Capítulo treinta y dos | La verdad y amistad
Diana
El día ya había amanecido, al abrir los ojos podía ver un rayo de sol traspasar la ventana, me acomodé y me encontré con Adam a mi lado, estaba dormido muy profundo, me levanté despacio y fui a la cocina a preparar desayuno. Pensaba en las palabras que había dicho Adam, no podía quedarse, tenía muchas ganas que pudiéramos recuperar lo nuestro, pero no podía quitarle la oportunidad de conocerse a si mismo, él lo hizo conmigo, ahora era su momento.
–Buenos días – su voz, la iba a extrañar muchísimo.
Se acercó a mi lado y me besó en la frente.
–Buenos días – le sonreí – ¿Cómo dormiste?
– La última noche siempre es la peor, pero dormí excelente a tu lado – añadió mientras se sentaba en la orilla del sillón.
–¿A qué hora es tu vuelo? – le pregunté.
–A las siete, debo estar una hora antes – decía mientras daba un bostezo – ¿Tienes planes hoy?
–Si, de hecho debo ir a una reunión con Whitney.
El se quedó confundido unos segundos.
–¿Whitney?
–Ella ve mi problema con la comida, hemos avanzado de a poco – añadí mientras servía el café.
–De a poco lo vas a lograr, paso a paso Diana.
–No uses mis palabras contra mi, Adam Boyd – respondí mientras daba una sonrisa.
–¡Diana Fuller! No uses mi nombre completo – decía este ofendido – Espera un momento, me acabo de dar cuenta que no conozco tu segundo nombre.
–¿De verdad quieres saberlo? Sería algo justo que me dijeras el tuyo.
–¡Claro! Estoy dispuesto a conocer todo de tí – aclaró – Recuerda, incluso lo malo.
– Es Marie, ese es mi segundo nombre.
– Un gusto conocerte Diana Marie, soy Adam Daniel – decía este mientras me ofrecía su mano para estrecharla.
–¿Por qué haces eso? – le pregunté.
– Nos estamos conociendo, Diana Marie – decía él mientras me sonreía – Siempre me gusta saber un poco más de ti.
Sonreí y bebí mi café.
–Me iré arreglar un poco, ya que mi sesión es en dos horas – añadí.
–Te ves bonita así, no debes arreglarte Diana.
Solté una risa.
–Pero estoy con la ropa arrugada, el pelo desordenado y me veo mal.
Caminé hasta mi habitación y cerré la puerta, pero antes de hacerlo escuché Adam responder.
–¡Nunca podrías verte mal! – decía él.
Me quedé allí unos segundos, tenía tanto en mi mente. Hoy debía hablar de mi último incidente, no sabía ni como explicarlo, solo ocurrió en un momento de presión o tensión, no sé que palabra decirle. Abrí mi closet y saqué ropa nueva, me puse un jeans claro, una polera negra con un diseño de una luna al medio, crucé mi cartera y guardé las cosas que iba a necesitar.
Mi cuaderno, que había escrito bastante en los últimos días. El pequeño elástico seguía en mi muñeca. Me miré al espejo, me quedé observando cómo había cambiado y cuánto, me veía más adulta, con menos peso encima.
–¿Estás bien? – la voz de Adam me devolvió al presente.
–Si, salgo en un minuto.
Tomé aire por última vez y salí de allí, Adam estaba esperándome. Me gustaba verlo allí, me estaba acostumbrando a tenerlo cerca nuevamente.
–Ya estoy lista.
El se acercó, agarró mis manos y me sonrió mientras me besaba en los labios.
–¿Y eso porque? – añadí mientras lo miraba.
–Solo quise hacerlo. Me gusta besarte – respondió – Aquí en tus labios. En tu frente. En tu nariz. En tu mejilla. En todos lados.
Salimos del departamento, me agradaba la idea de poder tener Adam cerca, a pesar de que hoy se iba, pero sentía que esta vez estábamos mejor, incluso nos sentíamos más maduros. Me sentía orgullosa de todo lo que él había hecho, poder dar el paso de conocer a sus padres e ir a un país completamente solo.
Llegamos al edificio, tenía tanto que debía decirle a Whitney, pero a la vez me aterraba saber lo que eso significaba.
–Buenas tardes, ¿Tienen cita? – decía la recepcionista.
–Si, soy Diana Fuller tengo cita con Whitney (no recuerdo su apellido)
La mujer escribió el nombre y miro Adam.
–Necesito su nombre también.
–Adam Boyd Miller.
Sonreí y esperé a que pudiéramos entrar. Adam solo con un gesto pequeño se podía notar que estaba aceptando a su familia biológica.
–Pasen, el ascensor está a su izquierda. Sala 102.
Le agradecimos y comenzamos a caminar hacia el ascensor. Cuando entramos, las puertas se cerraron al mismo tiempo en que cerré mis ojos, pero interrumpí Adam al momento en que iba a tocar el botón.
–Espera un momento.
–¿Todo bien? – decía él mientras me observaba.
Asentí.
Uno, dos, tres...
Respira.
–Si, solo necesito un momento.
Adam asintió, apretó otro botón haciendo que una pequeña alarma sonara.
–¿Que...? – lo miré confundida.
