1 Cómo se inicia una novela erótica
¡Viva CocoParty! *0* Hola a todos, aquí Coco, con el regreso de una de mis obras más populares y divertidas. Amor, sexo, melizabeth, ¡mucho de todo! Y pulido hasta que brille como un diamante UwU Les agradezco mucho por seguir aquí conmigo pese a todo, y si recuerdan de que va esta bella historia... fufufu, ¡Ya saben qué hacer! *u*
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La sexta bola de papel cayó dentro del cesto de basura cual pelota de basquetbol entrando perfectamente en la canasta. Todo sobre el bonito escritorio de madera se hallaba muy bien ordenado. Hojas en blanco, algunas con rayones sin sentido, bolígrafos de distintas tintas, la laptop encendida, y una taza con café caliente acompañaban al escritor de dorados cabellos durante esa fresca tarde. Pero ni siquiera eso lograba hacer que se inspirara.
Meliodas llevaba cerca de siete horas intentando plasmar un par de ideas que cubrieran con los requisitos que le fueron solicitados en la editorial, más no lo lograba. Todas eran proyecciones vacías, carentes de sentido y estúpidas. Estaba que echaba fuego por los oídos y con ganas de mandar todo al carajo, cuando el sonido de las llaves entrando en la cerradura lo trajo de vuelta a la realidad. Un joven alto, de bonitas facciones y melena corta con un tinte magenta irrumpió con su llegada a su departamento. Él no le prestó mucha atención, pero podía sentir la mirada acusadora sobre su persona, incomodándolo en exceso.
—Te ves realmente horrible, Meliodas. —comentó tranquilo su nuevo acompañante, haciendo que el mencionado despegara el rostro de la computadora portátil.
—Me siento terrible —Sus ojos se deslizaron hasta el suelo, clavándose en el calzado del ojimiel—. ¡Caray, Gowther!, ¿no te he dicho que te quites los zapatos antes de entrar? —Veloz, se paró de su asiento, y comenzó a zarandearlo por los hombros—. ¡Me vas a volver completamente loco!
—Dudo que eso sea posible —El de orbes jade gruñó con furia y rodó los ojos, ligeramente exasperado—. Cálmate, solo lo he olvidado. Ya me deshago de ellos —Se alejó un par de pasos, llevó sus manos hacia sus talones y sacó su calzado, uno a la vez—. Bien, ¿ya estás contento?
—Pfff, ¡Por supuesto que no! —De mala gana, este regreso hacia su lugar, acomodándose sobre la silla y sujetando un bolígrafo entre los dedos de su mano izquierda—. Hace unas horas, recibí un correo por parte de Mael. Sobre un nuevo trabajo. ¡La editorial me ofrece la oportunidad de mi vida y ahora no puedo tomarla! —Una vez más, se colocó en pie, arrojando la pluma y retirándose los anteojos a la par.
—A ver, a ver, ¿podrías relajarte un poco? Me sacarás de quicio a mi también.
—Lo siento. —Respiró hondo, mientras mordía con fuerza su labio inferior, apenado.
—Así está mejor —sonrió ampliamente—. Ahora sí, cuéntame que pasó. —Meliodas soltó un largo suspiro. En su rostro se dibujó un pequeño mohín, y sus labios se entreabrieron sin decir nada.
—Mis novelas son un éxito, amigo —comenzó a relatar con alegría—. Se están vendiendo como pan caliente en todo Liones y algunas otras ciudades de Gran Bretaña. Mael me ha propuesto convertirme en "La estrella" de Susuki. ¿Entiendes lo que eso significa?—El otro asintió, escuchando atento—. ¡Mi arduo trabajo por fin está dando frutos y no podría estar más molesto conmigo mismo!
Gowther parpadeó un par de veces, confundido.
—Definitivamente no estoy entendiendo nada. ¿Podrías ser más claro e ir al grano? —El escritor bufó, molesto.
—Tengo lo que siempre quise, y para que sea totalmente mío, yo... debo... —Tragó duro, disminuyendo el tono de su voz entre cada palabra—. Debo escribir una novela erótica... —escupió al fin, cerrando los ojos y con las mejillas coloreadas de un tono rojo furioso. Su editor parecía más perdido que antes y no dudo en hacerlo notar.
—¿Es enserio? —Enarcó una de sus delgadas cejas—. Todo este drama tuyo, ¿por una novela erótica?
