C5. El chico de ojos bonitos.


—¡Gracias por hoy…!—murmura Danna cuando el aire comienza a faltarnos y nos vemos obligados a separarnos.
Sus ojos marrones brillantes bajo los débiles rayos de luz de luna me contemplan fijamente y una amplia sonrisa se abre paso en sus labios rosados. Me permito contemplarla por largos minutos esperando que la manera en la que luce se quede grabada en mi memoria para siempre.—Te amo.

Danna deja escapar una risita antes de volver a besarme. Ahora de una manera fugaz pero no menos linda.—El día de hoy me lo has dicho un millón de veces.

—Pues un millón de veces te amo.—respondo encogiéndome de hombros.—No puedo parar de decírtelo porque quiero que te lo grabes para siempre ¿me entiendes?

—Lo tengo bien grabado, Chris.—susurra.—Y no tengas ni una sola duda de ello. Además…te tengo aquí para que me lo digas todas las veces que deseas y que sean necesarias ¿no?

Me quedo en silencio un largo segundo pero asiento.—Sí. Me tienes para siempre.

—Lo sé, mi amor.—responde.—Y tú a mí también me tienes para siempre.—susurra antes de depositar un ligero beso sobre mi boca. Mis ojos se llenan de lágrimas que no dejo salir. Llorar delante de Danna me vuelve completamente vulnerable de todas las maneras posibles. Y el dolor en el pecho entonces vuelve a hacerse presente porque ella no tiene ni la más remota idea de lo que está diciendo y mucho menos de lo que duele.—¿Lo ves?—me sonríe.—Nos tenemos el uno al otro para siempre. Y no importa a dónde vaya porque siempre vas a tenerme…

—Te amo como a nada en el mundo, Danna Silvetti…—murmuro.

—También te amo como a nada en el mundo.—pausa mientras una amplia sonrisa surca sus labios una vez más.—Ahora, apuesto joven…es momento de ir a dormir…—anuncia. Miro el reloj en mi muñeca y un suspiro escapa de mis labios mientras asiento.

—¿Quieres hacer algo cool mañana?—pregunto.

Danna asiente.—Me parece una idea increíble.

—Te veré mañana.—anuncia antes de colocarse de puntillas para besarme. Respondo a su beso –que es demasiado fugaz- y tras lanzarme una última mirada secundada por una sonrisa se marcha.

Me quedo en silencio en medio del pequeño techado de la entrada principal de Danna mientras mi cerebro termina de procesar cada detalle del día. Inspiro con fuerza y llevo mi mano a mi cuello, porque en el futuro –en mi presente, quiero decir- tener la cadena que ella me ha regalado es lo más cercano que puedo tenerla. Lo más real.

Mi corazón da un vuelco dentro de mi pecho una vez más. La cadena no está donde se supone que debería de estar. Acabo de perder la única cosa que tenía de Danna. De mi Danna. La cadena que cuidé con tanto amor y espero por días completos no está más.

—No, no, no, no.—susurro para mí mismo pasando mis manos por mi cabello. Anclo mi mirada en el suelo como si con ese gesto estúpido fuese suficiente para encontrar la respuesta que estoy necesitando. Pero no funciona. No hay nada. No hay respuesta. Ni cadena.—¡Maldición, Christopher! ¡Eres un tremendo estúpido!

El sonido de la alarma de mi reloj de pulsera de hace presente en medio de mi recital de malas palabras aprendidas de los libros de texto antiguos que leí en el colegio. Cierro mis ojos un segundo  tratando de tranquilizarme y justo cuando el reloj marca las doce en punto reinició las manecillas del reloj con lentitud. La noche se convierte en día en un abrir y cerrar de ojos; y un segundo después me encuentro a mí mismo de pie en el jardín de mi casa. 

—Así que esto es lo que puedes hacer…—me digo a mí mismo. No es que nunca haya visto mis propios poderes, los he visto. En las estúpidas pruebas de Bruce. Pero no es en definitiva practicarlos esporádicamente -¿Por qué quién demonios podría necesitar un estúpido bucle en el tiempo?- a ponerlos en uso. Un uso real.
Encamino mis pasos lentamente con una nueva misión en mente.—¡Chris!—me detengo de golpe y me giro sobre mis talones con demasiado lentitud como si mis movimientos fuesen en cámara lenta.

—¿Lily…?—cuestiono cuando le encuentro corriendo en dirección a mí.—¿Qué es lo que haces aquí?

—¿Adivina qué?—exclama sin dejar de mirarme.

