Capítulo 15: Quemaduras

Con la toalla entre sus manos y tras quedarse solo en el aseo, Shoto la llevó hacia su cabello para intentar secarlo un poco antes de que volviera su hermano y entonces, detuvo todo su movimiento. ¡Su hermano! Esa maldita palabra era lo único que echaba para atrás de un plumazo todos sus sentimientos y le hacía sentirse peor cuando se encontraba a su lado.

Shoto agachó la mirada y apartó la toalla de su cabello. Enamorarse de un villano había sido una idea pésima pero algo que no pudo evitar, sin embargo... descubrir la aterradora verdad tras Dabi había sido mucho peor. Sólo una vez se había dejado llevar por esa clase de sentimientos y, desde luego, hoy se daba cuenta de que jamás debió enamorarse. ¡Dolía demasiado!

Se levantó y dejó la toalla colgada para que se secase antes de vestirse. Prefería salir y no estar demasiado tiempo al lado de su hermano. Cuando ya estaba vestido y a punto de salir, la puerta del aseo se abrió de nuevo dejando entrar a Dabi. Éste se sorprendió al ver a su hermanito ya arreglado y dispuesto a salir al comedor.

— ¿Qué haces? Tengo que curarte eso – comentó Dabi preocupado por las heridas de Shoto.

— Estoy bien, en serio. ¿Podemos cenar? Por favor. Me muero de hambre – sonrió Shoto para intentar amenizar su acción y que no le sentase mal a Dabi.

Dabi resopló. No era lo ideal dejar las quemaduras sin tratamiento pero por alguna razón, supo que en ese momento, no haría cambiar a Shoto de opinión. Era bastante cabezón. Sabiendo cómo era, pensó en intentar curarle más tarde, quizá después de cenar cuando su hijo se fuera a dormir y Shoto se sintiera más relajado y desde luego... no tuviera excusas que ponerle para evitarle.

Abrió la puerta del baño y dejó que Shoto pasase hacia el pasillo. Era mejor cenar y luego ver cómo abordarle para poder cuidarle. Shoto no era de esos chicos que se dejasen cuidar demasiado y muchas veces, ni él mismo se preocupaba demasiado de su propia seguridad, lo cual hacía que los de su alrededor se preocupasen el doble por él.

Shoto se acercó hasta la mesa y justo cuando pasó tras el pequeño Luka, apoyó la mano sobre la cabeza del pecho acariciando con suavidad su cabello. El niño sonrió y movió la cabeza en busca de Shoto. Ambos sonrieron antes de que Shoto se sentase a su lado.

— ¿Has traído pizza para cenar? – sonrió el pequeño.

— Pues... la verdad es que no – susurró Shoto creyendo que había cometido un error –. Fui al puesto de takoyakis y gyozas del centro de la ciudad.

— No pasa nada, también nos gustan – dijo finalmente Dabi llegando a la mesa.

— El próximo día traeré pizza. Lo prometo – dijo Shoto sintiéndose algo culpable por no haber pensado en algo tan simple como eso.

— No tienes que preocuparte, es sólo que yo suelo pedir pizzas cuando no me apetece cocinar – dijo Dabi –. Luka está acostumbrado a que cuando digo comida para llevar, generalmente hablo de pizzas, pero esto también nos gusta.

Fue Dabi el primero en abrir las cajitas de plástico donde venía la comida para servir primero a su hijo y luego, tender su mano para pedir el plato de su hermano y poder servirle también. Shoto dudó unos segundos. Pocas veces él comía o cenaba en familia debido a los problemas que en ella existían pero hoy, al ver a su hermano frente a él, junto a su sobrino, teniendo una cena normal, sin gritos, con todos reunidos y sin reproches, sintió por primera vez en mucho tiempo que estaba en casa.

***

Con la pomada en su mano, Shoto trataba de untarla lo mejor que podía sobre las quemaduras de su brazo. Ya no era sólo el dolor de la quemadura lo que había estado aguantando esa noche durante la cena, sino el dolor de todo su cuerpo y los moratones que pronto saldrían tras aquella explosión en la que se vio involucrado y en la cual, había salvado muchas vidas. La fábrica había acabado hecha pedazos entre el incendio, pero al menos, no había víctimas mortales aunque sí muchos heridos.

