Capítulo 3: Venatores ex Albo Ordine
Cazadores de la Orden Blanca
La luz de las antorchas en movimiento, el sonido de los pasos y el murmullo de los refugiados despertaron a Yuri de repente. Había pasado la noche buscando a su hermana, pero no volvió a dar con ella y el sueño acabó por apoderarse de su cuerpo agarrotado por el cansancio. La mestiza aun somnolienta, echó un vistazo desde su lecho a la gente que pasaba por los pasillos de la galería.
De nuevo tuvo esa sensación, aquel vuelco en el estómago que sentía cuando tenía un presentimiento, algo que le daba que pensar. Entonces se levantó de un salto y aceleró el paso para acercarse al grupo y caminar entre la gente.
— ¿Qué está pasando? — Preguntó a la primera persona que tuvo a su alcance.
— Han adelantado el viaje, partimos ya. — Respondió el joven mestizo de ave.
— ¿Hacia donde? ¿Ya han indicado la ruta? — Preguntó con inquietud antes de perderlo de vista entre el gentío que se amontonaba a su alrededor.
Temerosa de haber perdido el rastro de su hermana, se le ocurrió la idea de volver sobre sus pasos quitándose de en medio a la gente a empujones, inquieta, se dirigió hacia la salida de la cueva donde la vio por última vez.
— ¡Nene! ¡Nene! — Exclamó tratando de abrirse paso hacia el exterior ignorando los reproches y gruñidos de los mestizos.
Cuando alcanzó la salida había dejado al resto del grupo atrás, por lo que nuevamente se encontraba sola, y vio que todavía era de noche y que la luna apenas había llegado a su culmen en el firmamento, y a pesar de la temperatura agradable y el silencio, ella no entró en armonía con el ambiente por su preocupación. Tras una breve caminata en mitad de la oscuridad, le pareció escuchar unos pasos, y se escondió entre los arbustos al escuchar unas voces que se aproximaban.
— Lleva toda la noche merodeando por el bosque. — Indicó un jinete mestizo sujetando la soga que ataba a una joven que caminaba detrás de ellos.
— Mierda, voy a llamar la atención a los holgazanes que pusimos como guardias en las salidas de las cuevas — Dijo su compañero jinete con enfado.
— No tienes ni idea de la noche que he pasado, ya he perdido la cuenta de las veces que la he traído de vuelta al refugio.
— ¿Pero porqué no solo dejáis que me vaya? — Exclamó la chica en tono de protesta. Inmediatamente Yuri reconoció por la voz que aquella chica era Nene, y se llevó una mano a la cara.
— Maldita sea Nene, que estúpida eres — Susurró para sí.
— ¡Silencio! — Ordenó uno de los jinetes severamente mientras tiraba de ella usando la soga, lo que le arrancó un quejido de dolor a la mestiza.
« Si los humanos te hubieran capturado habrías puesto en riesgo a los refugiados.
— ¿Entonces es verdad que los chicos acaban de detectar una cuadrilla de espías de la Orden Blanca?
— Dicen que sí.
— Maldición.
— Pero no es la primera vez que sucede, normalmente nos marchamos antes de que den con nuestro rastro.
— ¿Y si nos encuentran?
— Bueno, pues en ese caso más te vale saber manejar bien tu espada.
— Diablos, apenas aprendí a montar en trotador.
Escuchar aquella noticia puso en alerta a Yuri, no solo por la proximidad de una amenaza, sino también por el peligro que suponía para muchos mestizos en aquel momento.
Cuando notó que los jinetes se habían alejado lo suficiente, salió de su escondite, ahora más tranquila y sabiendo que su hermana estaba más controlada, regresó de nuevo a la cueva. Al aproximarse a la entrada, vio la sombra de una figura que la esperaba desde la entrada, lo que la puso en alerta de inmediato, sin embargo una sonrisa se dibujó en su rostro cuando la luz de la luna iluminó aquella presencia y desveló el rostro de Ugo.
— ¿Qué tanto te retiene aquí? — Inquirió al verla llegar a su altura.
— ¿Y esa pregunta? — Replicó.
— Te vi deambulando agitada y desorientada por la caverna, por lo que decidí seguirte.
— Buscaba a mi hermana, tiene el don de perderse. — Indicó con cierto tono de desagrado.
— Pues si ya la has encontrado, valdrá más que nos pongamos en camino, el grupo partió hace un rato. — Indicó el mestizo lobezno dando media vuelta.
— De acuerdo, vamos. — Aceptó Yuri mientras comenzaba a caminar detrás de él.
. . . . . . .
