Capítulo 2


El bosque de noche es un laberinto con un sin fin de cosas que uno podría encontrar, esto hacía que imponga respeto y cualquiera que lo atraviese lo haga con debida cautela, pues no se sabía con certeza que peligros podían asechar. 

Íbamos en busca de la princesa, tal y como había ordenado yo iba a la cabeza, Lady Christa se había quedado desde en la entrada de la escotilla con una vela, arco y flechas por si era necesario; a raíz de que impartimos la salida, Sir Aqueron me seguía sin despegarse de mí al igual que el otro caballero que nos acompañaba, todos con la debida cautela y el silencio posible para no cometer errores. El otro caballero se había quedado en el lugar estratégico que se le había ordenado desde un principio, vigilando y en posición de ataque cerca de la entrada al castillo. 

Ahora tocaba lo más pesado para nosotros, como yo conocía el camino, era lógico que guiara, pero aún tenía cierta incertidumbre del porqué Adella había elegido el peor momento de todos para jugar a la princesa rebelde. En mi cabeza solo imaginaba las mil formas posibles de matarla por haber desobedecido una orden, mi orden y peor aún por haberse puesto en tremendo peligro.

Cuando llegamos a la entrada del bosque cercano al pueblo, ambos hombres ya se encontraban detrás de mí. Acto seguido les indiqué con una seña para que ninguno se moviera y poder escuchar atentamente todo a nuestro alrededor. Cuando sentí que fuera seguro salir, proseguí a dar una señal para que ambos pudieran avanzar, al salir me aseguré de tener a la mano mi daga y estando fuera vigilaba los alrededores mientras los demás salían del lugar. 

Segundos después, encontrándonos todos juntos rápidamente indiqué que avanzáramos en dirección al poblado, nada en el bosque era seguro, por ahora las cosas habían salido bien "fase uno completada" decía en mi mente, solo faltaba encontrar a Adella y regresar salvos al palacio.

Al llegar al pueblo nos cubrimos con las capas que llevábamos hasta tener oculto el rostro, era necesario que nadie en el poblado supiera de la presencia de la "Princesa Heredera" y la guardia real; se debía mantener un bajo perfil si no deseábamos llamar la atención y en especial si no queríamos atraer el peligro y poner en riesgo la misión.

— Alteza — susurraba a mi lado Sir. Aqueron — Si me permite, sugiero que nos separemos para ir en busca de la Princesa y nos encontremos en este mismo lugar — asentí con la cabeza en señal de aprobación.

— Dos horas, sino libros — dije con firmeza a los caballeros, mientras nos adentrábamos a la central del poblado y partíamos por diferentes caminos.

Solamente teníamos dos horas para poder encontrar a Adella entre todo el lugar, junto a Lady Christa habíamos anotado previamente en un trozo de pergamino los lugares que sabíamos frecuentar juntas y estos habían sido entregados a cada uno, incluyéndome. El tiempo se acortaba y los tres teníamos varios lugares que recorrer en menos de dos horas, la búsqueda iba a estar compleja, pero era necesario apurarnos para lograr el objetivo, recuperar y poner a salvo la vida de su Alteza, Adella Princesa de Feiren.

Dentro de la pequeña lista que tenía, procuré en direccionarme a los lugares que sospecharía se podría encontrar, en tanto que pasaban las horas intentaba estar atenta por si aparecía a mi alrededor. A pesar de ser no muy de noche, se encontraban pocas personas merodeando los lugares, suponía que se debía a la preocupación y mantener el resguardo frente a la situación en la que la nación se encontraba. 

Pasado los minutos y de haber recorrido la mayoría de los lugares en mi lista, no había encontrado ningún rastro de Adella. La noche iba cobrando mayor posesión y el frío latente no tardaba en aparecer; comenzaba a desesperarme y temer porque algo haya ocurrido estando sola y sin protección.

Me quedaban tres lugares por buscar, la plaza que en esos momentos se encontraba desolada, el puente del lado oeste del pueblo en donde se podía ver el hermoso atardecer y por último la tienda de antigüedades cercana a la plaza central. 

