🌈 El secreto de un baile 🎧
¡Siguiente categoría, una romántica, bailarina y llena de pasión 💕. Que mejor que este fandom y pareja para hacer bailar y amar con esta canción ✨❤️!
🌈 Categoría: "Camino a la felicidad"
🎧 Canción: Permission to dance
💕 Shipp: Bajifuyu
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📌 Sinopsis:
Chifuyu tiene un miedo, una lucha constante entre su desordenada personalidad y Baji.
El constante deseo de competencia de Matsuno le genera problemas, cosa que Baji decide arreglar con un reto interesante del cual Chifuyu no se puede escapar con facilidad. ¿Aceptará o no?
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⚠️ Advertencias:
✨ El fic se narra en 3ra persona.
✨ Universo canon divergente, pues se agregan cambios de la trama original, así como agregados a percepción.
✨ Se visualiza la relación de los personajes en sus inicios, por lo que puede tener cambios.
✨⚠️ NO se hace mención de spoilers del manga original.
✨ Cantidad importante de fluff, comfort, competencias, rivalidad, insinuación de baile y alcohol. Mucha pasión.
📝 Palabras: 2,281
¡Eso es todo, disfruten de la lectura!
Los ojos marrones se posaron sobre el castigado chico sentado sobre las escaleras que daban dirección a la cancha del gimnasio escolar.
La falta de disciplina del chico, y su cuestionable ardor de competencia, lo llevó a insultar a sus compañeros y confiscar el balón de baloncesto de maneras injustificadamente violentas.
Matsuno yacía de brazos cruzados, refunfuñando mientras pegaba sus rodillas al pecho y desviaba la mirada a la ventana del gigante edificio. Keisuke suspiró como cada que su formidable habilidad de saltos y golpes encestaban con perfección en la canasta, ganando puntos por demás abrumadores.
Expulsaba el aire con victoria, jugueteando con su cola de caballo negra antes de desviar la mirada y ser correspondida por un minúsculo reojo de los orbes verdes para luego desviarse nuevamente.
—¡Descanso! ¡Hora de planear nuevas estrategias para el siguiente encuentro!
Baji se despidió de su equipo —teniendo ya la ventaja a su favor por una suma exagerada de puntos —no le dió importancia a las tácticas que ellos idearan; y de cualquier forma a ellos tampoco pareció importarles.
Sus pasos lentos fueron ensordecedores para el chico de la escalera, quien no despabiló de su postura, pero si gruñó cuando sintió su presencia a su lado. Estaba molesto, y en gran parte, era porque Baji lo regañó.
—Aquí no debería ser el capitán ¿sabes? —insinuó con burla infundiendo su ego, al tiempo que llevó su palma a la espalda del chico y le proporcionó un manotazo que lo hizo gruñir más fuerte.
Ciertamente, su puesto en la ToMan le permitía tomar riendas, incluso violentas, con sus subordinados.
—¿Y entonces? —regañó ofendido, deslizándose un poco para generar distancia entre ellos.
Desde que ambos rompieron esa barrera de sus personalidades y se volvieron exageradamente cercanos, Baji se cuestionaba si Chifuyu siempre fue así de infantil con sus pucheros, si siempre gruñía al estar enojado y si su modo violento era consecuente de algún hecho anterior a su vida.
Para eso había recurrido hasta ahí, para enfrentarlo, a su modo.
—Soy tu novio —confesó, y escuchó como el rubio pareció ahogarse —, también puedo regañarte en esa faceta cuando te equivocas —se alzó de hombros y fijó su mirada en él —. ¿Entendido?
Chifuyu pareció temblar ofendido y avergonzado a la vez. Ante los ojos marrones, parecía representar ese gesto de los gatos cuando no quieren perder el orgullo, pero quieren ser mimados. Era tierno de aceptarlo.
—En el templo, a las 6. —agitó la mano en despedida al escuchar el silbatazo.
Fue un aviso, mezclado en amenaza. Chifuyu lo sabía bien, que por su seguridad debía acudir al lugar en la hora acordada y con «eso» cargando entre sus manos.
