De Dios y su Obsesión con el Tiempo:

En la espera de los miles de soles que he visto,

Aún padezco la enfermedad mortal de los segundos, como termitas,

De los minutos, como hormigas,

Y de la horas, como avispas, que pronostican el final del tiempo que se avecina...

Como campanas, chocan los planetas, en un crujir, en una explosión y en caos donde intentan subsistir, como esferas ignorantes de las consecuencias de sus golpes.

Y como relámpagos, que de su nacimiento sigue su muerte,

Se alzan las estrellas como caballeros kamikazes, en su intento suicida de iluminar, por una última vez, los rincones que quedan del espacio.

¡Miles de pedazos, y que de ellos vienen más pedazos, que pronostican el fin imparable de los tiempos!

Como de la flor descuidada, aquella flecha que la atraviesa,

O como del fuego hambriento, las últimas puertas de madera,

¡Somos víctimas, simples víctimas del tiempo!

Que, sin embargo, aún no mueren, y que aún esperan,

Padeciendo la enfermedad mortal de los segundos, como termitas,

De los minutos, como hormigas,

Y de la horas, como avispas, que pronostican el final del tiempo que se avecina.

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