–Es la alarma para la ayuda, pero no te preocupes – decía en tono suave – Tómate tu tiempo.
Sonreí y tomé aire. Adam me hacía sentir bien de muchas maneras. Me apoyé en el unos segundos.
–Estoy lista.
–¿Segura? Por qué puedo apretar el botón cuando tú quieras. Solo será un momento para ti.
Asentí y lo besé en los labios.
–Gracias por esto.
El me sonrió, cuando las puertas se abrieron nos sorprendimos al ver a dos guardas, más bien técnicos.
–¿Están bien? Pensamos que había ocurrido algo con el ascensor – decía uno de ellos.
Adam aclaró su voz y decidió hablar.
–Si, estamos bien – respondía – Solo fue un momento extraño, no se abrían las puertas, pensé que nos habíamos quedado atrapados.
El otro señor estaba atento a sus palabras, asintió y tocó su hombro.
–Bien pensado muchacho – exclamó al momento en que iba al otro extremo.
Seguimos caminando, me reí de la situación pero me volví sería cuando llegamos a la puerta. Ya era tiempo de entrar, miré la puerta unos segundos, cerré mis ojos y respiré profundo.
–¿Estás bien? – decía Adam – No es necesario que entre contigo, es algo privado...
–Si, solo necesitaba unos segundos – añadí mirándolo – Lo es, pero quiero que entres conmigo. Es importante para mí.
El se quedó observando y asintió. Toqué la puerta y sentí como los pasos de Whitney venían hacia nosotros.
–Bienvenida Diana, bienvenido – decía ella mirándonos.
Entramos, ella volvió a su puesto y nosotros nos sentamos en el sillón. Me alise mi pantalón, siempre lo hacía cuando estaba nerviosa, Adam se dedicó a mirar el lugar.
–Creo que nunca te había visto por aquí – decía Whitney dirigiendose Adam.
–No, llegué hace dos días – respondió – Soy Adam, amigo de Diana.
Ella le sonrió.
– Un gusto, esta sesión está para poder corregir de una mejor manera el problema de Diana ¿Sabes sobre eso?
Adam asintió y se volvió serio.
–Si, siempre supe – añadió – Al principio pensé que era algo que me estaba imaginando, pero ya después comencé a ver otras cosas. No es que me haya fijado en su físico, nunca lo hago... Solo que comencé a preocuparme.
Ella asintió y comenzó a escribir en su cuaderno, miré Adam y el estaba mirándome e hizo una sonrisa pequeña.
–Diana, ¿Cómo te has sentido últimamente? ¿Algo que deba saber desde el último incidente?
Trague saliva con dificultad, solté el aire y asentí.
–Si, volvió a pasar – respondí susurrando – El otro día en terapia, Adam y su hermano con el que he tenido una buena relación hablaron del avance que tenía y eso me hizo sentir un poco extraña... Y exploté.
Whitney anotó en su cuaderno y lo dejó de lado.
–¿Por qué? Esa terapia era algo bueno para ti y tu sanación – añadió ella – Se supone que ese momento fue algo bueno para tí.
–Lo fue, solo que me hizo sentir con mucha presión o algo... No sé si como explicarlo – añadí frustrada.
–¿Has vuelto a escribir en el cuaderno o usar el elástico? – decía ella.
–He usado todo, el cuaderno me ha ayudado muchísimo, sobre todo a explicar estos sentimientos sobre... la comida.
–Ese es el propósito Diana, que te ayuda a sanar de otra manera – respondía mientras miraba unos papeles – Martin me ha informado de tu avance, es algo increíble lo que ha hecho contigo en pocos meses, de hecho está pensando en darte de alta.
–¿Qué? ¿Lo dice en serio? – no me lo podía creer.
Traté de sonreír, pero no podía. Digo, si podía. Miré Adam en busca de alguna respuesta, apoyo y si lo encontré. Siempre lo iba a encontrar. Me estaba sonriendo y era justamente lo que quería y necesitaba.
–Si, te dará de alta, pero seguirá en contacto contigo cuando te vayas Australia – añadió mientras me sonreía – Nuestras reuniones seguirán solo que será online.
–¡Dios! – decía mientras me tapaba la cara, no pude aguantar lágrimas, pero eran totalmente diferente a unos meses atrás – No puedo creerlo.
Whitney me entregó papel para limpiar mis lágrimas, Adam me sonreía mientras me acariciaba las manos.
–Esto es un logro realmente increíble, te mereces esa libertad que siempre quisiste, sobre todo mereces mejorar – añadió mientras escribía algo – Te bajaré la dosis de los medicamentos, quiero que sigas anotando todo lo que sientas, sea positivo o negativo. Estoy casi segura que estos incidentes ocurrirán menos.
Sonreí mientras daba un largo suspiro, uno que estaba esperando sacar hace muchos meses.
–Gracias por la ayuda, de verdad que hace mucho tiempo no me sentía así de bien – respondí segura – Puedo decirlo de verdad.
–Me alegro Diana, pero de todas formas debemos ir paso a paso. Tu duelo y los problemas que tienes se irán, pero también podemos vivir con ellos, solo que de una mejor manera.
Me gustaba como sonaba eso.
***
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