2 Cómo agendar una cita
¡Hola a todos! Aquí Coco. Por fin llegó el fin de semana, ¿y qué mejor manera de disfrutar un viernes por la noche que leyendo esta divertida, romántica y sexy historia? Volvemos paso a paso, lentamente, y viéndole el lado positivo, no solo está pulida hermosamente, también nos permitirá posponer el final para disfrutar con más calma de una obra tan dulce y picosa 7u7 Creo que ya saben qué hacer, fufufu...
***
La doctora Elizabeth miraba por la ventana con una taza de café en las manos y una sonrisa en los labios. Era una mañana preciosa, su impecable consultorio estaba en orden, y ya estaba lista para empezar las actividades del día. Con un suspiro de pura satisfacción y un sorbo a su bebida, la peliplateada abrió su laptop y se puso a leer los mensajes que tenía.
—Doctora, muchas gracias. Desde su intervención, mi marido y yo hemos logrado que en prácticamente todos nuestros encuentros los dos tengamos un orgasmo.
—Bien hecho querida, —La albina sonrió por el buen avance de su paciente, y siguió leyendo.
—Su conferencia sobre placer femenino resultó todo un éxito. Aquí en el centro de salud esperamos que pueda volver pronto para...
—Siempre y cuando esta vez me paguen mis honorarios, corazón. —Su comentario nada honesto la hizo reír, y mientras pensaba en una nueva excusa para dar lecciones gratuitas, continuó con los mensajes.
—Su entrega del pedido de una docena de vibradores femeninos tipo conejo está programada para hoy a las...
—¡Maravilloso! Me encanta esta nueva marca, estoy segura de que será muy popular en la tienda. —Continuó con la lista de noticias un rato, animándose más con cada una, cuando repentinamente fue interrumpida por unos toquidos en la puerta—. ¡Adelante! —Apenas lo dijo, la chica de pelo morado y ojos negros que era su asistente entró, llevando un hermoso arreglo de orquídeas hasta el escritorio de su jefa.
—Buenos días Eli, ¿todo sigue funcionando bien en tu mundo perfecto?
—No tan perfecto Mela —La chica de ojos azules se le quedó viendo a las flores con una mezcla de compasión y lástima, y cuando volvió a ver a su empleada, le lanzó una pregunta cuya respuesta en el fondo ya sabía—. ¿Son de él verdad?
—Pues me temo que sí. —Entonces la albina extendió su mano, buscó un par de segundos entre las hojas, y efectivamente ahí estaba, con letra dorada y caligrafía de molde, una tarjeta del paciente que más le había causado problemas recientemente.
—Para la mujer que cambió mi vida y me mostró lo que es el verdadero placer. Atte. Estarossa.
—Vamos jefa, ¿por qué no le das una oportunidad?
— No sé de qué hablas.
—¿En serio? —Las amigas se miraron mutuamente por largos segundos, hasta que lentamente les fue apareciendo una sonrisa pícara en la cara. Al final, no pudieron soportarlo más y ambas estallaron de risa—. ¡Por favor! El tipo es un bombón, tiene un cuerpo de dios, ¿y no me digas que no te impresionó el tamaño de su pene? —La albina rio un poco más, y luego fingió poner una mueca seria y profesional.
—Sí, aunque yo fui quien tuvo que enseñarle a moverlo, pobrecito.
—¡Además nada en billetes! Es un abogado con buena reputación. Jefa, si te casaras con él, no tendrías que volver a trabajar en tu vida, ¡te daría todo lo que quieras!
—¿Pero qué sacrilegio estás diciendo querida? Me encanta mi trabajo, no dejaría mi negocio por nada del mundo, y no dejaré que ningún hombre me gobierne, ¡esa es la razón por la que no quiero novios!
—¿Y en verdad esa es la única razón? —La astuta pelimorada levantó su elegante ceja de forma inquisitoria, y cuando al fin se les pasó la risa, la albina decidió cambiar de tema.
—Bueno, y hablando de trabajo, ¿ya tienes programadas las citas de hoy?
—Por supuesto. —La pequeña chica sacó una moderna tablet de su bolso y, con eficiencia, se la ofreció a la terapeuta para que la revisara. Sin embargo, ella estaba nuevamente concentrada en su computador, así que simplemente rechazó con gentileza mientras seguía tecleando.
—Te conozco Mela, y sé que todo debe estar perfecto. Solo cuéntame, ¿algo interesante para hoy?, ¿pacientes nuevos o casos especiales?