El resto del partido deslizó sus ojos en los saltos y pases de Keisuke, se enfocó tanto en ellos que cuando aparecía el choque de sus miradas, sentía el revolver de sus entrañas y el calor instalándose en sus pómulos.
¿Por qué había tenido que decir semejantes palabras antes? Ahora no podía verlo tranquilo, nunca, más bien.
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Media hora antes de su encuentro, yacía silbando. Sentado en las escaleras —pero ahora del templo —cargando entre sus manos la cajita de almuerzo aun caliente.
Como era de esperar, Baji arribó igual de temprano. Y sin siquiera saludarlo o emitir otro gesto, le arrebató de las manos el Peyoung Yakisoba humeante, despegando los palillos con una urgencia con la que no se demoró en llevar el primer bocado a su degustoso paladar.
Matsuno tuvo que verlo comer en silencio, aguantándose el hambre y no emitiendo palabra alguna por orgullo, ya ni siquiera estaba enojado.
Aun así, Baji no se tentó de no molestarlo; comiendo frente a sus ojos mientras lo miraba inquisidoramente retador, dejándose caer a propósito la salsa de soja de los labios y paseando la lengua sobre los colmillos sobresalientes de su tentadora sonrisa.
"¡Odio tu estúpida y hermosa sonrisa, basta!" Insultó en su cabeza, desviando su cuerpo y ojos de él.
—Aún te noto con ganas de competir, Chifu-, no... —la pausa a su nombre y leve negación lo obligaron a mirarlo con duda, entonces Baji sonrió y corrigió: —gatito gruñón.
—¿¡Q-Qué?! —sintió que los colores se le fueron del cuerpo, helándose, antes de avergonzarse con el bochorno de la ruborización extendiéndose por toda su cara.
Keisuke no le dió importancia, aunque sabía que estaba burlándose internamente de él. El azabache continuó degustando su comida, riéndose cada que acercaba trozos de la comida a la boca del rubio obligado a tragar.
Lo que pareció eterno, solo fueron minutos contados, antes de que el líder tapara el recipiente satisfecho. El viento anunció su presencia, lavándoles el rostro ante la cercanía del sol al horizonte.
—Escucha —el azabache rompió el silencio, con una voz autoritaria, pero firme y tranquila —. ¿Tanto te sigue preocupando que la gente se entere de lo que somos fuera de los puestos?
Matsuno entendió su pregunta, y el contexto de la misma. Cada que pisaba ese lugar, se instalaba en su cabeza la pregunta de "¿qué dirán?" cuando rompía la unión de sus manos, tomaba distancia del comandante y se volvía uno más de la pandilla.
Eso era todo, no quería generar más problemas.
—Entré hace poco a la ToMan, apenas y fui aceptado —comentó, con cierta repulsión e indiferencia —. La gente no lo verá bien, des el discurso que des, entiende.
Reprimir los sentimientos era una de las fallas comunes y consecuentes que Chifuyu leía en sus mangas, y, aun así, parecía no aprender —o más bien —aceptar que debía hacer algo para romper sus miedos.
De pronto, su mano fue alcanzada por la contraria, un jalón fue consecuente del alza precipitada del cuerpo contrario y Chifuyu terminó siendo arrastrado escalera abajo por las fuertes pisadas del otro.
Sin tiempo a reaccionar si quiera, se dejó llevar por el camino de los árboles del bosque, antes de aparecer por las aglomeradas calles de Tokyo, con jóvenes y adultos paseándose entre risas.
—¿A-A dónde vamos? —se limitó a preguntar entre jadeos, tratando de alcanzar su ritmo acelerado.
—A competir.
Durante largos caminos en los que se vió obligado a seguirlo sin poder soltarse del agarre de su mano, ambos pisaron el suelo fuera de una edificación rebombante de luces y destellos, música a todo volumen y jóvenes cantando y riendo por doquier.
Esto era, quizás, una clase de discoteca moderna.
—¡Entremos! —anunció, y mirando a un desconcertado Chifuyu, agregó: —¡vamos a competir!
Suelos tapizados de bonita alfombra carmín y dorada silenciaban sus pasos al entrar a la edificación explotando en música y arrastrando linternas coloridas por cada rincón.
