𝐋𝐞𝐭 𝐈𝐭 𝐒𝐡𝐢𝐧𝐞✨
—¡Orden a mesa cinco listo! —Alertó rápido el chef poniendo los platos de bibimbap relucientes sobre el mesón.
Una mano ajena tomó del mismo siguiendo el trayecto que era pacto de todos los días, posicionándolo listo sobre una bandeja negruzca siguiéndolo de bebidas, servilletas, y acompañamientos con sazón. El tintineo de la campana avisaba que un nuevo cliente hacía aparición, y las palabras resonantes de las personas almorzando en el reconfortante restaurante solo musicalizaron lo cotidiano de su labor.
Su palma apretaba la suave esponja mientras la espuma lo mojaba sin temor, limpiando de acá a allá y tarareando la canción que desde hace días su mente no olvidó. El mismo cantar del más bello ser que alguna vez sus ojos pudieron ver, pisando la mismísima tierra.
«¿Cómo es posible que un ser insignificante como yo compartiera suelo y oxígeno con ese ángel?», se cuestionó soltando suspiros mientras pequeñas sonrisas se escapaban.
El ondear del cabello castaño, el brillar de la piel de porcelana portante del más exquisito perfume, e incluso la perfecta sonrisa que podría esclavizarte si pudiera, eran suficientes razones por las cuales el peli-azul nunca se animó a entablar una conversación.
Un omega de ese porte no se merecía a un "alfa lava platos", según sus inseguridades más profundas.
Aunque, sin miramientos, el impactante ser tenía a su lobo y a él encadenados en las notas de los pasos rítmicos que golpeaban en su alma una y otra vez cada que lo recordaba.
Suspiró profundamente antes de sobresaltarse por un objeto extraño aterrizando en su rostro de forma brusca.
—¡Ahh! —Exclamó el alfa exaltado por el paño amarillo que aterrizó en su rostro, buscando veloz al culpable—. ¡¿Y eso porqué fue?!
—Quería ver si no habías muerto —Sonrió burlón el alto de manos grandes sirviendo platillos en la pesa brillante de la cocina—. Se te va a quemar el cerebro de tanto pensar en ese chico.
Un leve gruñido resonó en el pecho del mayor al escuchar tal blasfemia.
—Si ti vi i quimir il ciribri, ¡pues yo encantado! —Contraatacó defendiendo al príncipe de sus sueños—. Al menos es el único lugar donde no lo arruinaré todo... —Apaciguó disminuyendo poco a poco el tono de voz al darse cuenta de que la figura del bailarín solo podría estar seguro en su subconsciente.
El lobo pardo soltó un leve llanto al escuchar las palabras del propio camarero.
—¡Vamos hyung! —Dijo el peli-rojo arrugando el entrecejo ante las estúpidas frases que soltaba su compañero. No entendía como el alfa podía estar tan miedoso sabiendo que su mismo amigo tenía un gran potencial como pareja— ¿De veras ni siquiera en todas las veces que lo espiaste te acercaste a decirle un hol- —Interrumpió el alto ante las palabrerías que soltaba su amigo de cocina.
—Primero —señaló apuntándole con una de las cucharas de madera del lavabo—, jamás lo espié... s-sólo lo observo desde lejos. —El contrario rió mientras el alto desviaba la mirada repasando la losa con un paño— ¡Y segundo! No Taehyung, ya te dije que no me haría caso.
—Te atormentas demasiado hyung. Desde hace tiempo que traes la cola entre las patas por no creer en ti. Es un omega, saca a relucir el gran alfa que llevas dentro y conquistalo —animó golpeando con su palma su pecho.
—Somos de dos mundos distintos Tae, no es lo mismo que tú con Jungkook. Él no sabe que existo.
El orgullo de Taehyung se alzó al recordar a su amado omega y pareja desde hace tiempo. Estaba desesperado en que su amigo también viera que era un buen partido para triunfar.
—Pfff. ¡Entonces ve donde él, agarralo de las manos, y plantate con firmeza! Quiero un cuñado ya~ Joon. —Rezongó como niño desesperado causando ternura en el alfa.
