Capítulo 22: Confianza ciega

Besándose con pasión, habían terminado en la habitación de matrimonio. Dabi todavía iba vestido, sin embargo, Shoto, recién salido de la ducha, ni siquiera había podido vestirse. Completamente desnudo, dejaba que las manos de Dabi acariciasen su piel mientras le conducía hacia el cuarto en silencio.

— ¿Confías en mí? – sonrió Dabi tras cerrar la puerta, con sus labios rozando los de su hermanito. Shoto ni siquiera había abierto los ojos todavía.

— Claro que confío en ti.

— Entonces... "juguemos con fuego" – sonrió Dabi recordándole a Shoto aquella vez donde de una mala situación, ambos acabaron enamorándose.

Dabi se separó de Shoto para abrir el tan ansiado cajón donde ese chico guardaba todos sus juguetitos. Esa noche iba a ser muy pero que muy interesante. Había tantas cosas para divertirse juntos...

Lo primero que sacó fue una suave tira de tela oscura para vendarle los ojos. Quería que disfrutase al máximo, pero a la vez, quería tenerle completamente bajo su control y poder hacer lo que quisiera sin que él fuera consciente de lo que haría a cada momento.

— Shhhh – susurró Dabi de nuevo junto a él, rozando sus labios una vez más con sensualidad antes de volver a besarle – voy a ponerte esto y luego... tendrás que fiarte de mí.

— No sabía que te iban estos juegos.

— Me gustan todos los juegos siempre que sea contigo. Más vale que te prepares, porque esta noche, no vas a dormir – sonrió Dabi – haré que te corras una y otra vez. Voy a follarte toda la noche como yo quiera.

— ¿Ahora voy a ser tu esclavo toda la noche? – sonrió Shoto ante esa idea.

— Algo así. Durante toda la noche, serás mi juguete y vas a complacerme en todas mis fantasías.

Shoto sintió la fina y suave tela posarse en sus ojos y cómo Dabi la anudaba tras su cabeza para evitar que pudiera ver a partir de ese momento. De pie y desnudo, Shoto se quedó estático escuchando los pequeños ruidos de la habitación. Él no podía ver pero sabía que Dabi estaba preparando algún juego para ellos.

De repente, Shoto sintió de nuevo el tacto de Dabi, éste le agarraba la mano para indicarle que le siguiera hacia lo que él consideró el centro de la habitación.

— Siéntate aquí, con cuidado.

Shoto apoyó las manos primero notando una silla bajo él, ¡no, no una! Eran dos sillas. Por cómo Dabi le obligaba a sentarse, estaba convencido de que quería que se sentase entre las dos sillas, así que puso media nalga de su trasero en la mitad del asiento de una y la otra mitad en la otra. ¡Expuesto! Era como se sintió al quedar sentado. Era cómodo, pero en esa situación, sentía sus nalgas más abiertas de lo normal, perfectas para que Dabi pudiera jugar con él.

— ¿Estás cómodo? – preguntó Dabi en un sugerente susurro en su oído.

— Sí.

— Perfecto, porque así estás completamente expuesto para mí.

Sus muñecas fueron apresadas en un santiamén entre los dedos de Dabi antes de que sintiera la fina tela enrollarse en ellas para anudarlas a las sillas. Shoto sonrió sutilmente. Desde luego, Dabi sí se había tomado aquel juego muy en serio.

— Bien... empieza la diversión.

Las manos de Dabi distaban mucho de ser suaves, para nada, eran ásperas y algo rugosas debido a las quemaduras y muy posiblemente, apenas sentiría demasiado, sin embargo, Dabi sonrió sutilmente al llevar sus labios hacia la pierna de Shoto que sostenía entre su mano derecha.

Acuclillado frente a él, sabiendo que a ese chico le sería imposible ver nada con los ojos vendados, Dabi deslizaba sus labios por la blanca piel de su hermano. Era suave y sensual y podía sentir el frescor en cada centímetro debido a que acababa de salir de la ducha. Su cuerpo tenía un aroma frutal proveniente del gel que había usado. Era demasiado tentador tenerle a su merced, completamente desnudo y atado en esas sillas.

Un suspiro ahogado fue lo que Dabi escuchó que llegaba desde los labios de Shoto mientras sentía ese camino de besos subiendo por su pierna y quedarse en sus muslos. Dabi mordió con suavidad provocando un gesto gracioso en el rostro de su hermano. Le había dado impresión, tanta... que hasta el miembro de Shoto había despertado ligeramente ante aquellas sensaciones.