Cuando alcanzaron a la fila de refugiados, Yuri notó que cada vez habían más jinetes vigilando entre los arboles, por lo que sospechó que el viaje iba a ser largo.
— Wof, Escuché por ahí que la Resistencia de Briateno tiene asentamientos escondidos por todo Leuksna. — Indicó Ugo haciendo que Yuri apartara la mirada del bosque.
— No sabía que este grupo de rescate fuera tan conocido. — Observó Yuri.
— Se podría decir que uno los conoce cuando esta en problemas.
— No te lo negaré.
Aquella conversación con Ugo dejó ensimismada a Yuri, pues ella pensaba que ningún humano se acercaría siquiera a un mestizo, ya que para ellos era algo tabú salido de un cuento de hadas, al menos hasta que conoció a la Orden Blanca . Desde entonces dedujo que aquel grupo se dedicaba a poner precio por sus cabezas al igual que las otras bestias del bosque.
Tras un largo camino llegó el alba y comenzaron a aparecer los primeros rayos de luz tiñendo el cielo de colores cálidos, el paisaje fue cambiando progresivamente, dejando atrás el espeso entramado de los arboles del bosque para encontrarse con el campo abierto de la estepa por donde pasaba un enorme río de agua cristalina.
Desde su amplia longitud pronto se avistaron dos barcos de madera oscura y desgastada anclados cerca de la costa. Tenían el casco lleno de reparaciones por los daños sufridos en muchas batallas anteriores, sus cubiertas eran espaciosas y estaban llenas de otros refugiados y de guardias mestizos que se dedicaban a revisar las velas y las cuerdas de pesca.
Yuri escudriñó a la gente con la mirada para buscar a su madre, pero no dio con ella ya que los dos barcos estaban colmados de tripulantes y en uno de ellos parecía que ya no había espacio para más pasajeros, por lo que habían comenzado a subir los últimos refugiados en el otro navío.
En ese momento algo llamó la atención de la mestiza, pues vio como los guardias que vigilaban la pasarela que llevaba a la cubierta del barco estaban anotando en una libreta los nombres de los mestizos que iban subiendo.
— Lo único que me calma de todo esto es que podré descansar, he estado caminando demasiado para ser ahora un pobre cojo. - Dijo Ugo alegrándose
— ¡Ey, ya habéis llegado! — Exclamó Nene saliendo de entre la multitud a empujones para ir a saludarla.
« No te creerás lo que me ha pasado.
— Que los guardias te acabaron pillando y te trajeron atada hasta aquí.
— ¿Cómo lo sabías?
— Pues porque te vi, mira que eres insensata.
— ¡Ya, deja de meterte conmigo! — Exclamó Nene
— En fin. ¿Has visto a mamá?
— Todavía no. ¡pero estoy segura de que debe de estar esperándonos en uno de estos barcos! — Indicó Nene, y nuevamente dejó atrás a Yuri para intentar colarse entre la gente que estaba subiendo al navío.
Yuri cruzó la vista con Ugo y con una simple mirada le dio a entender que aquel comportamiento de Nene era lo normal.
— Tienes una hermana muy graciosa.
— No la aguantarías un solo día.
. . . . . . .
La espera se terminó alargando por la cantidad de gente que todavía quedaba por subir, por lo que pronto llegó el amanecer y el sol comenzó a asomarse detrás de las montañas. Mientras tanto los mestizos se reunían entre ellos en la cubierta, y los niños corrían y jugaban despreocupadamente. El ambiente era cálido y agradable, daba incluso la impresión de que todo lo que habían vivido fue tan solo una mala pesadilla.
— ¿Tenemos alguna idea de a donde nos llevarán? - Inquirió Yuri cruzándose de brazos.
— Imagino que a alguno de los asentamientos de la Resistencia. — Respondió Ugo mientras se apoyaba sobre su muleta. — Aunque por muy seguro que sea el lugar al que vayamos, nos seguirá acechando el peligro.
— ¿Porqué?
— Sabes, Yuri, con el tiempo uno comprende las preocupaciones de la gente, forma parte de crecer. — Respondió Ugo. — Algún día, cuando seas mayor entenderás lo que te estoy diciendo.
La mestiza asintió y agachó la cabeza meditabunda. Lleva toda su vida viviendo en una cabaña situada en mitad del bosque, por lo que apenas conocía el exterior y no entendía la clase de "Peligro" al que Ugo se refería. Pero ella sabía que debía hacerse fuerte.
— ¡Yuri!
La mestiza se giró de golpe al escuchar aquella voz, había reconocido el dulce sonido de la voz de Aila y repentinamente sintió una presión en el pecho. Rápidamente comenzó a buscarla con la mirada entre la gente hasta que alcanzó a verla apoyada en la barandilla del otro barco, ella había comenzado a saludarla con la mano mientras esbozaba su reluciente sonrisa.
