🌈 Sueño cercano a la playa 🎧
¡Iniciemos este libro con algo romántico y tierno 💕 de un Fandom tan bonito como lo es Naruto y una de mis parejas fav!
🌈 Categoría: "Siente el amor"
🎧 Canción: Euphoria
💕 Shipp: SasuSaku
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📌 Sinopsis:
Sasuke decide descansar en un lugar particular y lleno de recuerdos.
El miedo a expresar ciertas emociones lo hacen vivir uno de los momentos más icónicos de su existencia. Con un chico de testigo, la imagen de la pelirrosa se asienta en su cabeza con una sonrisa.
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⚠️ Advertencias:
✨ El fic se narra desde la perspectiva de Sasuke Uchiha.
✨ Universo canon divergente, pues se agregan cambios de la trama original, así como agregados a percepción.
✨ Se retoman lugares y personajes vistos en el manga/anime, pero que tienen cambios por la trama de la historia.
✨⚠️ NO se hace mención de spoilers del manga original.
✨ Los personajes pueden ser OcC, fluff, reflexiones, comfort.
📝 Palabras: 2,166
¡Eso es todo, disfruten de la lectura!
Quizás era un sueño, o alguna clase de reencarnación del pasado.
Lo cierto es que reconoció el lugar tan pronto la brisa playera alcanzó sus cabellos y resintió el calor que podía ofuscar a cualquiera que portara ropas negras como él.
Observó el gigante portón de madera con aquella leyenda que tanto conocía.
Aunque fuera por un segundo, se sintió bienvenido en ese lugar. Su mente se tomó la molestia de arribar los buenos y nostálgicos recuerdos de ese país mientras arrojaba lejos los malos y pesados.
—¡Bienvenido!
Alguien lo reconoció más rápido de lo que esperaba. El ya más joven Inari corrió a interceptarlo con una sonrisa, sujetando su sombrero de paja queriendo escaparse con el viento. Sasuke asintió como una forma sutil de saludar al joven.
—¡Que sorpresa verlo nuevamente por aquí, Sasuke-san! —expresó con emoción, como cada que el Uchiha pisaba esas tierras —¿Hoy viene solo?
El pelinegro solía tomar atajos durante sus viajes, y a veces, decidía instalarse en las aldeas que le dieran la bienvenida por unos días. El país de las Olas era una de ellas, específicamente la aldea donde vivía Inari por la convivencia de años, además de la cercanía con la playa.
—Así es. —confesó, y le pesó demasiado decirlo.
El recorrido hacia el pueblo de Inari fue tranquilo, por no decir que aprovechó el trayecto para asombrarse del progreso tecnológico de la propia aldea también. Cada que la visitaba, sentía que tenía un cambio radical, y le provocaba ese remolino de emociones inexpertas respecto al pasado, y a ella.
No fue hasta que vió la playa a la lejanía, que su corazón dió un vuelco improvisado, un furor que instaló en su cabeza la silueta bailarina de la mujer danzando con el viento mientras parecía cantar su nombre.
Tragó hondo y enfocó sus pensamientos al llegar a la casa. La morada seguía igual de hogareña y acogedora, sin muchos cambios que delatar, fuera de la ofrenda en la entrada, con la fotografía del viejo Tazuna y sus experiencias vívidas para quien pusiera un pie allí. Sasuke realizó la debida reverencia antes de ingresar.
—¡Me hubiera encantado verlos a ambos! —confesó el muchacho, sin ocultar su emoción.
El Uchiha estaba agradecido, pero se sintió levemente incómodo con la confesión. Arribar a dicho lugar fue por su beneficio, pero era consciente del peso emocional que aquello conllevaría. De cualquier forma, tampoco negó las palabras del castaño chico, por el contrario, él también lo habría deseado.
Recibió la cálida bienvenida por unas horas, antes de emprender su viaje rememorial en la dichosa playa colindante con el pueblo. Una vez allí, se permitió cerrar los ojos y reflexionar —por enésima vez —la sensación eufórica y asombrosa de su corazón abriéndose ante ella aquel día.
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La brisa traviesa despeinó sus cabellos mientras sus pies andaban con suavidad sobre la arena.
El baile de las cortinas rosadas y negras de sus cabellos parecían mezclarse a ratos junto a sus ropas y, acompañado por las suaves risas de la mujer a su lado, Sasuke adaptó ese momento como uno de suma tranquilidad.
—¿Está bien que tomemos un paseo juntos? —le cuestionó la pelirrosa con la vista apuntando al sol que difractaba sus rayos sobre las cristalinas aguas oceánicas.
El pelinegro la miró de soslayo, relantelizando sus pasos para mirarla con mayor enfoque. Sus ojos negros solo pudieron captar el perfil de la mujer sonriendo, con los pómulos teñidos de ese bonito rosado que encajaba con perfección en su piel blanquecina.
Además, el brillo de sus ojos verdes era doblemente intensificado por culpa del sol veraniego, dándole ese aspecto de gemas preciosas.
—¿Por qué preguntas? —No entendió del todo, pero tampoco fue indiferente a ello.
