11 Cómo empezar a abrir el corazón

Sip, fue buena idea hacer este álbum de imágenes mentales 7u7 Vamos con el siguiente punto de mi lista:

3 - Consolarse mutuamente en los momentos más oscuros de la vida.

Cuando no había esperanza, cuando las pérdidas eran demasiadas, cuando era demasiado doloroso continuar, cuando la guerra finalmente los alcanzaba y la vida les arrebataba todo. Incluso al filo mismo de la muerte. Mencionen esos momentos épicos en los cuáles Mel y Eli nos muestran esto 9u9

***

Estaba ahí de nuevo. Elizabeth podía sentir con toda claridad cómo las gotas de lluvia fría se deslizaban por su piel en contraste con las cálidas gotas que salían de sus mejillas. Una y otra vez, ¿por qué tenía que pasarle lo mismo una y otra vez?, ¿qué es lo que estaba mal en ella? Pero no, ella no era el problema. Lo que acababa de pasarle era la misma historia de cientos de mujeres, mujeres abusadas que creían que sufrir era natural, mujeres que aún no sabían que tenían derecho a buscar su propia felicidad y su placer. Ella se los enseñaría.

Aún así, creyendo de corazón en todo eso, ¿por qué el pecho le dolía de esa forma?, ¿por qué la palabra felicidad sonaba como sustituta de la palabra amor?, ¿por qué podía recordar con toda claridad el aroma a suciedad, tabaco y sexo sucio de ese horrible y oscuro callejón? Las piernas no la sostuvieron y acabó sentada en el piso, abrazando sus rodillas y echa una bolita tan compacta como podía. Y entonces, rompiendo el sonido de las gotas de lluvia al caer, una dulce voz invadió sus oídos. Dejó de sentir el agua fría caer sobre su piel, y cuando levantó la mirada, lo primero que vio fueron unos bellísimos ojos verdes observándola con ternura.

—Doctora, ¿qué hace usted aquí? —Su paciente más querido se inclinaba hacia ella cubriéndola con una sombrilla roja y una sonrisa resplandeciente.

—No lo sé señor Meliodas, yo solo... solo quiero irme a casa... —Hace años que no lloraba de verdad. Entonces, ¿por qué en ese momento no podía parar? Él se acuclilló cerca de ella y la miró con una expresión misteriosa, pero cargada de ternura y comprensión.

—Muy bien Eli. Vamos a casa. —Y entonces todo cambió para ella. Dejó de sentir miedo, tomó fuerte la mano que él le ofrecía, y cuando se levantó, ese oscuro lugar desapareció para transformarse en un bellísimo espacio color blanco y rosa.

—Aaaahhh... ¡aaahhh! —La escena cambiaba nuevamente, y en vez de estar parada a su lado, se encontraba en una enorme y suave cama, siendo embestida por él.

—Así.... Mmm... ¿Así está bien?, ¿te gusta Elizabeth?

—Me encanta. Meliodas, ¡más! —Era mucho más que "encantar". Era estar en el cielo.

La mayoría de los hombres que había conocido solo pensaban en usar a las mujeres para su propio placer. No iban despacio, no las consentían, y por supuesto, no les preguntaban lo que les gustaba y lo que no. Pero el hombre frente a ella era completamente diferente. Pareciera que el único propósito de aquel rubio fuera hacerla feliz. El orgasmo se acercaba cada vez más rápido mientras los latidos en su sexo se sincronizaban a los de su corazón, y cuando la liberación estuvo a punto de llegar, las palabras más inesperadas salieron de sus labios.

Meliodas, yo te a... yo te a...

—¡Kyaaaa! —Elizabeth se despertó a sí misma del sueño debido al enorme y sonoro gemido que de verdad había salido de sus labios. Sus pantaletas estaban húmedas por el orgasmo recién logrado, una fina capa de sudor cubría su cuerpo, y sus pechos estaban al aire con los duros pezones apuntando hacia el techo. Pero eso no la hizo tan feliz como de costumbre. La albina se rodó sobre el colchón de su lujosa habitación mientras trataba de controlar su respiración y soltaba un bufido frustrado y molesto—. ¿Pero qué me pasa?, ¿qué soy?, ¿una colegiala?

Se giró estirando su cuerpo con pereza, calculando si había tenido suficiente de aquella fantasía erótica matinal, y aunque por un momento consideró usar su juguete vibrador para aprovechar la humedad entre sus piernas... al final decidió no hacerlo. Y no porque no quisiera o porque no pudiera hacerlo. Aún le dolía demasiado el corazón. Su pecho vibraba con todas las emociones contenidas que había intentado reprimir por años, sus deseos, tristezas y miedo. Cada vez que creía haberlo superado, aquello volvía.

