Capítulo 3: Una larga espera.

La noche era fría y las nubes que se estaban acercando a gran velocidad indicaban que en breve habría una tormenta. Se podía escuchar los truenos de fondo. Por raro que pareciera, a Shoto le gustaba ese sonido.

Sentado en uno de los bancos de la calle principal, con la capucha cubriendo todavía su rostro, Shoto miraba el teléfono entre sus manos. De la carcasa del teléfono, sacó un pequeño papel arrugado y deteriorado. El papel estaba realmente desgastado. ¿Cuántas veces había observado ese papel? Al abrirlo, sus ojos se fijaron de inmediato en las letras allí escritas.

"En el muelle treinta y dos a principios de mes".

Era una promesa silenciosa que ambos guardaron. No es que hubieran quedado o aceptado estar allí, pero... Shoto sentía una fuerza mayor a él que le insistía en que debía acudir a la cita. Así lo hizo, sólo para descubrir que Dabi no tenía intención de cumplir esa promesa.

Durante cinco años, Shoto guardó el papel escondiéndola en la funda de su teléfono. Oculto de la vista de todos y, a la vez, aferrándose a él al tenerlo cerca. Era una estupidez guardar algo semejante, algo que le había hecho daño, pero tampoco se sentía preparado para tirarlo.

Aquel papel pudo costarle caro, demasiado caro. Si alguien se hubiera enterado de que pertenecía a Dabi, que era una cita entre ambos y no precisamente como confidentes o compañeros, sino... como amantes, habría sido el final de su carrera como héroe. ¡Un héroe y un villano juntos! La sociedad jamás aceptaría algo así. Incluso a él mismo le costaba aceptar que se enamoró de ese hombre que le protegió todos los días que duró su cautiverio.

El ruido de una botella de vidrio resbalando por el suelo le obligó a salir de sus pensamientos. Había golpeado suavemente su zapatilla y ésta bloqueó el movimiento de la botella. Shoto la miró un segundo antes de elevar sus ojos para asegurarse de lo que ocurría.

Un borracho caminaba con lentitud. Tambaleándose de un lado al otro y sosteniéndose de las paredes cercanas para evitar caer. Sin querer, había golpeado con su pie la botella y la había mandado rodando hasta él. Shoto permaneció en calma sin perder de vista al villano hasta que giró una de las esquinas y se adentró en una oscura callejuela.

En ese barrio, tan sólo había villanos, borrachos, o ambas al mismo tiempo. Los edificios cercanos mantenían sus persianas cerradas evitando ver el mal ambiente que reinaba en la calle a esas horas de la madrugada, pero él permaneció impasible en el banco.

Agachó la mirada una vez más hacia el papel y leyó de nuevo la inscripción hasta que unas botas oscuras se detuvieron frente a él. Sus dedos arrugaron el pequeño papel y lo escondió cerrando el puño. Entonces, elevó la mirada. La chaqueta de tres cuartos azul, vieja y desgarrada le indicaba de quién se trataba. A Dabi siempre le había gustado esa prenda. Elevó el rostro hacia él pese a que su capucha seguía cubriendo su rostro.

— Sé dónde preparan el mejor soba frío de esta parte de la ciudad — susurró Dabi.

Cada palabra... cada frase de Dabi hacía que Shoto dudase una y otra vez. Siempre le dijeron que su hermano había muerto y jamás lo cuestionó, ni siquiera durante su secuestro pese a que, a veces, veía ciertas similitudes en las cosas que Dabi decía sobre su familia. Pensó que eran coincidencias. Los héroes de ahora peleaban entre ellos mismos por ser los mejores y las familias se habían vuelto más competitivas. La suya no era la única que estaba desestructurada, pero aun así...

Shoto sonrió agachando el rostro nuevamente, lo cual hizo que Dabi permaneciera estático ante la incertidumbre del momento.

— ¿Qué ocurre?

— También sabes que me gusta el soba frío. ¿Hay algo que no sepas de mí? — preguntó Shoto.

— Lo dijiste en una entrevista.

