Tres | Dejar ir

Diana.

Hoy comenzaba terapia en grupo, me daba miedo de tan solo pensar en que debía hablar de mis problemas frente a desconocidos.

Estaba pérdida, había salido una hora antes del departamento para no perderme la sesión, Martín me había enviado la dirección pero definitivamente me había perdido. Decidí entrar a un gran edificio blanco, no tenía ninguna información ni nadie en la recepción, tenía unos grandes sillones de color café y en una esquina había una repisa con libros, también se veían unos cuadros.

Comencé a caminar en busca de mi destino, no había nadie a quien preguntar. Según el papel que tenía en la mano debía estar en la sala diez, pero no la veía por ningún lado. Por todo lo que había caminado estaba segura que iba a llegar tarde.

Iba caminando mirando por todos lados, esperando que de alguna forma alguien me ayudara, pero nada ocurría. Caminé por un pasillo largo, habian unos cuadros hermosos de pinturas de acuarela, me quedé admirando los detalles que tenía, me gusta la forma en que estaban pintados, sonreí mirando todos los que habían, ojalá algún día tener mis cuadros en algún edificio.

--¿Te gustan? -- una voz hizo que me diera vuelta, haciendo que volviera a la realidad.

Era una mujer un poco más alta que yo, su cabello era corto que llegaba a sus hombros de color oscuro, usaba un delantal blanco y unos lentes grandes.

Le sonreí a la persona que estaba en frente.

--Si, están hermosos -- volví a mirarlos -- Me gusta como están pintados. Pero yo los hubiera pintado de otra forma, pero aún así los encuentro hermosos.

Ella me sonrió.

--Me alegra saber que alguien aquí le gustan mis cuadros -- No pude reaccionar, abrí un poco mi boca asombrada.

--Lo siento mucho, no quería decir nada malo de tus cuadros, son hermosos.

--No te preocupes, es bueno oír críticas de mis cuadros --sonreí un poco más calmada --Te veo un poco perdida, ¿vas al diez?

Asentí y le entregué mi papel.

--Si, voy a la terapia del doctor Martín.

Ella sonrió entregandome mi papel.

--Voy allá ahora mismo -- me uní a su caminata, nos dirigimos a otro pasillo, estaba más oculto -- Soy la ayudante del doctor, me llamo Beatrice.

Entramos a una habitación que era totalmente diferente a las otras, está tenía sus paredes redondas, era como si estuviéramos dentro de una pelota de fútbol. Habían muchas sillas en círculo, unas cuantas personas estaban sentadas allí, reconocí de inmediato a Martin mientras conversaba con otra persona.

--Beatrice, ¿Cómo te va? -- saludo a la muchacha que venía conmigo, luego de eso me dió una gran sonrisa -- Diana, me da mucho gusto volver a verte, siéntate por favor, ya vamos a comenzar.

Me senté al lado de un chico de cabello blanco, lo tenía teñido, a mi otro lado estaba una mujer más adulta, en esta terapia se podía notar que era mixta o algo por el estilo.

--Buenos días a todos, soy Martin y ella es mi ayudante Beatrice -- lo explicaba de una forma muy tranquila -- Está será nuestra forma de terapia, se que será muy diferente a como lo hacíamos, pero será más entretenida y menos invasiva -- sonrió mirándonos a todos -- Nos pueden llamar a cualquier hora, nosotros los vamos ayudar siempre.

Beatrice se levantó del asiento y comenzó hablarnos.

--Como decía Martin, será una sesión diferente, quizás alguno de ustedes no los conozca pero aún así pueden tener la confianza de poder contarme cosas, nunca los voy a presionar para nada -- miré a los demás que asentían mientras ella hablaba -- Lo otro, este grupo está constituido entre personas de veinte años y treinta, a pesar de la diferencia de edad, los problemas siguen siendo lo mismo, comenzaré con las preguntas, pero serán simples, ¿Con quién viven?

Martin miró a una muchacha que estaba mirando a otro lado, se veía nerviosa, tenía el cabello muy largo y oscuro, lo miro y comenzó hablar. Se llamaba Tina, vivía con su padre en un departamento aquí en Nueva York, luego el joven que estaba al lado de ella, era un poco más mayor, se llama Bill y vivía solo en Londres, la mujer que seguía era la más mayor, se llama Regina y tiene familia, otro muchacho parecía estar feliz, se llamaba Mike y vivía con su hermano en Londres, luego venía el chico de cabello blanco, se llama Gabriel y vive con su abuela aquí en Nueva York.

Martín me miró, era mi turno.

--Me llamo Diana, vivía con mi madre y mi hermano en Ohio, pero ahora viviré aquí con mi hermana.