Su psicólogo seguramente estaría muy decepcionado de saber que su pesadilla había vuelto, pero no era para menos. El encuentro sexual con aquel hermoso rubio le había afectado más de lo que había reconocido, y ahora toda esa ternura y calidez estaban removiendo sombras oscuras de su pasado y haciendo renacer en ella ilusiones que habían estado dormidas. Todos sus sueños sobre el amor verdadero. Se había metido a un juego peligroso, pero era demasiado tarde para echarse atrás.

—Vamos Elizabeth, tranquilízate. No es para tanto, esto solo es parte de nuestro proyecto conjunto. —Eso decía, pero cada vez le costaba más trabajo sostener esa mentira. Como si el universo quisiera hacérselo notar aún más, en ese momento se escuchó un bip que anunciaba un nuevo mensaje a su celular, y al abrirlo, comenzó a sonreír como una chica de preparatoria enamorada.

"Buenos días doctora, espero que haya dormido bien. Solo llamo para corroborar mi cita del próximo viernes, ya he terminado el material de estudio que me dio, y déjeme decirle que fue por demás interesante. Me encantará colaborar con cualquier demostración práctica que recomiende para afianzar el tema, con la condición de que luego me permita invitarle un café para revisar la redacción de mi escrito. Quedo a sus órdenes. Suyo: M. Demon."

—Fufufu, tan formal hasta para un mensaje de texto. —La albina releyó las palabras al menos una docena de veces, pero su corazón no podía dejar de temblar.

"Suyo: M. Demon". Esa era la frase que más le había gustado del mensaje.

—Sí, mío. —Y eso se había vuelto más real que nunca. Después de todo, ella había tomado su virginidad.

Siempre le había parecido ridícula la forma en que los hombres se emocionaban cuando se referían a que habían tomado la "virginidad" de una mujer. Pobres tontos. La mitad de ellos ni siquiera sabían que el himen cada vez es menos frecuente en las mujeres, ni que hablar sobre el hecho de que se puede romper incluso antes de tener relaciones sexuales. Sentían que tener la "primera vez" de una mujer era como una especie de trofeo, marcarla como su propiedad. Que arrogancia. Solo una mujer decide a quién le pertenece. Y eso solo hacía que fuera más real que aquel celestial ojiverde le pertenecía.

Se había entregado por su voluntad, ¡y de qué forma! Era una criatura naturalmente sensual. La verdad es que la virginidad masculina estaba muy infravalorada, comparada a la maravilla que en realidad era. Puede que Meliodas no supiera muy bien como moverse, o que fuera algo torpe al hacerlo. Pero había en él una poderosa urgencia que le encantaba, hacía el amor con desenfreno, con una especie de alegría incansable e inocente de quien descubre el paraíso dentro de sus pantalones.

Volvió a excitarse mientras recordaba su íntimo encuentro, y cuando ya tenía el juguetito sexual de nuevo en la mano, recordó los intensos ojos verdes de su nuevo amante y parte de su sueño. Y el vibrador se volvió a guardar.

—Oh no... —Se estaban enamorando, y no había forma de negarlo.

Los síntomas estaban ahí, un romántico como él no se acostaría si no sintiera algo por ella. El problema era que... Elizabeth no estaba lista para admitir que estaba desarrollando sentimientos por él. Trataba de evitarlo, resistirse, pero no podía. Cada día lo conocía mejor, tras cada junta le parecía más guapo, en cada encuentro lo hallaba más dulce, más inteligente, más tierno.

—Vamos, cálmate Liones. Solo estás en fase de enamoramiento, simplemente lo estás idealizando —Repasó mentalmente los pros y contras de la personalidad de su cliente, los contrastó con su sueño, y se confirmó a sí misma que era cierto su diagnóstico—. Anda ya. Mi querido señor Meliodas aún padece de TOC, ni remotamente me dejaría abrazarlo se esa forma fuera del contexto de nuestro experimento sexual, ¡ni que hablar de irse a meter a un lugar tan sucio como aquel callejón!

Sin embargo, no estaba convencida. Era cierto que él no la tocó conscientemente y de modo activo durante su sexo pero, ¿quería eso decir que no lo deseaba?, ¿quería eso decir que no podía? Por otra parte, ¿qué era lo que en verdad la decepcionaba?, ¿el hecho de que él no tomara un rol activo en su relación?, ¿o la posibilidad de que en verdad tuviera sexo con ella sin amor?

—¡Basta ya! —Como única escapatoria para todos aquellos confusos sentimientos, al final la albina sí sacó el vibrador y lo metió a su interior a máxima potencia. Fue un poco doloroso, no solo por la intensidad y postura en que lo introdujo sino porque, además, no podía evitar pensar en Meliodas mientras alcanzaba el orgasmo una vez más.

