C2. Misión fallida.
Me quedo en silencio contemplando fijamente el enorme edificio delante de nosotros de color grisáceo cuando avanzamos por la acera. Mi corazón da un gran vuelco pero me mantengo en silencio porque ellos son los profesionales, yo solo soy un novato que tuvo algo de suerte y lo trajeron para cuidar la puerta.
Pero finalmente estoy en una misión real, se supone que somos soldados, soldados que han sido entrenados desde pequeños para sortear misiones como estas. Así que cuidar la puerta para mí está bien, por lo menos por el momento.
—Esto debió haber sido increíble cuando funcionaba.—anuncia Erick mientras caminamos por un antiguo parque de diversiones completamente desolado pero estoy seguro y viendo fotos del pasado, eso debió haber sido monumental. ¡Totalmente increíble!—No tenemos uno de estos en Halfway.
—En Halfway no tenemos nada que implique diversión, querrás decir.—anuncia Parker jugueteando con su cabello rubio.
—No sé ustedes pero a mí me hubiese gustado nacer en la época donde existía el cine, donde podías ir con tus amigos, comer palomitas de maíz y todo lo demás…—comenta Richard lanzando un prolongado suspiro.—Eso debió haber sido increíble…
—Dejó de ser seguro, Richard.—le recuerda la rubia.
—No hay un lugar seguro en el mundo de todos modos.—comenta Danna.—Se supone que Halfway lo es, la base lo es. Por eso nos entrenan desde pequeños…
—¿Has estado en un montón de misiones, no?—pregunta Parker.
—Sí.—una amplia sonrisa se forma en los labios de mi novia.—Pero ninguna ha sido sencilla, por eso es que cada una de ellas es realmente importante.
Entonces nos detenemos delante de un gran edificio de colores grisáceos. La conversación pasa a un segundo plano para mí mientras mis ojos siguen completamente fijos en la entrada del lugar. No hay lugar para dudas, lleva un buen tiempo fuera de funcionamiento, hay suciedad en las paredes y hierba creciente en los laterales.
—Bien, señoritas…—demanda la voz de Bruce.—Vamos a entrar de una vez.—anuncia.—Erick y Christopher,
quédense en la puerta. Cualquier cosa que pase háganoslo saber.—inquiere sin mirarnos.—Andando.
Aprieto con fuerza la mano de Danna a mi lado y ella me mira un breve segundo mientras una pequeña sonrisa tira de la comisura de sus labios. Nuestros ojos se encuentran.
—Ten cuidado…—susurro.
—No te preocupes, mi amor.—responde poniéndose de puntillas para dejar un pequeño beso sobre mis labios.—¡Nada malo va a pasar, Chris! ¡Hemos hecho esto un millón de veces!—pausa.—Mejor cuídense ustedes…
—Suerte, Dan.—agrega el ojiverde a nuestro lado.
Ella le ofrece una pequeña sonrisa que él corresponde de inmediato.—¡Se dice éxito, Colón!
Danna camina con pasos lentos detrás del resto del equipo bajo nuestra atenta mirada y justo cuando se pierde en la esquina de uno de los pasillos el silencio vuelve a reinar en el ambiente a excepción del pequeño sonido del aire corriendo entre nosotros.
—Dios, que quietud.—susurra Erick apoyando su espalda en una de las paredes. No digo nada pero estoy de acuerdo.
—¿No es raro…?—cuestiono y sus ojos verdes me miran.
—No.—niega.—Anaheim fue una de las ciudades que se convirtió en un ciudad fantasma hace mucho tiempo…pero fue de las últimas, con suerte y si buscas bien podríamos encontrar cosas en buen estado…
—No eso.—respondo.
—¿Entonces qué es lo raro?
