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❥ - ⎨ Three shot ⎬


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- "Yo puedo ser tu hombre"

Montañas de papeles, resoplidos sin cesar y un vaso de whisky medio vacío sobre el inmenso escritorio de vidrio. Era algo que Sanha ya se esperaba al entrar en la gigantesca, luminosa y moderna oficina de su mejor amigo, pues esa era la cotidianidad en la que aquel vivía.

Sin embargo, aún después de tantos años de amistad, aún no podía evitar detenerse a apreciar lo atractivo que el contrario se veía siempre. Tan imponente en ese escritorio, con su grisáceo cabello perfectamente peinado y su fornido cuerpo ceñido por un traje a juego con sus hebras, y su rostro ¡Oh Dios! Ese rostro de tez nívea tan atractivo como gruñón, siendo iluminado por la luz del sol que se filtraba por los ventanales de la elevada oficina ubicada en el último piso, resaltando cada línea y curvatura de ese rostro serio y frívolo.

" Y el imbecil cada vez está más bueno..."

Comentó internamente con sorna mientras inconscientemente negaba y se acercaba a él a paso lento.

Como siempre la concentración le ganaba al gruñón joven detrás del escritorio, ya que ni siquiera se había percatado de su presencia.

- Cómo tu buen mejor amigo, debo informarte que cada vez tienes más arrugas - exclamó con burla haciendose notar el recuen llegado - Uy, desde aquí veo una gigante entre tus cejas. Vas a necesitar botox pronto a este paso.

El contrario un poco sorprendido por la repentina aparición del burlón joven frente a él, levantó la vista para suspira con alivio y luego rodar los ojos mientras una sonrisa inocente le era dedicada.

- Las puertas se hicieron para tocarlas por sí no sabias, Sanha - comentó con dureza con su vista fija en los papeles y un bolígrafo tambaleando entre sus finos dedos índice y anular.

- Y otra arruga se asoma en tu frente desde acá la noto - apunto divertido el más joven achicando sus ojos, ganándose una mirada furtiva por parte del mayor - Ya quita esa cara de limón, Jinwoo me dejó pasar. Además, como tu mejor amigo tengo privilegios, tales como joderte a cualquier hora y sin aviso - sonrió con suficiencia el azabache con esa sonrisa genuina que lograba empequeñecer su mirada y resaltar sus regordetas y lindas mejillas.

- Estoy considerando seriamente quitarte esos privilegios.

- Tu sabes que no es así, en el fondo me amas, ya acéptalo - una sonrisa coqueta adorno el perfecto y ciertamente hermoso rostro del de cabellera larga azabache.

Sin quererlo, los ojos del peligris, se quedaron fijos en esa imagen. Cierto, Yoon Sanha era guapo, no por nada era uno de los modelos más prestigiosos y codiciados del país. Y es que en situaciones como esas, Bin reafirmaba el por qué del éxito de su mejor amigo.

Sus facciones varoniles mezcladas con sus dulces gestos a eso sumándose su cuerpo delgado y menudo a juego con sus elegantes hábitos, hacían a Sanha un perfecto ejemplo de la belleza masculina.

No entendía porque no podía dejar de mirarlo últimamente, pero el ver como el contrario apoyaba su rostro en su pequeña y delicada mano, mientras sonría con coquetería y jugueteaba con los cortos mechones azabache que caían por su nuca con un tanto de travesura brillando en sus ojos, simplemente se le hacia algo tan...

Tan...

- ¿Ya te fleché, cierto? - se mofó el menor interrumpiendo sus confusos pensamientos.

¡Despierta Bin!

Grito su subconsciente.

Al percatarse lo que su mente estaba pensando, su ceño se frunció en un perfecto gesto de confusión consigo mismo. Aclaró su garganta un tanto incómodo y dirigió su felina mirada de nuevo al papeleo frente a él como si nada.

- No, estaba viendo el moco que tienes en la nariz - señaló con cierta burla sin borrar la clara confusión estampada en su rostro.

Era la quinta vez en la semana que un pensamiento absurdo e incoherente pasaba por su cabeza, y ni hablar de los últimos meses.

Algo estaba mal...

- Ja, ja, ja debiste ser comediante en lugar de empresario, Binnie - escuchó resoplar al azabache, logrando traer su mente de nuevo a la realidad.