*

—¡Llegó Eli! Los pussybat de madera fina importada llegaron. Tallados a mano, son una maravilla, ya quiero ir a probarlos con mi... ¡carajo!, ¡¿qué te pasó?! Te vez horrible.

—¿Mmmm? Esto... no es nada Mela, simplemente no pasé una buena noche. —Las ojeras de la peliplateada la hacían ver casi como un panda, llevaba el suéter rosa que solo usaba en sus depresiones, y para rematar, tenía un cappuccino doble de caramelo a su lado sobre el escritorio. La pelimorada se le quedó viendo a su jefa con unos ojos que decían "no te creo", y cuando además la oyó soltar un suspiro, la asistente la señaló con una expresión de triunfo.

—¡Lo sabía! Las pesadillas volvieron, ¿verdad? —La albina tardó unos segundos en contestar.

—Sí.

—Anoche bebiste, ¿cierto?

—Piñas coladas no es emborracharse.

—Y te pusiste a releer todos los escritos que te conseguí de cierto rubio, ¿a que sí?

—E... eso es solo parte de mi investigación. Quiero crear un perfil psicológico de mi cliente y...

—Maldición Elizabeth, ¿por qué no solo le das una oportunidad? —La peliplateada había discutido tantas veces de eso con su amiga que estaba comenzando a sentirse harta, pero como en ese momento estaba debilitada por la falta de sueño y el exceso de vibrador esa mañana, decidió por una vez rendirse y escucharla de verdad. Otro suspiro, y por fin bajó la guardia ante el amor.

—No lo sé Mela. Hasta ahora hemos hecho un gran equipo como estamos, somos amigos, nuestra camaradería es lo más importante para mi. Y además, el sexo que tuvimos fue demasiado bueno. La verdad no quisiera arruinarlo mezclando emociones románticas en todo esto.

—Y un cuerno todas esas tonterías. Elizabeth, ¿no te das cuenta de que tales emociones ya están bien metidas en ti? ¿Si no cómo explicas que aquellas pesadillas hayan vuelto? —No había respuesta para eso—. Por favor Eli, considéralo. Esta podría ser tu oportunidad para sanar verdaderamente de ese pasado y conocer a una persona que te enseñe lo que es el amor —La duda seguía pintando cada centímetro de la bella cara de la albina, pero antes de que esta volviera a defenderse y esquivar el tema, la astuta pelimorada le hizo una oferta que no pudo rechazar—. Ya sé: hazle la prueba.

—¿Eh?

—Hazle la prueba de siempre. Esa que siempre le haces a los hombres para saber si son buenos o no. Y si la pasa, le darás la oportunidad de salir contigo.

—Ya sale conmigo.

—¡Una cita real! No uno de esos tontos experimentos programados para su "investigación de campo". Una cita real, un encuentro romántico donde te abras —La ojiazul hizo una mueca pícara y sexy, y pese a lo serio del momento, la pelimorada no pudo evitar reír—. No, no me refiero a que abras las piernas. Ábrele el corazón. Si empiezas a hacerlo, tal vez podrías descubrir algo interesante. Y de paso, yo me libraría de verte con esas ojeras.

Elizabeth se quedó pensando un momento en la proposición de Melascula, y tras decidir que no quería pasar ni una noche más reviviendo aquellos recuerdos, accedió con una sonrisa desafiante y un pestañeo coqueto.

—Muy bien, acepto el reto. Pero si esto no funciona, Melascula Faith, tú misma tendrás que pagarme la terapia del psicólogo y todas las piñas coladas que quiera en el bar Purity.

—Siempre hemos sido clientes asiduos de Monspeet y Derieri. Lo juro por el mismísimo infierno. Y ahora, vete. Estás hecha un desastre, será mejor que te quedes todo el día de hoy en el spa si no quieres parecer una vela derretida para tu cita de mañana.  

***

Recuerdo las reacciones ante la idea de una "prueba", fufufu ^u^ Y ahora, un secreto sobre este capítulo: ¿sabían que la información que recabé sobre las mujeres abusadas es solo 40% internet, y 60% lo que he visto en las mujeres de mi familia? :0 Así es. Fue doloroso tomar conciencia de cómo las personas que yo veía como pilares de mi vida están llenas de grietas y heridas: miedo al sexo, desconocimiento total de salud sexual, negación al placer, y miedo a hablar de todo este tipo de problemas U_U ¡incluso puede que hasta violación hubiera en algunas! Este es un tema fuerte, pero alguien tenía que preguntarse por él >:0 Al conocer estas historias, me estoy asegurando de no repetirlas. Mujeres, ¡tienen derecho a disfrutar de sí mismas! No olviden nunca que estamos hechas para dar y recibir amor °u^ <3 

¡Nos vemos en la siguiente página! 

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