Veintiocho | La promesa
Advertencia.
Este capitulo puede contener escenas sensibles como: problemas alimenticios, depresión u otros.
Si te lo saltas no habrá problema, ya que no será importante para el desarrollo de la historia.
Diana
Mi respiración está agitada, nada parece calmarlo. Oía como todos hablaban, como todos decían sus avances pero lo único que podía hacer era sonreír. Martin había dado un espacio para tomar aire, miré Adam, al parecer me estaba hablando, asentí y me dirigí al baño.
No podía aguantarlo más...
Uno, dos, tres...
Corrí al baño cuando nadie más me vio, lo sentía dentro de mí. Lo sentía volver a mí, me encerré en uno y vomité todo, incluso lo que no tenía. Me sentía horrible, una gota me corría por la frente, lloraba de impotencia al no poder mejorar, no podía respirar por lo mal que estaba.
Mi corazón y mi alma estaban rotos, lo seguían estando, me quedé en el suelo asimilando lo que había ocurrido.
Me limpié la boca y las lágrimas antes de salir, pero me quedé inmóvil al ver a una persona allí.
––Cariño mío, ¿Estás bien? –– decía Regina agarrando mis manos.
Negué y no pude contener mis lágrimas, ella me abrazó y comenzó acariciar mi cabello.
––No puedo mejorar, no puedo hacerlo –– decía mientras sollozaba.
Ella me acariciaba suavemente el cabello.
––Claro que lo harás. Diana querida, hay días buenos y malos. Debemos afrontarlos con toda la fuerza que tengamos.
Seguía llorando, me dolía seguir así.
––¿Cómo puedo mejorar si no puedo dejar de hacer esto? –– decía apuntando al lugar.
Ella me dio una media sonrisa mientras acariciaba mis manos.
-––De a poco cariño mío, un paso a la vez. Ahora ven, mojemos tus manos, te harán sentir mejor.
Avanzamos hacia donde estaba el grifo, ella lo abrió y puso mis manos. El agua comenzó a mojar mis manos, lentamente mi respiración comenzó a calmarse, mis lágrimas dejaron de salir y yo estaba más tranquila.
––¿Cómo te sientes cariño? –– decía Regina.
Asentí mientras daba un largo suspiro.
––Un poco mejor - respondí en voz baja –– Gracias Regina, me arreglaré un poco antes de volver a la sesión.
Ella me sonrió y me dio un abrazo bastante largo.
––Para eso estamos, somos un grupo que podemos ayudarnos entre todos –– decía ella sonriendo –– Hay un chico esperándote afuera.
Le sonreí, Regina salió del baño y me miré al espejo. Estaba mirando a una persona diferente pero aún veía a mi versión pequeña, a la que no podía mirarse al espejo unos segundos sin pensar en lo peor, ahora podía pensar un poco mejor, me mojé la cara unos segundos más y salí de allí.
Adam estaba apoyado en la pared, cuando me vio me dio una sonrisa, me acerqué a él y lo abracé. Adam abrió sus brazos sin ningún problema, me quedé allí recordando cada centímetro de él, su olor, la manera en que me abrazaba.
––¿Diana?
Me alejé de él y lo miré.
––¿Si?
Él se quedó unos segundos mirándome.
––Lo que dije fue cierto, me gusta cómo te ves.
Le sonreí y lo abracé otra vez.
––Adam, puede que sea egoísta lo que diga pero... No te vayas.
Pude oír como su respiración se aceleraba un poco más.
––No me iría nunca de tu lado –– respondió Adam mientras me besaba la frente.
Lo miré a los ojos unos segundos, admirando este momento. Me pare de puntas y lo besé en los labios. Me quedé pensando en lo lejos que estaríamos, estos días habían sido especiales, algo que ninguno se esperaba.
––No quiero tener una despedida triste otra vez.
El me miró y me besó suavemente.
––No será así, nos quedaremos con los recuerdos felices. Los pequeños momentos que iremos creando.
Sonreí mientras él me acariciaba la mejilla, lo tenía en frente pero sentía que era una despedida. Una menos dolorosa.