- Lo se, el humor es lindo mío - afirmó con el mismo sarcasmo que ambos compartían soltando un suspiro - ¿Y tú? - alzó la mirada para encarar al contrario- ¿A que se debe que me honres con tu irritable presencia a esta hora de la tarde? ¿Te dejaron plantado los de tu desfile? - Lo observo con cierta diversión mientras le daba un rápido vistazo al vestuario que este llevaba.

El perfecto traje de satin a medida color negro, los aretes y el peinado intacto en la larga y obscura melena, le confirmaban que de algún evento había salido recientemente o tal vez estaba por ir.

- ¿No puedo ponerme bello para ti?

El mayor simplemente rodó los ojos.

- En realidad se cancelo es desfile por un virus de gripe que afecto a los otros modelos. Así que pensé que ya que no tengo nada importante que hacer en todo el día... lo mejor era venir a fastidiarle la vida a mi amargado, viejo y gruñón mejor amigo. Gran idea ¿No crees? - sonrió divertido.

- Pésima idea, no creo tener paciencia para soportarte y ver millones de puntos números al mismo tiempo - resopló con cansancio el peligris soltando un suspiro agotado y dejando los papeles con hastío sobre el escritorio para después dedicarse a beber de su whisky con semblante pensativo.

- ¿Aún no superas tu ruptura con SinB? - interrogó curioso y con un leve tinte de fastidio Sanha - ¿O es que estas empezando a sentirte culpable por romper tantos corazones? Don Juan.

- Claro que no - frunció el ceño el peligris casi herido - Lo de SinB es caso cerrado y no tiene nada que ver. Era algo que tenia que pasar, esa relación ya no iba para ningun lado - aclaro severo levantándose de su sitio con el vaso de cristal en su mano, dirigiéndose apreciar el imponente panorama de la ciudad del cual tenía el privilegio de poder disfrutar gracias a los ventanales que rodeaban su oficina.

- ¿Entonces por que tanto estrés y cara de estreñimiento? - sonrió levemente divertido y cruzo su pierna con elegancia distrayendo inconscientemente la mirada del de traje por unos escasos y vagos segundos - Ya se que es normal en ti la amargura y todo tu mal genio porque eres un abuelo gruñón en un cuerpo de copia de Christian Grey coreano, pero últimamente estas superandote - se burló logrando una mirada dura por parte de Bin - Ya, ¿Esta todo bien con los restaurantes?, ¿Aún tienes perdidas? - inquirió ahora con más seriedad y preocupación mirándolo con total atención.

Y es que MoonBin no era cualquier empresario más del montón ¡Por supuesto que no! Él era uno de los chefs y empresarios más importantes de todo el país, poseedor de tres estrellas Michelín. Gracias a sus logros, trayectoria y éxito como cocinero, también había obtenido una importante fortuna de la cuál la mitad fue destinada a donaciones y el sobrante fue el inicio de su carrera como empresario y dueño de cinco de los restaurantes más lujosos e importantes del continente asiático.

Pero claro, tanto éxito traía consigo demasiadas responsabilidades y por supuesto, mucho, pero mucho estrés. Y apesar de las bromas, Sanha entendía perfectamente por lo que su mejor amigo pasaba día a día y las situaciones que tenía que enfrentar como el líder de una cadena de restaurantes tan prestigiosa.

Sobre todo le preocupaba en demasía la salud de su Hyung, ya que desde que empezó a pasar por una mala racha y a tener perdidas considerables en un par de restaurantes hace unos cuantos meses, lo había visto más delgado y bastante cansado. Sabía que seguramente esto se debía a que estaba durmiendo poco, porque varias veces lo había visto quedarse dormido en su oficina o en su auto y las bolsas moradas comenzaban a interrumpir en su bonito rostro con el pasar de los días.

- No, los restaurantes van realmente bien, por suerte logramos recuperar lo perdido e incluso llegamos a superarnos - comentó con orgullo el de tez blanca volviendo a su escritorio - Es solo que la inauguración y apertura del nuevo restaurante está siendo más estresante de lo que recordaba.

- Entiendo, supongo que esas son las consecuencias de ser un empresario de prestigio - se encogió de hombros el modelo, sin mucho interés, con su vista distraída puesta sobre el cristal del escritorio.

- Mira quien lo dice, el modelo mejor pagado del país. Tu mejor que nadie debería saber eso.