—Um…

—¡Voy a ir a La Base!—anuncia con una amplia sonrisa tirando de las comisuras de sus labios. La sonrisa que lleva en el rostro es la más grande que he visto alguna vez.—¡Bruce le ha dicho a mamá que ya podré ir! Hoy será mi primera prueba y si todo sale bien, en dos semanas estaré ahí. Contigo. Y con Dan.

Solo conmigo, la corrijo en mi mente.
—Bueno, eso es genial.—respondo tratando de parecer sincero porque en el fondo hacerle saber que no me agrada la idea de que ella esté cerca del hijo de puta de Bruce sería lastimarla. Y puedo ser tan hijo de puta como desee pero Lily es terreno prohibido.

—¿Verdad que sí?—se ríe.—Dan me prometió enseñarme a usar mis poderes…

—Sí, llámalo habilidad.—le espeto.—Eres una chica, no una súper heroína.

Ella se ríe.—¿Por qué no puedo ser las dos?—se queja cruzando sus brazos por encima de su pecho.

Me quedo en silencio un largo momento procesando su pregunta antes de fruncir mis labios y negar rotundamente.—Porque los héroes no existen.—decido.—Si hubiese héroes entonces las personas no morirían… ¿no crees?

Sus ojos me miran por lacónicos segundos como si estuviese tratando de encontrar un buen argumento para debatir conmigo. Lo intenta por varios segundos hasta que con un encogimiento de hombros me hace saber que se ha dado por vencido.—Como digas. De todas maneras cuando sea igual de poderosa que Dan, salvaré a las personas…

—Lily…no se trata de eso.

—¿Entonces de qué?—pregunta alzando una ceja. Sus ojos marrones me observan fijamente antes de negar.

—Se llama bien común, sí. Pero siempre y cuando no sea tu vida la que está en riesgo.—pauso—Porque si haces eso, si pasa eso y si pones tu vida en peligro y te llega a pasar algo mamá, papá y yo no lo soportaríamos ¿entiendes?—susurro tomándola por los hombros tratando de hacer que ella capte cada una de mis palabras.—¿Entiendes, Lily? No voy a perderte a ti también.

Su mirada se queda completamente fija en la mía pero no dice nada más. Solamente me está mirando fijamente como si estuviese.—Entiendo.—responde zafándose de mi agarre.—Pero nada malo va a pasarme, Chris. Yo puedo cuidarme sola, sé cuidarme sola así que no tienes que preocuparte por mí.

—Solo quiero que lo tengas en cuenta.

—Lo tengo en cuenta.—decide.—Ahora tengo que irme.—decide antes de alejarse de mí.

—¿A dónde vas?—quiero saber.

Sus ojos me lanzan una mala mirada y luego niega como si fuese la pregunta más estúpida que le he hecho en toda su existencia.—A  la escuela…

Sus pasos la alejan de mí mientras mis ojos siguen cada uno de sus movimientos. Inspiro con fuerza y niego lentamente. La emoción de Lily es algo que definitivamente yo no puedo controlar. Es algo con lo que tampoco puedo lidiar. No como tal.

—¡Chris!—me giro sobre mis talones y mi corazón se estremece dentro de mi pecho. Danna se encuentra de pie con una amplia sonrisa tirando de sus labios.—¡Hola, mi amor!

—¿Qué es lo que haces aquí…?—ella se ríe.

—En realidad hoy desperté temprano y quería dar un paseo…pensé que si venía a buscarte podríamos ir a desayunar juntos…—anuncia sin perder la sonrisa de sus labios.

—Bueno, sí.—asiento.—¡Eso definitivamente suena genial!—acepto.—Supongo que podemos ir a Pace, ese es tu lugar favorito en el mundo.

Ella se muerde los labios.—¡Me encanta!

(…)

—¿Entonces…?—cuestiona Danna llevando una fresa a su boca. Me echo a reír y niego.

—No lo creo.

—¿Por qué no?—pregunta de nueva cuenta.—Mi amor, solamente quiero que lo pienses un segundo. Uno muy breve solamente. Si hacemos esto, significa que compartiríamos poderes…yo podría darte un poco de mi poder…

—¡Es como si fuésemos a tener un hijo, Danna!—reclamo.—No me parece que sea la forma. Y de todas maneras ¿De dónde sacaste esa loca idea?

—Wendy lo hizo.—anuncia.—Pasó un poco de su poder a su hermano. Con el paso del tiempo el poder fue haciéndose más fuerte y él aprendió a controlarlo… ¿eso no suena genial?

