Intro
El sonido terroso provocado por el arrastre desmedido de sus suelas sobre el concreto combinado con el cantar angelical de las aves posados a gran altura en los árboles crecientes en los patios cercanos, era el único conjunto sonorico audible de lo que se denominaba como una "pacífica" mañana, pues aunque en realidad no estaba repleta de sonidos molestos, su tranquilidad era molesta para aquel que deseaba poder gastarla de otra manera que no fuera aquella, aquel que, con cabeza gacha, manos en los bolsillos y skate board atascado entre su cadera y brazo, hacia, sin ánimo alguno, su camino por el inmenso vencidario en el último día de lo que pudo haber sido un maravilloso verano, pero que había terminado siendo uno de los peores a causa de los acontecimientos en sus últimos días.
Resopló molesto al recordarlos.
Heeseung, a pesar de tener sangre coreana y haber nacido en aquel país, no se había criado en el, en su lugar, lo había hecho en la capital del manga y anime, de la diversidad cultural. Sí, la mayor parte de su niñes y comienzo de su adolescencia había vivido en Tokyo, Japón junto a su madre y la numerosa familia de su tía y esposo. Habían sido unos maravillosos 13 años ahí. En su escuela tenía una decena de amigos por lo que, a pesar de ser hijo único, jamás estaba solo en los recesos, así mismo, al llegar a casa,
era recibido inmediatamente por sus primos menores con quienes siempre jugaba hasta altas horas de la noche.
En pocas palabras, el menor de los Lee ya poseía una vida establecida en Japón. Una la cual, debido al trabajo de su progenitora como blogger de turismo, fue obligado a abandonar para empezar de zéro en Seúl.
¿Había protestado contra ello? ¡Claro que lo hizo! No salió de su cuarto por dos días enteros como signo de huelga, pero al final, para evitar la confiscación de su preciada consola, había tenido que salir de la cama.
"No es tan malo, Heeseunggie" Le había dicho con un tono lleno de dulzura su adorada Nana tras despertarlo en la mañana. "A lo mejor terminas encontrando algo que te intensive a quedarte en está ciudad"
Heeseung le había dado una mirada molesta mientras tomaba su patineta entre sus manos y se iba a dar una vuelta por el vencidario.
Resopló con evidente molestia.
- Como si eso fuera posible -Se quejó en un murmullo casi inaudible mientras alzaba la vista hacia el cielo cuyas nubes llenaban su inmensidad.
No había nada de peculiar o si quiera maravilloso en esa ciudad, y, aunque lo hubiera, no permitiría que, fuera lo que fuera, lo hiciera cambiar de parecer. Después de todo, aún tenía un lugar al cual volver pues su tía, al considerar el país como su hogar a causa de su casamiento e hijos, había rechazado la oferta de ir con ellos a Corea, lo que resultaba como una buena noticia ya que si demostraba descontento durante cierto tiempo, su madre flaquearía en su decisión y lo enviaría con su tía mientras ella se ocupaba de su trabajo en Seúl; aunque parecía ser alguien estricta, en realidad era la clase de persona que no soporta ver a su primogénito infeliz. Pero, mientras su plan iba en curso, no podía estar encerrado en su habitación 24/7 debido a que aunque su cuarto tenía lo necesario para sobrellevar hasta una apocalipsis zombie, él estar encerrado no era lo suyo pues le gustaba en demasía los juegos exteriores, y, aunque no quisiera admitirlo en voz alta, su nueva residencia tenía un muy lindo y amplio lugar donde podía patinar a su gusto.
Decidido a pasar lo que quedaba de su último día libre en el parque en el centro del lugar, dejó caer su tabla de skate board y subió un pie sobre ella, deslizándose por el sendero de concreto ubicada enfrente de los patios pertenecientes a las enormes casas.
Mientras se deslizaba, desvió la mirada del frente para apreciar con detalle la construcción de las mismas.
En Japón había casas hermosas pero las de ese lugar eran increíbles por su tamaño y diseño. Su variedad parecía ser infinita pues había algunas casas cuyo estilo hacia alusión a la muy conocida cultura occidental que solo había visto en películas, mientras que otras, a pesar de ser ostentosas, aún conservaban toques tradicionales orientales.
Era un vencidario multicultural.
¿Habría personas de otras étnias? Quizás ¿Famosos? Había una gran probabilidad.
"Yah~ sería maravilloso que conociera a alguno" Pensó, pero de inmediato agitó la cabeza de un lado a otro.
- No puedes encariñarte con este lugar, recuerda que te vas a ir dentro de unos pocas semanas -Se regañó a si mismo a mismo tiempo que volvía su vista hacia el frente.
Sin embargo, al hacerlo, se dió cuenta de que, por estar distraído admirando el lugar, no notó como una pequeña niña había salido corriendo, sin mirar hacia el frente, hasta donde estaba él. La pequeña detuvo su corrida y como una estatua, permaneció en el lugar de impacto. Heeseung al no quererle hacer daño, se vió en la obligación de parar abruptamente, cayendo directo sobre el pasto del hogar del cual la pequeña había salido.