- De alguna forma, sí - respondió con simpleza - Pero bueno, dejemos de hablar de trabajo de una buena vez y mejor déjame decirte que es lo que necesitamos tu y yo - una sonrisa traviesa se estampó en el rostro del azabache.

El mayor lo miró con recelo levantando una ceja en su dirección.

- Si vas a salir con tus bromitas absurdas de que necesitamos una sesión de sexo en conjunto, ahorratelas, no estoy de humor para escucharlas - Advirtió observándolo con dureza porque ya conocía muy bien al burlón chico frente a él y a sus bromas "inocentes" con doble sentido.

Y no era porque esas bromas lo confundieran más o lo llenarán de una curiosidad indebida que lo inquietaba.
!Para nada! Tan solo era porque estaba demasiado estresado para lidiar con ellas en ese momento.

Solo eso...

Y es que no tenían porque afectarles esas bromas a Bin. Él estaba consiente de que era solo eso, bromas tontas, normales en un humor tan... peculiar como el de su mejor amigo. Desde pequeños había sido así. Sanha bromeaba con coquetearle casi siempre que podía y Bin simplemente fingía estar fastidiado para mantener la máscara de frialdad y desinterés que tanto caracterizaban a su personalidad.

Todo quedaba en un juego en conjunto y nada más, ya que ambos conocían perfectamente los gustos e inclinaciones del contrario.

Sanha era homosexual y Bin lo aceptaba y respetaba.

Y Bin era un heterosexual con fama de fuckboy y al igual que él, Yoon lo aceptaba y respetaba tan y como era.

Ambos tenían una relación de amistad muy estable y verdadera, claro con alguna que otra broma de un falso gusto intermedio, normal en cualquier amistad de chicos... ¿Cierto?

Porque era normal que Sanha bromeara con eso ¿Verdad?

- ¿Bin, me estas escuchando? - resoplo exasperado Sanha frente a él, de nuevo sacándolo de su desastroso nudo de pensamientos y sensaciones.

- S-sí, dime.

- ¿Ya vez que tengo razón? Nunca me escuchas - puchereo, logrando que sus carnosos labios resaltaran ante la vista del contrario, quien fijo su mirada allí por unos instantes ante de girar su rostro con molestia y soltar un resoplido - En fin, te decía que necesitamos una buena dosis de alcohol y fiesta.

Tan pronto el de traje escucho aquellas dos palabras, no tardo en darle un mirada de advertencia que el azabache no dudo en ignorar.

- Y no hagas esa mirada de gato rabioso porque de todas maneras no me puedes decir que no - lo señaló acusatoriamente cual niño pequeño, antes de proseguir - convenientemente para nosotros, el aniversario de Minhyuk y Dongmin es hoy, lo celebrarán en una disco cerca de aquí y quieren que seamos sus invitados de honor. Y no te lo puedes perder, porque Minhyuk por fin se decidió a pedirle matrimonio a Minnie - comentó totalmente emocionado Sanha con su característica y hermosa sonrisa de ojos.

- Realmente me alegro por ellos, y los quiero, pero lo que menos quiero ahora es ser el violinista de nadie - refunfuño el mayor poniéndose de pie para dirigirse nuevamente al ventanal.

El menor rodó los ojos con exasperación imitándolo.

- No vas a ser violinista, por algo voy yo también, tonto - exclamó con obviedad - Además, Minhyuk me pidió que te advirtiera que si lo abandonamos en esto, al primero que vendrá a cortarle los huevos será a ti, ah y también tendrás que soportarlo a él y a tu cargo de consciencia de por vida.

- ¿Recuerdame por que no me conseguí unos amigos que no fueran un jodido grano en el culo?

- Tal vez, porque somos los únicos que soportamos tu humor de mierda - se encogió de hombros divertido el más joven.

Bin resopolo para que después ambos permanecieran en un calmadony repentino silencio por unos cuantos minutos, tan solo apreciando la imponente vista frente a ellos.

Y después de meditarlo arduamente, el mayor por fin tuvo una respuesta.

- Esta bien ¿A donde nos vemos? - murmuró resignado sin atreverse a voltear a ver a quien yacía en una increíble paz a su costado.

No podía abandonar a sus amigos por más mal humor que tuviera.

No se lo perdonaría.

Una sonrisa de alegría, y sobretodo, satisfacción, adorno la belleza del perspicaz joven.