Por el tiempo descarté direccionarme hacia el puente, ya que me tardaría bastante en regresar y además dudaba que fuera lo más descuidada como para estar a estas alturas sola en aquel lugar. Así que habiendo pasado por la plaza me dirigí hacia la tienda de antigüedades, tenía la esperanza de encontrarla ahí, si no me tocaría volver al punto acordado.

Cuando llegué, el lugar se encontraba totalmente cerrado. Maldije para mis adentros, aunque no hubiera personas a mi alrededor, temía porque me escucharan y echara todo a perder. Ya era bastante peligroso que una dama anduviese sola por la ciudad de noche, peor aún que los ataques por parte de Restba continuaban asechando. 

Me direccionaba al lugar acordado, en cuanto escuche la alarma de la cuidad, llenando mis nervios de aquella adrenalina, inmediatamente me obligué a correr rumbo a la biblioteca del pueblo. Estábamos bajo ataque, eso significaba, la escasa gente a mi alrededor corría alarmada en busca de refugio, haciendo que sus acciones apresuraran cada vez más mis pasos por el nerviosismo y deseara llegar con los demás; puesto que a estas alturas todos, incluida Adella debieron escuchar la alerta.

A penas visualicé la biblioteca, me metí por uno de los callejones que daban entrada a una pequeña puerta al edificio. Toqué con desesperación mientras escuchaba a lo lejos aproximarse el caos, esa puerta estaba hecha de hierro sólido, utilizada para refugio de la familia real en casos de emergencia, claro está que eso lo habíamos determinado entre mi hermana, Lady Christa y el señor dueño del lugar. 

Junto a Lady Christa teníamos en común la fascinación por los libros, que cada vez que visitábamos el pueblo solíamos venir sin falta al lugar. Un día el Sr. Galahad nos había descubierto por la imprudencia de Adella, no tuvo más remedio que guardar el secreto, pero gracias a eso pudimos determinar un punto de encuentro en caso de que alguna se perdiera o hubiese alguna emergencia.

El Sr. Galahad había abierto la puerta lo más rápido que pudo y mientras me dejaba pasar, vigilaba que el peligro no estuviera cerca. Dentro del lugar nos dirigimos a un sótano secreto en donde se encontraban Sir. Aqueron, el caballero que nos acompañaba y Adella. 

A penas percaté su presencia, me acerqué a ella invadiendo su espacio personal con un cálido abrazo, en mi rostro se notaba el alivio de haberla encontrado sana y salva.

— Me alegra que estés bien — dije aun aferrándome su abrazo.

— Perdóname — me decía entre lágrimas — todo esto es mi culpa, debía haberte hecho caso.

— Todo estará bien, en otro momento hablaremos de eso — le dije en susurro mientras me acercaba para secar sus lágrimas.

— Alteza — interrumpió el Sr. Galahad haciendo una reverencia.

— Le agradezco mucho por su apoyo, la familia real está en deuda con usted — le dije acercándome a él para agradecerle tenernos en resguardo.

— Altezas, lo importante es que ustedes estén a salvo.

— Excelencia — interrumpió Sir. Aqueron — Estamos bajo ataque, tenemos que regresar al palacio — dijo sabiendo muy bien, que estábamos por ejecutar la última parte del plan.

— Sr. Galahad ¿Nos puede dar un momento? — asintió la cabeza en respuesta y salió del sótano dándonos más privacidad.

— Tenemos que avanzar — miré a los caballeros para dar la orden — Adella, ¿llevas contigo la daga?

—Sí 

—Bien, ya saben que prosigue — me dirigí hacia los caballeros — voy guiando hasta la entrada del bosque, de lo demás se encargará Sir. Aqueron.

— Sí, Alteza — dijeron todos al unísono.

No tardamos mucho en estar listos, nos despedimos del Sr. Galahad sugiriendo de que se ponga a buen resguardo. A penas asomé la cabeza, salí de aquel lugar camuflándome en la oscuridad, di la señal para que avanzaran y me mantuve alerta con mi arco y flechas preparado. 

