Capítulo 1: Fortuito.
Ver la caída de los pétalos de cerezo era toda una tradición en Japón. La suave lluvia favorecía que las hojas cayesen tras haber sufrido su apogeo. Pese a que en Tokio la gente prefería los festivales de primavera, Shizuoka era famosa por los del mes de febrero, donde la floración llegaba a durar hasta un mes entero. El festival Kawazu-zakura daba comienzo para esa fecha.
Shoto caminaba con lentitud bajo el túnel de hermosas flores de cerezo en dirección a los puestos alineados de comida y entretenimiento. Sólo su capucha le ocultaba de las pequeñas gotas de lluvia que caían sobre él. El olor de los dulces y los frutos secos llegó hasta él haciendo sonar su estómago.
Vestido de diario, con un pantalón vaquero, hoy quería dedicarlo en exclusiva a disfrutar del festival. Los últimos meses, había estado trabajando sin descanso en la agencia de su padre. Un día de descanso no le vendría nada mal.
Sacó el teléfono del bolsillo de la sudadera y revisó si había recibido alguna llamada o mensaje. Había quedado con sus antiguos compañeros de la academia. Hacía tanto que no les veía que, en parte, le ilusionaba. No tenía nada en el teléfono.
Alzo la vista al cielo un segundo y sonrió al ver caer un par de pétalos sobre él. Con la palma hacia arriba, dejó que una de las rosadas hojas se posase en ella. La flor del cerezo era el ideal del guerrero. "Vivir con sinceridad y con belleza interior aunque la vida fuera corta"
Recordaba cada una de las palabras del código ético del guerrero. Lo había leído cientos de veces. Tenía tantos significados esa flor: la delicadeza, el amor, la amistad, la juventud o la transitoriedad de la vida, entre otras.
Shoto resopló antes de mezclarse con la gente que reía y disfrutaba del festival. Unos iban con parejas, otros con niños o familia y los últimos, en grupo de amigos. Era algo normal. ¡Él mismo había quedado con los compañeros de la academia para ver el festival!
Se detuvo en el puente, apoyando sus codos sobre la barandilla roja para mirar a los peces salir a la superficie y mordisquear los pétalos rosados que caían al agua. Era una visión hermosa.
Habían pasado cinco años desde la última vez que vio a Dabi. Todavía tenía tantas dudas sobre aquel suceso, desde que lo tomó como rehén para matar a su padre. A día de hoy, no estaba seguro si realmente aquel villano podía ser Touya, sabía cosas de su familia que no debería saber, pero... también pudo conocer a su hermano, no podía confirmar quién era realmente. Lo que sí sabía era que llevaba cinco años sin saber de él.
¿Qué fue lo que aquella vez compartieron? ¿Fue sólo sexo? ¿Fue la adrenalina de la batalla? Él ni siquiera debió volver a ayudar a un villano, tampoco debió caer en sus perversos encantos ni en sus ideales de libertad, pero... se enamoró. También creyó que Dabi pudo enamorarse de él. Shoto sonrió. Fue un crío de dieciocho años iluso. Ahora con veintitrés años, se daba cuenta de que, quizá, sólo jugó con él.
¿Por qué él nunca llegó a la cita? Esperó durante horas como un imbécil. Al menos, agradecía que su desliz con un villano jamás saliera a la luz. Los únicos que sabían de sus relaciones sexuales con Dabi fueron Dabi, él y su padre. El secreto quedó oculto. Gracias a eso, hoy era un respetado héroe.
La vibración del móvil en su bolsillo de la sudadera captó su atención. Sacó el teléfono y agachó la mirada para ver el mensaje. Era de Deku preguntando dónde estaba exactamente para poder juntarse.
Sus ágiles dedos se movieron por la pantalla táctil para escribir un mensaje indicándole su ubicación exacta. Inmerso en el mensaje que escribía, el suave olor a unas flores específicas le hizo alzar la mirada. "Campanillas de otoño", era la flor favorita de su madre. Cuando iba a verla al hospital, ella siempre tenía un ramo fresco de esas flores azuladas.
