Capítulo 14: Vuelve a casa

Tanto Bakugo como Izuku observaban en silencio a Todoroki sentado en su sofá, con la ropa de héroe puesta y una taza de té verde recién sacado del fuego entre sus manos. Izuku, que trató de avisarle de que la taza ardía, se quedó con la palabra en la boca y un rostro de sorpresa al ver que Shoto no se quemaba. Ahora hasta era capaz de regular su propia temperatura casi instintivamente, lo cual también sorprendió a Bakugo, quien se llevó la mano a la frente como si Shoto no tuviera remedio.

Algo más tranquilos los dos tras la preocupación que habían sentido de que se quemase, se sentaron a su lado a esperar el momento en que él quisiera hablar, aunque no parecía llegar.

— ¿Se puede saber bastardo qué haces en mi casa en vez de ir a la tuya si es que ya has terminado tu turno?

Aquella pregunta abrupta y en un tono casi enfadado hecha por Bakugo captó la inmediata atención de Izuku, quien desde el otro lado del sofá, llevando su dedo índice junto a sus labios, le mandaba callar como si hubiera cometido el peor de los crímenes, aunque en realidad, Izuku sólo trataba de decirle que aminorase su tono y buscase otras palabras más suaves.

— Mi hermano mayor está en mi casa – susurró Shoto a la pregunta de Bakugo como si eso fuera toda una explicación al motivo por el que se encontraba allí a esas horas.

— ¿Y? – preguntó Bakugo, ganándose otro sonoro siseo de Deku que intentaba que aminorase el tono, aunque sabía que no lo conseguiría y, en parte, Shoto parecía estar demasiado acostumbrado a tratar con su compañero como para saber que no iba a malas.

— Y le estoy evitando.

— ¡Pues evítale en otro lado! ¿Te crees que no tengo cosas que hacer en mi vida como acogerte aquí? ¿Y si quiero echar un polvo con mi novio, qué? ¿Esperas en el salón?

— Kacchan... – se sonrojó al instante Deku al escuchar semejante salvajada, sin embargo, Shoto miró fijamente a Bakugo y respondió con la mayor de la tranquilidad.

— Puedes ir al cuarto si quieres con él. Yo estoy bien. Pondré la televisión y me tomaré el té.

— Creo que no lo ha terminado de entender – susurró Izuku al darse cuenta de la inocencia de Shoto –. No es por ti, Shoto, lo que Bakugo intenta decir es que debes afrontar los problemas, no huir a nuestra casa cada vez que surja algo. Evidentemente, estamos aquí para ayudarte en todo y nos alegra que vengas a vernos y...

— Pero no a estas horas en las que sólo quiero revolcarme con mi novio – se quejó Bakugo.

— ¡Kacchan! – le gritó Izuku de nuevo, haciendo que Bakugo se levantase del sofá como si se diera por vencido en esa conversación. Shoto le observó sabiendo que algo debía estar haciendo mal para que su compañero estuviera con esa cara de malos perros, sin embargo, al mirar a Izuku, éste sonreía con esa inocencia habitual suya –. ¿Qué ocurre, Shoto? ¿Por qué huyes de tu propia casa?

— No es fácil verle todos los días, supongo. Es como... – Shoto intentó encontrar un ejemplo parecido para explicar cómo se sentía – como si tú rompieras tu relación con Bakugo quedando bien, como amigos, pero siguierais viviendo juntos. Esa tensión entre ambos la notaríais, ¿no?

— Posiblemente. Sí – afirmó Izuku.

— Pues eso me pasa con Dabi. Cada vez que le veo... no veo a mi hermano, sólo veo...

— Lo entiendo, sólo sientes la atracción hacia él.

— Sí. No puedo vivir constantemente en esta tensión, evitándole por toda la casa, pero a la vez, no quiero que se vaya. Al menos ahora sé que está vivo, a salvo, que está bien, no como estos últimos cinco años donde no sabía nada de él y sólo me preguntaba qué habría ocurrido.

— ¿Y si dejas de evitarle? – preguntó Izuku – no me malinterpretes, pero... sólo intenta tratarle como lo haces con Natsuo, por ejemplo.

