Nueve | Heridas y un bebé

Advertencia!!
Este capítulo contiene escenas que podrían no gustarte (problemas alimenticios, autoestima y autolesión)
Si quieres saltarte el capítulo, no afecta en la historia.
Al hacer este capítulo, busque información para así no pasar a llevar a ninguno de mis lectores.

Diana

Hoy iba a ser un día difícil, el doctor Martin me había enviado indicaciones a dónde ir para mí cita médica, para averiguar mi problema alimenticio, era un tema importante que había dejado de lado desde que había viajado a Nueva York, Lizzy me había ayudado los primeros días a procesar de una mejor manera la comida, pero aún así la vomitaba en la madrugada.

La bulimia había avanzado silenciosamente, habían días en que podía comer muy bien, pero al llegar la noche todo salía de mi sistema, al verme al espejo no era algo que me gustaba ver, así que los tapaba de vez en cuando.

Con todo el proceso de duelo, no había ido al médico para que ellos me dieran el diagnóstico, mi madre me había enviado un dinero extra para poder pagar los medicamentos u otras cosas que pudiera necesitar.

Llegue a un edificio bastante alto, era de color azul marino, tenía grandes ventanas dónde se podía ver hacia adentro, unos sillones y una mesa de espera.

Entré al edificio y me acerqué a la recepción.

Había una mujer mirando una revista, al verme entrar la dejó de lado y esperó a que me acercara.

––Bienvenida, ¿Tiene una cita? –– respondió la mujer.

Le sonreí y le asentí.

––Hola, tengo una cita con la doctora Truman.

Ella buscó en su computador, aproveché de mirar el lugar, era bastante grande y tenía unos cuadros muy lindos colgados, eran paisajes, ¿Quizás de otro país? Me gustaban muchísimo.

––¿Diana Fuller? –– asentí –– La doctora la está esperando en la sala diez.

––Gracias.

Caminé hacia el pasillo en busca de la sala, al ver a la que debía entrar, me quedé unos minutos afuera.

Uno, dos, tres.

Respira....

Tomé aire y toqué la puerta, escuché unos tacos que se venían acercando hacia la puerta, volví a respirar y ella abrió la puerta. Era una mujer joven, tenía el cabello corto de color negro, llevaba una bata larga blanca y en ella podía ver su nombre, Whitney Truman.

––Tu debes ser Diana, pasa –– me sonrió y entré a la sala.

Adentro había una pequeña consulta, dónde había una mesa con un computador y dos sillas. Un poco más adentro había un sillón largo, una mesa de cristal con un florero de flores amarillas. En la pared habían cuadros de ella, al parecer de su universidad.

––Siéntate por favor, ¿Cómo estás? Espero que no hayas tenido problemas en llegar.

Me senté en la esquina del sillón, ella estaba en uno al frente mío, en su mano llevaba una libreta.

––Estoy bien, gracias –– respondí nerviosa –– No, la verdad no.

Ella asintió y me sonrió.

––Es normal estar nerviosa el primer día Diana –– respondió en tono natural –– Cómo verás, Martin me envió tu historial clínico, tenemos unos problemas bastantes graves, que debemos ver.

Asentí y tomé aire.

––Primero que todo, ¿Podrías decirme quiénes son tu núcleo familiar?

––Vivo con mi hermana aquí en Nueva York, mi madre y mi hermano Felipe viven en Ohio.

Ella anotó todo en su cuaderno y volvió a mirarme.

––Martin me nombró que solamente vivías con tu madre y hermanos, ¿No tienes contacto con tu padre?

––No, la última vez que hablé con él fue hace dos meses.

Ella anotó algo más.

––Entiendo, tu familia sin contarlo a él, ¿Sabe de tu problema con la comida?

Asentí.

––Mi hermano lo supo desde el principio, tenemos una conexión muy buena, mi madre lo supo después del accidente.

––¿Y tú hermana? –– decía mientras lo escribía.

––Mi hermana no, estuvo en el ejército y volvió hace unos meses.

Ella asintió y volvió a escribir. Sacó otra hoja y volvió a escribir.