La mente de Namjoon meditó las porras del chico analizando nerviosamente si esa tarde debería hacerle caso -de una vez- y acabar con su sufrimiento.
O dejar pasar otra tarde más del frío y templado viento, estando escondido detrás del arbusto que seguramente si hablara se reiría de su comportamiento.
"¡Eso niño! ¡Hazle caso al cabeza de cereza que tiene razón!", se escuchó una ronca voz desde el otro lado del mostrador.
Los dos hombres asomaron sus cabezas detrás de la cortina que separaba la cocina de ellos, dejando ver al simpático cocinero y a unas cuantas personas más vestidas de blanco levantando sus pulgares en señal de aprobación.
Mientras Taehyung abrió la boca atacado por cómo le habían llamado, Namjoon relució sus hoyuelos ante la vergüenza de los elogios que sus compañeros de trabajo le decían. Eran como su segunda familia después de todo, estaban al tanto del omega cautivador que tenía enamorado al chico de secretas pasiones.
—¡¡Yah ajusshi!! ¡¿Cuántas veces le tengo que decir que no me llame así?!
El ambiente alrededor del peli-azul se fue borroneando poco a poco, a como sus ojos en sincronía se cerraron tratando de volver a memorizar el semblante del hombre de ojos color ámbar. Esos que apenas hicieron contacto con su percepción, a la par del ceño de enojo del contrario porque no le habían dejado terminar su danza debajo de la incesante lluvia de septiembre, sus vellos se erizaron ante la imagen que lo atraparía y abrazaría por completo en un interminable precipicio sin salida.
Uno del que jamás quiso volver a escapar, a pesar de que tenía en la otra punta de su conciencia los pies en la tierra ante la persona de la que su mente y corazón hacían estragos.
Porque...«¿para qué engañarse?», se planteaba a sí mismo.
Sabía de lejos que sus posibilidades como individuo social se veían desperdiciadas ante el terror de un doloroso rechazo. Uno que sería capaz de romperle la seguridad que como alfa tenía al siquiera poder volver a ver una y otra vez a su precioso bailarín. Tristemente aunque este nunca supiera de su existencia.
Preferiría que no se enterara, antes que su lobo fuera rebajado a un perro inservible que no puede ni siquiera clavar las garras y atreverse a arriesgarse por el amor de su vida.
¿Era demasiado pronto para llamarlo así? ¿O demasiado tarde?
Sacudió su cabeza mientras subía al bus que lo transportaría a ese campo donde las flores y hojas adornaban el atardecer que decoraba la escena. Nervioso, como cuando en uno de los tantos movimientos del omega es esas tardes de ritmo y sincronía, un pequeño pétalo indefenso de los sakuras en el playón siendo llevado por la corriente, aterrizó por obras inexplicables tocando los grandes y rosados belfos, justo en el momento en que la melodía daba su última nota. El pecho del castaño subía y bajaba causando que el alfa, embelesado, tragara saliva ante las suertudas gotas de sudor que mojaban la camisa de seda blanca protectora del origen del aroma que transformaba sus instintos.
Y donde sus labios se castigaban por probar.
El pesado desinflar del bus, junto a las risas de los niños jugando en las atracciones, lo devolvieron a su cruda realidad. Levantó el rostro emocionado en cierta forma al divisar su reloj, aguardando a que la aguja más grande diera en el doce y la más pequeña en el cuatro, sus pies casi se enredaban al caminar dando pequeños saltitos en tanto no pisaba el borde de las baldosas grises como juego.
El buen clima lo recibió en su posición de siempre; adentrándose sobre en el césped verde sacudiendo sus pescadores de jean, dejó su mochila a su derecha, junto al pequeño regalo que deseaba entregar al omega.