- Sabía que no me dirías que no - el orgullo por si mismo destilaba en esa frase.

- No tenia opción, era eso o aguantarme de por vida las quejas y reclamos de ti y de Minhyuk - comentó falsamente desinteresado, aunque en el fondo estaba realmente contento de poder pasar tiempo con sus mejores amigos después de tanto tiempo - Y supongo que ese era tu objetivo desde que viniste a verme ¿O me equivoco? - lo observo expectante el de hebras plateadas.

Sanha por su parte, opto por simplemente encogerse de hombros con una mueca de inocencia que al contrario se le hizo bastante tierna, tanto como para lograr que una gran sonrisa genuina se instalará en su rostro.

- Pasa por lo a las ocho, y ponte guapo por que creo que tendremos una cita doble - con esas simples palabras y un guiño, el menos abandono la oficina con expresión alegre.

Atónito y aún procesando dichas palabras, Bin se quedo observando el lugar por donde el azabache de mirada tierna acababa de salir. Con incomodidad y suma confusión deshizo los botones de su saco para obtener un poco de libertad al respirar, y con exasperación se paso las manos por su grisáceo cabello.

!¿Que mierda me sucede con Sanha?!

Sea lo que sea, debo controlarlo si no quiero que esta noche se salga de control...

La música resonaba en todo el lugar a un alto volumen, las luces neón parpadeaban iluminando la pista de baile donde las personas - ya en su mayoría ebrias - se movían al ritmo descontrolado de la música.


La pareja festejada, hacia parte de la multitud en la pista, bailando muy animada y acarameladamente como habian estado haciendo en las últimas tres horas. Por otro lado, Bin se encontraba sentado en la alejada mesa del segundo piso, bebiendo su quinto vaso de whisky en la noche, rogando que este le ayudará - de una vez por todas - a dejar de sentir las sensaciones tan extrañas que estaba teniendo desde que recogió a su mejor amigo en su departamento.

Aunque lo cierto era que entre más alcohol entraba a su organismo, más fuertes eran esas raras e indescifrables sensaciones.

Mientras bebía lo que quedaba en el vaso, sus ojos buscaban con curiosidad una cabellera negra y larga entre la multitud de gentío. Después de unos segundos lo halló parado en la barra bebiendo un trago y hablando entre risas con el bartender.

Al darse cuenta de ello, su ceño inconscientemente se frunció y una leve molestia se instalo en su pecho, pero inmediatamente la desecho sacudiendo la cabeza para traer su mente a tierra.

¿Qué carajos te pasa MoonBin?

Sanha puede hablar con quien se le pegue la gana y a mi no tiene por que afectarme.

Gruñó para si mismo y se paso las manos por el rostro totalmente exasperado sin comprender aún todo lo que últimamente le pasaba con el azabache. Bebió lo poco que quedaba en el vaso de un solo trago y se dedico a fijar su mirada en cualquier objeto del lugar como si este fuera el más interesante del mundo, para así intentar matar el tiempo y que sus amigos decidieran irse a casa y lograr que esa extraña noche acabará de una vez.

No tuvo noción del tiempo que pasó hasta que vio a Minhyuk acercarse a la mesa gritando y caluroso, yendo directamente por su vaso de vodka. El mayor simplemente lo ignoro y decidió seguir en su entretenido juego de buscar objetos interesantes para evitar que el sueño - que ya se hacia presente gracias al alcohol - lo venciera.

- Sanha se ve muy guapo hoy ¿No crees? - comentó de repente el castaño observando al mencionado.

Bin frunció el ceño y volteo a verlo extrañado.

- ¿Y porque me preguntas eso a mi?

- ¿No puedo simplemente elogiar a mi mejor amigo con mi otro mejor amigo? - se excusó el más joven encogiendose de hombros con falsa inocencia y una muy mal disimulada sonrisa en sus labios - Es solo un comentario. No ten pongas tan a la defensiva, Binnie, pareces un anciano gruñón.

El peligris rodó los ojos, soltó un resoplido desviando la mirada, y sin darse cuenta, sus ojos por voluntad propia habían dado a parar en el risueño azabache que se encontraba en la barra. Y allí su mente se dedico a meditar las palabras del castaño. Y es que tenía toda la razón, Sanha estaba más guapo que de costumbre.