––Martin me informó que desde el accidente y otros problemas, se ha creado este incidente, por así decirlo –– decía mientras anotaba más información –– La bulimia es algo que la mayoría de los jóvenes tiene. Solo que algunas personas lo tienen más avanzado y es muy difícil que logren tener su vida normal, ¿Cuándo fue el momento en que te empezaste a sentir mal con tu cuerpo?

Uno, dos, tres.

Respira....

Tomé aire y lo solté.

––Después del accidente.

Ella asintió y seguía escribiendo.

––Por lo que veo, desde mi perspectiva y la de Martín, han avanzado en la parte del duelo, pero lo otro se ha dejado de lado, últimamente con respecto al tema de la comida, ¿Cómo te has sentido?

Miré hacia el lado, ella no había escrito nada así que estaba mirándome.

––Puedes no responder Diana, aunque lo ideal es que la sesión avanzara bien –– respondió mirándome –– Nadie espera que en la primera sesión se diga todo.

Sonreí y le respondí.

––Últimamente me he sentido bien, pero el doctor Martin me dio unas pastillas para poder controlar el dolor y descansar –– respondí –– Volvimos hablar del accidente y no fue bonito.

Ella asintió.

––El duelo siempre es algo con lo que aprendemos a vivir, según los reportes de Martin has progresado pero aún nos falta.

Asentí y solté aire.

––Te daré dos ejercicios para tu problema de la comida –– comenzó anotar algo en una nueva hoja –– Te daré este elástico y una libreta.

Me los entregó y los miré confundida.

––¿Un elástico? ¿Para qué sería? - pregunté.

Ella sonrió y comenzó a explicarlo.

––El elástico será para que cuando sea el momento que quieras vomitar, lo estires y logres controlarlo.

Lo puse en mi muñeca y lo miré unos segundos. ¿Un elástico iba a impedir que botara mi comida?

––El cuaderno tendrá casi el mismo propósito, ahí anotaras lo que sientas en ese momento, cualquier sentimiento –– respondió –– Incluso si no estás comiendo, puedes anotar cualquier sentimiento.

Asentí esperanzada, puse el cuaderno en mis piernas y pase mis manos por él esperando que lograrán ayudarme.

Ella sonrió y se levantó del sillón, se sentó en frente del computador y comenzó a escribir algo más.

––Tendremos sesión tres veces a la semana, será algo intenso los primeros días, pero estoy segura que esto te ayudará bastante con la bulimia.

Asentí y ella volvió a sentarse al frente mío, entregando el papel.

––Aquí va la receta de un antidepresivo que debes tomar día por medio, también sesiones grupales que te he asignado –– añadió –– Las pastillas son bastante fuertes, pero solamente serán por un mes y luego veremos el progreso si es que bajamos la dosis.

Se levantó del sillón mientras me miraba, al parecer debía levantarme.

––Y bueno, la sesión se acabó Diana - añadió sonriéndome –– Nos vemos mañana.

Caminé hacia la puerta y salí de la habitación.

Uno, dos, tres.

Respira...

Salí del edificio teniendo un poco más de esperanza, me aferré a lo nuevo que tenía, deseaba con toda mi alma poder decir sinceramente que estaba bien. El aire me despegó un momento, me senté en una banca que había cerca y tomé aire. Miré hacia todos lados viendo cómo los demás vivían su vida, cerré mis ojos y recordé.

Estaba tirada en el suelo, no tenía idea qué hora era pero todo estaba oscuro. Mi madre y padre estaban en el primer piso y Felipe estaba en la escuela, nadie sabía lo que ocurría por mi cabeza en estos días.

El accidente había sido hace unos días, lo único que hacía era llorar y no hablar con nadie. Recordaba que lo último que había comido era un sándwich, no recuerdo que tenía pero quería sentir nada y sin sentía el olor en mí. Me levanté de mi cama y fui al baño en silencio, me arrodillé frente al inodoro y esperé unos segundos, puse mis dedos en mi garganta haciendo que me dieran arcadas, pero no salía nada. Lo volví hacer con más fuerza y salió todo expulsado, todo lo que tenía en mi estómago salió de mi cuerpo.

