15
En el momento en que Monkey D. Luffy dejó los límites de Cratos, el cielo se cayó sobre la isla. Los rayos y relámpagos así como la lluvia torrencial parecían acompañar a Phoebe ante su pérdida. Era un fenómeno que no se veía en cientos de años pues no paraba ni día ni noche. Aunque también había otros momentos más tranquilos como aquella tarde donde la princesa estaba junto a la ventana sentada en el suelo.
Sostenía la pequeña flor blanca en sus manos, mirándola con suma atención. Pese a que había pasado poco más de un mes desde que Luffy la puso en su cabello parecía recién cortada si ignoraba el ligero deterioro en las orillas de los pétalos.
La reina se asomó por la puerta para verle en dicho rincón de su cuarto. Los ojos sin brillo de Phoebe parpadeaban lentamente sin apartar su atención del objeto con las piernas dobladas contra su pecho, usando el vestido simple delgado que tenía por pijama.
Gea entró hasta sentarse al borde de la cama teniéndole prácticamente enfrente suyo. La observó por unos segundos antes de abrir el periódico de ese día. Phoebe no salía de su habitación desde el día del baile, parecía un robot en automático cuando su padre la forzaba a tener citas dentro del castillo con el príncipe cuyo nombre ni siquiera se tomó la molestia en recordar. Lo único que hacía era esperar cerca de su ventana con vista al risco más alto de la isla.
—Oh. Con que atraparon a un pirata en cubierto tratando de aprovecharse de una huérfana...eso no lo sabía—habló dando la vuelta a la página, pero no hubo cambio en la actitud de su hija—¿y tú?
La de cabello negro seguía igual, en su propio mundo.
—Bueno si ese tipo de noticias no te interesan quizá alguna otra lo haga—se levantó de la cama para caminar hacia ella, tras haber dejado el periódico doblado allí—debes estar al tanto de lo que pasa en el mundo ¿no?
Le sonrió dulcemente a la chica moviendo un poco de su fleco del rostro antes de volver por donde vino, cerrando la puerta detrás suyo. Phoebe soltó un suspiro desviando la mirada al periódico de donde sobresalía una página en específico y por la manera en que se asomaba podía jurar que había sido a propósito. Así que tras considerarlo unos segundos se levantó para tomarlo y abrirlo justo allí.
La noticia era la misma que su madre le resumió pero no entendía porque quiso que se interesara. ¿Por la palabra pirata? Releyó por encima la noticia sin notar nada extraño hasta que llegó a la foto del artículo. El cabello alborotado oscuro, la cicatriz en su mejilla, ese sombrero de paja y la gran sonrisa que aunque fuese de papel, fue contagiada inmediatamente. Aparecía al fondo de la escena pero sabía que era él.
—Entonces fuiste tú, Lu—dijo en un murmuro sin dejar de sonreír. Abrazó el papel contra su pecho.
Típico de Luffy. Hacerlo bien o no hacerlo. Buscó en su cajón hasta encontrar unas tijeras y poder recortar la diminuta imagen del mencionado que en conjunto con la flor ahora se convertirían en su nueva vista. Podría haber sido muy poco pero ahora se le escapaba una sonrisa tonta durante las comidas y cenas con su prometido.
—Hoy estás de mejor humor que ayer—dijo el príncipe mientras caminaban por uno de los pasillos exteriores a solas—hasta puedo jurar que me sonreíste durante la comida.
Phoebe jugueteaba con el brazalete improvisado de Luffy con la mirada al frente. Apretó los labios para evitar reír ante su comentario.
—¿Cómo decías que te llamabas?—preguntó levantando una ceja mirándole.
—Jacob...—respondió con un suspiro cansado—entonces no era a mi, ¿verdad?
Negó manteniendo las manos en su espalda.
—Bueno, entonces ¿podrías contarme de esa persona?—ella lo miró ladeando la cabeza confundida—¿qué? Sé muy bien que no estás de acuerdo con esto y la verdad yo al principio tampoco hasta que te vi y supe que sería fácil enamorarme de ti. Pero tú...es como si te hubiesen robado la vida.
—No es robo si yo misma se la entregué.
Jacob se detuvo para mirarla. Poseía una mirada nostálgica fija en algo detrás suyo. Miró sobre su hombro para apreciar el mar chocando contra las rocas con violencia ante la lluvia bajo un cielo nublado.
—No es culpa tuya nada de esto—continuó ahora cruzándose de brazos—por eso prefiero mantener distancia contigo. No mereces que te trate mal así que es mejor que no te trate en lo absoluto.
—Tampoco lo es tuya—los ojos de Phoebe fueron a los verdes de Jacob—lamento que nos hayamos conocido en estas circunstancias. Ojalá hubiesen sido en otras menos hostiles.
—Si...—suspiró dándose media vuelta para que volviesen.
El rey observaba todo desde su balcón, una sonrisa satisfecha apareció en su rostro ante la interacción. Dio un trago a su vaso de cristal ignorando por completo que la reina le miraba desde adentro con una mirada fría. Con cierto odio y resentimiento. No podía dejar que la historia se repitiera.
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