🌈 Solo toma mi mano 🎧

¡Siguiente categoría, empezamos con lo triste 🥺💔! La relación del MaiTake es más Angst que nada, así que si lo unimos con una canción quebradora, mucho más.

🌈 Categoría: "Punto de quiebre"
🎧 Canción: Save Me
💕 Shipp: MaiTake

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📌 Sinopsis:
Mikey tiene un nuevo miedo, una pesadilla que lo persigue día con día.

El remolino de emociones, entre el miedo y la incertidumbre, le hace preguntarse si puede ser salvado, si esa palabra significa algo para el, y para Hanagaki.
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⚠️ Advertencias:
✨ El fic se narra desde la perspectiva de Manjiro Sano.
✨ Universo canon divergente (Linea Manila y el pasado), se agregan cambios de la trama original, así como agregados a percepción.
✨ Se tocan temas como alucinaciones, trastornos de miedo/ansiedad, egoísmo.
✨⚠️ NO se hace mención de spoilers del manga original.
✨ Mucho angst, reflexiones de personaje

📝 Palabras: 2,300

¡Eso es todo, disfruten de la lectura!

Durante la madrugada de Noche Buena, Mikey se despertó jadeando y con el sudor en el rostro.

La misma —maldita y perturbadora —pesadilla volvió a conquistar su mente y atormentó sus sueños.

Manjiro no está consciente desde cuando esa pesadilla comenzó a asaltarlo con tanta realidad, tanto, que debía levantarse y correr al espejo para asegurarse de ser él y no «el otro».

Lo que sí sabe, es que le teme a la oscuridad. Es fría, aterradora y solitaria.

Emma preparó el desayuno con tanta delicadeza que le ofusca tener que morder las tostadas con el jarabe de fresa representando una guirnalda, y también le duele aplastar el osito espumoso asomándose de su taza de chocolate caliente.

—¿Tienes planes para hoy, Mikey? —le pregunta con una sonrisa mientras seca los platos.

Él niega. En realidad, no había planeado nada ni interrumpiría el descanso de los demás, así que no.

Emma no lo dice, pero parece que ella sí asistirá a algún lugar. Viste bonitas prendas arregladas, una falda de terciopelo de cuadros rojos y negros que hace juego con su gabardina rojiza y la bufanda amarilla que rodea su cuello.

Minutos después, se ve aleteando la mano despidiendo a la chica que sonríe feliz bajo la nieve. Entonces, divisa el paisaje desde la ventana de su habitación, la ciudad se viste de blanco y el frío le cala los huesos.

Su reflejo en el vidrio se vuelve su enfoque de interés, dejando el paisaje a un lado. Luce patético, con cierto cansancio en el rostro pero sin ojeras debajo de sus párpados, y se siente frío y con el cuerpo pesado.

Baja su mirada para observar las palmas de sus manos. Son feas, están resecas y levemente despellejadas, pero no hay sangre ensuciándolas ni tampoco hay quemaduras o cortadas.

¿En qué está pensando?

El espejo de su habitación da —en cierto ángulo —vista del reflejo desde su cama. En ese instante, solo puede mirar sus pies desnudos temblando por el frío, pero en cuanto parpadea, descubre que está portando sandalias y que su piel esta rasguñada y sucia.

—¡¿Pero qué?! —se levanta de golpe, mirándose bien en el vidrio después de que frota sus ojos y nota solo el reflejo de él como un niño portando ropas más grandes a su talla como pijamas, está descalzo y con el cabello echo un desastre.

«Ese él» parece aparecerse de vez en cuando en su despierta realidad, y no es bueno.

Creyó que soportaría la soledad de cada año de esas fechas, pero lo cierto es que se equivocó; su corazón seguía gritando de dolor por la pérdida de Baji y aun no superaba la partida de su hermano.

No perdió el tiempo y prefirió llamar a Ken lo antes posible, no solo para que lo obligara a salir de la pocilga de su habitación y lo arreglara del estropajo que era, sino para hacerlo andar en motocicleta todo el día.

