Veintinueve | Día 1

Adam

Estaba soñando.

Era lo único que podía ser, la tenía adelante de mí, estábamos en la habitación ya en mejores condiciones – si es que lo entienden – ella estaba sentada en la cama sonriendo, creo que a mí.

––Deja de mirarme así.

Solté una risa.

––¿Así como?

––No sé, pero deja de hacerlo – decía avergonzada.

––No puedo dejar de mirarte, de hecho creo que nunca podría dejar de hacerlo –– respondí mientras me acercaba a ella.

Diana se puso un mechón detrás de su oreja. Nos quedamos allí un momento, solo disfrutando. Me acomodé mejor y ella se puso encima de mi, poniendo su cabeza en mi pecho.

––¿Por qué no has vuelto a pintar? –– le susurré.

Ella levanto un poco su mirada y soltó un largo suspiro.

––No sé, solo dejé de hacerlo.

––¿Y aún te gusta hacerlo? –– le pregunté.

––Siempre me ha gustado, solo que solo dejé de hacerlo.

No quise preguntar más, me quedé pensando en sus pinturas. Me gustaban, de hecho aún tenía la que me dio de nosotros, la tenía en el fondo de mi maleta, la llevaba a todos lados.

––¿Te gustaría ir a un museo? ––le pregunté.

Ella se levantó de inmediato y me sonrió, era como ver a una pequeña de cinco años.

––¿Museo? Nunca he ido a uno –– decía con entusiasmo y tristeza.

––Siempre hay una primer vez para todo.

Ella sonrió y me besó en los labios. Nos levantamos y comenzamos a prepararnos,no tenía idea donde habría alguno pero decidí buscar. Estaba seguro de quehabría uno cerca, estábamos hablando de Nueva York.

Diana parecía entusiasmada, entró a su baño con ropa en su mano. Me quedésentado mientras buscaba un lugar bueno donde pasar la tarde, quería que losdos últimos días fueran divertidos, no quería que estuviera triste porque meiría.

El museo MoMa estaba disponible, de hecho hoy tenían unas exposiciones gratis,estaba seguro que a Diana le iban a gustar, abrí mi maleta y busqué algo deropa, la lluvia de ayer fue inesperada, miré hacia la ventana y se notaban unasgrandes nubes pero aun así había sol.

No me complique mucho, agarré unos jeans oscuros y una blusa blanca, algo medioformal. Ya que tampoco había ido a un museo. La puerta del baño se abrió y Diana venía sonriendo, tenía una polera blanca bastante elegante y una falda decolor amarillo, me gustaba mucho como se vestía, los colores que elegía lahacían ver muy bien.

––El museo queda cerca, nos podemos ir caminando o beber algo por el camino, ¿Qué me dices?

––El mejor plan.

Diana abrió su closet y sacó un abrigo delgado que le llegaba un poco más abajode su falda, guardó sus llaves en los bolsillos de su abrigo y salimos deldepartamento, yo no llevaba muchas cosas, solamente mi teléfono, un poco dedinero en efectivo y tarjetas.

––¿Por qué el interés en ir a los museos? –– preguntó Diana.

La miré unos segundos y seguimos caminando, entrelace mis dedos con los suyos.

––No sé, siempre quise ir a uno y ver pinturas nuevas.

Pero que idiotez fue esa.

––¿Ver museos? ¿Enserio? No pensé que te gustarán.

Solté una risa.

––¿Muy femenino para mí? Siempre me ha gustado ver arte.

Ella río con ganas.

––¡Yo no dije eso! Solo quería saber –– respondió ella –– ¿No tiene nada que ver conmigo y mis pinturas?

––Un poco, es que me gustaban tus pinturas.

Ella me miró unos segundos y me sonrió.

Diana no dijo nada, se quedó en silencio. Llegamos al museo, era un edificio grande, de color blanco y con unos ventanales transparentes que hacían quepudieras ver todo hacia adentro, se veía que todos entraban hablando depinturas que ya habían visto antes, Diana sonrió mientras veía el edificio.

Era un pasillo bastante largo dónde había arte en todos lados, pinturas dediferentes formas. Diana las miraba de una forma increíble, sonreía mientras se acercaba a mirar los detalles.

––Mira lo hermosa que es esta pintura Adam –– decía ella mientras miraba una deellas.

Pero yo no miraba a la pintura. La miraba a ella y sí que era hermosa. Ellasonreía mirando a una que estaba más allá, se asombraba por todo lo que tenía,en cambio yo, solamente tenía ojos para ella.

––Si, es muy hermosa –– le respondí mirándola.

Continuamos mirando el lugar, ella cada vez estaba más feliz de verlas. Nos acercamos a una pintura bastante interesante, era una silueta de un hombre, en la parte donde estaba su corazón había una gran luz de color amarilla.

Diana la miraba muchísimo, admiraba cada detalle de ella.

––Bienvenidos, espero que les haya gustado la exposición –– decía una mujer.