— Tampoco he tenido nunca una gran relación con mis hermanos, ya sabes... mi padre no me permitía estar demasiado tiempo con ellos.

— Aun así, no sientes esa atracción hacia Natsuo, ¿no? Tienes muy en mente que es tu hermano.

— Supongo que sí. Pero con Dabi... es demasiado diferente. No nos hemos criado juntos, siempre creí que mi hermano mayor estaba muerto y justo cuando me enamoro de alguien... descubro que no es quien yo creía. Ahora mismo me está costando verlo como a mi hermano porque lo conocí siendo un villano. No sé cómo explicarlo... para mí no es Touya Todoroki, sólo es... Dabi. Y enamorarme de Dabi no debería suponer ningún problema más allá de que fue un villano.

— Te entiendo. Es complicado. – Izuku apoyó el brazo contra el respaldo del sofá donde estaba y pensó en algo. La verdad era que su situación era realmente difícil –. Esto que voy a decirte puede resultar una locura, pero... nadie sabe que Dabi es Touya Todoroki, salvo tú y yo, al menos a ciencia cierta. La gente puede suponer cosas pero no lo han confirmado, así que... ¿y si dejas de verle como Touya y simplemente ves a Dabi? Al menos dejarías de sentirte culpable por algo que no sabías. Si se descubriera la verdad... bueno, sí, te dañaría la reputación el estar con un villano, pero no tanto como tener algo con tu hermano.

— Podría intentarlo, pero, aun así, Dabi tuvo un hijo con alguien, es decir... creo que se enamoró de alguien. No creo que quiera nada conmigo ya y es muy complicado vivir con él sabiendo todo esto.

— Entonces pregúntale directamente a él. Al menos es lo que yo haría. Sólo él puede responderte lo que siente en realidad por ti. ¿Por qué no le llamas por teléfono, recoges algo de comer y vuelves a casa?

— Vale. Gracias por el té – sonrió finalmente Shoto al tener una solución a su problema pese a que no sabía cómo saldría nada.

***

Con las llaves en la cerradura, Shoto suspiró antes de girar la llave. En su mano libre, metido en una bolsa de plástico blanca, traía la cena para todos. Apenas había intercambiado unas palabras con Dabi por teléfono, lo justo para decirle que iría a cenar y que llevaba algo.

Al abrir la puerta, lo primero que Shoto sintió fueron los bracitos de Luka abrazar sus piernas e impedirle el paso. Por algún motivo, el niño parecía demasiado preocupado y, a la vez, contento de verle.

— Ey, ¿qué ocurre? – preguntó Shoto moviendo al pequeño para acuclillarse a su lado y mirar mejor su rostro lleno de lágrimas pero con una pequeña sonrisa.

— Hemos visto las noticias – susurró Dabi – lo de la explosión en la refinería.

— Oh... eso.

— Has estado mucho tiempo ahí dentro. Los periodistas temían lo peor. Hablaban de que quizá tú... no habías sobrevivido.

— Quedaba gente dentro todavía y me costó un poco encontrarlos, pero estoy bien.

— Ya... la próxima vez que ocurra algo así, llámanos en cuanto puedas, ¿quieres? – comentó Dabi.

— Sí, lo siento. Me entretuve con otras misiones y luego fui a casa de mi compañero un momento. Llamaré – susurró Shoto finalmente al ver la cara de preocupación de su hermano. Se puso en pie para poder mirarle a la altura al ver que se acercaba.

— Y... ¿estás bien? – preguntó finalmente Dabi al acercarse a él, llevando los dedos hacia un trozo de su traje roto a la altura del hombro. Tenía una pequeña quemadura, seguramente por la explosión.

— Sí, sí, esto es sólo un rasguño. Sólo son algunos moratones y alguna pequeña quemadura, nada más. Me repondré enseguida.

— Dame eso, anda. Luka terminará los deberes mientras yo pongo la mesa y tú te vas a la bañera. Deshazte de todo ese hollín – susurró Dabi con una sonrisa antes de pasar su dedo pulgar por la parte baja de la oreja de Shoto para quitar con él parte de hollín que todavía tenía en su rostro pese a que se había lavado la cara en casa de Izuku.