—Fufufu, pues sí... —Elizabeth también conocía muy bien ese tono. Alzó la mirada, soltó la laptop, y le puso toda su atención a la asistente—. Hoy en la mañana habló muy temprano un hombre llamado Gowther; es editor de la famosa Suzuki, y quiere una cita urgente para uno de sus mejores escritores. Fue una llamada un poco extraña, sin muchos detalles, lo único que supe es que el consultante se llama Meliodas Demon. —Una pausa dramática, y la peliplateada le pidió con un gesto a su asistente que continuara.
—¿Y? ¿Entonces cuál es el problema con el paciente?
—No creo que el problema lo tenga el paciente, sino tú.
—¿Yo?
—Sí querida, verás... el susodicho es un novelista especializado en romance. —Se hizo el silencio de nuevo, y entonces Elizabeth entendió perfectamente a qué se refería.
— Ouuuu...
—Así es. Romance puro y rosa, creo que no es tu tema favorito. —La albina se quedó pensando unos segundos. Un idealista escribiendo sobre parejas. Era verdad que no le agradaba mucho la idea, pero a pesar de todo, y por mucho que ella rechazara las relaciones de ese tipo... un cliente era un cliente. Además, él quería hablar de sexo, y esa sí que era su especialidad. El que hablara con un romántico no quería decir que fuera a enamorarse, ¿verdad?
—Confirma la cita inmediatamente. Veamos que tiene que decirnos este escritor.
*
Meliodas se reunió con Gowther fuera del establecimiento de Elizabeth, aguardando a que diera la hora de la cita acordada. El rubio repartió una rápida mirada a todo el exterior del bonito lugar, tragando duro y sintiendo la respiración agitada. Aún no había ingresado al local y ya se sentía por completo ansioso, más aún con las miradas inquisitivas de los transeúntes encima suyo, haciéndole creer que aquello que estaba por hacer se trataba de un acto delictivo.
—Esto ha sido una mala idea. —confesó nervioso, ocultando parte de su rostro tras la delgada bufanda color rojo que decidió usar para la ocasión.
—Ya lo creo, hace un calor de los mil infiernos y tu traes ese trapo encima. —continuó su amigo, con tranquilidad. El ojiverde gruñó.
—No me refería a eso, tarado. Sino a esto —Señaló con su dedo índice en dirección del edificio delante suyo—. Es sumamente vergonzoso tener que entrar a este sitio con todas estas personas observándome así. —susurró, moviendo los ojos de izquierda a derecha.
—Vergonzoso es ser virgen a los 30 y no haber besado a una mujer jamás. —Escupió el otro en voz alta, recibiendo un golpe en el hombro por parte del rubio.
—¿Podrías dejar de repetirlo, por el amor a las Diosas? —Meliodas sonaba exasperado y frotaba su sien con vehemencia—. ¿Sabes que? Me voy a casa, no pienso seguir con este plan tan inútil.
Dispuesto a marcharse, Meliodas se giró sobre sus talones y le dio la espalda al más alto, quien se notaba divertido mientras sus cortos cabellos le cubrían los ojos y la frente.
—Sabía que algo así pasaría, así que vine preparado. —Antes de que el escritor pudiera emprender la huida, sus pasos se vieron frustrados por un fuerte tirón sobre su muñeca, haciéndole soltar un quejido de dolor en el acto.
Regresó la mirada con velocidad, encarando al ojimiel que le sonreía burlón, más pronto su campo de visión descendió hasta su brazo, donde un par de esposas policiacas, cubiertas con peluche en color rosado, lo mantenían unido al otro varón. El gesto intranquilo de su rostro inmediatamente se distorsionó en una mueca de total horror.
—¡¿Pero qué demonios?! —El rubor de sus mejillas se acrecentó en cosa de segundos—. ¡Santa Virgen del Cloro! —chilló en un tono para nada varonil—. ¡¿Qué mierda es esto, Gowther?!
—¿Te gustan? —preguntó con ánimo su compañero—. Las uso con Nadja cuando...
—¡Creo saber bien eso, idiota! Lo que quiero decir es, ¡¿porque carajos las traes contigo?!
—Oh, eso —Él se llevó un dedo por encima de los labios y le volvió a sonreír de forma traviesa—. La verdad es que no pensé en otra forma de retenerte que esta. Me las he encontrado en la guantera del auto, creí que las había extraviado —Acto seguido levantó ambos hombros con indiferencia—. En fin, ahora que ya no tienes escapatoria, entremos.
—¡Es... espera, Gowther!