—Veo que no me has comprendido.
—Lo que entiendo es que te estás ahogando en un vaso de agua por algo sin sentido, Meliodas. ¿Qué tan complicado puede ser escribir sobre sexo?
—Mucho —respondió tajante, interrumpiéndolo—. Es lo más difícil de la vida si eres un treintón tímido, pudoroso y, para rematar, virgen. —El varón de cabellos rosados abrió grande los ojos, y su boca dibujó una impecable "o" de asombro. Sencillamente, no podía creer lo que estaba escuchando.
—¿Qué has dicho? —interrogó cuando fue capaz de articular palabra.
—Eso, lo que oíste —Meliodas cruzó sus brazos por encima de su pecho, intentando ocultar inútilmente su vergüenza—. No he estado jamás con una mujer.
—Pero, ¡¿por qué?! —Esta ocasión, el alterado era él. No, la palabra correcta era horrorizado—. ¿Cómo puedes vivir de esta manera? Por el amor a las Diosas, ¿acaso estás loco? —Meliodas quiso reír ante la actitud ofendida e indignada de su compañero, más mantuvo la compostura en todo momento.
—Nunca ha estado en mis planes, supongo. —Levantó ambos hombros, como restándole importancia—. Son encuentros demasiado.... íntimos, donde existe una clara mezcla de fluidos entre ambas partes. Como sudor, saliva y ¡puaj! No quiero pensar que otras cosas asquerosas más —Se sacudió, agitando su cuerpo y cabeza—. ¿Sabes cuantos gérmenes hay en todas esas sustancias? ¡Miles de millones! Siento repélus de solo imaginarlo.
—¡Basta, no sigas! —imploró el otro, cubriendo sus oídos—. ¡Debería golpearte por tal ofensa! Solo me controlo porque no deseo perder mi empleo, la paga es buena —Y luego se acomodó las gafas, buscando recuperar su tranquilidad—. ¿Por qué siempre tienes que ver el lado higiénico de las cosas?
—Culpa a mi TOC, no a mí. —Se defendió.
—Pues tu TOC apesta.
—Como si no lo supiera —Colocó los ojos en blanco—. ¿Ahora ves porque estoy tan frustrado?
—Sí. Tú, escribiendo sobre erotismo... —Torció los labios, pensativo—. No suena como la idea más sexy del mundo.
—¡Exacto! Terminaría arruinándolo por completo. —Y el rubio soltó un chillido para nada varonil—. Pero tampoco tengo opción. Mael fue muy claro. De rechazar la oferta, es todo para mí.
—¿Y no podrías explicarle sobre esto?
—Oh, ¿Por qué no lo pensé antes? —Protestó sarcástico—. ¡No digas tonterías, Gowther!, ¿te imaginas el ridículo que haría? "El autor de libros románticos, Meliodas Demon, es más virgen que una monja de convento y un maniático del orden y la limpieza". —recitó con voz de anuncio de televisión—. Gracias, pero, no gracias, aun tengo dignidad.
—Yo no estoy muy seguro sobre eso. —Y el de lentes se llevó un par de dedos al mentón.
—Pues lo creas o no, la tengo. He venido lidiando con esto desde pequeño y no quiero un dolor más en el culo . Construí mi buena reputación a base de mucho esfuerzo y no pienso perderla por algo así. Ya es lo suficientemente deshonroso ser incapaz de cumplir con una labor tan simple siendo un novelista.
—Sí, sí, lo he captado. —El silencio reinó por varios minutos impacientando al de ojos verdes, que estaba a nada de tomar sus utensilios de limpieza para ponerse a fregar todo el lugar en un intento de encontrar una pizca de serenidad.
—Pues no hay mucho que hacer, solo ejecutar un plan para llevar a cabo la misión. —Meliodas se giró en su dirección, observándolo de forma inquisitiva.
—Yo conozco esa mirada —refirió con diversión—. ¿Qué tienes en mente?
—Una investigación de campo. Ya sabes, esculcar por ahí, indagar por allá. Podría recomendarte un par de libros que seguro servirán —señaló, sonriente—. Aunque tu mejor aliado será el bendito internet. Revisa las páginas porno del momento y sigue a usuarios que hablen del tema en redes sociales.
—¿Eso es... necesario?—Desvió sus ojos hacia el vacío, encogiéndose de hombros.