Probablemente, solo así no se sentiría del todo solo.

Y sus vueltas funcionaron, con el viento helado golpeándole en el rostro le dió poca importancia el manejar con el manubrio inclinado y acelerar a lo descarado, saltándose ciertos altos ante la ausencia de personas y con los pensamientos en encrucijadas del miedo y del escape al dolor.

El talismán de Baji bailaba en la piel de su pecho, podía sentirlo, así como escuchar las risas de su hermano, podía sentirlas —tanto —que cuando desviaba su mirada a la calle podía verlos conducir a su lado, compitiendo como solían hacerlo.

Al menos se sintió bien un rato, hasta que Emma llamó y les pidió un favor. Tuvo que asentar cabeza en aceptar a la fuerza y recurrir a una batalla de la que no quería formar parte estando destruido.

Dentro de esa capilla, su único alivio fue mirar al pobre de Takemichi todo golpeado, pero con el porte firme de agradecer su presencia. Quizás esa fue su fuerza, o simplemente no quería doblegarse al dolor de nuevo.

Con una patada dió fin al encuentro con los Black Dragons, y reflexionó sobre lo que quería hacer cuando iban con Emma y el chico rubio dormía pacíficamente en su espalda andando en motocicleta.

Después, lo que imaginó como un divertido encuentro, sintió que la niebla ofuscó su cabeza y se sintió perdido.

—¡Hina, lo siento! —Lloró el rubio mientras caía de rodillas sobre la nieve y miraba a la chica perpleja de sus acciones —¡No soportaría que algo de lo que haga llegue a lastimarte! —evidenció, dejando caer con debilidad los brazos mientras lloraba con fuerza.

¿Por qué le es tan apantallante que el chico se disculpe con su novia de esa forma?

Hanagaki hecha un discurso al aire, uno bastante profundo —desgarrador y extraño —sobre sus intenciones de salvar y proteger a Tachibana. Suenan sinceras sus palabras, y el quiebre de su voz acongojaría a cualquiera, incluso alguien como Sano sintió ese peso, y fue asfixiante.

—Por favor... olvida que nos separamos... —le ruega en una súplica hiriente en la que, ahora, ambos involucrados de la escena lloran por esos sentimientos.

¿Por qué le duele escucharlo?

—Es débil con las mujeres y como luchador, pero es confiable a la hora de la verdad. —Escuchó que Kencchin habló a su lado, y solo se centró en mirar al chico llorando de rodillas —Takemitchy es muy parecido a él ¿no?

Su rostro serio vislumbró a ambas personas uniéndose, su hermano y el rubio, encontrándoles tantas semejanzas que lo asustaron.

¿Por qué él no puede pedirle a Takemitchy que también lo salve? 

—Sí. —Sonrió con falsedad, aguantando un sentimiento que no podía explicar.

La conexión de miradas entre la reconciliada pareja es abrumadora, es tan perfecta que Manjiro no quiere dejarse llevar por esa sinergia de la que no es protagonista.

Mira a lo lejos, en lo alto del balcón de un departamento, la figura de dos adultos mirando la escena, y lo considera su excusa perfecta para meterse sin generar represalias.

—Takemitchy —el chico voltea a mirarlo aún con lágrimas —, demos un paseo.

Durante el camino Hanagaki hace el intento de romper el silencio y pregunta sobre su familia, Mikey duda en responder, pero su boca es más rápida y expulsa parte del secreto de su familia.

Le da igual, no le molesta. Al menos, hasta que hablan de su hermano.

—Después de que se fue, no entiendo porqué se siente así, como si la mente se me pusiera en blanco.

"Siento que pierdo de vista lo bueno de lo malo en el mundo y de mí mismo".

Llegan a una zona de un parque con altas escaleras ocultas entre la nieve.

Mikey no teme ser sincero, siente que por primera vez puede confesarle esas fortalezas que tanto admira del chico ante él, cansado y con el rostro destrozado, pero con el alma tan fuerte que él no puede remedar.