— ¡Mama! — Exclamó Yuri con los ojos vidriosos mostrándose abiertamente incrédula del reencuentro.
Pero el sonido característico de un replique metálico y penetrante reverberó en el ambiente advirtiendo sobre la amenaza que acababa de alzarse sobre ellos. En cuestión de segundos se oyó el estruendoso ruido de los cascos de los caballos y del acero de las armaduras que resonaban en el bosque al compas del toque de las campanas.
— ¡Es la Orden Blanca! — Exclamó un mestizo con voz temblorosa.
Seguidamente hubo un momento de desconcierto entre los mestizos, y todos desviaron a la vez su atención hacia los jinetes que acababan de salir de entre los árboles. Rápidamente se desató el pánico y los refugiados que faltaban por subir comenzaron a tropezarse unos con otros con la intención de correr en dirección al barco.
Al estar Nene a bordo, se encontró con el colapso de la muchedumbre y quedó atrapada en la cubierta, incapaz de ver lo que estaba pasando.
— ¡Yuri! — Gritó tratando de buscarla entre la gente. — ¿Dónde estas?—
Entre tanto los soldados rodearon rápidamente a los más rezagados y interfirieron con sus caballos entre el grupo y la cubierta. Entonces desde las filas de los caballero apareció también Kenar sobre su montura. El enmascarado venía acompañado junto a un encapuchado que no apartaba la mirada del suelo.
— Vaya. — Alcanzó a decir Ugo viendo el panorama.
Durante un momento de tensión, Kenar dio vueltas con el caballo observando al enorme grupo de refugiados acumulados a los alrededores del barco, pero su rostro impasible realmente pareció esbozar fugazmente una sonrisa afilada cuando su mirada aterrizó sobre Yuri.
— Mi nombre es Capellan Kenar, seguramente no me recuerdes, pero ¿Tu no solías merodear los bosques de Eglorn con un sarnoso? — Se jactó, lo que causó que se le acelerara el pulso a Yuri y una sensación de ira y de terror inundaron su corazón.
« Te tengo una pequeña sorpresa conejita ¿Te resulta familiar? — Dijo con sorna mientras arrojaba del caballo al encapuchado que cayó pesadamente al suelo con un quejido, luego bajó de su montura y estirando su brazo le arrebató la capucha de encima para mostrar el rostro de su padre magullado por las recientes señales de torturas.
« Tuvo la consideración de conducirnos hasta vuestro patético grupo de resistencia.
— ¡No me mates! — Exclamó el mestizo en un intento de levantar su cuerpo maltrecho.
— Como en los viejos tiempos. — Añadió el capellán haciendo caso omiso a las palabras del desdichado, y le disparó en la cabeza con un trabuco que emitió un estruendo parecido al rugido de un trueno que a Yuri se le hizo familiar. El mestizo murió al instante con un grito ahogado antes de yacer en el suelo rodeado por las llamas.
— ¡Nooo! — Gritó la madre colapsada por la escena, Y a pesar de que quiso bajarse del barco varios mestizos la sujetaron para retenerla.
— ¡Eres un maldito bastardo! — Exclamó Yuri inundada en la cólera mientras agarraba una roca del suelo para lanzársela a Kenar, pero este la agarró en el aire y la arrojó delante suyo.
— Inténtalo de nuevo.— Le provocó avanzando hacia ella mientras desenvainaba una vieja hoja cuyo mango cubierto de vendas demostraba el desgaste de múltiples batallas.
Yuri permaneció inmóvil, con el pulso acelerado y apunto de estallar, ella sabía que no iba a lograr nada contra él, pero sentía que debía hacer algo, más aun viendo como aquel hombre se había convertido en el asesino de su padre...y de Roy.
Contra todo pronóstico, desde la muchedumbre se escuchó la voz de un mestizo junto al sonido metálico de su estoque al ser desenvainado:
— Soy Jessen, el líder de la Resistencia de Briateno y también a quién buscas. — Indicó firmemente, notando como en un lapso de tiempo tenía encima la mirada de todos los mestizos, y del resto de los soldados del bando humano. — Había escuchado de tus hazañas entre los de mi raza, pero no sabía si eran ciertas.
« Y déjame adivinar, tú eres otro chalado devoto de Beneduss. — Señaló acercándose hasta interferir entre ellos.
— ¿Me tratas de loco? — Contestó riendo, pero sus siguientes palabras se endurecieron abruptamente mientras hablaba.