—¡Lo es! Así que deja de quejarte y haz lo que digo. ¿O es que prefieres quedarte con las manos vacías?
—¡No, no, no! —Movió los brazos con vehemencia por enfrente de su rostro—. Pero, eso de mirar material pornográfico, ahm...
— ¿Quieres ser la estrella de Susuki o no? —Se presentó con desafío.
—Quiero.
—¿Entonces? —El de hebras rubias se llevó una mano a la cabeza, desarreglando más su peinado y pensándose lo que diría a continuación.
—Bien, me rindo. Se hará a tu manera.
—¡Espléndido! —Dio un aplauso su feliz editor—. No te arrepentirás de haber pedido mi ayuda.
—Ni siquiera te...
—¡Ah, ah, ah! Basta de palabras ¡y más acción!
Con pasos largos, Gowther llegó hasta la aún encendida laptop, tecleó un par de palabras en el buscador y, de inmediato, se desplegaron videos triple X a lo largo de toda la pantalla. Meliodas se puso rígido sintiendo venir el ataque de ansiedad; su amigo, por otro lado, estaba de lo más emocionado, mostrándole un pedacito de su mundo.
—Nadja y yo nos hemos inspirado muchísimo de esto para realizar nuestras más locas fantasías —argumentó con orgullo—. Una vez fuimos a un parque de diversiones, nos metimos a la casa de los sustos y... —La mano del más bajo cubrió sus labios, impidiéndole hablar.
—No quiero saber de tus sucias aventuras con tu novia, Gowther. Más de uno debió salir traumado con tu "gran anécdota".
—Quizá —continuó simplón una vez que apartó la palma que sujetaba su boca—. Pero fue bastante divertido. Debiste ver a los niños cuando salieron corriendo a brazos de sus madres, gritando "¡Mamá, mamá, la Llorona, ahí estaba la Llorona!".
—¡Cierra la boca ya, voy a vomitar! —Sus mejillas estaban encendidas otra vez, y el pelimagenta estalló en carcajadas. Comenzaba a detestar que un tema tan normal le causará semejante conflicto—. Pobres, seguro quedaron con lesiones cerebrales permanentes luego de escucharlos.
—¡Hey! La voz de Nadja es preciosa, y cuando gime, es lo más parecido a un canto celestial.
—¡Que guardes silencio, joder! —Otra ronda de sonoras risas inundó todo en el lugar. El de orbes miel prefirió no mencionar nada más al respecto, aliviando un poco a Meliodas, quien ya estaba pensando en echarlo a patadas de su casa.
Cuando el reloj marcó las nueve de la noche, el visitante se despidió, agitando de un lado a otro la mano y siendo acompañado por el rubio hasta la puerta del apartamento. El escritor lo vio descender por las escaleras, y no regresó al interior hasta que lo perdió de vista.
Cerró con llave y seguro la entrada, talló un poco sus ojos, y se encaminó hasta la computadora nuevamente. Corrió su dedo por sobre el mouse, abrió una nueva pestaña y continuó con la investigación él solo. Lo intentó, verdaderamente lo intentó, pero sencillamente no estaba preparado para ver como chicas desnudas eran brutalmente embestidas por chicos con penes de magnitudes irreales, casi bestiales. Cerró la laptop de golpe, y sujetó su cabeza entre las manos lleno de frustración.
No entendía porque ver eso se sentía tan terriblemente mal. Si, obviamente era asqueroso desde el punto de vista higiénico, pero había algo más que le molestaba profundamente, y aún no comprendía qué era. Se recargó en su cómoda silla, echó la cabeza hacia atrás, e inhaló profundamente tratando de serenarse.
—Tranquilo Meliodas, no es nada del otro mundo. Es so... solo se... sexo. ¡Es solo sexo! —Y entonces lo entendió.
¡Eso era lo que le molestaba! Él era un escritor de novelas románticas, por muy solterón que fuera. Para él, el amor era algo mucho más complejo, más profundo, más real que cualquiera de las tonterías que el porno pudiera ofrecer. Esas insulsas historias eran solo coger, sin romance, sin lazos ni relaciones. Ese era el problema: estaba viendo el sexo desde un punto de vista fantasioso, sucio y exagerado. Y eso definitivamente no le serviría para escribir.