Un hombre con capucha pasó a su lado. Era más alto que él y sólo pudo observar sus ojos mínimamente. Su boca estaba tapada bajo una gruesa bufanda, pero... el olor, su complexión, sus ojos... le hicieron girarse hacia el individuo que se marchaba caminando con lentitud entre el chispear de la lluvia y las hojas de cerezo cayendo.
Absorto en la espalda de aquel hombre, Shoto pensaba dónde le había visto o por qué le había impactado tanto. ¿Lo conocía? Sus ojos no querían apartarse de él y quiso seguirle, quiso alcanzarle y comprobar de quién se trataba. Iba a moverse cuando alguien chocó contra él.
— ¡Ouch! – escuchó un quejido infantil.
Shoto agachó la mirada. Era un niño con capucha. Abrió los ojos y miró a su alrededor al instante tratando de encontrar a algún adulto. ¿Quién dejaba un niño suelto por un festival con tanta gente? ¿Podría el niño haberse soltado de la mano y estar perdido?
— Lo siento, ¿estás bien? ¿Te has hecho daño? – preguntó Shoto a la vez que se agachaba para ponerse a la altura del pequeño.
— Sí, estoy bien.
El niño elevó la cabeza con una gran sonrisa. Shoto pudo jurar que, por un segundo, su mundo se paralizó al ver el rostro del niño. Un ojo gris tirando a marrón y el otro, de un azul celeste. Su cabello, entre rojizo oscuro y blanco. Al menos, era lo poco que podía ver por el flequillo que sobresalía de su capucha. ¡Impactado! Shoto se quedó helado al verlo, porque si no supiera que era imposible, juraría que era suyo. ¡No! No podía ser, él no estuvo con ninguna chica, de hecho, con la única persona que mantuvo relaciones sexuales fue Dabi y él desapareció hacía cinco años.
— ¿Tú eres...? –. Se sorprendió el niño al identificar al héroe –. ¡Eres Shoto Todoroki, el héroe número uno! ¿Me das un autógrafo? Papá dice que eres un héroe auténtico.
"Héroe auténtico", aquello le recordó a las palabras de Stain. Ese villano que su único propósito en la vida fue limpiar la sociedad de los "falsos héroes". No escuchó nada similar desde su muerte, nada así desde que capturaron a algunos miembros de la liga de villanos y posteriormente, se disolvió cuando sus planes se vinieron abajo.
Tantas preguntas se agolparon en su cabeza a la vez. ¿Quién era ese niño? ¿Quién era su padre? ¿Por qué tenía el mismo cabello que su familia y sus mismos ojos? Entonces... unas manos agarraron por las axilas al niño para llevárselo.
— Bye, bye – sonreía el niño de no más de cuatro años mientras se despedía moviendo la mano con efusividad. Su sonrisa le indicaba a Shoto que la persona que lo recogía no era un desconocido, el niño estaba a gusto con esa persona, por lo que debía conocerle. Seguramente sería su madre o su padre. No pudo identificar quién iba bajo la larga chaqueta y la capucha.
Shoto se puso en pie con el teléfono en su mano. Se giró hacia la figura que se llevaba al niño y lo dejaba en el suelo a pocos metros de él, agarrándole de la mano y juntándose con un segundo individuo. ¡El hombre que olía a "campanillas de otoño"!
— ¿Dabi? – susurró al creer que podía ser él. Dabi olía a flores, lo recordaba del secuestro.
Su pie se movió automáticamente hacia las dos siluetas que se alejaban del lugar junto al niño. Le recordaban a una familia. El niño parecía tan feliz, agarrado de las manos de ambos, Shoto imaginaba la gran sonrisa que debía tener en el rostro. Disfrutaba del festival con sus padres. Shotó pensó por unos segundos cuándo fue la última vez que él disfrutó algo así en familia. ¡Nunca! Su familia siempre estuvo desestructurada y él temía a su padre y sus entrenamientos. Jamás pensó en agarrarle la mano ni por un segundo.