Sasuke debía admitir que Sakura fue la única en adaptarse por completo a sus rutinas quisquillosas y otras más inconsistentes; por no decir que también terminó aprendiendo mucho por parte de ella, incluso en cuestiones inútiles, como el comer o vestir.
La vió reírse con esa burbuja diminuta de burla y vergüenza. Conocerla del todo le seguía siendo un enigma, pero compartir su tiempo con ella se le formuló como alguna clase de sueño imposible, y no, jamás lo vislumbró como una pesadilla, sino como un injusto sueño que él no merecía repetir día con día.
—Pensé que te gustaría estar solo. —admitió, llevando un mechón de su cabello detrás de su oreja.
El hombre torció la boca, indignado, pero consigo mismo.
Sasuke era consiente de cuanto daño formuló en la mujer con el pasar del tiempo, y dichas palabras eran la más palpable evidencia de ello.
Sin embargo, tenía ese remolino en el estómago que no dejaba de torcerle los pensamientos con criterio, pues su boca quería transmitir palabras que su mente no entendía, sintiendo alguna clase de peligro.
Sí, Uchiha Sasuke tenía miedo de estar con ella, de hacerle saber de esos sentimientos retorcidos que creía sentir por ella, o quizás que todo ese show, solo era la percepción de un sueño tras haber viajado con ella ya por 6 meses completamente solos.
El pelinegro podía sentir una exagerada calma cuando la mujer lo miraba con inocencia, su corazón se alocaba de repente cuando ella sonreía bajo el reflejo de la luz del sol o la luna, y ante los accidentados intentos de tacto entre ambos, su cuerpo se erizaba con error, exigiéndole volverlo a sentir cuando él se alejaba.
"Sakura ¿qué me estás haciendo?" Se cuestionó, tratando de culparla de su propio tormento, cuando ella lucía tan libre —joven y hermosa —danzando en la arena, salpicando con sus pies el agua fría de una costa de paisaje hermoso; mientras el jade de sus ojos brillaba mucho más que cualquier estrella.
—Ya no quiero estar solo... —reconoció, mordiéndose la lengua después de reaccionar que sus palabras no fueron expresamente dichas en el interior de su cabeza.
—¿Sa-Sasuke-kun?
El pánico lo llevó a adelantar los pasos, sin importarle las incrustaciones de piedrecillas enterrándose en sus pies.
Era consiente del llamado de la mujer a sus espaldas, pero su cabeza era todo un lío; entre canalizar la belleza de la mujer bailarina en la playa y silenciar el revoloteo fastidioso en su estómago.
¿Por qué veía a su familia en ella? Era como traspasar alguna clase de utopía de su realidad deseada en ella, en ese momento de paz que el mundo podía respirar.
Tenía la calidez y belleza de su madre, era fuerte y perseverante como su padre, y tenía un alma pura y amable como su hermano.
Las dudas se disiparon tan pronto el accidental contacto de sus manos se volvió firme, inocuo a lastimar y seguro de confianza. No dudó en trasmitir el apretón como correspondencia al gesto.
Entonces, volvió a mirarla. Aunque no pudo hacerlo correctamente, pues la mujer recostó y ocultó su rostro en su espalda, dejándole solo ver los cabellos rosados.
—Sasuke-kun —ella le llamó con esa clase de canto, un susurro armonioso que siempre lograba tranquilizarlo —, mientras yo esté aquí, sabes que no estarás solo nunca más.
Una, tres, no recordaba cuantas veces le emitió las mismas palabras a lo largo de su crecimiento y desarrollo de vidas; lo peor no era admitir que siempre se sintió ofuscado por reconocer esas palabras y traspasarlas al recuerdo de su fallecida familia, sino que Sakura siempre tuvo la maldita razón, pero él era ciego.
—Lo sé —afirmó, emitiendo un suspiro con el que tomó la fuerza de alejarse un poco de ella para voltearse y verla de frente —. Gracias, Sakura.
Sus dedos hicieron el mágico tacto de sus dedos en la frente de la mujer, quien intensificó los colores avergonzados de su rostro mientras profundizaba el brillo de sus ojos y balbuceaba en silencio.
Una vez Sakura se relajó un poco, tomó el valiente impulso de tomar nuevamente su mano y entrelazar sus dedos.
—Entonces ¿podemos pasear tomados de la mano, un rato?
Alejaba su mirada cabizbaja de un lado a otro, con cierta inseguridad, pero sin la intención de soltarlo.
Lo que ella no sabía, era que Sasuke sentía alguna clase de emoción reprimida —una euforia exagerada —cuando Sakura le rogaba de esa forma linda y enganchaban sus cuerpos al tomarse de las manos.
—Me encantaría.
Acompañó sus palabras con el remarque de su apretón y dando los primeros pasos para retomar el camino —esta vez —con la mujer a su lado. Ya se habían confesado, incluso habían roto el esquema de compañeros cuando la luna llena fue testigo de su atracción abismal que los unió en un beso inocente y furtivo.
Si había sucedido eso ¿por qué se resistía tanto a confirmar sentimientos evidentes en su coraza emocional?
Quizás solo era eso, tenía miedo.