––Quiero que seas feliz Adam, de verdad –– añadí –– Si conoces alguien en Londres...
––Espera... ¿De qué estás hablando? –– decía él en tono preocupante.
- Puedes conocer a otras personas, quiero que seas feliz mientras estás allá.
––Pero yo no quiero conocer a nadie, yo quiero estar contigo.
––¿Que...? Pero....
––¿Es que aún no lo entiendes? –– Decía Adam sonriéndome –– Te esperaría toda la vida.
Me quedé allí, en ese instante. Recordando cada detalle de él. Su sonrisa, la forma en que me miraba.
En cómo se dirigía a mí, en cómo me protegía. Deseaba con toda mi alma que fuera feliz, que encontrará alguien más, pero dentro de mí no quería que se enamorara de alguien más.
Me acerqué a él, a su oído y le susurré lentamente lo que siempre quise decirle. Desde el momento en que lo conocí, en que nos conocimos mutuamente.
––Te amaré siempre Adam.
Él me sonrió y me besó en la frente. Esos pequeños detalles, gestos y otras cosas hacían que me enamorara más de él. Sabía que dentro de dos días se iría, dejaríamos todo nuevamente, pero está vez me quedaba más feliz con lo que hemos hecho, una despedida más completa.
––¿Volvemos a la sesión? –– preguntaba Adam.
Asentí y caminamos a dónde estaban las sillas, Gabriel estaba conversando con Regina, Mike se reía con Billy. Todos parecían estar bien, Martin estaba en una esquina conversando con Beatrice. Melek estaba en una silla esperando a que volviéramos, le sonreí cuando nos vimos y nos acercamos a ella.
––Está bien, creo que hemos llegado al final de la sesión –– decía mirando a todos –– Sé que no hablaron todos, pero cada uno de ustedes tiene un avance honesto. Quiero que piensen en la próxima sesión, que será dentro de dos semanas, piensen en sus cambios, en lo bueno y en lo malo.
De pronto un trueno interrumpió a Martin, haciendo que todos miráramos hacia la ventana, dónde poco a poco comenzaron a caer gotas de lluvia.
––Que lleguen bien a sus casas, nos veremos dentro de dos semanas - añadió Beatrice mirándonos a todos.
Nos levantamos de las sillas y comenzamos a salir de la sala dirigiéndonos a la salida. Adam agarró mi mano entrelazando sus dedos con los míos, sonreí mirando nuestras manos.
––¡Diana! Creo que me iré –– decía Melek mirándome.
Le di un gran abrazo.
––Gracias Melo por venir, agradezco lo que dijiste y por tu presencia –– le respondí mientras le daba otro abrazo.
––¡Que lleguen bien a casa! Nos vemos pronto –– decía ella mirándome y luego Adam.
Afuera el clima había cambiado por completo, una inesperada lluvia apareció, todos parecían estar aterrados con los truenos e incluso la lluvia. Cuando llegamos a la entrada, todos subieron a sus autos mientras se iban despidiendo de nosotros, Adam estaba mirando a la calle en busca de algún taxi.
––Van todos ocupados, ¿Crees que alguno nos quiera parar? –– decía preocupado.
Yo estaba mirando hacia el cielo, estaba oscuro y lleno de grandes nubes a punto de explotar. Poco a poco las gotas de lluvia se convirtieron en algo más grande, haciendo que todos se cubrieran en sus abrigos.
Me acerqué un poco más a dónde llegaban, miré hacia arriba y dejé que cayeran en mí, solo disfruté el momento. Adam se volteó y se quedó mirándome.
––¿Qué haces? Te puedes resfriar, ya pronto voy a encontrar un taxi para que lleguemos a casa.
Me reí un momento.
––No es necesario Adam, ven aquí –– le dije mientras le ofrecía mi mano.
Él se acercó y comenzó a mojarse, su cabello en segundos se mostró más negro, mucho mejor. Sonreí mientras lo miraba, el parecía muy confundido.
––¿Que intentas hacer Diana? –– decía mientras me miraba.
––Nada, solo disfrutar el momento. Es solo lluvia, nada nos pasará.
