Capítulo 9: Tentación
El trabajo en el club no era a lo que quería dedicarse. Si no se hubiera quedado embarazado, sin duda alguna, seguiría siendo el reclutador de Tomura y su grupo. La venganza hacia su familia era algo que tenía muy arraigada y, sin embargo, como si el destino le jugase una mala pasada, había acabado enamorándose de la única persona por la que jamás debería haber sentido nada.
Las calles a las seis de la mañana estaban vacías a excepción de los mendigos que podía encontrar durmiendo en algún banco o esquina de la calle. El barrio no era precisamente uno de los más seguros de la ciudad, pero sin duda alguna, para un villano como él fue, era el mejor lugar para pasar desapercibido y esconderse.
Muchas veces se cuestionó el alejarse de allí, cambiar de ciudad, de nombre, volver a empezar y darle a su hijo una nueva vida, pero... no podía dejar su antigua vida así sin más. Su familia seguía allí y haberse enamorado de Shoto no había hecho que la idea de alejarse resultase fácil o atractiva para él. Pensar en alejarse de él dolía pese a que no se habían visto en esos años.
Con rapidez, entró al portal de su edificio y subió las maltrechas escaleras hacia su piso. No era un buen lugar para un niño, pero no podía hacer otra cosa en su condición de villano. Intentaba mantenerle lo más a salvo posible y, a la vez, intentaba también proteger la carrera de Shoto sin desvelar lo sucedido. Habría sido tan fácil dejar que Luka viviera con él en un buen hogar, pero eso, sin duda alguna, repercutiría a la imagen pública de héroe que Shoto tenía. La población no estaba preparada para enterarse de que Shoto tenía un hijo y mucho menos, de que había sido con su propio hermano, un villano y un delincuente.
Al abrir la puerta de su casa, ésta chirrió. Se detuvo y empujó con mayor suavidad tratando de hacer el menor ruido posible. Shoto y Luka deberían estar durmiendo.
Buscó a ciegas con su mano el interruptor de la luz, sin embargo, se detuvo en cuanto observó, gracias a la luz que entraba del pasillo, a ambos durmiendo cómodamente en el sofá. No podía encender la luz sin despertarles o más bien, no quiso darla. Sonrió y cerró la puerta tras él volviendo a una tenue oscuridad. Tan sólo la luz que entraba por la ventana de la cocina fruto de las farolas cercanas iluminaba el lugar con suavidad. Al menos podía ver un poco.
Dabi se acercó hacia el sofá y se acuclilló frente a él. Su hijo se apoyaba en el pecho de Shoto mientras éste le mantenía a salvo entre su cuerpo y el respaldo del sofá para evitar que, en algún mal movimiento, pudiera caerse. ¡Shoto habría sido un gran padre! Fue el pensamiento que surcó la mente de Dabi en ese momento. La visión de ambos tapados con la manta y Shoto protegiendo al niño incluso durmiendo era algo que le hacía enamorarse todavía más de él.
Pelear junto a Shoto Todoroki debía ser increíble. Él tuvo el honor de probarlo una única vez y no duró demasiado tiempo. Ese chico, pese a estar medicado, había conseguido forzar sus llamas para que salieran. Le salvó la vida aunque pudo dejarle allí y escapar sin problemas. Dabi sonrió antes de llevar su mano hacia el cabello revuelto de su hijo y acariciarle con suavidad.
¿Cómo se podía querer tanto a alguien? Para Dabi, era una gran incógnita. Él nunca había sido un chico que se apegase a sentimientos ni a las personas. La última vez que se encariñó tanto con alguien, había sido su propio padre y éste le defraudó. Desde entonces, juró y perjuró que jamás volvería a unirse tanto a una persona y, en cambio, ahí estaba. Si hoy le preguntasen, habría hecho lo que fuera por su hijo al igual que lo haría por Shoto Todoroki. ¡La vida era injusta e irónica!
Dabi acercó sus labios hacia el rostro de su hijo y, apartando el cabello de su frente con la mano, depositó un dulce beso en ella. Ese niño se había convertido en lo más importante en su vida.
Jamás pensó en tener una familia, no quería formar una ni tener hijos. Tampoco quiso enamorarse y allí estaba.
Los párpados de Shoto temblaron ligeramente como quien quiere despertar. Ese gesto no pasó desapercibido para Dabi, sin embargo, se quedó absorto viéndole desadormecerse. Era temprano y seguramente, tendría mucho sueño. Dabi sólo pudo sonreír mientras le observaba abrir los ojos.