« Para mí locura es que ver a una aberración comportándose como un humano, ¿Y seguís creyendo que vosotros sois los héroes? — Sentenció mientras avanzaba hacia Jessen para ponerlo nervioso.
« Os dimos la bondadosa oportunidad del exilio, y aun así os atrevisteis, aberraciones de intento humano y de animal, a invadir Servosa y a profanarla con un rey apócrifo. ¡Vosotros obligasteis a la noble emperatriz Clorodoci de Clastinia a ordenar vuestro exterminio! — Reveló con cólera volviendo luego sobre sus pasos como si estuviera exponiendo un discurso.
« Pero yo propongo un acuerdo...— Indicó. — Desde hace mucho tiempo que no he visto un mestizo de tu clase, sois también una leyenda en mis barracones, dado que se corre el rumor de que sois muy hábiles con ese mondadientes que usáis como espada.
— ¿Qué acuerdo?
— Un duelo, tú y yo, si tú pereces, los demás compartirán el mismo destino que esta basura. — Añadió pateando las cenizas del padre. — Empezando por la chica, y si de alguna forma irónica ganas, os dejaremos ir. Acepta el duelo.
En ese momento uno de los soldados de entre las filas de Kenar que ocultaba su rostro bajo una capucha se acercó a él con preocupación.
— Pero señor tenemos órdenes de...
— Tranquilo Ikram, ellos ya están muertos. — Le interrumpió abruptamente.
A pesar de que Jessen era un poco más alto por la diferencia de la estatura entre razas, observó como Kenar se mostraba amenazante cuando envainó su hoja y sacó otra más ligera y pequeña, Jessen lejos de sentirse acobardado, empuñó con más fuerza su estoque.
— De acuerdo, no te tengo miedo.
— No eres el primero que me dice eso. — Replicó flexionando ambas piernas contra el suelo para tomar el impulso del primer golpe que arrojó sobre él con la hoja.
Jessén actuó rápido esquivando el primer ataque con un salto lateral, en mitad del salto lanzó un rápido golpe con su estoque en dirección al cuello, pero este fue rápidamente interceptado por el arma de Kenar, y su fuerza fue tan devastadora que echó hacia atrás el filo del estoque de Jessen.
Decidido a derribarlo, pateó el pecho del mestizo para aturdirlo, haciendo que se inclinase hacia delante y rematando el ataque golpeó su cabeza con el mango de la hoja, desplomándolo contra suelo.
— Esto es imposible. — Observó Ugo abrumado. — Yo he visto a Jessen luchar, y pelea con habilidad y destreza, lo suficiente como para haber hecho frente a cinco humanos, pero este capellán es demasiado poderoso.
Kenar en cambio lo observaba esperando con impaciencia a que siguiera el combate.
— ¿Ya está, quieres que pongamos fin a esto? —
Jessen se levantó del suelo con su rostro manchado por un hilo de sangre, pero se aferró a su estoque con fuerza al levantarse de nuevo. Aquello dio a entender a Kenar que el combate podía continuar y sin más dilación volvió a abalanzarse sobre él para golpearle la cabeza.
El mestizo esquivó el ataque y contraatacó con golpes que a pesar de su rapidez y precisión, el capellán eludió con facilidad dando saltos hacia atrás. Dispuesto a alcanzarle, Jessen dio una zancada y lanzó un golpe en el aire con su estoque que rozó el pecho de Kenar, este rápidamente contraatacó girando su torso y le asestó un golpe poderoso que hizo que el arma de Jessen escapada de sus manos y cayera detrás suyo. Sin darle tiempo a reaccionar, lo agarró del hombro para atravesarle el estómago con una punzada, dejando que se derrumbara por su propio peso al suelo.
El capellan se complació victorioso al ver los rostros de terror que reflejaban los mestizos, y apuntó con el trabuco a la cabeza de Jessen al mismo tiempo que formulaba una oración para ejecutarlo.
— ¡Maldito asesino! Resonó una voz desconocida desde el barco que llamó la atención de todos y que causó que incluso Kenar desviara fugazmente su atención hacia el lugar de donde provenía.
— ¿Y esta loca quién es?
Entonces en su intento de salvar a Jessen desde una posición desesperada, una mestiza de leopardo envuelta en una armadura de cuero se descubrió desde la cubierta y disparó contra él su arco. La flecha entonces impactando en la clavícula de Kenar, provocando que fallara el disparo hacia Jessen.
Aprovechando la ocasión, Jessen se reincorporó como pudo arrojando detrás de él unos jarrones con cuerdas que detonaron una estela de un humo con esquirlas que cejó a los jinetes y a Kenar, logrando huir en dirección a los barcos.