- Aaah - Siseó con evidente dolor por el impacto. Se había golpeado los brazos y las rodillas contra el duro suelo cubierto de césped -. Demonios - Su diestra reposó sobre la tela de su pantalón el cual había sufrido una ligera rotura.
Le debió de hacer caso a su Nana cuando esta le pidió el ponerse un casco y rodilleras.
"Espero y esto no arruine mi plan" Rogó pues sabía que tenía prohibido el usar en específico ese conjunto, a menos claro que fuera para un evento importante, pues era parte de la edición limitada de la colección juvenil de la diseñadora favorita de su madre: Sandra Park.
Si los arruinaba recibiría un castigo, uno cuya posibilidad incluida el ser obligado a quedarse en Seúl para siempre.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el inesperado llanto de la pequeña delante de él, aquel que lo puso en estado de alerta de inmediata.
"¿Por qué llora?" "¿La habré golpeado con la patineta?" No pudo evitar cuestionarse al notar como la niña portadora de un tutú rosa, lloraba en desconsuelo.
- O-oye no llores -Le pidió mientras se levantaba del pasto con una mueca de sufrir en su rostro, pero se obligó a sonreír para calmar a la pequeña -. No llores, no pasó nada. Todo está bien -Reconfortó y aseguró a la desconsolada niña que lloraba sin razón aparente puesto que, no parecía herida en ninguna parte visible -. Onni-chan no está herido, ¿ves? -Se alejó algunos pocos pasos y dió una vuelta rápida para darle peso a sus palabras. Volvió a acercarse a la pequeña de lentes -. Ah, espera aquí le dicen oppa, ¿no? .... ¡Oppa está bien!
Le dirigió una sonrisa un tanto exagerada pero que hizo a la infante parar su llanto, hecho que lo alivió hasta que una voz desconocida hizo acto de aparición.
- ¡Yeji!
La pequeña se alejó de él y corrió a los brazos de quién la había llamado en un tono denotante de preocupación, y no era para menos pues, estaba en medio de su salida cuando oyó un golpe y después los gritos de la menor junto a una voz que jamás había oído antes. Le dió una mirada cargada de molestia a quien parecía haber hecho llorar a Yeji - ¿Qué creés que le haces a mi hermanita? -Le cuestionó mientras abrazaba a la pequeña cuyas lágrimas habían vuelto a ser liberadas.
Rápidamente, ante aquella acusación, HeeSeung se enderezó y dió media vuelta para negar cualquier tipo de mal entendido, ya que, claramente, no le había hecho nada malo a la menor; de hecho, era ella la que se había atravesado de improviso.
- No le he hecho nada, yo solo pasaba por aquí. Ella fue la que se tropezó conmigo -Se defendió ante los fríos orbes que lo observaban, revelando las últimas palabras de su oración en un tono de voz más bajo a causa de la sensación de terror que el susodicho le provocaba.
El muchacho frente a él no era alguien antiestético, pues, a simple vista, se podía notar que era alguien agraciado debido a su pálida piel, facciones finas y vestimenta bien ordenada. Pero, lo que lo hacía aterrador era aquel par de fanales, cuyos irices fundidos en una tonalidad oscura, otorgaban la sensación de estar viendo la infinidad del gélido cielo nocturno de los días crudos pertenecientes al invierno, ese tan desolado e inalcanzable.
Por su parte, al chico no creerle, desvió la mirada hacia la pequeña entre sus brazos.
- ¿Por qué lloras, yiyi? ¿Te hizo algo esa persona? -El tonó de su voz fue aterciopelada.
- ¡No le hice nada!
La diestra del pálido muchacho fue levantada para que hiciera silencio.
Heeseung se cruzó de brazos.
La pequeña, cuyo nombre asumía era Yeji, le dió una rápida mirada, antes de abrazarse nuevamente al cuello de su hermano.
Fueron varios minutos en los cuales aquellos orbes carentes de emociones lo observaron fijamente, hasta que el silencio se vio interrumpido por una monosílaba por parte de la pequeña.
- No.
- Entonces, ¿por qué lloras?
- Se lastimó por mi culpa.
Heeseung en ese momento se sintió confundido, aunque se había roto ligera sus pantalones no estaba herido en ninguna .... ¿Eh?.
Sus orbes viajaron hacia la raspadura a rojo vivo en su antebrazo. Al caer no había logrado meter las manos por lo que lo hizo con sus antebrazos. No era grande la herida, pero ahora que era consciente de ella, dolía.
El desconocido muchacho dejó salir un diminuto suspiro.
- Te dije claramente que me esperarás y que no corrieras. ¿Qué pasa si la abuela te hubiera visto? - Regañó mientras se ponía de pie.
- Solo quería jugar afuera pero no te apresurabas -Murmuró en medio de su llanto.
Sus lágrimas fueron secadas por aquel del cual se sostenía.
- No llores. Lo dejaré pasar por esta vez pero tienes que irte a disculpar.