— ¿Ya has vuelto? – fue lo primero que preguntó Shoto al ver a Dabi a su lado –. ¿Por qué no me has despertado?
— Acabo de llegar. Además, dormías muy a gusto – susurró Dabi para intentar no despertar a su hijo –. Así que no lo llevaste a la cama.
— Nos quedamos dormidos – susurró Shoto en un intento por tampoco despertar al niño –. Estuvimos viendo una película de dibujos animados y comimos palomitas.
— ¿Se lavó los dientes antes de dormirse?
— Pues...
Dabi sonrió. Rectificaba, Shoto sería un padre demasiado blando con su hijo, pero blando o no... no tenía duda alguna de que tenía cariño por su hijo.
— Deberías volver a dormir un rato. Yo me llevo al enano a su cama.
— Déjale. Está dormido y parece estar tan a gusto que... me da miedo que se despierte sin querer.
— ¿Seguro que no te importa? El sofá no es muy cómodo.
— Para serte sincero, hace horas que se me ha quedado dormido el brazo.
— ¿Te quedas a desayunar?
— ¿Eso entra estipulado en mi contrato como canguro? – preguntó Shoto con un toque divertido.
— Sí, claro. Pero si no os importa, me gustaría dormir también al menos un par de horas.
— Claro. Descansa. Yo me ocupo de él si se despierta.
***
La cocina no era algo que a él se le diera bien. Incluso ahora que se había independizado, su hermana solía llevarle la comida ya hecha o le invitaban a la casa familiar a comer, aun así, Shoto pensó que era un buen gesto preparar el desayuno para cuando Dabi se levantase, ¡siempre y cuando no lo quemase!
Luka estaba realmente feliz indicándole entre susurros qué armarios altos abrir para sacar sus cereales favoritos y los cuencos del desayuno. Para Shoto, era la primera vez que no desayunaba sopa de miso con arroz, tortilla o encurtidos. Era el desayuno típico en su casa, sin embargo, Dabi parecía llevar otro estilo de vida diferente.
Shoto dejó los cuencos sobre la mesa y mientras Luka sacaba el cartón de leche de la nevera, él buscaba en uno de los armarios más elevados el paquete de cereales. Al bajarlo hasta la altura de su rostro, no pudo evitar que los colores subieran a sus mejillas: su cara estaba allí. Ahora que lo recordaba... había hecho un par de anuncios y entre ellos, le habían pedido algo sobre los cereales. Su padre le insistió en que debía hacerlo como imagen de su agencia.
Ahora que veía su rostro sonriente, ¡porque le obligaron a sonreír!, estampada en esa caja, le daba vergüenza. Sin embargo, al desviar la mirada hacia Luka y verle sonreír con su inocencia habitual, sonrió también.
— Siempre desayuno tus cereales – sonreía.
— Ya veo – susurró Shoto.
— De mayor seré un héroe tan bueno como tú.
— Estoy convencido de ello. Si entrenas un poco todos los días y aprendes a manejar bien tus habilidades, no me cabe la menor duda de que serás un gran héroe.
Shoto desplazó la silla y agarrando a Luka por debajo de las axilas, le ayudó a sentarse frente a la mesa antes de volcar la caja de cereales sobre su cuenco para dejar que estos cayesen a él. Por extraño que pareciera, Luka se había quedado algo melancólico.
— ¿Ocurre algo? – preguntó Shoto.
— Es que... sé que papá fue un villano hace años y... – Shoto se acuclilló a su lado para tenerle más a su altura. Esperó para ver qué pasaba por la mente del pequeño –... y me dijo que una vez te secuestraron. Yo no quiero ser un villano, ni querría hacerte daño.
Shoto sonrió ante la preocupación del pequeño. Con un par de dedos bajo la graciosa barbilla de Luka, le subió el rostro para que le mirase a los ojos.
— Aquello fue hace casi seis años y aunque es cierto que era un villano y que me secuestró, también puedo decirte que jamás me hizo ningún daño. Tu padre no es lo que aparenta ser. Aquella vez, cuando otros villanos vinieron para hacerme daño aprovechando que estaba indefenso, tu padre me protegió. Prefirió que escapase a que me matasen, así que tu padre ayudó a un héroe. A mis ojos, eso le convierte también en cómplice de un héroe, ¿no crees? – sonrió Shoto.