Detrás del arbusto esperando, atinó a observar todo a su alrededor hasta que un tintineo en su interior se escuchó y las alarmas en el chico sonaron, su lobo comenzó a correr moviendo su cola emocionado, ya reconociendo la presencia que caminaba hacia las gradas del lugar. Namjoon tragó saliva y lentamente fue asomando sus ojos curiosos, las manos le temblaban y no podía concentrarse al tener al lobo insistiendo una y otra vez en que se acercara.
Contuvo la respiración al recorrer la espalda ajena, habiendo memorizado anteriormente la rutina del hombre de cabello castaño. Cómo sacando el reproductor de música, y anticipando en pose delicada de sus extremidades, éste se preparaba para el espectáculo que lograba que su mundo cobrara vida.
Y fue cuando se dio la vuelta que el brillo solemne dibujó la silueta a contra puesta del sol, exponiendo el nombre que destruía cualquier maldad a ser visto.
El nombre del omega de alas blancas.
—Mi Seokjin... —Soltó suave sin darse cuenta, acompañado de la música clásica adornando la cálida tarde.
Él era lentitud, una lentitud y gracia que te hipnotizaría hasta los confines de la existencia, éso soltaban los vaivenes del cuerpo alto y etéreo que hacían revolotear las mariposas en su estómago.
En cortos momentos la vista del castaño se dirigía al arbusto por sus giros, y la cabeza de Namjoon subía y bajaba en temor a que lo viera y se asustara. A fin de cuentas, era un alfa, cualquier omega en una situación semejante gritaría y llamaría a la policía de seguro.
Respiro hondo cuando se dio cuenta que la música estaba por terminar, era el momento y entre el ritmo que retumbaba sus sienes se aseguró de hacerlo.
«¡No eres un alfa cobarde Namjoon, no lo eres!»
Pero el sudor atravesó sus manos como vidrio punzante cuando no escucho más la composición, y las esperanzas de un objetivo posible se vieron destruidas cuando sus piernas dejaron de responderle.
—No no no... —Se reprendió sabiendo lo que sucedía, era algo que no podía evitar, y eso le desesperaba aún más. Un nudo en su garganta le ocasionó no poder emitir ninguna palabra a como respiraba apresado por la decepción. Su labio inferior se sacudió un poco y pequeños destellos de agua hacían aparición en ojos rojos enojados por su estado.
Su corazón palpito temeroso y dolido cuando escuchó pasos que parecían alejarse.
Su cuerpo no se movía. ¡Maldita sea necesitaba moverse!
Su lobo aulló alto en tristeza, y su mente se culpó de haber perdido otra valiosa oportunidad por un estúpido ataque de nervios ante el inestimable de tez blanca.
—¡Eres un idiota Kim! —Recrimino agachando su cabeza y golpeando su frente en frustración mientras que su mano izquierda apretaba el pequeño ramo de margaritas que construía cada mañana como regalo al omega.
Uno que jamás recibiría.
No se merecía ser llamado como lo era, y ese era otro castigo que se dedicaría en las noches en lo profundo de su subconsciente. Que los nudos intrínsecos en su pecho lo hicieran recordar una y otra vez que no encontraría a nadie más pisando el suelo mundano que lo enamorara de esa forma.
Ya no había otra oportunidad, y el peli-azul estaba dándose por vencido.
—Yo no creo que seas un idiota. —Emergió declarando una sombra extraña sobre su persona.
Las pupilas de Namjoon, quien se alarmó por la intromisión, lentamente se alzaron tratando de enfocar al contrario mientras su mente salía del precipicio confundido y volvía al presente.
Sin embargo, cuando su mano derecha apartó la luz cegadora, su alma abandonó su cuerpo al tener en frente al ser partícipe de todas sus fantasías más ideales. A ese omega de "piel suave y ojos color ámbar", mirándolo expectante de algún signo de vida del hombre petrificado en aquel largo césped.
—Oye —llamó su atención Seokjin ladeando su cabeza al ver que no era correspondido a su afirmación—, ¿estás bien?
«¿Esto es real? ¿De verdad está frente a mí?» cuestionó su voz interior captando y guardando cada detalle que sus ojos marrones observaban. Cada pedacito de poro a la vista, cada cabello, cada lunar, cada pestaña, todo adentrándose y mezclándose con la sensación de felicidad en su interior.