Él sonrió, Beatrice iba anotando todo de forma muy rápida en un cuaderno. Al parecer, Regina, Mike y yo éramos los únicos que no la conocíamos.

--Ahora, la pregunta irá un poco más profunda, si no quieren responderla está bien -- explicó Martín mirándonos -- Mike, ¿Por qué estás en terapia?

El se aclaró la voz y comenzó hablar.

--Me iba mal en la escuela, no es muy grave lo que tenía -- respondió sin darle importancia.

Beatrice lo miró pensativa.

--Yo pienso que todo es un problema, al llegar a terapia se ve como algo grave -- le respondió mirándolo -- De alguna forma ese problema te hizo dudar de ti Mike, ¿no lo crees?

Mike suspiro y asintió, Beatrice le sonrió, de alguna forma sentí que yo venía a continuación, pero ella eligió a Regina.

--Volví a caer en el alcoholismo, me sentía muy mal y mis hijos me ayudaron, mis hijos tienen la edad de ustedes, son pequeños aún para andar pendientes de los problemas de la madre.

Martin aclaró su voz y le respondió.

--¿Usted sabía que aunque sean los problemas de los padres, los hijos lo absorben? De alguna forma, a ellos también les afecta, quizás ellos te ayudaron para que ellos estuvieran mejor.

Regina se estaba limpiando una lágrima, asintió mirando a Martin y a Beatrice.

--Tina, ¿Qué me dices tú? Te veo un poco nerviosa.

Ella asintió.

--No me gusta mucho hablar en público, pero lo haré de todas formas.

--No te sientas presionada, si no quieres hablar nadie te juzgará.

Tina se sentó mejor.

--Es parte de mi problema, mis padres me llevaron al psicólogo porque me daban ataques de pánico en la escuela, nadie sabía lo que me pasaba, me trataron durante un año así, hasta que lo conocí a usted y mi proceso empezó a mejorar.

Martin sonrió, se notaba que amaba su trabajo.

--Me alegra saber que está resultando Tina, pero este proceso lo has hecho tu sola, yo estoy aquí para escucharte.

Tina soltó una risa nerviosa, Beatrice me miró, era el momento de hablar.

--Diana, ¿Porque estás en terapia?

Tomé aire y comencé con mi historia, miré a Martin, el parecía estar atento a lo que iba a decir.

--A principio de año, perdí a mi novio en un accidente, tuve terapia antes, pero nada parecía mejorar, hasta que conocí al doctor Martín -- respondí de la forma más calmada, de alguna forma aún me afectaba, pero no como antes -- El otro problema que tuve, fue enterarme que mi padre engañaba a mi madre y que de alguna forma él que me tratara de loca.

Regina estaba mirándome.

--Disculpa que lo interrumpa cariño, pero nadie debería decirte eso y menos tu familia.

Martin le respondió, entusiasmado.

--No pidan perdón si tienen intención de responder a lo que hablamos.

--¿Qué fue lo que pasó después de todo eso Diana? ¿Cómo te sentiste después? -- Beatrice me volvió a preguntar.

Tomé aire nerviosa y le respondí.

--Al principio me sentía sola asimilando todo, la muerte y el engaño. Pero tuve la ayuda de un gran amigo.

Por la forma en que sonreí, todos se dieron cuenta que hablaba del chico que quería.

Beatrice sonrió mirándome, le indicó al chico que estaba a mi lado que era su turno.

Él sonrió y comenzó hablar.

--Gabriel, te escuchamos.

--Estoy aquí porque también perdí alguien --decía mirándome -- No como Diana, pero me alejaron de él, mis padres eran drogadictos cuando eran jóvenes y nunca conocí a mi hermano mayor.

Martin aclaró su voz mirando a Gabriel.

--¿Conoces alguna información de tu hermano?

Gabriel soltó aire.

--Solo se que vive en Ohio... -- dió un suspiro -- ¡Ah¡ Y se llama Adam. Al parecer vive con otras personas.

¿Qué?

Volví a mirar al chico detalladamente y se podría decir que si tenía un parecido Adam.

Miré a Martin, por la forma en que me había quedado mirándolo, pudimos entender que esto no podría ser coincidencia.

--Este chico, Adam. ¿Tendrás alguna fotografía o algo más de él? Quizás podría ayudarte a encontrarlo.

A Gabriel se le formó una gran sonrisa, sacó su teléfono del bolsillo y busco una fotografía, se la entro a Martin, el la miró unos segundos, luego de eso me miró y sonrió.

--Tienes tanta suerte de estar aquí Gabriel -- sonrió mirándolo a él y luego a mi --Aquí mismo tienes a la novia de tu hermano.

Gabriel abrió los ojos y comenzó a reír. El chico parecía feliz.