—¿Eso es legal, si quiera?—pregunto alzando una ceja.—Solo déjame que te recuerde esto, adoras tu licencia para formar parte de La Base, Danna…—ella asiente lentamente.—Y si haces esto y alguien lo descubre esa licencia podría irse ¿no crees?

Ella se queda en silencio un largo momento pareciendo procesar mis palabras y mi afán por disuadirla.—No aun.

—¿No aun?—repito.—Danna, de verdad…todo esto es una locura. No puedes si quiera pensar en ello. ¿Lo sabes, verdad?

—Fue solo una oferte, Chris.—se ríe.—No es que esté haciéndolo.

—Pero te conozco a la perfección y sé que la idea está ahí. Latente en ti.

—¿Confías en mí?—cuestiona sin dejar de mirarme a los ojos.

—Sí.

—Pues no parece.—decide.—De verdad, no haré absolutamente nada que te ponga en peligro y traspasarte una parte de mis poderes lo es. Porque haces bucles y tu cuerpo alberga un poder diferente al mío…—pausa.—Sólo…sólo olvídalo, ¿quieres?

—Danna…

—¿Ya te dije que te amo?—cuestiona interrumpiendo mis palabras de golpe. Levanto la mirada y ella se ríe en voz baja haciéndome olvidar la conversación loca que tuvimos hace dos segundos atrás. Niego lentamente.—Pues te amo. Muchísimo. Como  nadie en el mundo, quiero decir.—me sonríe.—Te amo como ni tienes ni idea y solamente quiero recordarte que eres el amor de mi vida y que siempre vas a serlo…

—También eres el amor de mi vida.—respondo sin dejar de mirarla a los ojos. Coloco mi mano sobre la suya y automáticamente una amplia sonrisa se abre paso en sus labios.—siempre vas a serlo, Dan. ¿Sabes? No me voy a cansar de decírtelo, porque es la verdad y porque no quiero que lo olvides nunca…

—No lo olvidaré nunca, Chris.—murmura.—Tendría que perder la memoria para eso y aun así encontraría la manera de volver a recordarlo.

—Me alegra saberlo.

—¿Soy el amor de tu vida aunque casi te matara…?—me echo a reír, porque cursi o no; reírse con Danna es así. Sale de una manera tan natural que a veces abruma. Y es su encanto. Un encanto nato que solamente ella posee. Un encanto que desde el momento en el que fue dirigido hacia mí y me terminó robando el corazón nunca más volvió a irse. Me ha acompañado desde entonces.

—Incluso entonces, sí.—ella niega lentamente.

—Pues solo para que sepas, me alegro de haberte casi matado.—anuncia dejando escapar una risita de diversión.

—¿Ah, de verdad?—cuestiono.—Porque parecías bastante arrepentida cuando sucedió.

Ella se ríe y el sonido de su risa me hace estremecer de pies a cabeza.

—Bueno, tienes un poco de razón.—pausa.—Porque sí estaba asustada, pero fue solamente porque no quería que alguien me culpase de haberte enviado del otro lado de la línea…—me río.

—Oh, vaya. Qué bueno es saberlo.—entorno mis ojos y Danna se echa a reír completamente divertida.

—¿Me vas a dejar terminar de decirte porque me alegro de haberte hecho daño la primera vez que te vi?—cuestiona.

—Te escucho.

—Ese día comenzó nuestra historia de amor, Chris…—anuncia y mi corazón da un respingo ante sus palabras.—Sé que suena demasiado cursi pero ese día ha sido el día más feliz de mi vida, después de tremendo susto, quiero decir.—se burla.—Y  desde ese primer encuentro nunca más saliste de mi cabeza, estabas ahí como “el chico de ojos bonitos” al que había atropellado…desde ese día supe que tenía un destino contigo y sé que pueden pasar un millón de cosas entre nosotros, que no somos la pareja perfecta porque igual que todos tenemos cientos de desacuerdos, si estoy muy segura que quiero quedarme junto a ti para siempre. Si no es en tu vida, entonces quiero que sea al menos en tus recuerdos...

—¿Por qué estás diciéndome esto…?—pregunto tratando de mantener a raya las lágrimas que se han agrupado en mis ojos. Danna me sonríe.

—Porque es la verdad.—murmura.—Nunca jugaría contigo con algo así ¿lo sabes, no?

Asiento lentamente.—Te amo. Te voy a amar siempre y no tienes que preocuparte porque siempre me vas a tener aquí. Contigo.

—Promételo.—susurra sin dejar de mirarme.

—Te lo juro.—pauso.—Tú y yo no vamos a separarnos nunca más. ¿Me entiendes? ¡Nunca más!
 
 
 
 
 

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