Era bastante alta, tenía un cabello rojizo y estaba bastante elegante.

––Está increíble, me ha gustado muchísimo la forma en que están creadas las figuras, sobre todo en esta –– decía Diana mirando a la mujer.

Ella asintió y le agradeció.

––Muchas gracias, fue bastante difícil crearla. Solo pensé en que cada uno denosotros necesita un poco de luz.

Diana le sonrió con entusiasmo, parecía querer saber un poco más sobre laspinturas pero no decía nada.

––¿Sabe dónde puedo conseguir que vean una pintura de alguien....? ¿Cómo puedo decirlo? –– le pregunté a la mujer.

––¿Alguien principiante dices? Puede ser conmigo o con mi gerente. Pero te puedo dejar mi tarjeta, soy Georgia Green.

Me entregó una tarjeta y le sonreí agradeciéndole. Diana se quedó en silencio, no tenía idea como interpretarlo.

––¿Te ha gustado venir a la exposición? –– le pregunté.

––Si, fue muy hermoso todo –– decía ella mirando, más bien a la tarjeta – ¿Porqué le pediste la tarjeta? No conoces a nadie que pinte, creo.

Solté una risa y me acerqué a ella.

––Claro que sí, conozco a una gran artista y creo que sería increíble ver sus pinturas por aquí.

Ella se quedó aún más confundida.

––¿De verdad? ¡Que increíble! ¿Quién? –– decía ella con entusiasmo.

––Tú.

Diana se quedó en silencio, estaba parpadeando tratando de hablarme.

––¿Que...? ¿De qué hablas?

––Con esto puedes volver a crear pinturas, tienes una oportunidad de volver hacer lo que te gustaba.

Diana se quedó allí unos segundos mirándome, tratando de asimilar que lo quehabía ocurrido era verdad.

––¿Lo dices enserio? Adam, no puedo creerlo –– decía ella susurrando.

––Claro que si Diana, todos merecen ver tus pinturas –– respondí –– Y sobre todo tu mereces volver hacerlo.

***

Salimos del museo, Diana iba sonriendo a todo lo que iba apareciendo. El día parecía haber cambiado, las nubes habían desaparecido y un gran sol estaba poraparecer.

––¿Que te gustaría aprender en Londres? –– preguntó Diana.

Me quedé un momento pensando, nunca había pensado en eso.

––No sé, quizás algún instrumento o un nuevo idioma.

––Te imagino tocando la guitarra, creo que sería algo interesante de ver –decía ella.

––¿Qué hay de ti? ¿Qué te gustaría aprender a ti?

Diana se quedó en silencio unos segundos.

– No sé, nunca lo he pensado –– respondió ella –– ¿Que otro plan tenemos? ¿Has hablado con Gabriel?

Negué.

––Desde que nos vimos en la reunión no he podido hablarle –– respondí avergonzado –– Creo que he tenido un poco de pánico conocerlo ahora que estoy aquí.

Diana paró y se puso en frente de mí.

––Está bien que te pase eso, es normal –– me respondió –– Querer conocerlo esalgo que querías hacer toda tu vida, debes ir paso a paso, ¿Qué me dices si hoylo vemos? Aunque sea unos minutos, claro si es que quieres.

––Me gustaría –– le respondí con entusiasmo y un poco de terror.

Diana marcó el número de Gabriel, esperó unos segundos hasta que se escuchó una voz por el otro lado de la línea.

––¡Diana! Me alegro de oír tu voz – decía él por el otro lado, Diana habíapuesto en voz alta –– ¿Cómo estás?

Diana me sonrió y acarició mis manos.

––Bien, cada vez mejor –– respondió ella con orgullo –– Quería proponerte unacosa, más bien fue idea de Adam.

––Dime, soy todo oídos.

––Antes que se vaya, planeamos salir a comer a un restaurante de por aquí, podríamos ir los tres para que ustedes se conozcan un poco más, ¿Que dices? ––decía ella mientras sonreía.

––¡Eso es increíble! Me gustaría mucho, dime en qué restaurante –– añadió Gabriel con mucho entusiasmo.

Tenía mucha energía mi hermano.
Dios.
Sonaba muy raro decirlo, aunque sea en mi mente.

––Te mandaré la dirección, entonces nos vemos a la noche –– respondió Diana.

––¡Nos vemos! –– y la llamada terminó, ella dejó el teléfono de lado y me besóla mejilla.

––Todo a su tiempo Adam, no te preocupes –– decía ella con una suave sonrisa ––Estaré contigo en todo momento.

––Gracias Diana –– respondí mientras la besaba en los labios.

Ella me sonrió y nos quedamos así unos segundos, disfrutando el momento. Aveces me gustaba quedarme en silencio y solo verla y poder recordar losdetalles de ella, la forma en que sonreía, la forma en que admiraba todo lo queamaba. Simplemente me gustaba verla. 

***
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