Y aunque no lo quería aceptar, de eso se había percatado desde que lo había visto subirse a su auto, de alguna forma esa era una de las razones por las cuales no le había podido quitar la vista de encima en toda la noche. Tampoco era el único, no por nada todos en la disco lo miraban sin recelo alguno o se acercan a hablarle con cualquier excusa tonta.

Y es que el mono fucsia de lana, ceñido al cuerpo que había decidido usar Sanha esa noche le quedaba espléndidamente bien. Resaltaba sus curvas y mejores atributos físicos como sus bíceps trabajados, y si, aunque el mayor trataba de evitar fijarse en aquello a toda costa, tenia que aceptar que hasta el - ya de por sí - marcado y bien formado trasero del modelo, resaltaba el doble gracias a ese traje.

- ¿Por que no lo invitas a bailar un rato? Él pobre Sanhie se ve bastante aburrido - hablo nuevamente el castaño interrumpiendo a tiempo los pensamientos del de tez blanca, antes de que estos tomarán otro rumbo.

- ¿Invitarlo a bailar yo? - inquirió el mayor confundido y hasta burlesco.

El vástago resoplo y rodó los ojos.

- ¡Ay, Bin por el amor a Dios! ¡Es solo un baile, no te estoy diciendo que te lo cojas! - exclamó Minhyuk exasperado con la actitud ridícula y retrógrada de su mejor amigo.

- ¡Bin nada! - se levantó molesto - Por lo visto vine a lo que temía, a ser el violinista tuyo y de Dongmin porque Sanha desde que llegamos se la ha pasado en todos lados menos conmigo, y yo estoy aquí como un estúpido esperando que ustedes se dignen a decir que nos vamos. Pero como por lo visto eso no va a ocurrir pronto, entonces el que se va soy yo - exclamó el mayor dispuesto a irse.

- ¡Ni lo pienses! - Advirtió el castaño tomándolo del brazo y obligandolo a sentarse de nuevo - Prometiste quedarte hasta el final de la noche y además aun no le entrego el anillo a Minnie. Quiero que ustedes estén ahí cuando eso pase - hizo una mueca triste.

El de tez nívea suspiro abatido.

- Entonces entregáselo ya y así yo puedo irme a dormir sin cargos de consciencia.

- No, se lo quiero dar a media noche, aún falta - puchereó cual niño pequeño.

El mayor rápidamente reviso el fino reloj Rolex de plata que adornaba su muñeca.

- Hyuk, falta sola una hora ¿Qué más da entregárselo ya?.

- Se nota que no eres nada romántico - murmuró el menor mirándolo con desaprobación y negando.

Bin resopolo para pocos segundos después dejar escapar un suspiro de resignación.

- Esta bien, esperaré pero solo hasta la media noche - aclaro con una mirada de advertencia pura - Pero luego de que le entregues em anillo y yo les desee la mayor felicidad con sus 4 perros, 6 hijos y un conejo, me iré directo a mi casa a dormir ¿Entendido?

- Entendido - exclamó con suma felicidad el castaño - En el fondo, muy en el fondo, eres un gatito bueno y por eso te quiero, gracias - comentó con voz melosa apretando las mejillas del mayor, ganándose un manotazo por parte de este.

- Eres tan insoportable como Sanha e incluso peor - bramó falsamente molesto el peligris.

- Así nos amas, sobre todo a él - comentó en defensa el menor mirándolo con picardia, antes de dirigirse a la salida de los baños donde se encontraba su novio.

El mayor permaneció pensativo durante unos minutos tratando de captar el doble sentido en esa frase. Cosa que le fue imposible, no porque en sí fuera difícil de captar la indirecta, sí no más bien porque si cerebro se negaba a captarla y tal vez... Aceptarla.

Décimo trago en la noche y Sanha aún no lograba sentirse como debería estar en una disco; feliz y animado. Lo cierto era que la incertidumbre y la duda de no saber si su plan estaba funcionando o si, por lo menos había valido la pena llevar a cabo, estaban acabando con su ánimo poco a poco. Y, claro, el alcohol tampoco era una gran ayuda.


Veinte años de amistad con MoonBin, los mismo los mismo en los que no había logrado dejar de amarlo por más que quisiera o intentará hacerlo. Sí, Sanha habia estado enamorado secretamente de Bin durante veinte años. Y hasta hace meses habría deseado que él de verdad siguiera ignorando aquello.

