♡𝓒𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓼𝓲𝓮𝓽𝓮♡

Ihm Hwamim

—Tengo la sensación de que mi madre podría aparecerse esta noche —dice Jungkook, mirando por encima de mí desde el asiento del conductor. Él sale del estacionamiento de la escuela y se dirige hacia la ferretería. Conseguimos salir temprano y estoy agradecida porque esto me dará más tiempo para trabajar antes que sea necesario llegar a casa.

—Está bien. —Coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja. Sabía que sus padres eran dueños de la ferretería, pero no había pensado en conocerlos.

—Se supone que hoy trabaja en el hospital, pero conociendo a mi madre no será capaz de dominar su curiosidad y va a aparecer esta noche para conocerte. —Me da una media sonrisa, como diciendo tú sabes cómo son las madres.

—Porque quiere conocer a la chica nueva en la ferretería o porque…

—Porque eres mía —dice interrumpiéndome. Le doy un vistazo de nuevo.

Sus ojos están clavados en mí mientras estamos sentados en una luz roja.

—¿Como novio y novia? —pregunto. Así es como se llama, ¿verdad? No he tenido un novio desde el cuarto grado, y sólo duró un receso y terminó porque le marqué mientras jugábamos pelota. Él haló una de mis trenzas y me llamó enana. Siempre había sido la más pequeña de mi curso, y me imaginé que eso significaba que habíamos terminado. Nunca más jugué pelota después de eso.

Jungkook estira el brazo, toma mi mano y la coloca en su regazo.

—Como quieras llamarlo, bebé.

—Te gusta llamarme así. —Jungkook traza pequeños círculos en mi muñeca con su pulgar mientras avanza cuando la luz cambia a verde.

—¿No te gusta?

—Me gusta.

—Bueno, porque no creo que pueda parar. Es algo que solo ocurre contigo.

—Eres tan dulce conmigo. —Lo volteo a ver de nuevo, no puedo parar de hacerlo. Siempre estoy mirando cualquier cosa menos a la gente, con la esperanza de que no me noten, pero no con él. Me encanta cuando me ve. Un pequeño rubor golpea sus mejillas, y eso me hace sonreír. He estado haciéndolo todo el día con él.

No puedo recordar la última vez que sonreí tanto. Apuesto a que mi cara va a doler mañana. Él no luce como alguien a quien llamarías dulce, pero lo es. Tampoco se ve como alguien que se ruborice, para ese caso.

—Otra cosa que también parece suceder a tu alrededor.

—Conozco esa sensación. No me gusta mucho hablar con la gente, y aquí estoy. Apenas te conozco y estoy en tu auto charlando.

—Continua. Quiero saber más acerca de ti.

Me encojo de hombros. Realmente no quiero hablar de mí. Prefiero hablar sobre el momento, o tal vez del futuro, pero sé que voy a tener que darle algo.

—Sólo somos mi padre y yo. Me mudé aquí desde Jeju.

—Jeju. Queda a dos horas al sur desde aquí, ¿verdad?

—Sí. —No le digo que apenas viví allí. Que antes de Jeju estuvo Gangwon, Gyeonggi, y mi ciudad natal, Daegu. Podría haber olvidado alguna. ¿Quién sabe? Todo se confunde en un lío que realmente no quiero tratar de aclarar. Quiero olvidar.

—¿Tu mamá? —Él aprieta mi mano cuando le doy una mirada triste—. ¿La perdiste cuando te hiciste esa cicatriz?

Todo mi cuerpo se congela, y trato de retirar mi mano de la suya, pero él no me deja hacerlo. Nos detenemos en el estacionamiento y apaga el motor.

—Lo siento. No tienes que decírmelo. —No dice todavía, pero lo da a entender. No quiero hablar de ello. Quiero fingir que nunca sucedió. Quiero que todo desaparezca. Suelto el cinturón de seguridad, me inclino hacia adelante, y presiono mis labios contra los suyos. Como cada vez que nos besamos, todo lo demás se desvanece y estoy de vuelta en mi lugar seguro mientras su boca se mueve contra la mía.

Desliza su mano en mi cabello mientras profundiza el beso. Empujo, con ganas de más mientras nuestras lenguas se tocan suavemente.

—Bebé, tienes que parar.

Me quejo y continúo. Dios, esto se siente tan bien. Es lo mejor que he sentido en mi vida. Muevo mis caderas, y es cuando me doy cuenta de que de alguna manera me he arrastrado a su regazo.