--Bueno chicos, hemos llegado a un final inesperado -- reía Beatrice -- Mañana tendremos la sesion aquí mismo, iremos de a poco hablando de lo que tengamos adentro, ¿está bien?

Todos se levantaron, Gabriel se quedó mirándome con una gran sonrisa. Caminé junto a él hasta la salida de la habitación.

--¿Te puedo hacer unas preguntas? Se que quizás sea molesto, pero quisiera conocerlo.

Sonreí junto a él, nos sentamos en unas bancas que habían afuera.

--Puedes preguntarme lo que sea, a menos que sea algo privado.

Gabriel me sonrió, caminamos juntos hasta afuera del edificio.

--Entonces quisiera saber lo básico, ¿Con quién vive? Su edad y todo eso -- respondió entusiasmado.

--Adam tiene diecinueve años, vive con sus padres adoptivos. -- Gabriel se quedó mirándome y dió una cálida sonrisa -- Tiene un hermano de ocho años.

--Que genial, me alegro que tenga una familia. Quería preguntarte otra cosa, ¿Adam sabe de mi?

Había pasado una semana en que no hablaba con el.

--Lo más probable es que no, pero si quieres podría ayudarte a que sepa de ti.

Gabriel estaba un poco asustado.

--No quiero causarte problemas Diana, siempre es mejor hacer este tipo de cosas de frente.

Sonreí llegando a la salida del edificio, donde Lizzy me estaba esperando.

--Te encuentro toda la razón Gabriel, nos vemos mañana.

--Nos vemos Diana -- decía despidiéndose, mientras se subía a un auto.

***

Estábamos en el sillón, ella miraba a la ventana o a todos lados, estaba inquieta. Mientras que yo, estaba leyendo el libro que había comprado.

--¿Como estuvo la sesión? -- decía Lizzy mirándome.

Dejé el libro de lado y la miré.

--Estuvo normal, estuvo la asistente del doctor -- respondí sonriéndole.

Ella asintió y miro su teléfono.

--Me alegro Didi. -- respondió dando un suspiro -- Debemos hablar de algo, primero que todo, hoy hablé con mamá.

--¿Como estuvo eso? Hace rato quería hablar contigo Lizzy.

--Si, lo sé. Solo que yo aún no estaba lista con todo lo que ocurrió en casa -- miro hacia abajo -- Me sentía culpable por lo que te hice.

Tomé sus manos y la acaricie suavemente.

--Eso no fue tu culpa Lizzy, tenías episodios de lo que ocurrió con Leroy.

--Si, he ido a terapia -- dió un suspiro mirándome -- Me ha ayudado bastante a soltar todo lo que tenía de hace muchos años.

--Eso está bien, me alegro que te sientas mejor y que te ayude.

Lizzy asintió.

--El otro tema Diana, es algo complicado. La verdad es tu decisión, hablé con mamá y te llegó la carta de la universidad.

Me había olvidado por completo de eso, mis notas en la escuela habían sido muy altas y eso me había ayudado a postular a una universidad de Nueva York o Australia. Con la mudanza me había olvidado de todo ese proceso.

--¿La tiene ella? -- pregunté nerviosa.

Negó sonriéndome.

--La tengo aquí -- se levantó y fue a buscar algo a su habitación -- Me llegó hoy, no sabía si era apropiado decirte antes o después de tu sesión.

Me la entregó, era el logo de la universidad de Australia, había postulado para la carrera de traducción, me quedé mirándola unos segundos hasta que Lizzy volvió hablar.

--Si quieres puedo dejarte a solas, pero antes debo decírtelo -- suspiró -- Puedes tomarte un año o el tiempo que necesites, no es necesario que entres de inmediato, quizás con las sesiones no logres estar del todo bien, sea lo que sea que hagas, te voy apoyar y al igual que mamá.

Asentí.

--Puedes quedarte.

Ella me sonrió y abrí la carta lentamente, por cada doblez sentía un dolor en mi estómago, eran nervios. ¿Que era lo que iba hacer?

Estimada Srta. Fuller.
De la comunidad de la Universidad de Australia le deseamos una buena semana.

Junto con los ejecutivos nos agrada informarles que ha pasado el examen y estamos esperando su respuesta para poder recibirla como nuestra próxima alumna.

Las inscripciones son hasta dos meses después del resultado de cartas, la esperamos.
Se despide, el director.

--¿Y bien? -- decía Lizzy preguntándome.

Volví a leer la carta y miré a mi hermana, estaba nerviosa igual que yo.

--Lo logré.

***

Hola lectores ✨
Cuéntenme que les ha parecido estos capítulos?
Los leeré a todos <3
Muchas gracias por seguir apoyando mi primer libro, lo agradezco muchísimo!!
No olvides comentar y votar en esta segunda parte.
Nos vemos el próximo domingo <3
Sofi.

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