Siete letras: Heroína...

Aclaración.
La historia de ambienta en un futuro "no cannon" de la historia de Osado Corazón de Mich Sonrisas, por lo que si no lo conoces, te invito a pasarte a leerlo para ubicarte. De seguro te encantará.

El chapoteo provocado por las botas amarillas de la niña le hizo evocar un recuerdo un tanto distante de su realidad, casi y pudo pensar que se trataba de otra vida suya, algún recuerdo que no le pertenecía, pero vaya que si lo era. Una tarde lluviosa, la brisa fresca golpeando con dureza su rostro, el oxígeno puro invadiendo su cuerpo... que tan bien se sentía, y que doloroso era rebobinar sus días en la Superficie.

No era un monstruo maltratado, solamente estaba un poco pasado de años. Desde su retiro como capitán de la Guardia Real, sus músculos se habían vuelto ligas de carne colgando de su cuerpo, pero aún estaba en forma, su puñetazo seguía doliendo a pesar del transcurso del tiempo, pero ya no podía mover el martillo, su arma principal, como antes.

Su vista tranquila estaba enfocado en los saltos de una niña pez que no dudaba en lanzarse sobre los charcos de Waterfall con gran energía y riendo gustosa al sentir el agua correr por su cuerpo, no importando que se llenase de lodo. Con dolor, Gerson pensó que ella hubiese sido tan feliz en los ríos de la Superficie, chapoteando todo lo quería, nadando libremente como la sirena indomable que era. Como daría cualquier cosa por brindárselo, al menos, por un segundo.

Se había despertado nostálgico. Con frecuencia, hacia a un lado su vida en la Superficie para vivir el "hoy" con todo su esplendor, por más que deseará una segunda oportunidad para batallar, conocía el resultado. Su fuerza no pondría la balanza a favor de los monstruos, nunca. Ni siquiera trabajando en equipo con sus mejores amigos habían podido hacerles frente a la inminente derrota.

La risa escandalosa y gozosa de Undyne captó su atención. Brillante y amplia, tan sincera como ninguna que había visto.

"—Ger-Ger..."

Paro de golpe mientras un escalofrío le recorrió el cuerpo. Esa voz... tan suave, tan dulce, tan llena de alegría y compasión. ¿Por qué la recordaba en ese preciso momento?

Undyne desaparecía de su vista, los charcos de Waterfall se fundían en suelo, derritiéndose en la inmensidad. Su entorno cambiaba, como si se transformara en un denso bosque recién acariciado por una tenue lluvia permitiendo que el rocío de la mañana inundara sus fosas nasales mentales. Y en lugar donde estaba la espalda Undyne chapoteando en los charcos , ahora estaba una figura más alta, delgada, con una armadura que apenas y casaba en su cuerpo esquelético y femenino. Un cráneo blanco y liso en lugar del cabello rojo vivo de Undyne.

"—Ger-Ger, ¡mira!"

Relamió sus labios a causa de la sequedad que se había instalado al recordar a la dueña de aquella firme y dulce voz. Su corazón se había detenido. Su respiración había parado. Vio a la figura esquelética girarse en un dirección, sonriendo de manera brillante, iluminando su rostro con esas esmeraldas de sus ojos. Ella reía gustosa como una niña pequeña, chapoteando en el agua, disfrutando de la belleza de la vida, gozando de la compañía de una tortuga.

Gerson sabía que aquella era una imagen creada por su mente, una vil ilusión que le restregaba lo mucho que disfruto con ella en la Superficie. Su compañera. Su amiga. Y quizás... si tan sólo lo hubiera intentado, ella hubiera podido ser...

"—Ger-Ger, ¡encontré esto!"

Se le acercó la mujercita esqueleto muy animada, con una flor rosada muy semejante al corazón con adornos verdes. Como si estuviese viviendo el momento, Gerson sintió calor en sus mejillas y su corazón palpitar con frenesí. Esa era una flor del amor, aquella a la que los enamorados le preguntaban si su amor le correspondería, pero Arial parecía simplemente encantada por su lindo aspecto, que de apoco, se iba marchitando. La mujer esqueleto abrió un hoyo en la tierra e intentó hacer que aquella flor viviese. Ella era tan amable.

