Mujer de Nieve:
Mis palabras, a pesar de ser solo para ti, no son más que ese aire que se extingue antes de llegar a tus pulmones;
Sin embargo,
Aunque saber esto me destroce,
No quedará tristeza donde, de las cenizas, renacerá el amor cual fénix.
Oh, mujer de nieve, de palidez tan deslumbrante, e incomparable ante el mismísimo cuarzo.
Dime, ¿A qué se debe tu frialdad hacia mis palabras?
Permíteme derretir esos glaciares que cubren tus manos con un cálido beso donde nacerán volcanes.
Obséquiales a mis dedos el pase a tu piel y déjame con mi roce frustrar los planes de la nieve de apoderarse de tu cuerpo; deja que broten las más hermosas flores.
Oh, mujer de nieve, que escondes tanto amor entre densas capas de hielo y nieve, como el trémulo fulgor de la mañana de otoño que se aferra a las noches frías de invierno,
Ven a mi, o, de lo contrario, iré a ti,
como la persecución del verano y el invierno, en su inútil intento de estar juntos;
Y si el destino nos frustra nuestro encuentro, me convertiré en su mayor obstáculo y en su peor enemigo,
¡Sin temerle y sin mostrar gota alguna de miedo!
Seré tan fría como tú,
Tan valiente como tú.
Seré lo que sea necesario.
Yo solo quiero que abandones tus helados confines,
Y seas tan cálido como yo,
Tan amoroso como yo.
Solo quiero que me ames tanto como te amo a ti.
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