—Eres tú... —Habló despacio deslizándose lentamente hacia arriba en tanto el omega no perdía su semblante preocupado, elevando el rostro un poco ante la altura del gran hombre.
La perdición de sus palabras causó en Seokjin una leve risa ante el comportamiento del peli-azul.
—Sí, soy yo —rió—. Se puede saber qué hace un espía detrás de este arbusto acosando a un indefenso omega desde las sombras. —Preguntó levantando la ceja izquierda, fingiendo divertido e inquisidor ante la respuesta del alfa de tiernos hoyuelos.
La leve sonrisa del Namjoon decayó fuerte ante la dura realidad de sus palabras y la alerta roja sonó en sus oídos.
—¡Oh por la luna! ¡No, no te estaba acosando, te lo juro! —Dijo confesando con total impunidad el atrevimiento de las acciones que tomó anteriormente— Yo de verdad te admiro... No sabes cuanto. —Sinceró.
Seokjin entrecerró sus párpados escaneando al intruso, su omega se volvió inquieto ante la imagen del alfa que sobresalía de los ojos de Namjoon, y las ganas de apresar su rostro y tocar esos huequitos sobresalientes no ayudaban en absoluto. Ese gran lobo de colores de otoño sentado, bajó levemente su hocico en saludo a su ser, y dios, su cuerpo percibió cómo la piel de gallina le recorría sin pudor, sin una intención por parte del contrario desde su lugar.
¿Podría jugar con él un poco más? ¿Podría siquiera admirar sin maldad?
—¿Ah sí? —Habĺo dándose la vuelta y caminando hacia los asientos con aire sublime, dejando mostrar y la vez no, su elegancia al caminar. El peli-azul, fascinado, movió sus pies armonizado y sus hombros por inercia se ensancharon un poco pellizcando sin piedad la curiosidad en Seokjin.
Dato que no pasó desapercibido por el bailarín.
—¿No me tienes miedo? —Preguntó nervioso Namjoon.
—¿De ti? ¿Porque lo tendría? —Respondió.
—No lo se, digamos que mi intento de saludo hacia ti no fue lo que esperaba. Deberías de estar preocupado que un alfa te estuviera "espiando" sobre el frío suelo. —Desaprobó triste cerrando los puños, avergonzado de mostrarse de esta manera a su luz, y no demostrando que la protección que sentía desde que lo vio nunca lo abandonó.
El omega caminó despacio frente al chico de dichosa suavidad. Masculinidad que te arrebatará en un santiamén, pero ternura que haría que te derritieras por él. Punto extra marcó.
Cuando el castaño estuvo cerca de sus fauces, Namjoon no soportó la tensión y cerró su mirada esperando una reprimenda. Más lo que halló luego de un corto carraspeo, hizo de su curiosidad liberarse al saber que el hombre estaba en su percepción.
Pero sin esperar los abrió.
Seokjin, quieto, sostenía el pequeño ramo de margaritas blancas y amarillas un poco estropeadas por la caída de las manos nerviosas del alfa hace unos momentos atrás. Namjoon confundido desvió su estancada inquietud al rostro amable del contrario quien esbozando una leve sonrisa le confesó.
—¿Crees que un alfa tan malo como tú podría hacerme algo con esto? —Levantó el objeto— Lo único que podría ocasionar es diabetes.
Un intento de risa salió con prisa de la boca del alfa. Además de hermoso, divertido, tenía la lotería en su destino.
—Podría seguir dándote todas las flores que quisieras —declaró dejando ya su alma sobre el tablero, y su lobo se alzó imponente por la declaración—, sí te gustaría tomar un helado conmigo.
El peli-azul tomó con delicadeza también el ramo, rodeando con suma paciencia la mano contraria. Estuvo a punto de agradecer a los ancestros por como ellos dos encajaban perfectamente, los bombeos en su pecho retumbaban ante la emoción de poder sentir por primera vez a su chico de ojos color ambar.
