♡𝓒𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓷𝓾𝓮𝓿𝓮♡
Jeon Jungkook
—Ven al baile conmigo —digo contra el cuello de Hwamin mientras me froto contra ella. Se pone rígida.
—¿Qué?
Me aparto y miro sus brillantes ojos castaños que casi parecen aterrados.
—Te pedí que vinieras al baile de invierno conmigo. Por favor, nena.
Me muevo contra ella de nuevo y gime, cerrando los ojos y dejando caer su cabeza hacia atrás. Estamos en el almacén trasero de la ferretería después de horas. Mi padre se fue y le dijimos que cerraríamos. No planeé que esto sucediera, pero Hwamin saltó sobre mí en el segundo en que cerramos. La traje aquí y la empujé contra la puerta cerrada antes de empezar a hacerlo. Tiene sus piernas a mi alrededor y estoy frotándola como le gusta. Está cerca de correrse, así que estoy usando la distracción para conseguir lo que quiero.
Hemos sido inseparables durante las últimas dos semanas y cada vez que estamos a solas me pide que la toque. Es el punto culminante de mi día ver cómo se corre, y planeo hacerlo cada segundo libre que tenga. Ha estado presionándome por más pero he intentado tomarlo con lentitud. Todavía sólo nos tocamos pero tengo la sensación que no durará mucho más. Está jugando más al borde cada vez que estamos solos y no sé cuánto tiempo más puedo hacerla esperar.
—Es un baile, nena. Mi última oportunidad para mostrarte en secundaria. Pronto lo haré en la universidad. Dame esto. Por favor.
Sus piernas se aprietan y sus manos van a mi cabello.
—Sólo si me das lo que quiero —dice, bajando la mirada por mi cuerpo y luego de nuevo a mis ojos.
Le doy una media sonrisa y niego.
—Si no lo supiera, diría que me estás utilizando por mi cuerpo.
Se mueve contra mí y esta vez soy quien gime. Ama hacer que me corra en mi pantalón y lo hago una cantidad embarazosa con ella.
—Por favor, Jungkook. Estoy lista. Estás listo. Quiero todo de ti.
Cierro los ojos y apoyo mi frente contra la suya. Luego retrocedo y asiento.
—Está bien. Ven al baile conmigo y te daré lo que quieras.
Se alegra y se mueve contra mí de nuevo, cerrando sus ojos tratando de llegar a su orgasmo. Le agarro del culo y nos llevo hasta el sofá, recostándola. Esta vez, mientras frotamos nuestros cuerpos, pongo mi mano sobre su camisa y voy a su sujetador. Noto un moretón en su estómago y pienso preguntarle sobre esto más tarde. Tenía uno en su brazo a principios de la semana y me dijo que se cayó por las escaleras. Me pregunto si esto es por lo mismo, pero parece nuevo.
Sus ojos se agrandan de emoción mientras mis dedos trazan su sujetador. No hemos hecho esto antes, así que es nuevo para ambos. Dios, deseo tanto tenerla completamente desnuda debajo de mí, pero esto tendrá que bastar mientras esperamos. Paso mis dedos debajo de su sujetador, sintiendo la carne de sus senos y luego su pezón duro. Le doy un pellizco a la pequeña punta y arquea su espalda para acercarse. Sus gemidos son más fuertes y puedo sentir su cuerpo temblando de necesidad. Muevo mi otra mano entre nuestros cuerpos y froto su entrepierna. Su jeans está ardiendo y apuesto que si bajara sus bragas sería un desastre húmedo. Me agarra por el jeans y frota la cresta de mi polla, arriba y abajo. Está tratando de hacer que me corra a través del material, y casi lo logra.
Incapaz de soportarlo más, le quito su camisa, su sujetador, y coloco mi boca en su pezón antes de poder detenerme. Tomo tanto de su seno en mi boca como puedo, sintiendo su carne suave contra mi lengua. Lo chupo y grita, gozando. Su agarre aumenta en mi polla y hago exactamente lo que quiere. Me corro dentro de mi bóxer, haciendo un lío de mí mismo, deseando tanto que la liberación fuera dentro de su coño caliente.