Ya movía el segundo pie para ir tras ellos cuando alguien tocó su hombro captando su atención. Se giró inmediatamente. La inocente sonrisa de Deku resplandecía como siempre, hasta que, al ver el rostro de Shoto tan confuso, el mismo Deku cesó la sonrisa y le miró sorprendido.
— Shoto, ¿ocurre algo?
— No – se apresuró a responder, pese a que volvió a mirar a la familia. Ya no estaban allí. Se habían perdido entre el bullicio de la gente y el festival.
¿Qué podía decirle a Deku? ¿Que creía haber visto a un villano con el que se acostó hacía años? ¿Que vio un niño con su mismo cabello y ojos? ¡No! En realidad no tenía los mismos ojos. El ojo azul era más claro que el suyo, era más... como su padre, como sus hermanos, como... Dabi.
— ¿Estás seguro? Pareces un poco distraído.
— Sí, lo siento. Es mi culpa, he estado trabajando sin descanso y... supongo que aún no he desconectado.
— Ya... el héroe número uno en Shizuoka. Dicen que tienes muchos fans – sonrió Deku.
— Bueno... tú tampoco te has quedado nada mal en la clasificación.
— Supongo que no tengo tus encantadores ojos y dos quirks. Las chicas se vuelven locas al verte.
Shoto sonrió. ¡Número uno por popularidad! Y no era algo que a él le importase demasiado. Su vida se había convertido en entrenar y trabajar, no tenía momentos para disfrutar y la verdad, casi lo prefería desde que Dabi desapareció. Al menos no pensaba en él. El trabajo le mantenía ocupado y camuflaba el dolor que sentía por aquella pérdida. Ni siquiera se lo podía contar a Deku aunque le considerase un gran amigo. ¿Cómo se tomaría la gente que el héroe número uno de la ciudad se hubiera acostado con un villano en su adolescencia? Sería todo un escándalo. Ese secreto debía permanecer oculto.
Los dedos de Deku volaban por el teclado. A gran velocidad, respondía a algún mensaje que acababa de entrar en su teléfono. Sonreía como un idiota.
— ¿Vamos? – preguntó Deku –. Bakugo está en el puesto de Takoyaki. Enviaré un mensaje a los demás.
— Sí, claro.
Deku empezó a caminar en dirección contraria a donde estaba la familia a la que Shoto miraba hacía unos minutos. Echó un último vistazo y, tras confirmar que no iba a volver a encontrarlos, caminó tras Deku. Él hablaba sobre el trabajo. Estaba en una importante agencia después de haber realizado las prácticas con él en la agencia de su padre. Aquella fue una buena época. Se lo pasó muy bien combatiendo junto a Bakugo y Deku pero... esa etapa de su vida quedó atrás.
— Oye, Deku, tú... ¿Investigaste algo sobre la "Liga de villanos"?
— Hace un par de años, pero no he vuelto a saber nada de ellos. Algunos murieron, otros fueron a prisión y... alguno desapareció. ¿Por qué lo preguntas?
— Me ha venido a la cabeza sin más.
— No seguirás dando vueltas al tema de tu secuestro, ¿no? Shoto... ellos no volverán a por ti.
— Sí, imagino que ahora mismo no, pero...
— Desaparecieron hace dos años, Shoto.
— Ya, pero no consiguieron su objetivo. Aquella vez quisieron asesinar a mi padre y él sigue vivo, trabajo con él en la misma agencia y... no sé, a veces me pregunto si no estarán preparando algo desde las sombras. ¿Por qué abandonarían así sin más?
— Muchos fueron encarcelados. Quizá no tenían suficientes miembros.
— Tenían un buen reclutador – sonrió Shoto.
— Dabi Blueflame, sí, me acuerdo, nunca se le encontró. Incluso en los delitos más pequeños, no he visto nada sobre él.
— ¿Y no lo ves raro?
— Investigaré más a fondo si quieres. Tengo algunos archivos de las nuevas bandas, podría ver qué encuentro de la Liga de villanos.
— Te lo agradecería.
— De nada. Al menos, podré decirte cuál fue el último delito que cometió o que nosotros tenemos registrado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top