— Mentiroso — sonrió Shoto con incredulidad. Era cierto que lo dijo en una entrevista hacía un par de años, pero también recordaba claramente que los dos días que pasaron juntos y solos en su secuestro, Dabi preparó soba frío para él –. Sabías eso de antes. ¿Por qué me mientes?

— Vamos a otro sitio. Este lugar no es seguro para ti. Sígueme.

Era una auténtica estupidez seguir a un villano, pero por algún motivo y pese a que ya había sido abandonado en esa cita, seguía confiando en él como para hacerlo. Aun así, Shoto permaneció alerta por si acaso tuviera que atacar en algún momento.

Se levantó del banco donde estaba y siguió a Dabi por la avenida en dirección norte. Dabi le estaba sacando de ese barrio de mala muerte. Ninguno de los dos habló durante el camino, no querían llamar demasiado la atención de la poca gente que hubiera por la calle. Shoto simplemente estaba preocupado de que alguien le descubriera con un villano y, por eso mismo, miraba hacia todas direcciones cerciorándose de que su anonimato seguía intacto.

— Vamos — susurró Dabi cambiando de rumbo hacia un camión de comida rápida que aguardaba en un rincón de la avenida. Shoto mantuvo el silencio, pero Dabi se aproximó al hombre al otro lado del mostrador que dejaba de leer el periódico y se levantaba de la butaca para atenderles –. Dos sobas fríos para llevar, por favor.

Dabi siempre pensaba en todo. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza sentarse tranquilamente en un local, sobre todo porque les podrían identificar, aunque sólo fuera el que atendiera la recepción o el local. Los dos esperaron en silencio. Dabi sacó de su bolsillo un billete, pagó al dueño y recogió los botes con el soba frío.

— Sígueme. Conozco un lugar tranquilo donde podremos hablar.

— Dabi... necesito saberlo — susurró Shoto frenando de golpe al ver que volvía a caminar.

La última vez que vio a Dabi, él se encontraba frente a la ventana del dormitorio. Completamente desnudo, sólo tapado por una manta y un papel en su mano, dudaba de quién era realmente Dabi. Esos dos días con él fueron estupendos, dos días de sexo donde todo les dio igual. No importaba Endeavor, ni las venganzas, no importó si eran héroes o villanos, sólo estaban ellos, pero cuando la realidad les envolvió de nuevo, fue cuando Shoto empezó a pensar en todo lo que Dabi dijo. Fue sólo una frase la que le hizo creer que ese chico podría ser su hermano, pero no podía estar seguro. Su hermano estaba muerto, incluso le preguntó a su padre tras el secuestro y él lo confirmó, entonces...

— No aquí.

Ni siquiera le llamaba por su nombre o su apellido. Dabi estaba teniendo mucho cuidado de no identificarle frente a nadie que pudiera estar cerca escuchando. Shoto volvió a caminar tras él hasta un parque cercano. Se adentraron entre la vegetación y los árboles, alejándose del camino que lo cruzaba. Finalmente, llegaron cerca de un estanque y una cabaña que guardaba canoas. Shoto nunca antes había estado allí.

Viendo cómo Dabi se sentaba en el último peldaño que subía al porche de la cabaña y le alzaba el brazo para darle su soba frío, Shoto lo tomó y se sentó en una de las canoas frente a él.

— Gracias — susurró al agarrar el bote de soba y los palillos antes de sentarse.

— No deberías haber venido a buscarme, Shoto.

— No pensaba hacerlo, pero... necesitaba preguntarte un par de cosas.

— No estoy seguro de que quieras saber sobre mí — sonrió Dabi — además, ya he dejado la liga de villanos, ni siquiera soy una amenaza para ti o tu agencia.

— Querías vengarte de Endeavor. Aquella vez cuando me secuestraste, sólo pensabas en matarle o al menos hacerle sufrir.

— ¿Y quién te dice que no lo deseo aún? — preguntó con una sonrisa divertida.

— Lo que quiero decir es que pudiste hacerlo. Pudiste matarme, le habrías hecho daño a mi padre, incluso pudiste decir públicamente lo que ocurrió entre tú y yo, me habrías hundido la carrera de héroe y ser el héroe número uno era el mayor sueño de mi padre, le habrías destrozado...

