20 letras: Enfrentamiento parejo...
Bunny Toriel pertenece a RoDenn Kinght.
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La tenue y efímera gota de agua, se resbalaba con lentitud y paciencia, de su pelaje cual nieve. Se desplomó en el suelo a causa de la creciente dolencia en su pequeño cuerpo mediante perdía sus esperanzas de que aquel ser, supuesto esqueleto, volviera a sus cabales.
Abatida y temerosa del final que se avecinaba ser pronto, se enderezó en su puesto y sostuvo con más fuerza su mazo. No iba a retroceder, por tan herida que estuviera, por tan terca que se escuchara, eso no la iba a parar. Si huía, podría salvarse, pero aceptaría que él no tenía salvación.
Murder agitó su diestra y la monstruo con supuesta semejanza a cabra, se vio atacada con afilados huesos que surgían del suelo. Gracias a su tamaño, esquivarlos se le era muy fácil, más la batalla se había alargado tanto que dudaba que seguir esquivando sería una buena idea. Poniendo a caminar su plan, hizo chocar su mazo contra un hueso que él apuntaba directo a su estómago, desprendiendo una ráfaga de viento que removió la capucha de la cabeza de Murder. Su sonrisa prevaleció, pero el ángulo que tenía Bunny le permitió contemplar las gotas de sudor descender de su cráneo.
Él también estaba llegando a su límite. Sin embargo, la determinación en su mirada no cedía, es más, parecía brillar con más fuerza, luchaba por mantener el control de la situación, estaba determinado a acabar con su vida.
Que ser más atormentado.
¿Cómo el esqueleto había acabado en ese estado?
Ella no pudo hacer nada, por más que intento hablar con el esqueleto para detener matanza y regresarlo a su antigua vida humilde, él se negaba a ello. ¿Para que le serviría toda esa determinación si al final no quedaba nadie? Si tan solo le diera la oportunidad, ella podría...
—¡Ah! ¡Demon...!
El esqueleto aprovechó su distracción para encerrarla en una jaula de huesos, inmovilizándola en el acto, pues en la jaula habían millones de largas estructuras óseas afiladas apuntando a su cuerpo, peligrando atravesarla si hacía algún movimiento. Escucho a Murder reír con sorna y acercarse animado hacia ella. Incluso, le comento algo a "Papyrus" sobre lo deprimente que había sido el final de la pequeña monstruo cabra.
Chasqueó la lengua, deformando su dulce rostro con el ceño fruncido por la rabia, su pupila se contrajo con furia y mostró sus colmillos en un gruñido. Logrando verse por un momento, como alguien aterrador. Más parecía resbalarle su intento intimidación a Murderer.
—¿Qué pasa, enana? ¿Te hace falta espacio? Con lo diminuta que eres me parece que basta y sobra.
Se regocijaba de su victoria el esqueleto. Llegó a lado de la jaula y colocó su pie justo donde la monstruo tenía su rostro, provocando que chasqueara su lengua molesto.
¿Por qué se comportaba así? Ella solamente quería salvarlo. Ofrecerle su ayuda, ser su amiga...
Una víctima de un alma de demonio enloquecida. Un alma genocida. Ella conocía su pasado, ella sabía quién era él. El único superviviente de su mundo, aquel que había tomado los huesos en el asunto y asesinó a todos los de su universo, y luego destruyó a la humana que atormentaba sus memorias. Saliendo libre al multiverso, insensible y con el corazón en trozos irremediables.
Pero ella también estaba determinada, determinada a salvarle.
La jaula tembló con tal brusquedad que Murder tuvo que alejarse de un salto, observando atónito como el monstruo de apenas diez centímetros se libraba de su prisión de hueso con un par de puñetazos, cayendo con delicadeza de vuelta en el suelo y alzando su rostro con un semblante serio.
Ya se había puesto seria. El esqueleto rió con ironía. Con el tamaño ridículo del monstruo creyó que la cosa sería resuelta con un par de Blaster, pero Bunny había demostrado ser más que una cara bonita de pelaje cual peluche. Era una mujer terca y determinada.
Se observaron con rivalidad, la chica mostró sus afilados colmillos en un gruñido no articulado, mientras que el esqueleto bajo su sonrisa ligeramente mostrando una mueca molesta. No lo admitirían en voz alta, el orgullo era demasiado grande para eso, pero sin duda alguna, estaba enfrente del primer enfrentamiento parejo de sus vidas.