Moviendo su rostro con mucho cuidado, tocó con la punta de la nariz los testículos de Shoto provocándole una sensación de hormigueo placentero antes de recorrerlos con la punta de su lengua. Dabi sonrió al acabar, observando las mejillas sonrojadas de su hermano. Seguía siendo tan inocente en algunas cosas que le gustaba demasiado. Quería pervertirle pese a que él tuviera todos esos juguetes, pese a que lo fuera en cierto aspecto... quería pervertirle mucho más.

Con la yema de sus dedos, Dabi agarró la gota de líquido preseminal del miembro de su hermanito y metió el dedo en su boca disfrutando de su sabor salado.

— ¡Joder, tan delicioso como siempre!

Acercando su rostro al de Shoto, le besó con pasión, sacando su lengua para jugar con la de su hermano y dejarle también probar su propio sabor salado. El sonrojo llegó a ambos, sin embargo, cuando Dabi rompió el beso, sintió el impulso de Shoto por continuarlo pese a que no pudo alcanzar su boca estando atado como estaba.

— No seas impaciente – sonrió Dabi – ya te he dicho que vas a ser mi juguete toda la noche. Me obedecerás en todo.

— Estás muy seguro de eso.

— Claro que lo estoy, porque voy a hacer que desees tanto algo... que harás lo que sea para conseguirlo.

Entre ambos hubo una separación momentánea. Shoto seguía sin poder ver nada, pero escuchaba cómo Dabi se movía por la habitación y entonces, regresó, pero esta vez había algo diferente en el tacto de su piel, más bien... era la ausencia de ropa lo que Shoto sintió.

La mano de Dabi agarró su miembro. Estaba colocando algo con un poco de lubricante. Shoto silenció el ligero gemido que quiso escapar de sus labios con un seductor mordisquillo en su labio inferior, lo cual aún provocó más a Dabi.

— Esto retrasará tu orgasmo – susurró Dabi a su oído – así podré jugar mucho más rato contigo y además, tu erección no bajará.

— Eres un poco sádico.

— No... – sonrió Dabi – sólo me gusta jugar y odio si la diversión acaba demasiado pronto. Estoy deseando follarte de tantas maneras... – imaginó Dabi todas las posturas y cosas que quería probar con él.

La vibración repentina en su miembro provocó que, finalmente, el dorso de Shoto se inclinase ligeramente hacia delante, que sus piernas se tensasen y un pequeño jadeo se escuchase.

— Por fin me dejas escuchar algo – sonrió Dabi – pero esto sólo acaba de empezar.

***

¡Inaguantable! Eso era lo que Shoto pensaba que era aquello. Ya no sabía cómo acallar sus gemidos pese a que, hasta ahora, lo había podido hacer, sin embargo, con el tapón anal en su interior que le dilataba, ese anillo vibrador en su miembro que le impedía eyacular y sintiendo la punta del miembro de Dabi jugando entre sus pezones y su boca, lo único que deseaba era que se la metiese de una maldita vez. El placer y las ganas de sentirle dentro y mucho más hondo de lo que llegaba ese pequeño tapón estaba siendo su perdición.

— Te ves un poco desesperado – sonreía Dabi mientras seguía jugando con la punta de su miembro a recogerlo por sus pezones dejando su propio líquido preseminal en ellos –. Creo que llegados a ese punto, harás todo lo que te pida, ¿no es así?

— ¿Qué narices quieres que haga? – preguntó Shoto retorciéndose en ese placer tan intenso.

— Quiero que seas mi linda mascota, por ejemplo... un hambriento y adorable conejito en celo – sonrió Dabi como si eso fuera más una burla, aunque Shoto sonrió al entender las raras fantasías de su hermano.

Viendo que Shoto entraría en esa dinámica, Dabi soltó el agarre de sus manos aunque no quitó la venda de sus ojos. A Dabi le gustaba esa visión que tenía frente a él. El tapón anal con cola de conejo que le había puesto le quedaba muy bien, aunque Shoto no pudiera vérselo ahora mismo y, para colmo, sacó de entre las cosas que él mismo pidió hacía unos días, la diadema con las orejas para ponérselo en la cabeza.

— Creo que ya estás listo – sonrió Dabi al verle con esas orejitas y la cola.

— Entonces, amo... – susurró Shoto – permítame que cuide de su zanahoria.