Una ligera queja salió de sus labios al tocar la herida. Apretó los labios y cerró los párpados con fuerza en un intento por aguantar el dolor.

— Nunca cambiarás – se escuchó la voz de Dabi desde la puerta de su cuarto viendo cómo su hermanito intentaba curarse él mismo.

Ver a su hermano con el pantalón del pijama pero sin camiseta tratando de curarse era algo que no terminaba de soportar. Ver el cuerpo de Shoto le excitaba, pero verle sufrir le dolía más que nada en el mundo, aunque... así era Shoto, su sueño era ser un héroe y nadie podría hacerle cambiar de opinión al respecto. Siempre se jugaría la vida por extraños.

— Déjame a mí, anda.

Dabi entró en el cuarto de Shoto y cerró la puerta tras él. Al acercarse, agarró el bote de la pomada de encima de la mesilla y se sentó sobre el colchón justo a la espalda de su hermano para ver las quemaduras.

— Tendrías que ir a la farmacia a por algún apósito para las quemaduras. Te ayudaría a disminuir el dolor y además, mantendrían cierta humedad mientras actúan de barrera contra las infecciones.

— Tengo alguna en el botiquín. Creo – susurró Shoto sin estar seguro de si todavía le quedaba alguno.

— Echaré un vistazo en cuanto te ponga la pomada.

Shoto dejó escapar una sonrisa que captó la atención de Dabi al instante, frenando sus dedos antes de llegar a colocar la pomada en la quemadura de su brazo.

— ¿Qué te hace gracia? – preguntó Dabi.

— Creí que querrías una grapadora – susurró Shoto.

— Muy gracioso – sonrió Dabi – pero no, no pensaba usar una grapadora contigo, idiota.

¡Una sonrisa preciosa! Shoto siempre tenía esa sonrisa inocente que tanto le atraía pero que pocas veces mostraba. Pensar que todo comenzó por su odio hacia su familia y ahora... estaba enamorado de la única persona que siempre estaría prohibida para él. Como villano, Shoto fue su mayor encrucijada, la decisión más difícil que jamás tomaría. Debía derrotarle, hacerle daño, hacerle sufrir y en cambio... allí estaba, amándole, deseando protegerle de todo y de todos, deseando que pudiera rehacer su vida y evitando que su carrera como héroe fuera destruida si la verdad sobre Luka saliera a la luz. Era una mentira dolorosa que arrastraría el resto de su vida con él y le hacía sentirse miserable por no poder contarle la verdad a Shoto.

Sus dedos rozaron finalmente la quemadura. Con cuidado, extendió la crema por la zona tratando de no hacerle daño pese a que sabía que eso sería imposible. Él mismo recordaba el dolor que provocaban.

Shoto, en cambio, sufría otro dolor más intenso que el de la quemadura. Pensar en Dabi, en Luka, en su secuestro... en lo que ocurrió en él y, sobre todo, en cómo acabó empapado bajo la lluvia por horas esperando por algo que creía que podía funcionar cuando en realidad... seguramente Dabi no apareció aquel día porque él no significó absolutamente nada para él, le hacía sufrir de una manera indescriptible. Había tenido un hijo con alguna mujer y eso significaba que muy posiblemente, se había enamorado y no era de él precisamente.

— ¿Te estoy haciendo daño? – preguntó Dabi al ver el rostro cabizbajo de Shoto, escondiendo sus ojos bajo el flequillo como siempre hacía cuando se sentía vulnerable, a punto de llorar.

— Constantemente – susurró Shoto – me haces daño constantemente.

— Shoto...

— No... déjalo. No necesito explicaciones ni nada semejante. Lo superaré, ¿vale? Sólo necesito un poco de tiempo para hacerme a la idea.

— No es mi intención hacerte daño ni lo fue.

— Pudiste haberme avisado, un simple mensaje diciendo que no vendrías habría bastado. Dolería, sí, pero al menos, no me habrías dejado horas esperando por ti – se levantó Shoto del colchón con intención de marcharse –. Fui idiota al creer que en realidad podía haber habido una conexión entre nosotros. En realidad sólo querías hacer daño a mi padre, a nuestra familia y lo hiciste.