Quiso decirle que dejara de hacer eso, que solamente estaba ensuciándose, pero la imagen de la esqueleto escarbando hasta sumergir las raíces casi secas de la flor lo deslumbraba, tanto que la contemplo en silencio con una media sonrisa y el corazón en mano. Ella reía como si sus falanges fueran acariciados por suaves plumas en lugar del lodo. Hasta que finalmente regresó a la pobre flor a su lugar y rogó porque viviera por mucho tiempo. Una flor tan bella no merecía morir tan pronto.

A Gerson le hubiera encantado repetir aquello, pero dirigido hacia ella. Sin embargo, aborchonado por su pensamiento, solamente se sonrojó de nuevo desviando su rostro.

Arial siguió avanzando, pues aún no habían terminado el reconocimiento de la zona. La tortuga se percató de ella y trató de alcanzarla, no quería que se fuera, temía volver a sumergir su recuerdo tan profundamente que terminaría olvidándola. Trato de llamarla, pero poco a poco, el cuerpo de la esqueleto se iba dispersando mientras avanzaba hacia adelante, como hojas en una tarde de otoño.

En el último momento, ella se giró, con el cráneo medio desecho pero una dulce sonrisa.

"—Gracias por todo. En serio eres un héroe, siempre salvando a los demás. Siempre dispuesto a ayudar. Me alegro mucho conocerte..."

Un punzón agudo se instaló en su pecho, esas palabras... las mismas que ella había dicho la última que la había visto...

—¡MAESTRO!

Gerson no se dio cuenta cuando se sentó en una roca y se quedó viendo a la nada con un semblante entristecido. Tampoco cuando Undyne llegó a su lado, llamándole preocupada. Mucho menos, cuando sus ojos se cristalizaron aguantando una amargas lágrimas de arrepentimiento.

Él no era un héroe. Cuando más le necesitaron no pudo dar batalla al frente. Cuando su compañera necesitó ayuda, la dejó sola. Cuando tenía que haber permanecido como Capitán simplemente lo cedió a alguien más, queriendo tomar un descanso cuando él era más capacitado para ejercer ese labor cuando aún tenía fuerza...

Él no era un héroe. Pero Arial si era una heroína. Sin importar las circunstancias, nunca bajo la cabeza. Sin siquiera cuestionárselo, ella se lanzaba en ayuda de los más débiles. Con una voluntad de acero y una poderosa convicción se abrió paso en la machista Guardia Real, dándose su lugar y ganándose el respeto. La primera mujer en la Guardia Real. Una esqueleto. ¿Qué era él ante tal increíble persona? Solamente un kappa muy fortachón.

Antes de que pudieran bajar sus lágrimas, las limpio con una mano y con la otra le revolvió el cabello rojo de la niña. Ahora ya no podía quedarse estancado, más que nunca, debía brindar su experiencia y conocimiento a las futuras generaciones. A la niña que tenía enfrente. Él confiaba fervientemente que Undyne serie otra heroína. Tal como Arial había sido. Una luz para los más desahuciados. Una esperanza en medio del tormento.

Si bien, las diferencias entre ambas era palpable, creía que al final sería sus voluntades capaces de deslumbrar a más seres.

Arial era serena. Undyne era explosiva. Arial escuchaba. Undyne actuaba. Arial era paz y comprensión. Undyne era alegría y gozo. Tan diferentes, pero con el mismo destino. Una heroína. Y esta vez, iba a proteger a la heroína que crecía bajo su lecho.

—Tengo una historia que contarte —Undyne ladeó la cabeza confundida por la emocionada sonrisa de su maestro, ya no parecía triste. Es más, como que había recordado algo muy grato. La emoción se le transfirió a ella también—. Trata sobre una heroína de la Superficie, ¿quieres escucharla?

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