Considerando esto una ofensa grave, el humano gruñó más de rabia que de dolor y haciendo una señal ordenó a los jinetes que blandieran sus armas hacia el tumulto de personas para que no los dejaran escapar.
— No me esperaba menos de unos corruptos. — Exclamó limpiándose la sangre de la mascara y rompiendo la flecha, y dirigiéndose hacia los soldados alzó la voz diciendo.
« ¡Disparad dirección al barco, que no escapen!. — Ordenó con dureza antes de volver la vista hacia Yuri y sin miramientos le apuntó a la cara con el trabuco.
« Saluda a tu padre de mi parte. — Dijo conforme apretaba el gatillo.
El miedo volvió a inundar el corazón de Yuri al escuchar el click del arma y un disparo atronador la ensordeció, pero un empujón la echó hacia un lado, y en un abrir y cerrar de ojos vio como Ugo se había convertido en una masa de carne y llamas cuando se interpuso entre ella y el disparo para protegerla.
— Sálvate. — Musitó antes de ser asestado con un segundo disparo que le reventó la cabeza.
— U...go. — Tartamudeó Yuri perpleja con el rostro manchado de sangre.
Los mestizos viendo que solo les quedaba la opción de morir o intentar escapar, como si se tratara de una estampida, corrieron dirección al barco de manera desesperada arrastrando a yuri consigo. Viendo aquello, Kenar ordenó nuevamente que no escaparan, y los soldados arremetieron con sus espadas y grandes ballestas contra los mestizos, comenzando una cacería que desató el caos entre los pocos refugiados que escaparon dirección al barco.
kenar, observando que Yuri estaba aún con vida, pero atrapada entre los cadáveres de otros mestizos, se acercó a ella, lo que hizo que la mestiza solo quisiera cerrar los ojos, sabiendo que nada podía hacer ya.
— Siéntete afortunada conejita, esa bala era para ti pero otro ocupó tu lugar. — Indicó Kenar con una mirada cazadora clavada en ella mientras el desorden y el caos se alzaban a su alrededor.
— Tu especie de mestizo realmente es decepcionante, casi os habéis extinguido y sin ni siquiera lograr haberme dado pelea ninguno de vuestra clase, no destacáis casi en nada realmente, ni en combate, ni siquiera escondiéndoos.— Indicó con suficiencia.
« Voy a darte una oportunidad, porque me has demostrado mas valentía que ese gusano a quien llamáis Jessen, te iré a buscar, y se que te voy a encontrar, para entonces quiero que me des el duelo que él no pudo darme, así que corre. — Indicó poniendo su mano en su frente, marcándola con el símbolo de presa en su frente que solo es visible para los humanos.
Los ojos de Yuri estaban abiertos de par en par en mitad de un shock que nubló su mente, estaba paralizada y su respiración era irregular. Incapaz de reaccionar a lo que estaba sucediendo, mientras veía la muerte en todas partes, y muy posible en Jessen, pero su trance se perturbó con el golpe de una patada que impactó en su rostro y la tiró violentamente contra el suelo.
— ¡Quiero que corras ahora! — Gritó con ferocidad Kenar.
Sintiendo un dolor intenso en la nariz, despertó su instinto de supervivencia al ver que había una oportunidad de salir con vida y se levantó torpemente para correr en dirección opuesta. Mientras huía, un jinete de la orden blanca se aproximo para embestirla, pero al verle la marca en su cabeza se detuvo, dejándola pasar.
Pero unos guardias mestizos se interpusieron en su camino mientras cargaban hacia delante hacia los caballeros de la Orden Blanca, y chocó contra el acero de sus armaduras, lo que la hizo perder por un lapso de tiempo el conocimiento y cayó de rodillas. Entre tanto se desató un cruce de espadas que hizo temblar el suelo debido a la ferocidad del combate y el caos.
Conforme avanzaba la batalla comenzaron a aparecer charcos de sangre y cadáveres de ambas especies por el suelo, y en consecuencia, durante la batalla en un intento de huida, los barcos izaron las velas y comenzaron a alejarse.
— Señor, los barcos están escapando. — Informó un soldado de Kenar al percatarse de aquello.
Luego de haber atravesado el costado de un guardia mestizo con su vieja hoja, el capellán desvió la atención hacia los barcos y alzó la voz para lanzar un grito.
— ¡Retiraos! — Ordenó. — He marcado a una de ellos, pero no se lo quiero dejar tan fácil, ¡Preparad la munición tormenta y apuntad hacia los barcos!