—Hwamin. —Jungkook dice mi nombre, y casi suena doloroso. Abro los ojos y miro a los suyos. Está respirando pesadamente y su rostro está serio, como si estuviera enojado. Trato de retroceder, no me gusta la seriedad de su rostro, pero no hay ningún lugar a donde ir. Estoy atrapada entre él y el volante, y estoy bastante segura de que para empezar, soy yo quien nos puso en esta posición.

—Lo siento —suelto. No sé qué me ha pasado. Quería estar tan cerca de él como pudiera. Estaba desesperada por olvidar el pasado y sólo pensar en él, de regreso a nuestra pequeña burbuja que él forma para nosotros.

—No vuelvas a disculparte por besarme, Hwamin.

—Te ves enojado —le digo.

—No estoy enojado, nena. —Da una respiración profunda, tratando de controlar su respiración—. Créeme. Estoy cualquier cosa menos enojado. Estoy tratando de controlarme, y eso es difícil de hacer contigo moviéndote encima de mí.

Mis ojos se abren mientras mi boca se abre un poco. Siento su dureza contra mi culo, y me sonrojo aún más. Puedo decir por el bulto en el que estoy sentada debía gustarle bastante cuando nos besamos, pero por alguna razón él quiere que me detenga. No quiero parar. Quiero que él vuelva a decir mi nombre con esa voz ronca suya.

—No quisiera nada más que acostarme y dejar que te muevas sobre mí todo el tiempo que quieras, pero no en un puesto de estacionamiento donde todos nos pueden ver.

En mi boca se forma una pequeña O, porque se me olvidó donde estamos. Miro alrededor y veo que estamos en el estacionamiento de Hankook Hardware, y es entonces cuando veo a una pareja de mayor edad parados junto a la entrada. Los dos nos están mirando.

Miro al hombre quien se parece a Jungkook, sólo que de constitución un poco más pequeña.

—Oh, Dios mío. —Dejo caer mi cara en su cuello, deseando que me trague la tierra. Acabo de besarme con Jungkook justo en frente de sus padres.

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Jeon Jungkook

—Mamá, papá, esta es mi Hwamin.

Aprieto su mano, haciéndole saber que está bien. Me sorprende cuando da una respiración profunda, pero los mira a los ojos y extiende su mano libre.

—Es un placer conocerlos, señor y señora Jeon.

Mi madre parece que podría estallar en un montón de confeti, pero sacude su mano y da una sonrisa radiante a Hwamin.

—Por favor, llámame Sook. Y puedes llamarle Han. —Ella señala con la cabeza a mi padre.

Mi padre toma la mano de Hwamin luego y está un poco más tranquilo al respecto.

—Hemos escuchado cosas muy buenas sobre ti. Estamos muy contentos de conocer a la señorita que ha robado el corazón de Jungkook.

Hwamin se sonroja un poco pero por lo demás lo hace muy bien.

—Hoy Jungkook te puede mostrar la tienda para que tengas una idea de dónde están las cosas. Luego de eso ven a la oficina para que conozcas el horario —dice mi padre.

—Gracias, Han. Aprecio la oferta de trabajo.

—Necesitamos ayuda, por lo que esto funciona a la perfección —lo interrumpe mi mamá. No tiene idea de si lo hacemos o no, pero me hace feliz que ella está tratando de incluir a Hwamin—. Así que, ¿vas a trabajar aquí por el resto del año escolar? ¿Qué pasa con el verano o el otoño? ¿Tienes planes para la universidad?

—Mamá —le digo, tratando de advertirle para que no acose a Hwamin con demasiadas preguntas a la vez. Pero Hwamin me sorprende de nuevo cuando contesta.

—Por el momento, mi plan es ir a la universidad comunitaria del condado, pero tengo una aplicación en la Pusan National University. Si me quedo en Busan, me gustaría ir allí.

—¿Todavía no has recibido respuesta? —pregunta mi padre. Asumo que está pensando sobre la carta que recibí hace meses.

—Mis becas toman tiempo para obtener la aprobación. Sólo hay unas pocas, y mucha gente va tras ellas. —Hwamin se encoge de hombros como si no fuera gran cosa.

Le había preguntado antes acerca de la escuela, pero no me había dado cuenta de que todavía estaba esperando respuesta.

—Mi beca deportiva llegó antes. Les gusta tener las plazas llenas antes delinicio de temporada —digo, tratando de tranquilizarla—. Tuve suerte con la mía.

Parte de ella contiene un subsidio de vivienda ya que estamos cerca de la escuela.

Puedo vivir en casa y viajar todos los días a la escuela, o puedo conseguir un lugar en el campus y estar cerca del equipo.