—Cuando parezca que estoy a punto de perder el rumbo... —su voz se quiebra, se vuelve un susurro que llama la atención del ojiazul en su persona—... quiero que me regañes, Takemitchy. —Le sonríe con una chispa de alegría en su interior —Como hizo mi hermano.

¿Por qué no puede confesarle de otro modo que lo salve?

¿Por qué tiene que involucrar a Shin cuando lo que quiere es otra cosa?

¿Por qué son tan ofuscantes los sentimientos que no entiende?

—¡Por supuesto que sí! —grita Hanagaki en respuesta, y esta vez, llora por él y solo para él.

Hay una farola alumbrando su encuentro, no nieva ni hace aire pero tiene frío y sienta la oscuridad abrazándolo en silencio. Está acompañado, pero se siente solo ante la bruma de los recuerdos y de las palabras dichas, no puede ser sincero ni reflejar ese pedido de auxilio.

"Sálvame" es lo que quiere gritarle con toda la fuerza de su alma.

"Takemitchy, prende la luz de mi cuarto" quisiera pedirle si durmieran juntos y cuando tenga miedo de la oscuridad.

"Takemitchy, tráeme una manta que se me congelan los pies" quisiera decirle si tomaran chocolate caliente en su cama.

"Takemitchy, sálvame, tengo miedo" quiere gritarle mientras se aferra a abrazarlo.

—Takemitchy, tengo frío —emite en un susurro, temblando y con la mente en blanco.

Mikey no se percata de que su boca articuló su pesar hasta que siente el calor infundiéndose sobre sus manos.

Inicia con el calor de un roce en sus dedos, extendiéndose lentamente hasta la palma de su mano, inconscientemente se crispa por recordarlas con sangre y heridas pero son sujetadas por las manos contrarias, las cuales si están heridas y ensangrentadas.

—Discúlpame, Mikey-kun —habla, mientras ríe avergonzado y afianza el agarre de manos —. Esta fue la única forma que se me ocurrió de darte calor, pero debe ser asqueroso que te toque con estas heridas.

¿Por qué, de pronto, siente un alivio pequeño en su interior de ver a Takemichi herido y no así mismo?

Mikey siente que no puede controlarse internamente. No escucha voces ni tampoco ve a nadie, pero siente algo creciendo en su interior que lo aterra; sabe que no será capaz de controlarlo, lo entiende, lo ha visto muchas veces en esas pesadillas constantes día con día.

Y aun así, en ese momento, siente una calma tan pacíficamente abrumadora que no quiere alejarse del chico.

¿Es acaso que Takemitchy sería el único capaz de salvarlo a tiempo?

—Esta bien. —Refleja mientras aferra sus manos, jalándolas con dirección a sus mejillas frías.

—¿Mikey-kun? —Hanagaki se asusta, el tacto de sus palmas llega a la piel pálida del rostro de su comandante.

—Hazlo, Takemitchy. —Su voz no tiembla, pero en el fondo quiere llorar suplicando más caricias —Caliéntame un poco más, por favor.

Hanagaki traga con duda, pero su cuerpo acude al llamado y se acerca más a él.

Comienza a deslizar sus manos sobre las heladas mejillas del chico. Están exageradamente frías, pero son suaves, voluminosas y pequeñas. Inicia con una, antes de darse cuenta que atrapa entre sus manos el rostro de Manjiro y lo masajea con suavidad, rotes con lo que busca calentarlo.

Sano no se queda del todo quieto, por mucho que disfruta del tacto, sabe que si no se mueve sería capaz de romper en llanto. Su corazón late con una emoción reprimida que lo asusta, su mente no deja de hacerle un llamado a su nombre suplicando por ayuda mientras le agradece con los latidos de su corazón.

Sus manos tocan los brazos del chico, el uniforme le estorba para sentir el calor corporal, pero se resiste a aferrarse solo a las prendas sucias de la batalla. Ancla sus dedos en la parte superior de sus codos y le mira con tanta intensidad que teme que el chico se aleje asustado, pero no lo hace.