Que nunca supiera lo nervioso que se había sentido hace años en el Kinder cuando Minhyuk lo alentó a darle una mandarina a aquel regordete, silencioso y misterioso niño de cabello - en ese entonces - dorado. Que no se hubiera dado cuenta de lo feliz que fue esa misma semana cuando este se sentó a su lado en el pupitre compartido después de haber dejado diariamente una mandarina en su bolso con mensajes de aliento. Ni mucho menos, que se enterara de lo mucho que quiso gritar cuando le dijo que podría ser su amigo, su único amigo, porque le parecía extraño, sobre todo porque siempre estaba sonriente, pero por eso le caía bien.

Que por nada del mundo se enterara de lo mucho que se había acelerado su corazón y temblado su cuerpo cuando lo escucho reír por primera vez por un chiste suyo, ni mucho menos, que aún después de tantos años eso seguía sucediendo.

La realidad era que Sanha, amaba ver sonreír a Bin con su peculiar y bella sonrisa que lo hacía parecer un dulce malvavisco. Escucharlo reír era la mejor melodía de todas, y sus muecas y sus miradas "aterradoras" a él le parecían extremadamente tiernas. Porque él más que nadie sabía que debajo de esa imagen de hombre frío y duro, se escondía alguien amoroso, considerado y dulce.

Si, Sanha deseaba que todo fuera así hasta hace meses, pero ahora, en ese preciso instante, rogaba con todas sus fuerzas para que Bin captara alguna de las tantas señales y le diera a él una que le confirmaría que no había entendido algo erroneo.

Porque desde que se conocieron siendo niños, Sanha había visto como el mayor era detallista, amable y coqueto con todas las niñas que se le acercaban. Eso aumento en la adolescencia cuando - para muestra de un botón - se había convertido en el más deseado entre las chicas de la escuela, y él era el más orgullo de dicho título. Allí fue donde decidió hablar sobre su orientación sexual, claramente con más miedo a un rechazo que cualquier cosa, pero también con una mínima esperanza de que pudiera haber despertado los mismo sentimientos en él y tuvieran una oportunidad.

Tenía que aceptar que realmente no supo como sentirse cuando no ocurrió ninguna de las dos. Bin, no lo rechazo, por el contrario, lo acepto felizmente diciéndole que eso no tenía nada de malo y que no afectaría su amistad porque los humanos tenían múltiples y diversos gustos y que al contrario de lo que muchos pensaban, él respetaba eso y solo le importaba verlo feliz. Esas palabras lograron hacerlo, lo hicieron inmensamente feliz, hasta que Bin lo comenzó a ver más como un hermano y cómplice, que como otra cosa.

Y en esa época cuando el alma del felino, se convirtió en un verdadero Fuckboy rompecorazones al mismo tiempo que rompecoños, Sanha acepto que lo mejor era rendirse y no arruinar su amistad. Resignarse a ser solo su mejor amigo, y que Bin nunca se entrara de sus sentimientos.

Y así había sido, y estaba dispuesto a que siguiera así, de verdad quería seguir en la búsqueda de esa persona que llenará ese vacío y lograra hacerlo olvidar por completo al de hebras plateadas. Pero, esos planes fueron dañados hace seis meses, cuando la esperanza volvió a renacer poco a poco, con las repentinas y constantes extrañas miradas que Bin comenzó a darle, los sonrojos sin razón cuando por broma él le hacia un cumplido o le hablaba de como sería su vida de pareja, o de como temblaba cuando el azabache estaba muy cerca.

Y sobre todo, la mayor señal, la que confirmó que algo estaba sucediendo, fue cuando en uno de sus tantos desfiles; Bin se encontraba en su camerino mientras él se estaba cambiando - como de costumbre, porque ya había demasiada confianza y eso era un hábito normal entre ambos - al voltearse vuo como el mayor se encontraba totalmente sonrojado, nerviosos, con su respiración inestable y buscando desesperadamente algo que poner sobre sus piernas porque al parecer algo pasaba entre ellas.

Entonces Sanha decidió que era momentos de dejar de evitar las cosas y afrontarlas, de por lo menos luchar fuera cual fuera el resultado. Pero como para ser sinceros él no era lo suficientemente valiente aún para atreverse a decirlo con palabras, decidió hacerlos con actos. Poco a poco.