Una emoción naciente de la pérdida abismal de su vida perfecta a los 5 años, un cambio radical a su corazón fracturado y emociones dañadas.
El Uchiha ahora entendía cuan complejo era el dilema de amor entre los de su clan, esa sangre maldita que amaba a lo desquiciado.
Entonces ¿podría considerar la paz del mundo como un logro y el amor de la mujer a su lado como la eufórica utopía de su reencarnante sueño de infancia de ser feliz?
¿Podía admitirlo sin sonar como alguien egoísta y que no era merecedor de vivirlo, de sentirlo, y mucho menos, de ser correspondido?
Sakura lo jaló con suavidad, un trastabilleo bailarín de sus pies que lo arrastraron a las frías olas del mar, obligándolo a quejarse por la temperatura de la misma mientras ella reía.
Sakura resplandecía más fuerte que el sol, su presencia era como la inalcanzable estrella que vela tus noches y te vigila de día.
Él sonrió. Dejándose llevar por el infantil juego de patear el agua mientras las risas afloraron en ambos, todo mientras sus manos seguían atadas firmemente.
Quizás, solo era un sueño utópico el poder estar con alguien que lo complementara y sanara tan perfectamente como ella, quizás, no era un sueño, sino su realidad.
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Abrió nuevamente sus ojos, con la caída del sol en el horizonte de las olas que se rompían ante sus pies. La brisa despeinó un poco sus cabellos, y agradeció despojarse de la capa negra por un rato.
Sus pies lo regresaron de vuelta a la morada del chico, donde yacía preparada la cena y su estancia para dormir unos días y recuperarse para volver a viajar.
—¡Me hubiera encantando preparar ese sazón de tomates que le gusta, pero no me aprendí la receta de Sakura-san, discúlpeme! —anunció, juntando sus manos a modo de disculpa.
Sasuke sonrió ocultamente, pero negó en respuesta mientras agradecía por la comida y comenzaba a degustar. Desde esa primera vez que arribaron juntos a la aldea, lo repitieron unas 6 veces durante el resto de su viaje, por ello, no le sorprendió que Inari se acostumbrara tanto a ellos y los recibiera con gusto.
Aunque, en esa ocasión, Sasuke tuvo que arribar solo.
—¿La próxima vez también vendrá su esposa? —Sasuke volvió a sonreír en secreto.
Sorbió el consomé del rico sazón condimentado y se llevó el bocado de hierbas con pescado a la boca con exquisita hambruna.
Inari lucía el doble de eufórico que él cuando se hablaba de la mujer pelirrosa; y no era para menos, el chico la consideraba hermosa y disfrutaba de su compañía, además de que le estaba agradecido por extender la vida de su abuelo el mayor tiempo posible.
Inari fue de los chicos más jóvenes que se extasió en emoción —con todo y lágrimas incluidas —al conocer la noticia de su matrimonio, así como de la llegada de su futura primogénita. Por lo que, hasta cierto punto, tanto él como Sakura le tenían un apreciable cariño al chico.
—Podría presentarte incluso a mi hija. —admitió, aunque resistiendo el protector instinto hacia su niña.
Inari esbozó una sonrisa gigante, una emoción anhelante de recibir la próxima visita de la —ahora —familia Uchiha, pareciéndole todo un indulgente milagro para nada digno de vivir, exagerando en creces.
Sea como sea, Sasuke estaba seguro de pisar esa aldea, nuevamente, más adelante.
Si podía ser acompañado de ambas mujeres, sería mejor.
La lista de recuerdos y experiencias se veía pausada por culpa de sus misiones extensas fuera de su aldea, pero era gracias a ella, que mantenía frescos los vívidos recuerdos de la pelirrosa y de la pelinegra en su cabeza, dándole ese sentimiento de no estar solo en el mundo.
Además, reflexionar en aquella playa, donde se intensificaron y unieron sus sentimientos tergiversados en el pasado, le hacían revivir esa emoción efímera del amor y cariño a una persona.
Ya fuera escuchando el océano cantándole a la lejanía.
O el bosque susurrándole en sueños tantos recuerdos.
Él sabía que mientras su mano aun pudiera enlazarse con la de la mujer esperándolo, él estaría bien.
Tendría un hogar al que regresar, una niña que proteger, y una mujer a quien amar.
¿Y que ganaba él a cambio? Más de lo que siquiera pudiera merecer.
Me quedó más largo de lo que imaginaba pero me ha encantado como lo he plasmado ✨💕.
Ya que desconocemos mucho del viaje que ellos hicieron, me gusta agregar lugares y personas que ya conocieron, cómo Inari ❤️ y todo el arco de Zabuza donde se intensificó sus interacciones.
⚠️ Quiero aclarar que la relación de Inari con ellos es inventada por mi, ya que si los aprecia pero no a tal magnitud. Además, desconozco si Tazuna sigue vivo 🥺, pero quería agregar algo que los uniera más.
Este escrito Fluff se lo quiero dedicar a mi vida preciosa 💕🤭 GabyJaeger , porque sé cuanto amamos a Sasuke enamorado a su modo jiji❤️✨, espero que te guste.
A los demás, gracias por leer ✨.
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