Me quedé al lado del inodoro mientras lloraba, no sabía por qué, solamente lloraba. Al levantarme y verme al espejo, no estaba feliz con lo que veía, mi cabello estaba desordenado, mis ojos rojos e hinchados y por supuesto que mi cara estaba horrible, me puse de lado y comencé a mirarme mejor, tenía un cuerpo que no me gustaba, me veía gorda e incluso fea.

En ese momento supe que no iba hacer la última vez que haría eso.

Pensaba en como mi vida había cambiado, momentos que pensé que nunca iba a volver hacer, personas que volvieron a mi vida, sentimientos que creí olvidar, estaba sentada frente a una plaza donde habían muchos niños jugando, riendo de cosas insignificantes, sus padres estaban sonriendo mientras lo veían.

A veces disfrutaba un momento a solas, el viento aparecía en cada momento haciendo que mi cabello se moviera, tomé aire un momento y decidí caminar a casa o simplemente caminar pero mi teléfono comenzó a sonar.

–– ¿Mamá? ¿Está todo bien?

Su tono no era el mismo.

––Diana, no sabes... Clara está en el hospital, comenzaron las contracciones - decía mientras trataba de calmarse.

––¡Dios mío! Mamá, ¿Está bien? ¿Están los dos bien?

––¡Si! Todos bien, solo que tú hermano no responde el teléfono, ha estado sumergido en la academia que no ha tenido tiempo de tomar su teléfono –– decía suspirando –– Pero Clara aún no está lista.

Suspiré y reí, me volví a sentar en la banca mientras oía a mi madre hablar.

––Eso es bueno madre –– respondí –– Ahora solo debes calmarte y ayudar a Clara en el proceso, yo llamaré a Felipe –– decía mientras ponía mi mano en mi frente –– añadí con tranquilidad –– Te llamo en unos minutos.

Mi madre aceptó logrando calmarse un momento, yo comencé a marcar el número de Felipe.

Primer tono...
Segundo tono...
Tercer ton...

––¡Diana! Qué alegría oírte, ¿Cómo va todo por allá? –– decía con entusiasmo.

––¡Olvídate de mí! Clara está en el hospital con mamá, ve rápido antes que te pierdas el nacimiento de tu hijo –– respondí.

––¡Mierda! No me di cuenta.... Dios, ¡Taxi! –– gritaba por la otra línea –– Al hospital central y rápido por favor ¡Voy a ser padre!

Escuché a mi hermano durante todo el viaje hablar con el chófer, reía entusiasmado con la idea de convertirse en un padre, no podía creer que me había perdido toda esa emoción, pero de alguna forma me sentía conectada a ellos.

––¡Aquí tiene! Gracias amigo –– decía Felipe mientras lo oía correr, jadeando mientras trataba de calmarse –– ¿Clara Wilson? ¿Clara Wilson?

Pude oír que mi hermano corría al momento en que la enfermera le indicaba dónde estaba, al parecer se había olvidado que seguía en la línea.

––¡Mamá! Dios, ¿Me lo he perdido? –– decía con tristeza.

––No cariño, ve a la habitación –– respondía ella.

––¡Clara! –– decía mientras la llamaba, al parecer algo había ocurrido, ya que oí algo extraño –– ¡Diana está en la llamada!

––¿Aló? Diana cariño, tu hermano se olvidó de ti –– decía riendo.

Reímos un momento, mi madre parecía estar más calmada.

––Mamá, si quieres llámame en unos minutos, así descansas.

Al momento en que ella iba a responder, una voz conocida se escuchó de fondo.

––¡Soy padre! Dios.... - decía la voz de mi hermano –– ¡Es un niño!

***

Hola lectores!
Espero que estén muy bien, gracias por seguir leyendo la historia de Diana y Adam, espero que les esté gustando!!
Antes que todo, quiero pedir disculpas si alguien no le agradó lo que escribí en el problema que tiene Diana, no quiero pasar a llevar a nadie,
(ya que quería mostrar lo que no se vio en la primera parte)
Nos vemos el próximo domingo <3

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