« Ikram te toca hacer tu trabajo.—
Este asintió y ordeno a los caballeros de ballestas pesadas a ponerse en posición, entonces situándose detrás de ellos, se arrodilló clavando una rodilla al suelo y empezó a rezar hacia Beneduss, aquello despertó una magia antigua que hizo que las ballestas empezaran a vibrar y hacer sonidos como si estuvieran reteniendo una tormenta en sus armazones.
— ¡Ahora! — Ordenó Kenar con un gesto.
Y como si se tratara del estallido de una tormenta atronadora, los virotes de ballesta al dispararse triplicaron su tamaño al igual que su velocidad, dejando una estela a su paso.
— ¡Yuri!, ¡Quitaos de en medio, dejarme ver si mi hermana necesita ayuda. — Exclamo Nene entre la gente amontonada en la cubierta.
Lo ultimo que la mestiza pudo escuchar fue un fuerte estallido, aturdida, se levanto sujetándose al borde de la barandilla para esquivar partes que madera que caían del mástil que cayeron en mitad de la cubierta aplastando así a varios refugiados y guardias. En ese momento vio la batalla encarnizada que se había desatado frente a ellos, pero lo que más la aterró fue ver que Yuri que estaba aún fuera del barco.
— ¡Yuri! — Exclamó la mestiza y yendo en su búsqueda bajó a través de las pasarelas semi destruidas para acudir en su ayuda, pero fue empujada violentamente por la honda expansiva de esos proyectiles atronadores que atravesaron a varios mestizos a su paso, La joven rodó y cayó al suelo, levantándose de nuevo a duras penas.
— ¡Yuri, sube rápido, tenemos que movernos — Gritó.
A su alrededor, a medida que avanzaba el combate, este se volvía más caótico y las armas chocaban con mayor ferocidad entre ellas, en escudos y armaduras . Los gritos de guerra y los alaridos se mezclaban en el aire en un estruendo ensordecedor que incluso impedía que Yuri escuchara a Nene.
— ¡Vamos, tenemos que salir de aquí! — Gritó acercándose a ella y la tomó de los hombros para sacudirla.
Yuri volvió en sí al escuchar la voz de Nene y se incorporó de manera vacilante, cuando agudizó los sentidos pudo percibir que la Orden Blanca estaba a punto de acercarse a los barcos, y viendo que la entrada hacia el barco había sido destruida, tomó la mano de su hermana y tiró de ella para saltar hacia las cuerdas del barco con la intención de subir de nuevo a la cubierta.
llegando .......
. Sin embargo dos caballeros que acababan de matar a un par de mestizos con sus espadas las vieron y fueron detrás de ellas.
Los guardias que protegían la cubierta se lanzaron por ellos, pero fueron sorprendidos por un hechizo que lanzó uno de los humanos que hizo prenderlos en llamas y caer del barco incinerados. Antes de seguir detrás de las hermanas, su atención se desvió hacia los otros refugiados. Divertidos por verlos huir y gritar, comenzaron a darles caza con sus hechizos y golpes de espada. Incapaces de poder defenderlos, los mestizos ocupados por la fragor de la batalla de fuera del navío vieron con temor como la gente a bordo corría peligro.
— Ya no hay ninguna salida. — Dijo uno de los caballeros entre risotadas mientras decapitaba a una mestiza de un tajo.
Cuando las dos hermanas se habían refugiado en un escondite y puesto a salvo a Jessen entre barriles y cajas , Yuri comenzó a romper sus ropajes para sacar un pedazo de tela con el que vendar la herida del mestizo y parar la hemorragia. De repente el alboroto de los refugiados hizo que se percatara de la carnicería que estaban causando los dos caballeros. Llena de rabia empezó a buscar por el suelo y agarró la espada que yacía junto al cadáver de un guardia mestizo que estaba carbonizado.
— ¿A donde vas? Vuelve aquí— Masculló Nene entre dientes. — Te van a matar.
— De nada va a servir seguir huyendo. — Respondió Yuri antes de lanzarse a por ellos.
— ¡Yuri!
Nene sabía que probablemente no se equivocaba, pues su hermana nunca se había enfrascado en mitad de una batalla, pero la determinación de Yuri le impedía quedarse con los brazos cruzados, por lo que a pesar de estar en contra de su decisión de arriesgar su vida, entendía que no podría detenerla.
Al alcanzar a los caballeros, vio que sus armaduras estaban salpicadas de sangre y cenizas. Llenos de crueldad e indiferencia, disfrutaban del miedo de los mestizos y alimentaban sus espadas con sus vidas como bestias hambrientas.
— ¡Parad de una vez! — Gritó Yuri a sus espaldas haciendo que estos se dieran la vuelta al mismo tiempo y un brillo asesino resaltó a través de sus visores.