Descanso mi mejilla contra su seno expuesto mientras trato de recuperar el aliento, y de repente Hwamin me sorprende apretando su mano por la cintura de mis jeans y pasando un dedo por mi semen. Miro, sorprendido, cuando lleva el dedo a su boca y lo lame. Mi polla late ante la vista, liberando un poco más por lo que acaba de hacer.
—Mierda —gruño.
—Pensé que tal vez, ya que me probaste, podría saborearte.
—Eso no es lo mismo. —Bajo la mirada a su cuerpo, a su pezón expuesto, pensando en lo bonito y rosa que es—. Lo mismo sería que probara tu coño.
Sus mejillas se profundizan al color de su pezón y quiero chuparlo de nuevo.
—Eso parece justo. Quizás deberías.
Comienzo a contestarle, pero oigo el ruido de la puerta de entrada.
—¡Mierda! —exclamo, poniéndole su sujetador y la camisa de nuevo, justo antes de sacarla de la sala de atrás y hacia el frente de la tienda. Cuando llegamos allí veo mi papá que va hacia su oficina. Tomo la mano de Hwamim y nos escabullimos por la puerta lateral. Mi Jeep está estacionado atrás, así que puede que no sepa que todavía estamos aquí.
Salimos corriendo y la ayudo a entrar antes de ir al asiento del conductor y encender el auto. Miro a Hwamin, y tiene sus manos sobre su boca, tratando de amortiguar una risita.
—Eso fue por tu culpa —digo, extendiendo la mano y agarrando la suya—. Vamos a cenar y luego te llevaré a casa.
Nos reímos todo el camino hasta la cena, y luego nos sentamos del mismo lado de la cabina tomados de las manos y hablando antes de que nuestra noche termine. Siempre odio el final del día cuando tengo que decirle adiós. Es mi todo y dejarla ir, aunque sea sólo a su casa, rompe mi corazón un poco más cada vez que lo hago.
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Ihm Hwamin
—Ese es perfecto, Hwamin.
Miro el vestido azul claro sintiéndome como una princesa. La parte superior tiene un escote corazón que está bordeado con diamantes de imitación. La parte inferior se ensancha creando la ilusión de una figura de reloj de arena, y me siento como Cenicienta. Incluso me parezco a ella con mi cabello castaño y ojos del mismo color, solo que a la cenicienta que no se casa con el príncipe, sino con el sirviente del príncipe, aunque Jungkook si que parezca de la realeza.
—Me encanta. —La madre de Jungkook, Sook, está sonriendo tan grande que no puedo evitar devolverle la sonrisa. Su emoción es contagiosa.
Hemos estado de compras toda la mañana, y no estoy segura de quién lo está disfrutando más, si ella o yo. Giro y me miro en el espejo, mordiéndome el labio y preguntándome qué pensaría Jungkook.
—Te lo digo, es perfecto. —Da un pequeño aplauso, su emoción borboteando—. Tengo unos zapatos que irán con ese vestido. Eres talla siete, ¿no?
—Sí, pero no sé si puedo caminar con tacones. Nunca lo he intentado.
Sacude su mano en el aire como si no fuera gran cosa.
—No son demasiado altos, además, es por eso que tienes a un hombre, para aferrarte. No tienes que preocuparte por tus pies.
Es verdad. Ahora que lo pienso, no estoy segura si Jungkook estaría de acuerdo que usara tacones. Me trata como si fuera de cristal. Ni siquiera me deja llevar mi propia maldita mochila. El pensamiento me hace sonreír. Todo acerca de él me hace sonreír. De hecho, no puedo recordar la última vez que estuve tan feliz. Se siente irreal.
—¿Cabello recogido o suelto? —pregunta Sook mientras juega con mis mechones.
—Suelto. —Así es como le gusta a Jungkook. Lo sé porque no puede mantener las manos apartadas de mi cabello cuando nos besamos. Sus manos siempre están llenas con mi cabello. Pero no se lo digo a su mamá.
—Lo llevaremos —le dice a la vendedora antes de soltar el gancho de la espalda del vestido para poder cambiarme. Miro el precio, feliz de que el vestido no es demasiado caro y que he estado cobrando en efectivo por trabajar en la ferretería. Esto no es algo en lo que normalmente gastaría dinero, pero podía decir cuánto Jungkook quería ir. Ahora estoy empezando a pensar que quería que fuera porque le gusta la idea de que pase tiempo con su mamá de esta manera.