Las mesas estaban llenas de bebidas alcoholizadas y una que otra de jugos exóticos de temporada, además del jugueteo de los bailarines en las diferentes pistas de mosaicos coloridos jugueteando con los zapateos de sus clientes.
El azabache apartó una de las mesas del fondo, sin quedar del todo ocultos de la fiesta, pero si con el espacio suficiente para tener sus momentos a solas.
Matsuno no era ajeno a esa clase de ambientes, después de todo, eran jóvenes que disfrutaban del baile, alcohol y locuras hormonales, era normal.
Ambos se sentaron, de frente y mirándose con determinada atención. Baji no había soltado la mano de Chifuyu en todo ese tiempo, al contrario, forjó aun mas el agarre cuando insinuó una sonrisa juguetona que al rubio no parece darle una buena espina.
—¿Bailarías conmigo toda la noche?
Su pregunta sonó como la propuesta de una clase de reto que Chifuyu no logró entender. Sin embargo, está tentando a aceptar, pues los encantos de Baji es algo de lo que no se puede escapar, en realidad.
Matsuno asiente con duda, pero retadora. Sonríe con complicidad cuando acepta la mano ajena como invitación a la pista, un roce de dedos como el caballero sosteniendo a la princesa.
Una vez se instalan en la pista de mosaicos bailarines coloridos, ambos se miran, enajenándose en su propio mundo tal cual el resto de clientes a su alrededor. Baji instala su mano en la cintura del chico y lo acerca peligrosamente a su rostro, dejándolo sin habla de la sorpresa.
—Si bailas mejor que yo, seguiremos guardando el secreto —le susurra, poniéndolo nervioso.
Baji Keisuke siempre fue un hombre honesto, fuerte y perseverante, pero Chifuyu también logró vislumbrar a un hombre que respeta y comprende los miedos, debilidades y sentimientos de los otros.
La plática en el templo solo fue una destapadera que lo obligó a estar ahí, para ver quien ganaba.
El pelinegro refuerza su reto al mostrarle los colmillos, tentados de divertirse y sonreír como loco. Las mejillas de Matsuno arden como nunca, y no sabe si es por sentir el ardor de comenzar a girar o por la vergüenza.
Alguna vez el ojiverde leyó que, para quitarse las penas y miedos, pusiera a bailar a sus pies.
El ritmo desenfrenado de la melodía le dio el puntapié para comenzar a moverse, dió un giro inesperado que trabó los pies del pelinegro, perfecto, ya lo tenía afianzado. Otro giro más lo desenredó lo suficientemente rápido como para que Chifuyu zapateara tres veces antes de atrapar el cuerpo del pelinegro de caerse.
—Interesante... —confesó jadeante y divertido Baji, sonriéndole con una lujuria abrumante.
Los acordes altos los hacían girar, la introducción del bajo era una señal de zapatear y las tonalidades altas de los violines los hacían danzar pegándose a sus cuerpos con negligente ansiedad. Chifuyu tarareaba la melodía, mientras aseguraba su agarre en las ropas de Baji y giraba como remolino antes de volver a zapatear.
Su corazón se unía al latido fuerte del tambor de la batería invisible del lugar, sin poder ocultar esa adrenalina instalándose con el cruce de sus pies, al agitar de sus manos y el sudor comenzando a gotearle del rostro y los molestos flequillos cayéndole en la cara.
La vivacidad de las luces turnándose de colores cada 5 segundos, era tan majestuoso y abrazante, algo muy contrariado a lo que el lugar representaba en sí mismo, pero le daba igual.
Zapateo, chasquido, y otra vuelta. No importaba el género musical o la mezcla de canciones improvisadas que el DJ quisiera probar esa noche, los pies de Chifuyu estaban preparados para cualquier ritmo y podía adaptarse fácilmente a los movimientos robados de otras parejas que veía danzando en el lugar.
Choque de miradas entre el verde y marrón, absorbentes de las luces y la jadeante competencia de movimientos locos de sus caderas y pies.
La tarima de mosaicos comenzó a alumbrarse según pisaran el suelo, la verdadera competencia inició.