« ¡Voy a acabar con vosotros! — Exclamó alzando su espada contra el que tenía más próximo a ella, este en cambio bloqueó su ataque con el filo de la suya, lleno de energía la empujó contra el suelo utilizando el peso de su cuerpo y Yuri cayó de espaldas soltando su espada y esta se deslizó cerca suyo.
— ¿Y como piensas hacerlo? — Bromeó el otro caballero y ambos estallaron en risotadas.
La mestiza cernió sus dedos alrededor de la empuñadura mientras las lágrimas resbalaban a través de sus mejillas y volvió a levantarse con mayor firmeza. Dispuesta a lanzar un siguiente ataque corrió en dirección al caballero y se echó a uno de sus laterales para esquivar su golpe con agilidad y levantando la espada golpeó sobre su armadura. El impacto resonó con un eco metálico y saltaron chispas bajo el filo de acero, pero para su sorpresa, Yuri vio que su golpe no fue lo suficientemente fuerte como para derribarlo.
— Ya es suficiente. — Rugió el caballero agarrándola del cuello con una sola mano y la levantó sin esfuerzo en el aire. — Quiero que sientas el dolor de tu triste final antes de que te rompa el cuello, hasta aquí llegó tu heroísmo. — Indicó con voz amenazante, viendo como a la mestiza se le resbalaba la espada de las manos y abría la boca para intentar respirar. Comenzando a asfixiarse, aferró las manos alrededor de su brazo para intentar liberarse mientras miraba el semblante inexpresivo del casco del caballero.
Pero repentinamente aquel caballero recibió en la cabeza el impacto de un un enorme martillo que destrozó su casco y lo mató al instante echando sangre en todas las direcciones. El humano cayó pesadamente hacia un lado junto a Yuri, que se liberó de su mano inerte tosiendo y jadeando para recuperar el aire, y instintivamente se aferró otra vez a la espada que yacía en el suelo.
Sorprendida y expectante, vio una silueta negra que nuevamente arremetía contra el otro caballero, este se quedó paralizado unos segundos y levantó su escudo en un intento de bloquear el siguiente ataque del defensor. Pero la fuerza de su segundo impacto fue tan abrumadora que rompió el escudo y lo aplastó contra el suelo como a un gusano.
Al fijarse mejor, Yuri vio que se trataba de un mestizo de oso vestido de negro. Y instintivamente se arrastró hacia atrás al ver como levantaba aquel enorme martillo impregnado de sangre y lo descansaba sobre su hombro. En ese momento se dio cuenta de una gran diferencia, los humanos tenían en general una menor estatura y su cuerpo era más vulnerable a los golpes físicos que un mestizo adulto, siendo estos más fuertes de forma natural.
— Rápido escóndete. — Dijo apresuradamente y bajó de un salto del barco para ayudar a los otros compañeros de armas.
Aquellas palabras molestaron a Yuri, ella no quería quedarse apartada mientras que los demás arriesgaban su vida. Sin embargo cuanto lo miró marcharse, se puso de pie cerrando su puño sobre el mango de la espada y sintió un gran sensación de incompetencia. Comprendía que solamente se había puesto en peligro, que no era lo suficientemente fuerte y que de nuevo había necesitado la ayuda de otra persona para seguir con vida.
— ¡Yuri! — Exclamó Nene desde su escondite, y comenzó a agitar los brazos para llamar su atención.
La mestiza la miró vagamente y caminó hacia ella para sentarse a su lado junto a Jessen, que todavía seguía encontrándose inconsciente.
— Te lo dije, casi te matan — Indicó su hermana mientras limpiaba su rostro teñido en rojo con la tela de su falda.
Durante el avance de la contienda, Kenar montó sobre su caballo y comenzó a evaluar el campo de batalla. Notó entonces indicios del cansancio y desgaste entre sus tropas. Por lo que arrebató la alabarda de uno de sus caballeros y conjuró una oración sagrada que incendió el arma. Una vez encantada, la lanzó con una fuerza brutal contra el casco del barco que desató una poderosa explosión de fuego que lo hizo tambalear y causó confusión entre los mestizos.
— ¡Retirada!
Los soldados de Kenar que seguían en pie adoptaron una posición defensiva y recogieron a los heridos para obedecer la orden. Fue tan solo en cuestión de segundos que montaron sobre sus caballos y cabalgaron hacia los árboles hasta desaparecer en el bosque junto a su líder, dejando finalmente el lugar vacío y silencioso.
. . . . . . .
