Capítulo treinta y cinco | ¿Estás perdido?

Adam

¡Dios!

Mientras bajaba del avión, me hacía la idea de que había llegado a Londres, era increíble todo lo que había hecho, sonreía por cada cosa que hacía, mientras me dirigía a dónde estaba mi maleta, miré a mi alrededor dónde todo estaba adornado, Navidad ya venía pronto, me alegraba mucho estas festividades, pero más me gustaba estar con mi familia, saqué mi teléfono y tenía unos mensajes, de mi madre, Celine, mi hermano y Diana.

No los abrí de inmediato, caminé hacia mi maleta y me senté en una silla mientras lo leía.

Sabía que Diana necesitaba un pequeño empujón sobre sus pinturas, era algo hermoso que creaba. No podía dejar pasar esta oportunidad. Aún conversaba la pintura que me hizo. Era mi tesoro, traté de enviarle la mejor fotografía a Georgia, para que vieran que Diana hacia lo mejor. Debian conocer su arte.

Mientras salía del aeropuerto, me puse a buscar la dirección donde debía estar mi universidad. ¡Mi universidad! Era algo que me emocionaba, pero mientras caminaba me fijé en que había una librería, no lo dude y entré.

Cuando abrí la puerta, sonó una pequeña campana, dentro había una mujer mirando una revista que me sonrió cuando me vio, a su lado había un pequeño árbol de Navidad.

-Bienvenido, ¿Anda buscando algo en especial?

Le sonreí y dejé mi bolso al lado.

-Libros de fantasía, en especial Harry Potter - añadí.

La mujer me sonrió y se dirigió a un pasillo, dónde había muchísimos libros.

-Aqui podrá encontrar fantasía, de hecho tengo toda la saga de Harry Potter. - decía ella mientras volvía a su puesto - Lo piden bastante.

Le agradecí y miré el estante, era gigante. De hecho, miré hacia todos lados porque estaba rodeado de libros, de nuevas historias. Nunca me había llamado la atención leer y menos entrar en alguna librería, pero verla disfrutarlos me dio curiosidad.

Encontré el libro y sonreí, me gustaba mucho lo que habíamos creado con Diana, una pequeña tradición, a pesar de que estábamos lejos la íbamos a cumplir.

-¡El cáliz de fuego! Es mi favorito - decía la mujer mientras lo pasaba por la caja.

Pagué con efectivo, lo puso en una bolsa ecológica y lo entregó.

-Se ve bastante grande e interesante.

-Gracias por la compra, que lo disfrutes - decía mientras salía de la tienda.

Cuando llegue a la calle, guardé el libro en mi mochila. No quise pedir un taxi, quería disfrutar la ciudad, aunque fuera un lado de ella. Londres era una ciudad bastante grande, llena de alegría pero no tanto como NY. Puse la dirección de la universidad y la verdad me sorprendió bastante la cantidad de curiosidades que habían alrededor.

Me puse la mochila y el bolso al hombro y empecé a caminar, se sentía todo de mejor manera. No sabía cómo explicarlo, pero todo se sentía mejor. La ciudad era inmensa, todos parecían estar apurados a sus destinos, nadie admiraba lo genial que era Londres.

Miré hacia todos lados, si te enamorabas de las fotografías, todo aquí era mucho mejor.

-¿Estás perdido? - la voz de un hombre me sorprendió, le sonreí.

-Un poco, pero estoy conociendo la ciudad - le respondí - ¿Eres de por aquí?

Era de mi estatura, tenía el cabello oscuro y ojos oscuros.

-Si, vivo en un departamento en la ciudad, ¿Necesitas ayuda con eso?

Me aferré a mis cosas, deseaba poder llegar algún lugar y descansar.

-¿Sabes dónde puedo conseguir un taxi? Necesito llegar a la universidad Birkbeck.

El soltó una sonrisa y puso su manos en su cintura dando un largo suspiro.

-Si, de hecho vivo por allí - añadió - Puedo llevarte allí, tengo mi auto estacionado por aquí cerca.

Lo acepté y caminé junto a él. Se veía simpático.

-Soy Peter, por cierto - añadió mientras nos subíamos a su auto.

-Adam, gusto en conocerte.

Mientras manejaba, podía admirar mejor la ciudad. Me alegraba mucho haber escogido esto, aceptado todo lo que quería hacer conmigo.

En la radio sonaba una suave melodía, me agrado la sensación que me dio él. Peter iba dando pequeños golpes al ritmo de la música.

-¿Cómo llegaste a Londres? - decía el.

-Me aceptaron para estudiar arquitectura, mi novia... Digo, ex novia me ayudó.

Él sonrió y asintió.

-¡Cómo yo! También estudiaré eso, seremos compañeros de clase, supongo.

Le sonreí, no pensé que iba a sentir algo extraño al conocer a otras personas. Si me ponía a pensar, las únicas personas que consideraba amigos, era mi ex novia y mi hermano de nueve años.

Que patético suena eso, Adam.

