12
Luffy tenía un público. Ni siquiera supo en que momento más niños se unieron para sentarse en el suelo y escuchar sus aventuras mientras las contaba con suma emoción sentado de mariposa encima de un montón de cajas de madera. Al otro lado de la plaza con una excelente vista del suceso estaba Phoebe rodeada de niñas; dos hacían pequeñas trenzas a los costados de su cabello mientras las demás pintaban estrellas por su rostro y una luna en su mano izquierda.
—Tu novio es muy chistoso—dijo una de ellas entre risitas al ver la actuación de Luffy como un monstruo del bosque.
Phoebe pudo sentir sus mejillas arder ante el comentario.
—¿Eh? No es mi novio—su atención se fijó en él sonriendo. Él y cabello oscuro por ningún lado. Él devolviéndole la mirada como si la hubiese sentido encima suyo haciéndole desviarla con nervios—no lo es...
Luffy mentiría si le preguntaran porqué desviaba tanto la atención al frente. Entre la gente bailando podía tener vistazos de Phoebe si la suerte se lo permitía como aquel momento donde sus ojos se toparon dándole la energía que necesitaba para seguir narrando la vez que un tigre casi se lo come en la selva. Lo normal.
Aunque eso no significaba que estaba preparado para cuando minutos después el grupito de niñas apareció con Phoebe en medio, prácticamente escoltándola muy orgullosas de sus arreglos.
—Entonces yo pude safarme y...—la oración se quedó en suspenso, su mente estaba en blanco de repente.
Un par de pequeñas trenzas con cuencas plateadas decorándolas en su cabello suelto, un camino de estrellas blancas brillosas bajaban desde la parte superior de su ceja izquierda hasta bajo su ojo como si se fusionaran con sus pecas. Su mirada bajó lentamente notando que su ropa de aventura ya no estaba si no que ahora usaba un vestido blanco tradicional parecido al de las niñas con constelaciones bordadas al final llegándole a las rodillas, era sin hombros pero con manga larga floja y corsé mostrando su linda silueta.
Era Phoebe pero no era Phoebe. No se daba explicación y su rostro embobado lo decía todo. Se puso de pie en automático para caminar rumbo a ella lentamente y en silencio. Las niñas le abrieron paso viéndose entre ellas emocionadas por la escena que parecía sacada de un cuento.
—Luces como una princesa...¡no, no! Olviden eso, es imposible que seas una princesa porque eres una pirata, somos piratas y no princesos—ella sonrió divertida—digo...
—¡Una princesa pirata!—exclamó una pequeña de trenzas y sin dos dientes de leche.
—¡Si! ¡Princesa pirata!—dijo con el mismo entusiasmo—¿ves como si se pueden ser las dos cosas al mismo tiempo?
La joven se cruzó de brazos mirándolo algo desafiante. El silencio abarcó el lugar por un momento antes de cambiar a la siguiente canción que tan solo escuchar la primera nota reconoció, era de las más populares del reino y su abuelo solía tocarla para ella y sus primos pequeños en ocasiones particulares. Luffy notó el cambio en su expresión ante dicho recuerdo y aprovechó la oportunidad mientras algunas personas despejaban el lugar sabiendo el significado sagrado que implicaba dicho baile.
—Bailemos.
Su vestido se movió junto a ella ante el brusco movimiento que le llevó al centro entre risas.
—No sabía que te gustaba bailar—le dijo divertida mientras todos se ponían en la posición inicial.
—Solo cuando estoy feliz.
Phoebe sonrió poniendo una de sus manos detrás de su espalda mientras que levantó la otra a la altura de su rostro con la palma abierta. Luffy imitó su postura al ver que las demás parejas hacían lo mismo enfrente uno del otro con las manos juntas al centro. Sus palmas se tocaban y sus ojos estaban conectados con una expresión complice y alegre.
Entonces las voces del coro comenzaron a armonizar a manera de conteo regresivo, los acordes resonaron por la plaza por encima de los murmullos lejanos.
En la noche se escabullen
dos amantes sin límites,
Poemas bajo las estrellas,
búsqueda de libertad
En cuanto el primer verso dio inicio comenzaron a dar vuelta lentamente sin soltar sus palmas ni separar las miradas. Desde lejos se podía ver alrededor de la fuente a seis parejas iniciar con dicho adoramiento, pero a Luffy solo le importaba una persona.
Ella escribe en el cielo
versos que iluminen su ser,
Él lucha por un mundo nuevo,
donde puedan renacer
El sentido de las vueltas cambió, era una especie de asechamiento mutuo. Una metáfora a como el sol y la luna juguetean persiguiéndose.