"¿Por qué en la oscuridad que me abraza, tú brillas tanto que me ciegas?"

Hanagaki sonríe. Parece no encontrar palabras para quebrar el momento, pero parece cómodo y divertido con ser "útil" para el líder de la ToMan haciendo esos gestos.

No hay público que los mire ni tiempo que los condicione de irse, solo son ambos ahí, en una escalera, tratando de calentarse en el invierno de Navidad.

Aunque Manjiro quiere dejarse llevar por las caricias y el descontrol más que controlado de sus emociones, siente ese pinchazo que le sigue pidiendo suplicar por ayuda al chico ante sus ojos, y lo hace a su manera.

—Takemitchy —aleja su cuerpo mientras lo mira, rompiendo su cercanía —¿podrías tomar mis manos?

Quiere asegurarse, no, necesita ver que sus manos están limpias.

Quiere asegurarse, no, necesita ver que sus manos encajen con las de Hanagaki.

Quiere sentir, no, necesita, tocar al ojiazul con desesperación, tenerlo para él.

—¡Claro!

Creyó que dudaría más tiempo, pero no lo hace. El fruncido de sus cejas se relaja formando un rostro parsimonioso que le brinda seguridad en cuanto siente que entrelazan los dedos, rozan sus palmas y aparece el apretón que las forja a estar unidas.

Están juntos, tomados de las manos, sonriendo en plena Navidad.

Ese sentimiento se siente bien.

"Sálvame, aunque sea esta noche, Takemitchy" le grita en silencio mientras lo mira observar la luna en el cielo.

"Sálvame de esta soledad que me carcome, Takemitchy" pide, mientras aprieta las manos de nuevo.

"Sálvame de este dolor que me mata lentamente, Takemitchy" ruega, mientras desvía la mirada reprimiendo las lágrimas que quieren salir de sus ojos.

—Mikey-kun —el llamado lo hace despabilar, confía en que culpar al frío será su excusa, pero cuando mira el rostro cálido y sonriente del chico su mente se bloquea —¿necesitas algo más?

"Eres lo mejor de mí, Takemitchy. Eres la luz que no me hará caer en mis pesadillas y miedos."

—Sálvame. —Su cuerpo tiembla inseguro, evidenció su pesar en un susurro y no puede borrarlo.

Siente que el apretón de sus manos se vuelve a forjar y se obliga a perderse en la mirada ojiazul.

—¡No descansaré hasta conseguirlo! —anuncia de pronto, seguro y con confianza, plasmado en una sonrisa.

Mikey corresponde la sonrisa, quizás el chico no entiende el contexto de sus palabras, y esta bien.

No espera menos mientras sus manos siguen aferradas.

Tampoco recrimina por otra clase de afecto cuando el mismo se pone límites.

"Eres el único que podría salvarme de mi otro yo, Takemitchy. Por favor, hazlo."

A Mikey le gusta luchar solo, pero sabe que esta vez no puede hacerlo, y debe recurrir a alguien.

Lo que él no sabe, es que Takemichi lo mira de soslayo todo el tiempo, presta atención a sus palabras y se graba sus gestos como en un casete que reproducirá para recordar sus palabras.

Quizás, el héroe llorón que derrotó a los Black Dragons esa noche también sería el ganador contra su otro yo en ese presente, en el futuro y en el extinto pasado.

Estaba seguro de que, mientras pudiera volver a tomar su mano, tendría calma a su tormenta.

Y eso estaba bien, al menos, por ahora.

¡Sigo sin poder superar el episodio 12 ¿ok?! 😭💔 y tenía que escribir más allá de lo que vimos en la plática de la escalera porque si no, me iba a dar algo.

Está claro que cada día vemos a un Mikey más roto 💔 y (sin dar spoilers) lo visto en Manila del anime es como la primera señal de eso, okay, ya basta.

¡Muchas gracias por leer, espero les haya gustado!

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