mano apretaba fuerte su trasero.
La mujer se le quedó viendo, detallando y pensando cada una de las últimas palabras que acabó de botar, no era de hacerse mente en cuanto a las palabra de un hombre; esas sólo buscan placer como también satisfacer sus deseos, jamás ven en el corazón no lo hacen; hasta que lo pierden, es ahí que reconocen verdaderamente el amor que sienten, eso lo ve en Liam. No obstante, dejo a un lado eso para besarlo con hambre al estado más puro.
Durante los besos, toqueteo y dejar la ropa que tenían en el suelo, llegan a la cama desordenada ambos se unen; mientras él la embiste en su vagina para llenarla por completo, tanto que Isla lo aruña con sus largas uñas en color rojo, no sabía porque le gustaba ese color, solo le gustó hacer la combinación para sorprender a este hombre que la complace en la cama, como en fidelidad; en el mundo no lograrás encontrar algo así, casi todos traicionan a sus parejas y más si están lejos creen que nunca serán descubiertos, dejando esos pensamientos tontos sus gemidos comenzaron hacer notables; para satisfacer a ese turco en potencia, ambos se miraban que después de unas cuantas estocadas y fricción en cada cuerpo unidas a su pelvis, la liberación vino sobre Isla para después seguirle Liam, que mordió su hombro con gran deleite, desarrollando una especial éxtasis capaz de volver a reanudar su unión.
— Rayos Liam.
— ¿Otro raund preciosa? — dijo con una sonrisa.
— Cállate y hazlo. — pidió besándolo y él seguir las órdenes de su dueña o ama.
Siguió la pasión entre ellos, les tomo alrededor de tres horas; hasta que ambos quedaron completamente satisfechos, el uno con el otro, ella encima de su pecho descansaba y respiraba agitadamente mientras él tocaba su espalda desnuda con gran deleite; sabiendo que era el único que podía tocar esa piel y nadie más lo iba hacer, se juro asimismo qué así seria, porque Isla significaba su mundo entero, pero nada lo preparó cuando la pelinegra corto esa dicha de su unión.
— ¿Quiero saber los planes de Atticus? — trago grueso, respirando por lo bajo con la almohada relajando su cabeza.
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