— Supongo.
— Tu padre no es una mala persona, Luka. Sólo tuvo una toma de decisiones que le llevaron hasta ese camino, pero si no hubiera sido un villano ni me hubiera secuestrado, yo no le habría conocido y él no habría cambiado su rumbo. La vida no siempre es fácil, pero ahora intenta ser un buen padre para ti y ni siquiera delinque ya.
— Lo sé. Es el mejor padre de todos – sonrió el pequeño.
— Así que hablando de mí mientras duermo.
Ambos se giraron para ver a Dabi con el hombro apoyado sobre el marco de la puerta de la cocina y sus brazos cruzados sobre su pecho. La sonrisa en su rostro les indicaba a ambos que llevaba allí el tiempo suficiente como para haber escuchado su conversación.
— Preparábamos el desayuno, papá – sonrió Luka – Shoto está haciendo tostadas también.
¡Tostadas! Fue la palabra que pasó por la mente de Shoto antes de que su rostro se pusiera pálido y se levantase con rapidez para comprobarlas. Al sacarlas de la máquina, ya estaban quemadas. Dabi sonrió desde su lugar y entonces, caminó hacia Luka, volcó la leche sobre sus cereales y tras revolverle el pelo viendo cómo empezaba a desayunar, se dirigió hacia Shoto.
— No pasa nada. Yo las preparo.
Completamente atónito estaba el héroe. Miraba las tostadas en el plato y se lamentaba al haberlas casi calcinado. Sólo una capa negra se mostraba sobre ellas dando a entender que eran incomestibles.
Todavía las observaba cuando sintió el cuerpo de Dabi tras él. Le aprisionaba contra los armarios y elevaba los brazos para agarrar de nuevo el pan para rehacer las tostadas quemadas. Shoto se tensó.
Sintió el pecho de Dabi contra su espalda y, sobre todo, su aroma. Dabi tenía un olor suave a quemado y, a la vez, también olía a flores, seguramente algún perfume que se ponía para evitar su olor natural que debía disgustar a la gente. Shoto sabía lo que era eso. Cuando él activaba su fuego, el olor a humo y a quemado se volvía intenso. Más de un compañero le había comentado sobre ello, pero no podía evitarlo. Estaba convencido de que Dabi se ponía ese perfume para intentar mitigar ese mismo olor a quemado.
Shoto cerró los párpados y se dejó llevar por ese aroma peculiar. A él le gustaba. Le hacia sentirse en casa.
— Lamento haber destrozado las tostadas – susurró finalmente antes de girarse hacia Dabi. Éste sonrió y apoyó las manos sobre la encimera, una a cada lado del cuerpo de Shoto.
— No pasa nada. Las repetiré.
¡Tan cerca! Ambos se paralizaron el uno frente al otro. Estaban tan próximos que Shoto podía sentir la respiración de Dabi golpeando en su mejilla. Sus ojos se fijaron en sus labios. La parte de debajo de su rostro estaba quemada y, por instinto, elevó la mano hacia ella hasta tocarla. Él no podía sentir el roce de sus dedos, pero intuía que era delicado y suave. Amaba a Shoto Todoroki y su ternura, no podía evitarlo. Tenerle allí de aquella manera sólo incitaba a Dabi a querer besarle y hacerle suyo una vez más.
Sin duda, Shoto Todoroki era su perdición. Un amor prohibido del que no era capaz de escapar.
Dabi acercó sus labios a los de él. ¡Deseaba besarle! El mundo dejó de existir en ese instante. Su primer impulso fue subir a Shoto sobre esa encimera y poseerle, pero... el ruido de la cuchara de su hijo golpeando sobre el cuenco de la leche con cereales sacó a ambos de ese trance.
— Lo siento. Necesito un poco de espacio para preparar las tostadas – susurró Dabi.
— Sí. Lo siento. Me aparto.
Shoto se movió para darle espacio a Dabi. Para ambos era complicado estar el uno en la presencia del otro sin sentir que su mundo ardía. No querían separarse y, a la vez, se sentían en la obligación de hacerlo. Todo era demasiado complicado en su mundo.
Aviso importante: El mes que viene lo tomaré de vacaciones, así que nos vemos en Agosto para el siguiente. La única historia que saldrá en julio es la siguiente ya que la tengo finalizada y no tengo que escribir más en ella:
- Hear me out
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