-Me alegro haberte encontrado, iba a ser difícil encontrar un taxi a días de Navidad.

-No lo iba a tomar, pero de todas formas gracias por la ayuda Peter.

Peter parecía ser un buen amigo, volví a la realidad cuando apagó el motor del auto, me di cuenta que los edificios habían cambiado por completo, todo se veía más elegante y sofisticado.

-Hemos llegado, las residencias son por el costado y por si tienes alguna duda, vivo por la avenida principal.

Me bajé del auto mientras le agradecía, el me ayudó a bajar mis cosas.

-Aqui tienes Adam, un gusto conocerte y espero que te guste vivir en Londres - decía el dandome una sonrisa.

-Gracias por la ayuda Peter y planeo disfrutarlo.

Nos estrechamos la mano y me dirigí hacia la universidad. Tomé aire y caminé hacia allí, me sentía bien conmigo mismo. Era bastante grande, era redonda con grandes vidrios, tenía una entrada llena de pasto, dónde se veían a estudiantes disfrutar del día, todos parecían ser felices aquí, por el costado tenía colgado adornos de forma de árbol o botas navideñas.

Mientras me dirigía hacia la entrada, unas cuantas personas me sonrieron, lo hice de vuelta como si fuera algo normal. Me sentí como si pertenecería aquí.

En la entrada había una gran mesa donde se veían folletos para los nuevos estudiantes, tomé uno mientras me apoyaba en la pared, a mi lado apareció una chica.

-¡Bienvenido! ¿Puedo ayudarte en algo? Soy Erin Fray, ayudante de la universidad.

-Hola Erin, soy Adam y la verdad si necesito ayuda - respondí mientras dejaba mi bolso en el suelo - Soy nuevo en la universidad y la verdad en la ciudad - decía mientras soltaba una risa.

-¡Pues bienvenido a todo! Con gusto podré ayudarte a buscar un lugar donde quedarte, también está la opción de las residencias de la universidad.

Me entregó un papel con la información, mientras seguía hablándome. Al parecer era la primera persona que se le había acercado, ya que pareciera que en ningún momento respiraba.

Las residencias eran gratis para los estudiantes de primer año, solamente debíamos compartir con alguien antiguo, le agradecí mientras me anotaba en una lista de los nuevos.

-Cuando estén todos los estudiantes nuevos registrados, podrás ver tu residencia - añadía mientras me sonreía - Si quieres, puedes dejar tus cosas por aquí e ir a conocer el alrededor.

Me enseñó un armario, dónde puso un papel que indicaba que era mío, lo cerré con candado y salí de la universidad. Mientras miraba el lugar, le sacaba fotografías, miré el mensaje de mi madre mientras me sentaba en una banca.

Sé que llegarás muy cansado como para hablar conmigo, pero quiero que sepas que estamos orgullosos de ti, con Jake estamos felices de que cumplas tus sueños.
Cuando tengas tiempo, enviamos un mensaje para saber que estás bien.
Te queremos Adam y recuerda luchar por tus sueños.
También son válidos.

Sonreí mientras buscaba su número, decidí hacer una videollamada. Esperé unos segundos, hasta que ella apareció en la pantalla dándome una gran sonrisa.

-¡Adam! Cariño, ¿Cómo estás?

De fondo se podía notar que estaba en su jardín.

-Llegué hace unos minutos, de hecho estoy en la universidad - decía mientras le mostraba el fondo - Aquí es donde estudiaré, más atrás las residencias, todo está súper cerca mamá, no hay de que preocuparse.

Ella sonreía y ponía su mano en su pecho, dando a entender que estaba feliz con lo que escuchaba.

-¡Que hermoso lugar Adam! Me alegra muchísimo que ya estés allí - decía ella - Jake estaba preguntando por ti, pero está en la casa del vecino, fue a jugar un juego extraño de carreras.

Reí, mientras que mi madre trataba de recordarlo.

-¿Carreras? A Jake le gustan los trenes mamá, ¿Será algo nuevo?

-¡Si! Es algo con Mart kart, no estoy segura del nombre - decía mientras se levantaba - Déjame ir a ver, tiene un juego en su habitación.

Mientras subía, miraba a mi alrededor. Todos parecían estar felices de estar aquí.

-¡Lo encontré! Mira cariño, este juego es - me lo mostró y solté una risa recordando lo que había dicho.

-¡Eso es Mario Kart! - le respondí dando un suspiro - Ese juego es genial, lo recuerdo cuando era pequeño.

-¡Lo recuerdo! Me acuerdo que eras muy feliz jugando, quizás cuando vuelvas puedas jugarlo con Jake.

-Me encantaría mamá, dale mis saludos al peque - añadí - Debo dejarte, iré a conocer el lugar, te llamaré cuando esté en la residencia.

-Cuidate Adam, quiero que recuerdes que todo irá bien, toma buenas decisiones y sé un buen estudiante.

-Gracias mamá, nos vemos pronto.

-Nos vemos cariño - respondió y colgó.

***

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¡Nos vemos pronto!

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