Aquello sonrojó a Dabi. No esperaba que Shoto fuera a meterse en el papel y mucho menos que fuera a hablar de zanahorias, pero sonrió al ver cómo Shoto se arrodillaba, guiado por su oído, frente a la silla donde Dabi había tomado asiento y, apoyando una de sus manos en la rodilla y buscando su objetivo con la otra, tomaba su miembro para metérselo en la boca.

Lamía la punta y metía un poco su miembro para sacarlo de nuevo y volver a lamer con seducción. ¡Le volvía loco! Claro que lo hacía, Dabi no podía dejar de mirar ese sonrojo en las mejillas de su hermanito mientras se comía su miembro con tal devoción. Impaciente como se encontraba ahora Dabi ante la imagen, movió la cadera hacia arriba para introducir su miembro un poco más en la boca de Shoto. Su movimiento, subiendo y bajando, ayudaba a Shoto con su tarea, haciendo más o menos presión con sus labios y jugando con su lengua alrededor del miembro de su hermano.

— Sigue así – susurró Dabi retorciéndose en espasmos de placer –. Eres bueno, me follaría tu boca todos los días, ¡joder!

Sin previo aviso, esta vez fue Shoto el que soltó el agarre de Dabi y se subió a horcajadas encima de él. Sus ojos seguían vendados, su rostro avergonzado y, sin embargo, llevó su mano hasta el tapón anal lleno de lubricante y se lo quitó.

— Tengo hambre – susurró Shoto en el oído de Dabi – mucha hambre, no sea malo y dé de comer a su querida mascota.

Dabi sonrió antes de llevar su mano hasta la base de su miembro y agarrarla para posicionarla en la entrada de Shoto. Entró casi al instante, sobre todo, cuando Shoto, al sentir la punta, se impulsó hacia abajo para sentarse sobre él.

— Sí que estabas necesitado – sonrió Dabi – pero quiero algo a cambio.

— Dime y lo haré.

— Mastúrbate para mí – sonrió Dabi.

Shoto sonrió cuando agarró su miembro con una mano y empezó a darse placer él mismo a la vez que, con sus rodillas, se impulsaba de arriba a abajo para hundirse en el miembro de su hermano. ¡El placer pronto lo desbordó! Y Dabi observó aquella escena. Su hermanito le cabalgaba como nadie, jadeaba sutilmente y sabía que pronto eyacularía. El anillo en la punta de su miembro no dejaba de vibrar.

— ¡Ohhh, Dabi! Más hondo, necesito más hondo – susurró de golpe Shoto lo que provocó que Dabi se quedase helado. Ni en sus mejores sueños húmedos habría imaginado esa escena.

Como un acto reflejo, ante lo que vivía, Dabi se levantó de golpe de la silla donde estaba agarrando a Shoto para evitar que se cayese. Ante los movimiento bruscos, su miembro salió del interior de Shoto pero aprovechó para tirarle en el colchón y obligarle a ponerse a cuatro patas para volver a entrar en él.

Mientras le embestía y escuchaba los leves jadeos de Shoto al agarrarse con fuerza a las sábanas, Dabi aprovechó para, con una de sus manos que tenía en la cadera del menor para impulsarse, ponerla en el miembro de Shoto y quitarle ese anillo vibrador que le impedía eyacular.

Shoto suspiró aliviado. Finalmente podría eyacular ante el dolor que empezaba a sentir por el placer intenso, más ahora que sentía la profundidad absoluta del miembro de Dabi entrando en él con rapidez. Su ritmo era imposible de seguir, Shoto tan sólo dejó que le zarandeara como si de un muñeco se tratase hasta que, sin poder evitarlo, se corrió esperando a que Dabi terminase también. Apenas le costó unos minutos más que a él en un ritmo que no detuvo ni por un segundo.

Ambos cayeron en la cama, pero fue Dabi, con la respiración terriblemente entrecortada, quien apartó la venda de los ojos de Shoto.

— Éste... es sólo el primero – sonrió Dabi – descansemos un momento porque voy a empezar con la segunda ronda en breve.

Shoto sonrió terriblemente agotado.

— Tú lo dijiste, hoy soy tu juguete, haz todo lo que quieras conmigo.

— Entonces prepárate, mañana no podrás ni moverte de las agujetas.

Los dos sonrieron pero tirados en la cama descansando, Dabi abrió la palma de su mano para que Shoto pudiera entrelazar sus dedos con los suyos. ¡Le amaba! Dabi estaba convencido de ello, amaba a Shoto Todoroki.

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