El sol brillaba en lo alto del firmamento cuando los mestizos habían comenzado a buscar supervivientes entre cuerpos y escombros. Armas, cadáveres regueros de sangre se esparcían por todo el terreno como un recordatorio amargo del suceso mientras se escuchaban llantos y alaridos de algunos supervivientes. El aire empujaba el humo y las débiles llamas que oscilaban sobre el barco teñido en negro habían comenzado a apagarse.
A lo lejos se escuchaba el eco de un hacha impactar contra la corteza de un árbol. Con cada golpe las copas de los árboles se agitaban, y finalmente después de unos segundos se escuchaba un crujido que anticipaba la caída del tronco con un estruendo.
Yuri y Nene entretanto recogían los escombros de la cubierta mientras se entretenían escuchando el sonido seco de la madera romperse. Habían dejado a Jessen bajo la sombra de una lona para esperar a que recuperara la consciencia o a que al menos algún médico viniera a atenderlo, sin embargo los pocos que seguían vivos iban apresuradamente de un lado a otro atendiendo a los heridos, por lo que decidieron no interferir en su trabajo.
Desde el otro lado de la cubierta, Yuri pudo comprobar que la mestiza leopardo estaba dando ordenes a los guardias. Algunos de ellos fueron a recolectar madera para iniciar las reparaciones del barco. Mientras que el resto, en su labor de remendar las velas dañadas por el fuego, habían comenzado a quedarse sin tela, por lo que muchos de ellos utilizaron sus túnicas y camisas.
— Yo debería de estar muerto... — Musitó débilmente Jessen para sorpresa de las dos hermanas, estas se acercaron a él a la vez y lo miraron con incredulidad.
—¡Jessen, no me puedo creer que sigas vivo! — Exclamó Yuri.
Al escuchar aquello, la mestiza de leopardo se acercó a las hermanas y las echó a un lado.
— Nadie me informó que Jessen se encontraba aquí.— Indicó con severidad.
« ¿Porqué no me avisasteis? — Inquirió conforme comprobaba la gravedad de la herida. Y alzándose de nuevo, se aproximó a la barandilla llevando sus manos alrededor de la boca para gritar en lo alto— !Otto! ¡Ven aquí! — Ordenó.
Luego de un momento, el sonido de los golpes del hacha cesaron repentinamente y una figura se asomó desde el bosque. Cuando subió corriendo a través de la pasarela, Yuri se fijó que se trataba del mestizo de oso con el que se encontró anteriormente, y traía a su espalda una enorme hacha y entre sus manos una pequeña bolsa de herramientas.
— Por Suneuss, ¿Qué sucede? ¿Y a que viene esa cara de preocupación? — Observó.
— Jessen vive, pero tiene daños internos y si los tratáramos probablemente moriría igualmente. — Indicó la mujer mientras volvía a acercarse a Jessen para agacharse a su lado.
« Voy a cerrarle la herida, ¿Te acuerdas de aquella curandera ambulante que nos vendió medicinas? necesito que me traigas lo siguiente: unas cabezas de hormigas de cristal, los pétalos de flor de la penumbra y las raíces del tallo del sol.
— De acuerdo, recuerdo que lo guardé todo en la mochila — Correspondió mientras se desprendió de la bolsa que cargaba en su espalda, y después de rebuscar entre los bolsillos, le entregó una sencilla bolsa de tela atada con un nudo.
Las hermanas miraron desde la distancia como la mestiza sacaba los ingredientes y los aplastaba entre sus manos para extraer una sustancia que luego esparció sobre la herida.
Enmudecidas por la expectación, escucharon el quejido del dolor del mestizo cuando la mujer comenzó a coserle con las cabezas de las hormigas en un proceso lento y doloroso hasta que finalmente le cubrió el estómago con un vendaje.
—¿Qué son las hormigas de cristal? —Murmuró Nene.
— Debe ser alguna clase de insecto. — Contestó Yuri.
—¿Y ese bálsamo le ayudará a sanar? Parece arriesgado.
— No lo sé, queda confiar en que se recuperará.
— Chicas. ¿Podéis marcharos? — Interrumpió la mujer. — Jessen necesita estar tranquilo.
— Déjalas quedarse, Serona. — Replicó Jessen con la voz temblorosa . — Ellas me han salvado la vida. — Indicó dirigiendo la mirada hacia Yuri.
Aquel comentario fue tan inesperado para Yuri que agachó la cabeza al notar un rubor pintando sus mejillas. En cambio a Serona no le hizo ninguna gracia y miró fugazmente a Yuri con desprecio.
Al anochecer, los mestizos se reunieron en la cubierta para descansar y recuperar fuerzas, temerosos por lo que les esperaba al día siguiente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top