—Que se supone que en este lugar hay un montón de chicos cautivos pero no hay seguridad por ningún maldito lado.—comento. El entrecejo de Erick se frunce de inmediato antes de mirar hacia todos lados.—¿Por qué si hay cautivos nadie los custodia…? ¿No se supone que los niños poderosos son importantes…? ¿Entonces por qué actúan como si no lo fueran…?—pauso.—Mira nunca he estado en una misión antes pero creo que usando la lógica…nada de esto la tiene. Si yo fuera uno de ellos tendría cada centímetro de este lugar cubierto de seguridad pero parece que no hay nadie haciéndolo…
—Para, Christopher…
—Es que nada de esto es normal… ¿No crees?
—Creo que estás siendo paranoico.—decide frunciendo sus cejas.—Chris…entiendo que estés emocionado con la idea de que estés dentro de una misión pero vamos…esta es tu primera misión, la mía no y te puedo asegurar que así como se ve de improbable y tenebroso, es normal…—Dejo escapar un suspiro pero me quedo en silencio. Porque Erick tiene razón. Esta es la primera vez que estoy acá. Es la primera vez que salgo de Halfway. Erick suspira también antes de llamarme.—Si quieres podemos dar un pequeño paseo…
—No lo creo, Bruce va a asesinarnos si se entera que hemos desobedecido…—Erick se ríe.
—¿Y de cuando acá te importa una mierda lo que diga Bruce?—cuestiona alzando una de sus pobladas cejas.—Todo el tiempo estás llevándole la contraria, creo que si te lo piensas mejor es un verdadero milagro que sigas siendo parte del equipo. ¿No crees?—Me quedo en silencio un segundo antes de reírme.—Eso pensé. Anda, Chris…tú mismo te diste cuenta que aquí no hay nadie, si entramos y husmeamos un poco no creo que pase nada diferente…y sí pasa, puedo controlarlo…
—Alterando el presente, supongo.—él se ríe.
—O puedes crear un bucle y los encerramos en el mismo ciclo…—bromea.—Cualquier opción es buena cuando se trata de salvarte el trasero ¿no crees?
—No creo que esto sea una buena idea.—respondo sincero.
—¿A dónde vas?—pregunta cuando comienzo a caminar. Detengo mis pasos y sus ojos se encuentran con los míos una vez más.—¿No se supone que esto no es una buena idea…?
—Que no sea una buena idea no significa que no vaya a hacerlo. Las malas ideas siempre terminan siendo las mejores ¿no?
—¡Estúpido!
—Joder, esto parece una jodida película de terror.—la voz de Zabdiel hace eco en las paredes del lugar que permanece en penumbras siendo apenas visible el suelo por el que caminamos.
Mi corazón da un vuelco pero trato de mantener la calma. Decir ahora mismo que me aterra la oscuridad total sería una mala decisión de todos modos, así que permanezco en silencio.
—¿No es algo extraño?—cuestiona Richard.—Aquí parece ser que no hay ni una sola alma...
—¿Creíste que pondrían a los chicos a la vista para que todo fuese muy fácil, Camacho?—brama Bruce.—No se trata de eso, han ido a un millón de misiones antes pero ahora parece que tienen miedo. Ustedes son soldados por si ya se les ha olvidado y ahora parece que están temblando de miedo. Deben estar en los pisos superiores.
—Estoy temblando del puto miedo como una puta gelatina.—se queja Joel.—Y tú también, Bruce. Anaheim no es un lugar especialmente bonito por el cual las personas podrían pasearse como si nada, supuse que lo sabías…por algo ellos no vienen acá…
—¿Puede parar de quejarse? Parecen una nenitas asustadas y solo para que sepan, Anaheim es el último lugar en el que podremos encontrar cautivos…
—Mira eso…—murmuro señalando hacia una silla con lo que parece ser una nota blanca encima. Automáticamente la conversación-pelea de mis compañeros termina. Bruce hace un puño con su mano y la pone en alto para que todos nosotros guardemos silencio. Camina con pasos cautelosos. Toma la nota y nos mira un segundo.