Cuando todos estábamos fuera avanzamos con cautela por los callejones de la ciudad, en este caso la oscuridad debía ser nuestra mejor amiga y la rapidez nos debía ayudarnos a llegar al bosque en corto tiempo. 

El caos se había disparado en la ciudad, saqueos, muertes, incendios y los enfrentamientos con la guardia real que trataba de mantener a raya la situación. Ver a mi gente sufriendo y no poder intervenir, me partía el alma, debía de contener mis impulsos de querer correr a protegerlos por el bien de la misión. Aunque ellos eran mi pueblo, Adella era mi familia, mi sangre y en esos momentos era mi total prioridad. No dejaría que nada malo le sucediera en mi presencia, la amaba mucho, era parte importante en mi vida y por eso debía asegurarme de mantenerla a salvo hasta llegar al palacio. 

Mientras íbamos avanzando nos cerciorábamos que los lugares estuvieran lo bastante despejados para pasar desapercibidos y no ser blanco de ataque, todo iba bien hasta que debíamos cruzar las afueras del poblado para adentrarnos en el bosque.

Aquel poblado era el más cercano al palacio, pasaba a ser el más habitado y uno de los principales de la ciudad, claro estaba que la naturaleza recorría ciertos tramos que conectaban a los demás lugares de la nación haciéndolos uno solo. Al ser uno de los pueblos importantes estaba rodeado de muros a su alrededor para evitar la invasión de animales salvajes, bandidos y demás; en estos últimos meses habían reforzado la seguridad y aquellos escondites que permitían cortar distancia hacia al bosque se encontraban bloqueados o reparados en algunos casos del muro, para la seguridad de sus habitantes. 

Debíamos de cruzar la entrada, la guardia real se había concentrado a lo largo de que los segundos iban pasando en proteger a los habitantes y eliminar a los que eran del bando contrario, por lo cual la mayoría de ellos se encontraban distribuidos en algunas partes desafiantes de la ciudad. 

A lo lejos de una de las casas se encontraba la escena más aterradora. Tres hombres saqueando una de las tantas casas que se encontraban cercanas al ingreso del pueblo, uno de ellos estaba golpeando a una señora que se encontraba malherida en el suelo, mientras que los otros iban sacando algunas cosas de valor. No se encontraban los guardias cerca de esa zona como para evitar el desastre, no podía simplemente hacerme de la vista gorda, tuve que contenerme a más no poder porque era seguro que la señora para esos momentos ya no se encontraba con vida.

Intenté seguir adelante cruzando la calle hasta que oí el grito de una niña al interior de la casa, cuando dirigí mi vista a la casa, los desgraciados habían sacado a una de las chicas que se encontraba escondida para poder aprovecharse de ella, la chica intentó escapar, pero uno de los hombres la amenazaba desde adentro. Sin pensarlo me acerqué con cautela, escondiéndome en un punto estratégico para poder analizar la situación y actuar rápido. 

Sir. Aqueron supo de inmediato que algo andaba mal cuando cambié la dirección del rumbo y preparé mi arco para lanzar. Imitándome, se puso a mi lado listo para el ataque, mientras le daba una indicación al caballero que nos acompañaba.

Cuando estuve más cerca de ellos pude ver que en el interior se encontraba una niña llorando desgarradamente, uno de los hombres la tenía agarrada en peso mientras le decían algo a la chica. 

Al instante mis alertas se dispararon y di una señal a Sir. Aqueron para acercarnos y atacar, disparé mi flecha directamente al hombre que sostenía a la chica y Sir. Aqueron no dudó en lanzar la otra flecha al otro hombre que se encontraba a fuera con ellos. 

El hombre que sostenía a la niña intentó sacar su arma para defenderse, pero no lo dejé actuar. Inmediatamente lancé la daga que había sacado de mi cintura mientras corría al interior de la casa y sin pensarlo dos veces la lancé con todas mis fuerzas, dando al blanco directamente en su muslo como resultado de mi buena puntería. El grito desgarrador de aquél hombre no tardó en aparecer y aprovechando el momento me enfrenté a él desde la entrada, esta vez direccionando la siguiente flecha a su cabeza.

— Suéltala si no quieres morir.

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