Quiero hacerle saber que tengo la opción de quedarme en casa si ella decidepermanecer aquí, o puedo vivir en el campus si ella entra. Yo ya estoy pensando en nuestro futuro juntos y en que no me gustaría que nos separemos. Como si hubiera entendido lo que quiero decir, me da una sonrisa tímida. Sus ojos profundos brillantes resplandecen, y siento como otra pieza encaja en su sitio entre nosotros.

Volteo a ver a mis padres y veo que los dos nos están mirando con las sonrisas más estúpidas en sus caras. Pongo los ojos en blanco y arrastro a Hwamin a la parte trasera de la tienda. Cuando llegamos allí, tomo su abrigo y lo cuelgo.

—Pido disculpas en nombre de ellos. Nunca han hecho eso antes.

—¿Qué? ¿Saludar a alguien? —me pregunta, sonriendo. Le tiendo un delantal y ella se lo coloca.

—Conocer a una chica que traje a casa. O, bueno, a la tienda. Nunca les he presentado a nadie antes.

—Oh. —Hace una pausa—. ¿Nunca?

—Nop. En realidad nunca he tenido una novia antes. Así que esto es algo nuevo para mí también. —Me pongo un delantal a juego y le doy una media sonrisa—. No estoy seguro de si eso me hace menos atractivo, pero hoy fue mi primer beso. Parece como que todo está sucediendo a la vez.

Me acerco a ella y coloco mi dedo debajo de su barbilla para ayudarla a cerrar su boca. No se dio cuenta que la había dejado abierta al escuchar esta parte de la noticia. Fue un poco cómico, pero se rió después de que lo hice.

—Tú fuiste mi primer beso también —dice ella con timidez—. Me gusta eso. Que fuimos los primeros.

—Y los últimos —agrego, colocando mis labios sobre los suyos. El beso es suave y muy rápido, pero no puedo correr el riesgo de que mis padres vuelvan aquí. Están buscando cualquier excusa para hablar con Hwamin, puedo sentirlo—. Te voy a enseñar el lugar.

Paso la mayor parte de la tarde dando a Hwamin un recorrido por el lugar y mostrándole lo que hago cuando estoy aquí. Ella me ayuda a llenar los estantes, regar las plantas, y barrer los pisos. Le muestro cómo utilizar el escáner, e inventariamos un poco.

Es divertido trabajar juntos, y nos da más tiempo para hablar. Hwamin quiere estudiar arte y enseñar un día, creo que sería una maestra asombrosa. Es tímida, pero también es paciente, y creo que sería increíble. Puedo ver su pasión cuando habla de eso, y quiero encontrar una manera de hacer que sus sueños se hagan realidad.

—¿Cuántas horas sueles trabajar normalmente? —me pregunta a medida que avanzamos hacia la parte de atrás y nos quitamos los delantales.

—Cerramos a las seis, a veces un poco antes. Papá normalmente se queda a cerrar y voy a casa a preparar la cena si mi madre está de turno, o a cenar si no estuvo. —Le sonrío, y niega.

—Siempre comiendo —dice ella y me entrega el delantal.

—Siempre tengo hambre —le contesto, guardando los delantales y halando de ella a mis brazos para un rápido beso.

La espero en la parte delantera mientras ella entra en la oficina con mi padre para cuadrar su papeleo. Después de unos minutos salen y ella se guarda un sobre en el bolsillo.

—¿Todo listo? —pregunto, me sonríe y asiente. Sostengo su abrigo abierto para ella y luego subo la cremallera antes de decir adiós a mi padre y salimos.

En el Jeep de camino a su casa, está callada.

—¿Está todo bien?

—Sí, pero creo que tu padre me pagó demasiado.

Me río y le agarro la mano.

—Él paga a los chicos de secundaria así porque son mano de obra casi gratuita. Te dio dinero en efectivo, ¿verdad? —Asiente—. También me paga en efectivo. No se paga impuestos de esa manera, y sólo son unos pocos días a la semana, así que no hay realmente ningún daño.

—Es muy amable de su parte. Tus dos padres son muy dulces.

—Tal vez podría conocer a tu padre pronto. —Se congela, y puedo sentir el cambio de atmósfera en el auto—. O tal vez en otro momento. No hay prisa. Sólo quiero asegurarme que somos honestos con esto. No quiero estar a escondidas contigo, Hwamin.

—Yo tampoco —dice en una voz tan baja que casi no la oigo.

Sé que hay algo más, pero lo dejo pasar. No quiero presionarla demasiado duro, demasiado rápido, así que cambio de tema.

—Así que. —La miro cuando nos detenemos en la parte delantera de su casa—. Mañana ¿Quieres magdalenas de chocolate de nuevo, o un bagel? —Me sonríe, y la tensión se rompe.

Haría cualquier cosa para mantener esa sonrisa en su rostro.

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