1-Tristeza

Ambos ya rondaban por las calles de aquel poblado, aunque más bien era casi una ciudad de la cantidad de casas que tenía. La misión consistía en escoltar a un grupo de personas hasta la siguiente ciudad ya que por el camino había enemigos y asaltantes. Lo que no sabían estas personas era que el libro en cuestión era tan valioso, solo Levy ya que estaba al día con ello.

Simplemente vieron que era un libro conocido y lo añadieron a la recompensa. No hace falta decir que la misión se llevo a cabo sin problemas porque Natsu se los cargo a todos con su magia. Pero siempre vigilado por la joven de que no se sobrepasase para no destruir nada.

—Es...hermoso—dijo con el libro ya en sus manos.

—¿Te vas a comer eso?—pregunto el mago.

Aprovecharon la oportunidad para comer en un restaurante, era muy conocido por su excelente comida. Aunque la chica solo quería verlo de cerca una vez acabada la misión.

—Toma—dijo dando a este plato. Le daba igual, solo tenía ojos para el libro.

Salieron del restaurante y Natsu estaba lleno, se había hinchado a comer como de costumbre.

—Bien, volvamos a casa—dijo este.

—¿Podemos pasarnos por la biblioteca?—pregunto ella.

—Mmmm....esta bien—sabía que iba a ceder de todas formas.

La joven estaba maravillada y no dejaba de mirar a todos lados, deseaba perderse en aquellos innumerables pasillos repletos de libros y manuscritos.

—Es...genial—dijo emocionada.

—Es aburrido—comento este recibiendo un pisotón.

—Auch—se agarro el pie y soplo para bajar el hinchazon.

Cargada de libros, se sentó en la silla para disfrutar de una buena lectura. Mientras tanto, Natsu dijo que iba a dar un paseo para ver las tiendas de magia a ver si encontraba algo que comprar. Ella asintió, para ella, era mejor así ya que no tendría que aguantar al joven.

El dragon slayer pateo toda la ciudad y compro algunas cosas que le habían gustado mucho. También unos juguetes en forma de pez para Happy y unos llaveros para el resto de amigos como Erza, Lucy e incluso Gray.

—Oh, Salamander—dijo una voz.

—¿Gajeel?, ¿qué haces por aquí?—pregunto este. 

El hombre iba vestido de calle y acompañado de una hermosa mujer de cabello rubio recogido en una trenza. Era casi tan alta como él.

—He venido a una cita con Gabriela—respondio.

—Un placer—saludo ella con una sonrisa.

—Igualmente.

—¿Y tú que haces por aquí?.

—He acompañado a Levy a hacer una misión ya que la recompensa era un libro de edición limitada—al escuchar aquello este se sorprendió.

—¿En serio?, ¿Levy?—miro a todos lados a ver si la veía.

—Esta en la biblioteca—este respiro como aliviado.

—Bueno, tenemos que irnos, nos vemos.

Natsu se despidió y miro la hora, tenía que regresar ya a por la joven. Ella aún permanecía en una de las salas de lectura, estaba sumergida en la lectura cuando este apareció.

—Volvamos—dijo.

Ella suspiro triste, quería estar más tiempo allí, de haberlo sabido, se hubiera llevado las gafas especiales. Salieron rumbo a la estación, pero el último tren ya había salido.

—Nos quedaremos en un hotel, no queda otra—dijo ella.

Reservaron dos habitaciones individuales y cenaron allí mismo. La pequeña peliazul le comento todo lo que había leído emocionada mientras este zampaba su comida.

—Bueno, tendremos que irnos ya a dormir—comento ella bostezando.

—Si, estoy lleno y he andado mucho, sera mejor dormir.

Se dieron las buenas noches antes de entrar a sus dormitorios, estaban pared con pared.

—Ah, he visto a Gajeel—aquello le hizo voltear.

—¿En serio?.

—Si, iba acompañado de una mujer bastante hermosa y de pelo rubio. Solo hemos hablado un momento—explico.

—Oh, ya veo—esbozó una falsa sonrisa antes de entrar.

Ya dentro, se fue hasta la cama y se tiro en ella. No había recordado nada de su relación con el dragon slayer hasta ese momento. Las lágrimas llenaron su rostro y mojaron las sábanas, estaba tan triste que solo quería llorar y llorar hasta quedarse dormida.

Natsu mientras tanto estaba mirando el techo, la verdad es que no tenía sueño y en uno de esos largos silencios escucho a la maga. Creía escucharla llorar.

Toco con los nudillos a la puerta y la pequeña abrió con los ojos hinchados, llorando y con una cara muy triste.

—Natsu.

—¿Qué ocurre?—pregunto asustado.

Ella le dio un abrazo y soltó la llorera ante la incredulidad de este que solo pudo corresponder el abrazo hasta que se pudiera calmar.

Continuara...


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