—Qué lindo vestido—le dijo por encima del cántico que recién iniciaba.
—Gracias. Quería combinar con las niñas y una señora se ofreció a regalármelo. Mañana volveré a pagarle, no me gustaría deberle y más tras haber sido tan amable.
—Ahora que lo dices, yo le debo a muchas personas.
—Te creo—le respondió con una suave risa.
Ella canta melodías,
de amor y melancolía,
Él con su puño de luz,
rompe cadenas y tabú
Se quedaron quietos bajando las manos esperando a que la música bajara para ser reemplazado por aplausos y zapatos contra el suelo empedrado que sonaban conforme el poema cantado. Un aplauso, un movimiento de pie. Luffy permaneció quieto observando cómo Phoebe hacía cada paso a la perfección, le copió el ritmo sin dejar de verla para no equivocarse. Sacó la lengua un poco ante la concentración. Phoebe sonreía ante su nivel de compromiso.
En la danza de los astros,
se encontraron sin buscar
En su piel se reflejan,
las sombras y el calor
Se avecinaba la recta final del baile la más complicada a su parecer. Nunca ha logrado hacerla a la perfección y terminaba rindiéndose saliendo de la pista avergonzada. Su abuela solía decirle que era como el amor, cuando menos lo espere pasará. Y quizá eso era lo que más le preocupaba. Una parte suya pensaba que solo con su alma gemela podría lograr.
Ella es calma, él es tormenta,
fusión de amor astral
Entonces suspiró y tomó la mano de Luffy ante el regreso de la música tomándole desprevenido. Todas las parejas apuntaban a la estatua. Era fácil desde afuera: dos pasos adelante sosteniendo su mano, dos atrás y avanzar un poco juntos alrededor de la fuente mirándose como un baile común.
La noche y el día se cruzan,
amor que brilla en el cielo
No sabía si Luffy era ágil bailando o finalmente se había desarrollado su sentido de coordinación pero lo estaban haciendo demasiado bien. Dos pasos delante, dos detrás y hasta sostenía su cintura con sumo cuidado al avanzar. Pese a ser movimientos rápidos sus miradas no se despegaban, sus sonrisas crecían con cada vuelta.
Y Phoebe rió de puro regocijo por primera vez en su vida. Siempre pensó que debía haber un motivo para hacerlo como un chiste o un suceso gracioso, esa noche usando un sombrero de paja y vestido bordado aprendió lo contrario. Su dulce risa paralizó a Luffy quien supo lo especial que era dicho sonido.
Más allá de la razón,
una eterna devoción
La luz de las lámparas se reflejaban en los ojos de Phoebe, Luffy podía jurar que estaba viendo un nuevo atardecer en ellos.
Y así, en cada amanecer,
y en cada atardecer
La luz de las lámparas se reflejaban en los ojos de Luffy, Phoebe podía jurar que estaba viendo un nuevo amanecer en ellos.
Sus almas se entrelazan,
en un juramento sin fin.
Sus respiraciones eran agitadas para cuando la música se detuvo. Todo se detuvo. No había sonido. Sus ojos se entrelazaron. Sus latidos eran unísonos. Sizigia, el nombre del festival provenía del griego συζυγία, «reunión». Eso nunca tuvo sentido alguno para Phoebe hasta ese mismo momento en que la Luna llegó a su punto más alto alineándose con el Sol en algún otro lado del mundo, así se sentía con las manos de Luffy sosteniendo su cintura y las de ella sobre su cuello.
Se miraron con sumo anhelo, uno que atrajo la atención de más de uno. Había sido la pareja que más resaltó durante el baile y se daban una idea del porqué. Phoebe movió un mechón de cabello oscuro que cubría un poco el rostro de Luffy para después bajar la mano a su mejilla cálida. Para su sorpresa él no sonreía si no que permanecía embobado en su rostro, no entendía porqué se sentía así de...completo.
Sus rostros se atraían uno al otro como si una fuerza sobrenatural existiera. Como si recuerdos de una vida pasada los poseyeran. Con los ojos cerrados dejaron que sus labios se encontraran mientras los fuegos artificiales eran lanzados desde la costa marcando el suceso tan tradicional, que acorde a la leyenda era el punto de la noche donde Soona y su amado entrelazaban sus almas en un beso tan puro que sellaba el juramento de encontrarse en otra vida para continuar amándose.
Y quizá, desde el Siglo Vacío, lo habían conseguido.
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