Haciendo caso omiso de sus gritos y súplicas, el chico pelimagenta se encaminó hacia la puerta con determinación, arrastrando al otro consigo sin ninguna delicadeza. Meliodas tiraba en sentido contrario con todas sus fuerzas, plantando sus pies en el suelo para evitar moverse. La gente que paseaba sobre la acera se detuvo, observando el ridículo espectáculo que aquel escritor y su editor se encargaban de ofrecer.
—Meliodas, estás armando un show. Vamos, un par de dildos y penes de goma no te harán daño. —bufó con fastidio el chico de anteojos.
—¡No quiero, no quiero, no quiero! —Su piel pálida ahora se encontraba del tono de una fresa—. ¡Déjame ir! —berreó este, como si se tratase de un infante.
Gowther perdió la poca paciencia que le quedaba tras aquello. Molesto, jaló con agresividad del cuerpo del novelista, atravesando la entrada y hallándose con aquellas paredes en tonos pastel de la prestigiosa sex shop. Sus iris amielados se abrieron con asombro, iluminándose con un brillo deslumbrante al hallarse delante de tal variedad de juguetes y demás artículos sexuales. Su acompañante, por otro lado, trataba de esconder su vergüenza por detrás de su bufanda, asomando los ojos de rato en rato para inspeccionar, con curiosidad, el terreno.
—¿Acaso he muerto y he llegado al paraíso? —dramatizó el más alto.
—Amigo mío, por favor, ¡suéltame! Es más de lo que puedo soportar. —gritó el escritor al borde de un ataque de nervios.
—¿Pero qué dices? ¡Esto es fabuloso! —A pasos apresurados, y llevando contra su voluntad al rubio, se dirigió hasta un maniquí que vestía una sexy lencería en color rosa, con liguero y un par de medias en el mismo tono—. ¡Es perfecta! Tan inocente y pura. Najda se vería preciosa en ella, además, combina con las esposas.
—¡Y eso a quien le importa! —Meliodas estaba aterrado, pues a pesar de que el sitio parecía muy higiénico, el desconocer todo a su alrededor lo acongojaba—. ¡Te demandaré por secuestro y privación de la libertad! —exageró en un último intento de huir.
—Sí, sí, como digas —Rodó los ojos, restándole importancia—. Necesito provisiones nuevas, me terminé la última caja de condones ayer y....
—Buenos días —Una delicada voz se dejó escuchar haciéndolos callar. Entonces se giraron, encontrándose con una chica de gran sonrisa y largo pelo violeta―. Bienvenidos a "La flor de Liones", ¿puedo ayudarlos?
—¡Hola! —contestó con alegría el de anteojos—. Tenemos una cita con la doctora Elizabeth. Me llamo Gowther, y este pequeño gruñón de aquí es Meliodas Demon. Tu debes ser la señorita Melascula, ¿verdad? —La mencionada asintió con un breve movimiento de cabeza y extendió aún más su sonrisa.
—Los estábamos esperando, la doctora se encuentra arriba en su consultorio. Acompáñenme por aquí por favor.
La mujer se encaminó por las escaleras, siendo seguida por Gowther que, sin remedio, tuvo que forzar a Meliodas a emparejar su andar. El novelista prefirió guardar silencio, después de todo, no ganaría contra la terquedad de su amigo. Se aliviaba de verse más y más alejado de aquellos aparatos eróticos aunque, curiosamente, debía admitir que no se sintió tan incómodo como se había encargado de aparentar. Al menos eso no lo mató.
Cuando menos se percató, ya estaban recorriendo un estrecho pasillo, hasta frenar delante de una puerta blanca de madera con el nombre de la médico grabada sobre una placa dorada en la parte superior de esta. Ya no había marcha atrás. Tres fuertes toquidos sobre la placa médica... y contestó una de las voces más hermosas que hubiera escuchado en su vida.
—Adelante.
***
Y ahora, un dato curioso sobre esta obra: ¿sabían que el consultorio color rosa de la doctora Liones está inspirado en el consultorio de mi primera ginecóloga? Ella era bastante más mayor que Eli, y mucho menos sexy, pero igualmente dulce, y me ayudó con un par de problemas hormonales que tuve. También, no sé si lo sepan, pero en la Ciudad de México existe un lugar llamado "Zona rosa", que es a donde están las mejores sex-shops y bares para la comunidad LGBT. Solo digamos que más de un par de ideas de esta novela salieron de ahí, fufufu *u* ¡Investigación de campo!
Y eso sería todo por ahora cocomigos. Nos vemos la próxima semana para más <3
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