Por un lado, Murder Sans había destruido a todo aquel que atravesaba su camino, incluso a su hermano, su determinación había aplastado a su humano, y su reputación había ido en declive al entrar en el multiverso. Todos temblaban al oír su nombre. El asesino de mirada rojiza y cuerpo de esqueleto. No estaba acostumbrado a que le retaran, menos que le enfrentarán, ni que lo hicieran sudar en combate. ¡Él siempre ganaba!
Y Bunny Toriel estaba en parecidas circunstancias, conocida por todos los universos como una justiciera, alguien que defendía y protegiera sin medida. Con su amabilidad y terquedad se había abierto espacio en los corazones de las criaturas que le conocían. Si alguien le retaba, solamente bastaba un par de golpes para que se retiraran, nadie había podido orillarla a ponerse nerviosa por una batalla.
Eran tan diferentes como fuego y frío. Como suave y áspero. Como la miel y el limón. Como la amistad y la soledad. Como el amor y el odio.
—Mi niño... —comenzó en otro intento por detener la batalla.
—¡No soy nada tuyo! ¡Tu y yo jamás nos llevaremos bien! Yo no dejare de ganar determinación, seré siempre el más fuerte, ¿tú lo sabes no? A ti también te asesinaron.
Los vellos de sus brazos se le erizaron a la chica recordando el filo de aquel cuchillo de juguete y su terror al darse cuenta que había cuidado de un pequeño demonio. Su desesperación por vivir y salvar a quienes amaban. Si, ella también había muerto a manos de un genocida, tantas veces que apenas y podía recordarlas.
Alzó su brazo y atrajo a sus manos su mazo, es verdad, ella había sufrido el mismo calvario que él, pero ella había decidido proteger y Murderer Sans destruir, eso era algo que no podía pasar por alto. No iba a dejar manipularse.
—Tu mejor que nadie conoce esa necesidad por hacer algo más...
—Yo jamás... ¡mataría a mis amigos!
Murder gruñó, su expresión se vio trastornada en ira pura, ya no había ápices de una sonrisa o algún toque burlón. Ciertamente, estaba harto de todo.
Sostuvo una lanza de hueso y con su otra mano, comenzó a moverse en zigzag mientras se acercaba a Bunny con la intención de acabar esto de una vez. Toriel levantó su mazo y también se acercó al punto de impacto entre ella y el esqueleto.
¿Quién ganaría dicho enfrentamiento?
—¡SANS!
—¡TORIEL!
Impactaron con todas sus fuerzas, deteniéndose entre sí. Las flamas sacadas de la chica volaron lejos en un baile prohibido con los huesos de Murder.
Tenían sus miradas fijas entre sí, el precioso rojo de sus ojos parecía combinarse en un sólo tono. Carmesí. Como sus determinaciones.
Cada paso que Murder hacía retroceder a Bunny, ella le devolvía esos pasos en su contra. Sin despegarse la mirada, se contemplaron en silencio, desesperados por acabar de esto de una vez por todas. Fue por un segundo, pero a Bunny le pareció ver algo extraño y novedoso en los ojos de Murder.
Por favor... detenme...
Toriel abrió su boca sin poder creérselo, dentro de aquel vil homicida aún existía aquel esqueleto adorable que disfrutaba hacer chistes con su vida anterior. Esa distracción fue más que suficiente para que Murder la hiciera retroceder aunque no había lograrlo aplastarla como quería.
Bunny se recuperó rápido y lanzó sus ascuas en una horda hacia el esqueleto y de ahí nada, supuso que se desmayo, pues al despertar vio a Dream e Ink muy preocupados alrededor de ella, curándole.
—¿Y Murder...? —Fue lo primero que cuestionó, haciendo a un lado a Dream para ver a Ink de más de cerca.
—Escapó... —contestó Ink con un poco de nervios.
Toriel hizo un berrinche fastidiado al darse cuenta de ello, se levantó de golpe y pataleó el suelo, alejando a Dream de la frustración. Habían sido derrotados. Había sido un empate. No pudo salvarle y proteger las vidas que él mató.
El tipo era de lo más insoportable, y podía presentir que de seguir por ese camino, tendría que volver a encontrárselo. Toriel sonrió e hizo temblar a los otros dos monstruos con apariencia a un Sans, Bunny siempre tenía una sonrisa confiada o adorable, pero esta vez, había una sonrisa ansiosa, rozando lo molesta y lo neurótica.
La próxima vez debía ser el final, debía derrotarlo e intentando de guiar por un mejor camino. Después de todo, en el fondo, aún con todo lo vivido, seguía siendo sintiendo aquel pequeño vínculo con el esqueleto.
Había sido su único amigo en muchas de sus otras vidas.
Era momento de volver e intentar regresar ese cariño que en otros mundos le recibió.
Iba a salvarle.
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