Parece la más emocionada y estaría mintiendo si dijera que no estaba pasando un buen rato con ella. Era agridulce pasar el día y prepararme con ella. Pero ha sido divertido emocionarme con algo como esto, algo que habría hecho con mi propia madre.
Cuando vuelvo a salir a la habitación, la vendedora toma el vestido y lo pone en una bolsa. Saco mi billetera, pero Sook me detiene.
—Ya lo pagué —dice, la sonrisa feliz todavía en su rostro. Sus mejillas tienen que estar sufriendo ahora, porque creo que las mías también lo están.
—Oh. No tenías que hacer eso. Yo tengo…
—No fui yo. Fue Jungkook. Confía en mí, traté de hacer que me dejara comprarlo, pero me dijo que pagaría por el vestido de su chica.
Eso me hace sonrojar. Siempre habla así, incluso delante de su mamá y papá. Todavía me avergüenzo de ello. Incluso me besa justo delante de ellos como si no fuera gran cosa. Supongo que sería incómodo si sus padres no lo aprobaran, pero la mamá de Jungkook se emociona al vernos juntos.
Pensé que las madres de los novios debían ser las peores. Ella no es nada de eso en absoluto. De hecho, a veces es casi más maternal conmigo que con él. Ayer llevó la cena a la ferretería y se olvidó de llevarle algo a los chicos. Se quedaron allí estupefactos y los envió a buscar algo mientras ella y yo comíamos. Creo que lo hace a propósito para estar a solas conmigo.
—Gracias —le digo a la vendedora, tomando la bolsa.
—De acuerdo, vamos a comprar algo de comida chatarra para el almuerzo y vamos a casa y nos preparamos. —Salimos de la tienda y nos dirigimos al patio de comidas. Ordena una montón de todo. Puedo ver de dónde heredó Jungkook sus hábitos alimenticios.
—Espero que lo hayas pasado bien hoy. Sé que lo hice. Siempre quise una hija. —Extiende la mano, colocándola sobre la mía—. Sé que perdiste a tu madre, y nunca querría tomar su lugar, pero no me importaría si me dejaras tratar de llenar algunos de los espacios vacíos.
Mis ojos comienzan a humedecerse.
—No tienes idea de lo agradable que ha sido estar cerca de ustedes. Creo que había olvidado lo que se suponía que era una familia.
—Bueno, conociendo a Jungkook, nunca nos dejarás. Es como su padre. Encuentra lo que quiere y nunca lo deja ir.
—No quiero ir a ninguna parte.
—Bueno. Le romperías el corazón a mi pequeño y no sé si podría dejarte ir. Se ha abierto más desde que entraste en su vida. Es casi como si hubiese estado esperándote todo este tiempo.
Bajo la cabeza tratando de ocultar mi rubor, amando cada palabra que dijo.
—Pero quiero hablarte de algo, Hwamin. —Se inclina hacia atrás en su silla—. Sabes que soy enfermera.
Asiento. En realidad es una profesión a la que buscaba dedicarme. Sé que es un trabajo estable y el dibujo probablemente no es algo con lo que pueda ganarme la vida.
—Tú y Jungkook tienen dieciocho años, y bueno, sé lo que sucede en muchos bailes.
Ante sus palabras, mi rostro se calienta. No puedo hablar con ella. Es también lo que he estado planeando. Lo que estaba pensando cada vez que me probé un vestido hoy. ¿Cómo sería cuando Jungkook me lo quitara? Lo deseo desesperadamente.
—Señora Jeon. —Trato de detenerla, pero continúa.
—Sólo quiero asegurarme que se cuiden. Que están usando protección. Sé que estas cosas van a suceder, y quiero asegurarme que ambos estén protegidos del embarazo. No es que no quiera nietos, pero todo a su debido tiempo.
El pensamiento de tener bebés con Jungkook envía una emoción deliciosa a través de mi cuerpo. Pero tiene razón. Todo a su debido tiempo.
—Me pusieron la inyección. Mi mamá insistió cuando tenía dieciséis años.
—Eso está bien, cariño. Me alegro de haber hablado de esto. Ahora, ¿deberíamos ir a hacernos la manicura?
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