— Te habría robado tu sueño haciendo eso — susurró Dabi –. Pensé en hacerlo público — sonrió con tristeza — habría sido tan fácil destruir tu carrera, vengarme de Endeavor pero no quería hacerte daño a ti. Tampoco quería que tú me odiases, así que simplemente, decidí callarme. No debes preocuparte, no diré nada de lo que ocurrió. Nadie sabrá jamás lo que hubo entre tú y yo.

— ¿Estuviste en el festival del otro día? — preguntó Shoto jugando con sus dedos contra el cartón del vaso.

La pregunta pilló por sorpresa a Dabi, aunque supo enseguida el motivo por el que preguntó algo tan concreto.

— No deberías preocuparte por tonterías de festivales...

— Vi a un niño. Su capucha no me permitió verle bien, pero su flequillo tenía dos colores y heterocromía en sus ojos. Uno de ellos tenía el tono azulado tuyo.

— ¿A dónde quieres llegar, Shoto?

— ¿Eres... mi... hermano? Yo no he tenido sexo con nadie, sólo contigo, así que sé que no podría ser hijo mío y tú... tú no tienes heterocromía, pero si fueras mi hermano, eso explicaría la genética familiar. ¿Tienes un hijo?

Dabi sonrió. No quería responder a todas esas preguntas porque sabía que podía afectar demasiado a Shoto.

— Tengo un hijo — sonrió — y es por él por lo que he dejado esa vida. Irónicamente, él quiere ser un héroe... como tú. Eres su ídolo, te adora.

Un frío atroz se apoderó de su cuerpo. Quizá no había respondido directamente a su primera pregunta, siempre la esquivaba, pero al confesarle que tenía un hijo, fuera con quien fuera, quería decir que si ese niño tenía heterocromía y ese cabello con dos colores, significaba que él debía tener genes de la familia Todoroki a menos que tuviera un romance con su hermana, cosa que dudaba.

— Shoto, no quieras saber más, es mejor para ti mantenerte en la ignorancia. Lo mejor es que vuelvas a casa, te des una ducha, duermas y mañana regreses al trabajo. Olvídate de todo esto, Shoto.

— ¿Por qué no viniste a la cita? Creía que querías verme, creí que quizá... pudiste sentir algo por mí, pero no apareciste.

— Tuve problemas.

— Me quedé durante horas allí. Casi pillé una pulmonía, tuve que quedarme una semana en cama después de aquello.

— Lamento no haber podido ir, pero ya te digo que tuve problemas personales. Aun así, casi fue mejor que no nos hubiéramos encontrado. Te habría traído más problemas. Shoto... eres libre, haz lo que quieras. No tienes responsabilidades, ya no soy un villano, sigue con tu vida y olvídate de mí.

— No puedo — susurró Shoto –. Quiero hacerlo, me encantaría poder olvidarlo todo, pero mi corazón sigue echándote de menos. Mi cabeza no deja de pensar en ti. Trabajo todo lo que puedo para tratar de no pensar en ti, maldita sea. No consigo quitarte de mi mente.

Dabi perdió su vista dentro del bote de soba frío y movió los palillos removiendo el contenido. Tampoco era fácil para él tener a Shoto tan cerca, pero aquello era un amor prohibido, era algo que no podía permitir.

— ¿Qué fui para ti, Dabi? ¿Sólo fui un juego? ¿Una venganza? ¿Un pasatiempo?

— Lo fuiste todo, Shoto — susurró Dabi con sinceridad –. Intenté pensar que sólo eras una venganza y luego acabé sucumbiendo ante ti. Tú sufriste los entrenamientos de Endeavor, el estrés que provocaba y aunque pensé en que matarte sería una buena venganza, luego me arrepentí de esa idea. Eres importante para mí, Shoto y no quiero hacerte daño a ti sólo por una venganza. No fuiste un juego, pero... esto se acabó. No vuelvas a buscarme. Es lo mejor para ambos.

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