Él me sonrió y me besó en los labios, comencé a reír cuando la lluvia se intensificó aún más. Agarré su mano y comenzamos a caminar, las gotas caían y caían en nuestra ropa. Comenzamos a reír juntos, soltando carcajadas y fue lo mejor.
Caminamos un poco más rápido en busca del departamento, Adam se había sacado su chaqueta y la puso encima de nosotros - no tenía sentido - llegamos allí, Héctor no estaba en la recepción, así que subimos las escaleras, busqué en mi bolso las llaves y abrí la puerta.
––¡Dios! Eso estuvo muy divertido –– añadí mientras dejaba mis cosas allí.
Adam me miraba, yo reía con todas mis fuerzas, él se acercó y me besó suavemente en los labios.
––¿A qué vino eso?
––Solo quise hacerlo, te ves hermosa así.
Reí nerviosa.
––¿Así como?
––Con la ropa ajustada a tu cuerpo.
Sentí como mis mejillas se ponían rojas, Adam se acercó una vez más y me besó pero esta vez fue un poco más intenso. Nos comenzamos a mover en dirección a la habitación, mis manos buscaron su polera, las suyas buscaba acariciarme.
Se quitó la polera mientras soltaba una risa - algo bastante difícil - reímos juntos cuando intenté hacer lo mismo.
––¿De qué te ríes? –– le solté mientras me alejaba un poco de él.
El me miró unos segundos más, sus pupilas estaban dilatas, pedían algo más.
El universo paró, dejé de sentir los golpes de la lluvia en la ventana. Dejé de sentir todo, excepto a él. Caí suavemente en la cama mientras el iba avanzando hacia mí, todo era seriedad. Nada podía arruinar este momento.
De pronto, él se separó de mí. Me miró unos segundos y me besó la punta de la nariz.
––¿Que?
Él me sonrió y negó.
––Me gustas Diana, ¿Lo sabías, verdad?
Cerré mis ojos un momento y me apoyé en su pecho, escuché su respiración y me quedé allí mientras el acariciaba mi cabello, me gustaba cuando lo hacía.
––Si, lo sabía –– le respondí en voz baja.
Pude sentir como sonreía.
––Me iré a bañar –– le respondí dándole una mirada.
Adam se quedó allí unos segundos, entré al baño y me quedé allí esperando que estaba por hacer.
––¿Estás bien? –– la voz de Adam estaba al otro lado de la puerta.
––Si, solo que... No puedo sacarme la ropa –– le respondí.
La puerta se abrió despacio y allí estaba Adam, parecía haberse arrepentido de tocarla.
––¿Qué sucede? –– le pregunté.
El me sonrió.
––Si quieres... digo, puedo ayudarte –– aclaró nervioso.
El cerró la puerta, haciendo que quedáramos solos, me ayudó a sacarme del resto de la ropa, sabía que lo hacía con buena intención, se giró al momento en que quede en ropa interior. Me metí a la ducha y allí dentro me saqué lo que quedaba, la puse en un costado donde no se pudiera mojar.
––¿Adam?
––¿Si?
––Puedes entrar.
Sin dudarlo, se metió adentro, cerrando la cortina, dejando muy poco espacio entre nosotros. Solamente llevaba bóxer, pude ver cómo se volvía serio al verme desnuda, se acercó un momento más y sacó el shampoo que estaba en el estante, lentamente comenzó a masajear mi cabello.
Al momento en que dejó de masajear mi cabello, se quedó viéndome, tratando de entender lo que pasaba por mi mente. Se notaba que estaba nervioso, al igual que yo, tragó saliva mientras que en su boca se le formaba una línea recta. Mojó sus labios, haciendo que todo mi cuerpo reaccionara, me había quedado helada, era como si mi cuerpo supiera a quien tenía en frente, como si nunca hubiéramos terminado.
Comencé acariciarle la mejilla, él se quedó allí atesorando ese momento. Adam me besó y yo a él. Nos acercamos un poco más haciendo que todo lo de a nuestro alrededor desapareciera, éramos él y yo en un espacio pequeño.
***
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