Baji sonrió al momento de jalar el cuerpo de Chifuyu y tomar el descaro de cargarlo, afianzó su mano derecha a su cintura, y estirando su brazo izquierdo, lograron flexionar el cuerpo del rubio en una majestosa cargada que impresionó a los presentes con aplausos de por medio.
Los ojos de Chifuyu miraron el mundo al revés por un momento, insultándose por compenetrar la cargada con la flexión perfecta de su cuerpo. Sus piernas se tensaron y las manos le sudaron, temiendo caerse; pero no pudo evitar emocionarse ante los aplausos y de verse así mismo en el reflejo de los mosaicos disfrutando del propio show que ellos mismos estaban montando.
Cuando sus pies tocaron el suelo, miró con atrevido reproche al pelinegro, quien le correspondió con una sonrisa traviesa y provocadora. Entonces, la fricción de sus cuerpos fue más que evidente, sintiéndose la tensión mutua con el desliz del sudor en sus caras y el fuerte agarre de sus manos ante los balanceos bruscos de sus cuerpos zapateando, girando, brincando y volviendo a estirarse en cargadas.
—Persistente... —reprochó Chifuyu con un jadeo intenso, mientras lo miraba desafiante.
—Competente... —corrigió, atreviéndose a tomarle de la barbilla cuando el cambio de música se escuchó.
La bailarina melodía —suave y colorida —los obligó a calmar sus movimientos y danzar como en una clase de vals de descanso, estaba bien alzar los brazos y caminar con las rodillas, la melodía los obligaba a hacerlo.
Pero también, su letra fue perfecta para que ambos se cansaran de mirarse, y mejor, se dieran un beso.
No tenían que preocuparse por insignificantes palabras de otros, ni probarle nada a nadie, solo debían dejarse llevar.
Bailar entre luces o bajo la luz de la noche, con movimientos indulgentemente provocativos o solo girar en su mismo eje mientras se abrazan con amor. Había de todo tipo de bailes, al menos, para los tontos como ellos que podían adaptarse a cualquier ritmo.
Uno y respiraron jadeante, después el segundo y se abrazaron con descaro; en el tercer beso, la fogosidad de sus bocas ardiendo los obligó a rebuscar en otro agujero de piel descubierta para saciar su éxtasis de lujuria reprimida ante bailar con tanto frenesí.
Matsuno se limitó a reprimir el jadeante gemido al sentir la succión en su cuello, y teniéndolo cerca, mordisqueó sin pudor el lóbulo de la oreja del otro, alejándolo rápidamente.
—Creí que la competencia era de baile —remarcó con astucia, evidenciando la lujuria en sus ojos.
—Podemos cambiarla. —arrinconó al chico fuera de la pista, siendo altas las horas de la madrugada —¿Qué dices, gatito?
Chifuyu no le respondió, la vergüenza lo llevó a tomarlo de las ropas y pegarlo a sus labios mientras estampaba su cabeza en la pared. No tardó en intensificarse el jugueteo de sus lenguas y el escape de saliva.
Afortunadamente, la música seguía retumbando con potencia en el lugar, ocultando sus gemidos y gruñidos que lentamente salían de sus bocas.
¿Sería bueno seguir reprimiendo su miedo?
¿O mejor se preocupaba por no dejarse llevar en un lugar público?
Así como no pidió permiso para bailar esa noche, tampoco debería pedirlo para amar con locura.
Entonces ¿quien creen que haya ganado la competencia 👀? ¿Se difundirá el secreto o solo lo sabremos nosotros?
Tengo el headcanon de que ambos son excelentes bailarines 🤭, y si a eso le sumamos su desenfrenado amor de comerse con los ojos, pues... 😏❤️✋.
Esta es una de mis canciones favoritas de BTS, su ritmo, si o si, te hacen bailar 💕, así que no pude elegir mejor shipp.
Este escrito lleno de amor, pasión y baile te lo quiero dedicar mi vida 🤭💕 GabyJaeger , sé de tu amor por esta parejita, así que aquí te regalo un escrito que seguro te emocionará. Espero te guste ❤️✨.
¡Gracias a los demás por leer!
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