—A ver... veámoslo desde otro ángulo. —Inhaló con lentitud, preparándose para lo que venía, y volvió a abrir la laptop para empezar una búsqueda diferente. No le fue tan mal como esperaba.
Un poco de literatura erótica, unas cuantas novelas románticas, pero después de desechar la décima, volvió a fracasar estrepitosamente. Si ya tenía la cabeza echa un desastre con el porno, leer sobre amor y sexo a la vez lo sobrepasaba. Hasta le habían entrado ganas de limpiar su teclado de lo mal que se sentía.
—¡Oh, por favor! ¡Debe haber algún modo en que pueda hacer esto sin que me mate! —Se quedó en silencio, contemplando la lata de aerosol desinfectante sobre su escritorio, y paseo los ojos distraídamente por su etiqueta. Leyó "recomendado por médicos de todo el mundo". Y entonces tuvo su revelación—. ¡Eso es!, ¡debo abordar el tema desde un punto de vista científico!
Fue cuando sintió que en verdad había dado el primer paso para resolver su dilema. Visito páginas de ginecólogos, proctólogos, terapeutas, y tras un par de horas más de búsqueda, casi cayó dormido sobre su teclado. Justo estaba por cerrar la laptop cuando dio con una página que le llamó poderosamente la atención. Era el sitio web de una conocida sex-shop en el centro de la ciudad y que, casualmente, se hallaba a un par de cuadras de su residencia.
Leyó la información de inicio, donde se exponían a grandes rasgos los servicios y productos que este sitio ofrecía, y sintió que había dado con el lugar correcto para su investigación. El eslogan decía "Haciendo del amor algo impecable". Bueno, pues a él le encantaba la limpieza. Entre sus productos estrella había muchos artículos de higiene íntima, y aunque no entendió absolutamente nada sobre su repertorio de juguetes sexuales y otros chuches, quedó impactado con el currículum de la mujer que, al parecer, era dueña del lugar.
"Dr. Elizabeth Liones, ginecóloga, terapeuta sexual e instructora de yoga tántrico. Consultas de lunes a ..."
No había foto, y no daba casi ningún otro dato sobre ella, pero por alguna razón... sintió que era justo la persona que estaba necesitando. No fue lo suficientemente valiente para animarse a marcar el número del local y hacer una cita, así que decidió que lo mejor sería anotar todo en un papel y pedirle a Gowther que programara una al día siguiente. Conociendo a su editor, sabía que no se negaría y que lo vería como una gran oportunidad para hacerse de juguetes raros y otras barbaridades.
Cuando con su pulcra caligrafía término de apuntar el número, apagó el equipo, dejó todo en perfecto orden sobre el escritorio y se marchó a su habitación, dispuesto a dormir, o al menos a intentarlo. Habían sido demasiadas cosas para digerirlas en una noche. Se sacó los pantalones, la camisa de botones, y por un milisegundo se imaginó estar desvistiéndose ante una mujer. Le dio un ataque de pánico tan grande que por poco y avienta la ropa al suelo, pero al final su TOC logró imponerse, y terminó depositándola cuidadosamente en el cesto de ropa sucia. Se puso una pijama limpia, se enfundó entre las sábanas blancas, y programó el despertador en su móvil.
Cuando estaba por cerrar los ojos, la pantalla de este se encendió, notificándole de un nuevo mensaje. Refunfuñando, volvió a apresar el pequeño aparato, consternado al leer el remitente. Era Gowther, quien, luego de desearle buenas noches, anexo un link de Internet. Dudo un poco sobre si abrirlo o no, pero al final, ganó su curiosidad. Nada más de ver las primeras páginas, Meliodas sintió que se ahogaba del bochorno: era una versión ilustrada del Kamasutra. Después de lanzarle un audio de un minuto entero a base de maldiciones a su amigo, volvió a meterse a la cama y cerró los ojos con fuerza.
Estaba en un verdadero lío y no había vuelta atrás.
*
Solo puedo decir: ¡Gracias, gracias y gracias! Los amo chicos, espero que sigamos juntos por largo tiempo. Eso sería todo por ahora, disfruten la cocoparty, y sigan en contacto conmigo para mucho más amor melizabeth °u^
Nota: esta obra, como muchas otras de este perfil, son piezas en progreso. Sientanse libre de corregir cualquier detallito en que pueda mejorarla, se los agradecería muchísimo ^3^
https://youtu.be/qDc_5zpBj7s
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