— Sí, gracias.

¡De nuevo sentía esa presión! Tan sólo con sentir su dedo acariciando la parte baja de la oreja ya era un suplicio para él y, por eso mismo, Shoto apartó la cabeza y le cedió la bolsa de plástico.

— Voy a asearme y ahora enseguida saldré a cenar con vosotros – sonrió Shoto al pequeño mientras acariciaba con su dedo pulgar la mejilla de éste.

Luka sonrió mucho más tranquilo de ver a su héroe favorito en casa sano y salvo. Aquella expresión, más la que Dabi tenía, le hacía darse cuenta a Shoto de que ahora ya no estaba solo, de que debía dar explicaciones y, sobre todo, que si no quería volver a preocuparles debería llamar más a menudo para hacerles saber que estaba bien en su trabajo. No estaba acostumbrado a tener que avisar a la gente, su padre, aunque se preocupaba, estaba informado gracias a que trabajaban en la misma agencia y enseguida algún otro héroe le informaba de que estaba bien. Era diferente con el resto de la familia.

Sin dilación, se marchó a la ducha y cerró la puerta tras él antes de encender el grifo. Su ropa estaba llena de hollín y olía a humo. Aquella explosión había sido intensa y daba gracias a que su hielo había podido controlar un poco la detonación como para darle tiempo a sacar a la gente de allí. Pese a ello, al quitarse la camiseta y dejar que cayese hasta el suelo, una mueca de dolor se mostró en su rostro.

Shoto, que se miró al espejo, fue consciente de algunas heridas en su cuerpo pero todavía no podía ver los moratones. ¡Saldrían seguramente al día siguiente o al siguiente! Pero... notaba todo su cuerpo dolorido pese a que llevaba todo el día fingiendo estar bien. Moverse era un suplicio. Apoyó las manos en el lavamanos y se agachó ligeramente hacia la pila cerrando los párpados como si ese gesto fuera a mitigar el dolor que sentía.

Respiró con suavidad y trató de calmarse. Debía arreglarse y volver a salir allí con su familia y fingir que se encontraba perfectamente para no preocuparles.

Se metió en la ducha y dejó que el agua resbalase por su cuerpo entumecido. Entró en calor con rapidez. Mientras estuvo bajo el agua, pensó en las palabras de Izuku. No ver a Dabi como su hermano sería algo sencillo para él, más que verle como a Touya Todoroki, pero aun así, por alguna razón, no dejaba de pensar en el tema.

Al salir de la ducha y envolviéndose en la toalla, regresó cerca del espejo y lo limpió con la palma de la mano para quitar parte del vaho acumulado en él. Con el torso al descubierto, Shoto miró su brazo. El corte no era profundo pero el quemazón a su alrededor le provocaba un horrible dolor. Tendría que curárselo, pero no podía en esos momentos hasta que todos se fueran a dormir y pudiera acceder al botiquín.

El sonido de alguien tocando a la puerta le hizo observarla antes de permitir el paso. Dabi estaba allí. Abrió la puerta para observarle antes de tenderle una toalla.

— No estaba seguro de si necesitarías otra toalla. He lavado todas hoy – susurró Dabi.

— Gracias. Me vendrá bien para secar el cabello – susurró Shoto antes de alargar el brazo hacia la toalla.

Pese a que no hizo ningún gesto extraño con su rostro, sí observó Dabi cómo el héroe se movía con lentitud y además, el quemazón en su brazo junto al corte.

— ¿Seguro que estás bien? – preguntó Dabi. Shoto miró su brazo de reojo.

— Sí... sí, es sólo un rasguño.

— No tiene buena pinta. Déjame echarle un vistazo anda. Iré por el botiquín para curarte eso.

— No es nada, de verdad.

— ¿Prefieres que se te infecte?

— No se infectará, sólo me he quemado un poco en la explosión.

— Y por suerte, yo sé mucho sobre piel quemada – sentenció Dabi antes de cerrar la puerta tras él para ir a buscar el botiquín.

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