—Ssss —siseó Seokjin ante la propuesta—. ¿Salir con mi acosador? ¿No sería peligroso?
—Créeme que lo máximo que haría es dejar caer la comida sobre ti —Confesó divertido Namjoon causando que el castaño riera.
La burbuja fue abrazando a los dos hombres, incrustando algo inimaginable desde las imaginaciones de un admirador de espuma y brillantez, a la par de un entre que con su baile dejaba escapar cualquier sentimiento malo de su mente. La pieza perfecta marcó las cinco de la tarde cuando el naranjo de la tarde se enseñó sobre los dos.
Seokjin no tenía porque estar preocupado, y Namjoon no tenía porque seguir estando apresado por la vergüenza. Todo se había esfumado. Sin miramientos, sin remordimientos en sus palabras.
—Ok. —Determinó el omega asintiendo sin más, Namjoon estuvo a punto de levantar sus brazos en el aire— ¡Pero! —interrumpió llamando la atención del alfa— Quiero un ramo más grande.
—¿Eh? —Enunció confundido ante la petición, sin embargo Seokjin ladeo la cabeza hacia adelante "señalando" las margaritas para que lograra captar el mensaje. El peli-azul lo recibió de inmediato.
—¡¡Ah!! ¡¡Sí sí sí!! —Afirmó feliz empezando a irse desesperado, no solo por la hora y la tortura de tener que dejar al chico, sino que ahora tenía que planear un acontecimiento fruto de su nuevo objetivo por conseguir, el poder despertar en el contrario sus mismas sensaciones, un circulo mutuo de calidez y tenacidad— Ahora desgraciadamente tengo que irme pero ten por seguro que te traeré el ramo más enorme y espectacular que hayas visto.
—¡Más te vale! —Le gritó cruzando de manos el castaño no enseñando la necesidad por la lejanía de Namjoon. Admirando la silueta del alfa al irse de espaldas. Un click tronó y apurado preguntó, pues los minutos en que dialogaron bajo el árbol de sakura cubriendolos del sol pasaron sin supervisión atontandolo— ¡Oye! ¿Cómo te llamas?
—¡Kim Namjoon! —Vociferó a lo alto para que todo el barrio escuchara el acontecimiento del siglo— ¿Y tú?
Namjoon lo sabía perfectamente. Sobre todo desde que escuchó al entrenador del mismo regañarlo en el recuerdo de la bendita agua cayendo del cielo y empapando al hombre de un ritmo incesante.
—¡Kim Seokjin! —Recalcó tocando tímidamente sus dedos— ¿Mañana vendrás de nuevo?
Namjoon quiso morirse ante la inquietud de su hermoso omega quieto observando mientras él mismo era encarcelado en perdición. Porque sí, si tenía que luchar contra viento y marea para conquistarlo se atrevería.
Y ahora ya ni sus inseguridades podría pararlo, ya no más.
—¡Aquí me tendrás! —Respondió finalmente corriendo y saltando dejando a un risueño omega esperando por el suceso.
El bailarín volvió a ver los pequeños pétalos blancos que quedaban en aquellas flores, aquel regalo que esperó desde siempre.
—Kim Namjoon... —Susurró deleitándose con tal nombre, y suspirando por la oportunidad de que al fin se pudiera acercar al peli-azul.
Porque Seokjin también lo sabía.
Lo supo desde aquel día de nubes en julio, en que captó al peli-azul saliendo sin ser visto luego de su ensayo en aquella tarde de verano. Cuando un alfa de cabellos cereza lo recibió enunciando el nombre del alfa que su omega captó en desvío, admirando la cálida energía junto a la excéntrica personalidad en su visión. Un tirón en su pecho lo hizo reaccionar, y desde entonces pidió a la luna que por favor el hombre, solo un día, se hiciera notar.
Junto a la necesidad de saber más información.
Y un brillo inigualable que su lobo jamás olvidó.
"¿Será muy malo si le digo que desde antes ya me enamoró?"
JJKKBUNIE © 2020
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