Había diseñado un plan de conquista que comenzó a llevar a cabo inmediatamente. Este consistía en aumentar las "bromas" románticas hacia el mayor, los coqueteos, caricias y toques disimulados. Ponerse bonito con los trajes y tipos de ropa con los que lo había pillado observándolo en algún momento, y sobre todo, darle celos con muchas citas.

En realidad no tenía del todo seguro si su plan estaba funcionando realmente, pero quería creer que si porque el comportamiento del peligris era cada vez más extraño y notorio. Por esto, habia decidido que hoy por fin era el momento de actuar. Aúnque luego de pensarlo mucho, decidió que no iba ser él quien daria el primer paso. Esa era la razón por la que se había mantenido alejado del pálido desde que llegaron y se había dedicado a ignorarlo totalmente.

Obviamente se había dado cuenta de las intensas miradas de este y eso lo alegraba, pero por otro lado, no saber como decifrar esas duras miradas, y el que en casi 5 horas el mayor tampoco se hubiera atrevido a acercarse, lo hacían dudar de todo y a su seguridad flaquear.

¿Y si habia entendido lo que no era y Bin se comportaba extraño por otra razón?

¿Si solo estaba perdiendo el tiempo y llenándose de falsas y estúpidas esperanzas?

Esas preguntas lo agobiaban útimamente.

El joven soltó un fuerte y sonoro suspiro mientras le daba el ultimo sorbo a su décimo Sex in the beach, con la vista puesta en la pareja de tortolitos que se encontraban en su mesa. Tenía que admitir que muchas veces envidiaba la relación tan bonita que tenían Minhyuk y Dongmin desde que se conocieron los cuatro en el kinder.

Cuanto daría por ser ellos...

Resopló.

Sus ojos buscaron con anhelo una mirada felina y penetrante observándolo desde algún lugar, pero su ánimo decayó al no hallarlos por ninguna parte.

De seguro no soportó más y se fue.

Sin mí...

Ni siquiera fue capaz de avisarme o preguntarme si quería que me llevara...

Pff, idiota.

Frunció su ceño y sus labios en un puchero molesto y se giró hacia la barra para pedir otro trago, lleno de frustración.

- ¿Se puede saber que hace que un chico tan guapo como tú esté tan afligido? - preguntó curioso el joven tras la barra, preparando su trago.

El azabache meditó su respuesta tratando de decifrar que cosa le afectaba más de todo lo que estaba sucediendo.

- Los hombres somos difíciles ¿Sabes? - dijo simplemente con un suspiro cansado.

- Ni lo digas. A veces creo que más que las mujeres - concordó el contrario mientras agitaba el mezclador.

Y el modelo asintió totalmente de acuerdo con ese comentario, soltando una leve y tierna risita que fue repentinamente interrumpida por una voz.

- Una botella del whisky más fino que tenga, por favor - pidió Bin con su característica voz gruesa y demandante sin siquiera voltear a ver al menor a su lado.

Sanha parpadeó sorprendido y atónito de verlo allí, cuando realmente en su mente este estaba o con una mujer revolcándose quién sabe dónde, o en su casa con su pijama de gatitos durmiendoplacidamente como uno.

Era en las únicas circunstancias que se podía imaginar al susodicho.

- Pensé que te habías hartado y te habías ido - comentó el de traje fucsia con falso desinterés, bebiendo del trago que el bartender le había acabado de poner sobre la barra, devolviendole la sonrisa seductora que este le otorgó.

- Y yo creí que tú me ibas a acompañar toda la noche como prometiste - respondió de la misma forma haciendo lo mismo con su trago de whisky.

El más bajo sonrió divertido en el borde de su copa en silencio. como siempre y sin darse cuenta, ambos se encontraron sumidos en un repentino silencio tranquilo, aunque esta vez no tan ameno como de constumbre, ya que una extraña tensión se interponía entre ambos.

Los minutos pasaron y lo único que se podía escuchar entre ambos era el bullicio del ajetreado lugar, por que era tanta la tensión que hasta ambos estaban reteniendo la respiración.

A la mierda todo.

- ¿Bailamos? - preguntaron ambos al unísono sin atrever a mirarse a los ojos con ese mismo pensamiento instalado en su mente.

Ambos habían creido que la noche estaba por terminar pero lo cierto era que para ambos la noche apenas comenzaba...

To be continued...

⋆1/3♡

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