La pequeña dudó en hacer lo que le pedía su hermano, pero, al ver la suave expresión que le era dirigida, se volteó lentamente. Sus manitas se enrredaron en el vuelo de seda del tutú rosa que portaba.
- Lo siento -Hizo una pequeña reverencia antes de volver a ocultarse detrás de las piernas del muchacho de pálida dermis con el cual compartía apellido.
Heeseung le sonrió. No podía enojarse con una niña tan tierna.
- Te dije que todo estaba bien. Es solo un simple raspón, pero la próxima vez ten más cuidado cuando corras, ¿sí?
Un animado asentimiento fue la respuesta que recibió, lo que lo hizo ampliar más su sonrisa.
En momentos como esos era que deseaba tener un hermano menor, o, al menos, que su primo, que era como uno, estuviera ahí.
Otra de las razones porque no quería quedarse en Seúl era esa, el tener que estar la mayoría del tiempo solo en su hogar al no tener a nadie con quien pasar el rato.
Era un poco solitario el ser hijo único cuando ese tipo de situación se presentaba.
Bueno, ahora que estaba todo resuelto podía seguir con su camino hacia las rampas, por lo que, dispuesto a irse, desvió le dió un último vistazo a la pequeña y su hermano, pero, tras ver como la pequeña ampliar su sonrisa y expresar con voz alegre un "¡Oppa, está sonriendo!", sintió curiosidad por la razón detrás de aquel comentario dicho con tanto asombro, por lo que, paseó su vista de la pequeña hacia su hermano mayor, ese que, tras alzar la cabeza por un momento al percibir su mirada, le dió un ticket de primera fila para lo que sería uno de los momento más relevantes de su vida.
Ese que se grabaría en su subconsciente por largos años.
Todo su mundo se sacudió a mano de una descarga eléctrica tras sus orbes toparse con esos irices que, tras una muestra de afecto genuino, habían permitido que los remolinos en su interior se desvaneciera lo suficiente como para permitir que pequeños destellos de luz atravesaran las tinieblas e iluminara todo a su paso.
Al mirar esos, ahora avellanados orbes, las palpitaciones de su corazón aumentaron a tal grado que sintió que estaba a punto de salir disparado de su pecho tal y como en las caricaturas, su temperatura corporal se elevó por los aires dándole la sensación de padecer de un ataque de fiebre.
Una sensación indescriptible de calidez lo invadió.
¿Qué era aquello que sentía en la boca de su estamago y se sentía como si fueran fuertes apretujones indoloros? ¿Se había enfermado por el Jet Lag? Ya llevaba 5 días en Seúl así que había poca probabilidad, entonces ¿A qué se debía? No lo sabía, pero, de lo que si estaba seguro era que deseaba ver más de cerca aquello que luchaba por dejarse entrever en esos orbes solitarios.
Heeseung dió varios pasos al frente como lo haría una serpiente hipnotizada por el sonido de la flauta.
"Solo necesito estar un poco más cerca. Solo un poco"
- Ve adentro - Oyó como le fue indicado a la menor, quien, sin dudar ni un segundo, se despidió de él con un agite de mano y se adentro nuevamente a la casa.
¿Eso significaba que podía ver con mayor claridad esa expresión? Dió tres pasos manos y estiró su diestra en un gesto involuntario por querer alcanzar a aquel que lo deslumbraba,
pero, al muchacho voltearse hacia él, la dura realidad lo golpeó, la calidez que había visto en esos avellanas orbes desaparecieron y por ende, las nubes grises se superpusieron sobre ellos, borrando cualquier rastro del evento ocurrido anteriormente.
En un abrir y cerrar de ojos los abrasadores días que se habían abierto paso ante él se desvanecieron, siendo reemplazado por el gélido invierno.
Sin decir nada más, el muchacho se dió la vuelta y dándole una última y rápida ojeada, cerró la blanquecina puerta, dejando a HeeSeung atónito en frente de la gran estructura.
Al ya no haber ningún rastro del contrario, Lee HeeSeung salió de su perplejidad.
Sus manos se frotaron sobre sus brazos.
- Pero, ¿en qué demonios estaba pensado? ¡Lee HeeSeung reacciona!
Se llevó ambas manos a sus mejillas rojas. A pesar de ya no tenerlo en frente sus manos y cuerpo entero seguían ormigueando, tal y como si la presencia contraria se hubiese impregnado en todo su ser.
"De seguro encuentras una razón que te haga desear quedarte en Seúl" Las palabras resonaron con mayor fuerza en su subconsciente.
-No, no, no - Negó y se dió ligeras palmaditas en las mejillas, antes de tomar su skate board y volver a casa.
Daría su día como finalizado pues sabía que, aunque quisiera, no podría concentrarse en las rampas, ya que, aunque se negaba a aceptarlo, al final había encontrado una razón, o mejor dicho, una persona de orbes como huracán, que había despertado en él nuevos sentimientos que lo harían, no solo permanecer en Seúl durante los siguientes años, sino también, adentrarse directamente en la tormenta de esos ojos con el fin de volver a ver aquel hermoso pero oculto claro .
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top