— Me alejé por ti – dijo finalmente Dabi todavía sentado sobre el colchón –. Creí que era lo mejor. Supongo que pude avisarte y se me pasó. No lo hice y lo siento, pero... no quería que te relacionasen con alguien como yo, tu carrera como héroe se habría ido a la mierda si se descubriera algo así. Sólo puedo disculparme contigo.

— Es irónico cómo todos pensáis más que yo en mi carrera como héroe – sonrió Shoto sin ganas al borde del colapso – todos os creéis con el derecho a decidir sobre mi futuro, mi padre, tú... por una vez me gustaría que me dejaseis elegir a mí lo que quiero hacer. Fui allí porque sopesé todas las opciones y estaba dispuesto a arriesgar mi carrera por ti y tú... simplemente decidiste por mí. En este momento, no te diferencias demasiado de papá – susurró Shoto.

Dabi sonrió sutilmente, ¡Shoto seguía igual de sincero y honesto que siempre! Le gustaba esa faceta tan clara. Él no se andaba con rodeos nunca y decía lo que necesitaba decir cuando quería, era conciso con el tema y eso facilitaba mucho las cosas. Sabía exactamente lo que tenía que decir y cómo para calmar ese miedo y angustia que Shoto sentía.

— Te quiero – susurró Dabi.

Shoto, que había dado un par de pasos hacia la puerta para marcharse y tomar algo de aire, se detuvo en seco antes de llegar a ella. Soñó tantas veces con escuchar esas palabras por su parte y llegaban en un momento donde él se sentía demasiado débil, un momento donde le costaba asimilarlo, pero a la vez, calmaba su corazón.

— Desde aquel secuestro, en aquel momento donde empecé a conocerte de verdad, pasé del odio al amor en cuestión de poco tiempo. Tu carácter, tu forma de ser... todo en ti me cautivó al instante y lamento haber tomado decisiones por ti porque no era mi intención, sólo quería protegerte y proteger todo por lo que tanto habías luchado, así que lamento que te sintieras así sólo por mi deseo de querer proteger a quien más amaba. Supongo que no podrás perdonarme pero...

¡Inesperado! Escuchar los pasos de Shoto en su dirección precipitándose le hizo girarse hacia él con preocupación, sin embargo, cuando Shoto llegó hasta él, subió las rodillas sobre el colchón, una a cada lado de Dabi y se sentó sobre sus piernas mientras sus manos agarraban la nuca de su hermano y sus labios hacían contacto. Para Dabi, aquel impulso fue inesperado y, a la vez, supo a ciencia cierta que aquellos sentimientos que tenían el uno por el otro jamás desaparecían. Aquel amor clandestino estaba destinado al sufrimiento y, aun así, caían una y otra vez porque no podían evitar quererse.

— ¡Joder! No puedo... no puedo verte como Touya Todoroki – susurró Shoto con los párpados cerrados y sus labios rozando los de Dabi.

— Hace mucho que dejé de serlo. Sólo soy Dabi – susurró Dabi como si eso simplificase las cosas entre ellos.

En un rápido movimiento, colocando Dabi su brazo rodeando la cintura de Shoto, le agarró con cierta presión para evitar que se cayese, pero impulsándolo sobre el colchón hasta que quedó tumbado y él encima. Al instante, las manos de Dabi ya se deslizaban una por el torso de Shoto y la otra, entrando bajo el pantalón.

— No podemos... Luka está...

— Durmiendo en el cuarto más alejado. Te aseguro que duerme como un tronco. No lo despertaría ni un tsunami – susurró Dabi – así que relájate. Además, he cerrado la puerta.

Bajando ligeramente el pantalón y con Shoto a su merced, Dabi metió directamente el miembro de Shoto en su boca sintiendo cómo éste agarraba su cabello con fuerza y arqueaba un poco su espalda antes de dejar escapar algún suspiro placentero. Realmente, Shoto siempre sería atrayente, exótico y enigmático. ¿Cómo no iba a enamorarse de él? Esos pequeños sonrojos en sus mejillas cuando hacían el amor le volvían loco.

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