—Ahora son nuestros, Halfway…—lee.—¡Mierda!—reclama.—Todos en posición ahora mismo, esto es una emboscada…—Mi cerebro aturdido da un giro dentro de las paredes de mi cabeza. Elevo mis manos creando un campo de fuerza en el proceso, uno que nos cubre a cada uno de nosotros.—Vengan acá, malditos hijos de puta…
—¿Esas son cámaras?—cuestiona Zabdiel señalando hacia una esquina de la habitación hacia un punto parpadeante de color azul.—Pensé que aquí no había electricidad…
—Maldita sea, nos han estado observando desde que entramos.—reclama Joel.—¿Qué se supone que vamos a hacer ahora…?
—Christopher…—susurro.
Bajo mis manos de golpe y el campo a nuestro alrededor desaparece.—¿Danna, que crees que haces?—reclama Bruce.
—Christopher y Erick están afuera, nos voy a dejarlos.
—Si estuvieran en peligro ya lo sabríamos.—exclama sin más.
—Volveré en un minuto.—anuncio pero justo cuando doy un paso una descarga eléctrica golpea mi cuerpo enviándome directamente al suelo.
—¡Danna!—me llama Parker pero mi visión es completamente borrosa. Puedo ver sus figuras pero no puedo distinguirlos. Una risa escalofriante inunda mis oídos y cierro mis ojos lentamente.
—Dicen que el amor mata ¿no?—pregunta la voz de un hombre que no pertenece a nadie que conozca.—Yo creo que sí. Un segundo eras la heroína de este escuadrón y ahora no eres más que una niñita tonta que por una equivocación puso en riesgo no solo a sí misma, sino también a todo su escuadrón. ¡Y ahora son míos!
—Déjala, Northon.—responde Bruce.
—Campos de fuerza, eh. Es una buena arma, tengo que admitirlo.—anuncia.—No puedo imaginar lo valiosa que será…—se burla.—¿De verdad creíste que Anaheim iba a ser fácil, Bruce? Sabes perfectamente bien que los rumores son ciertos, sabes que de acá no hay manera de irte si no es muerto y ustedes el día o vienen conmigo o morirán…
—No me hagas reír.—se mofa.—Si de verdad crees que voy a dejar que te lleves a Danna o a alguno de mis soldados estás completamente equivocado.
—¿Y quién me lo va a impedir?—cuestiona en tono burlón. Varios pasos se hacen presentes en la habitación.—No estás en condiciones de decirme que sí o que no puedo hacer, Bruce. El día de hoy voy a llevarme a esta chica con o sin tu consentimiento…y a cada uno de ellos.—unos fuertes brazos me toman y me ponen de pie lentamente.—Despídete de tus amigos, cariño.
Los miro un momento y elevando mis manos una vez más creo un campo de fuerza. Uno más grande que el anterior que hace que cada persona que se encuentra a un metro a la distancia de mí sea impulsada hacia atrás.—Despídete tú, Northon porque no pienso poner un pie lejos de mi familia…
—Haz lo tuyo, Dan.—pide Bruce y un segundo después la habitación se vuelve un caos. Hay destellos de diferentes colores yendo y viniendo en todas direcciones, cosas volando de un lado al otro y mucho ruido. Cada segundo que pasa mis brazos están más cansados y mi cerebro no para de pensar en Christopher y en Erick. Mi corazón se acelera con la idea de que algo malo pueda pasarles pero aun así trato de mantener la concentración. El escuadrón de Northon nos supera por número pero no por habilidades, ellos usan arman. Nosotros nuestras manos y mentes.—¡A la azotea, ya!—ordena mientras toma el radio.—Erick, Vélez; tienen tres minutos. Los veremos en la azotea… ¡ahora! ¡Joel!—demanda y automáticamente quedamos fuera del campo de visión del enemigo. Trato de verme a mí misma y entonces descubro que puedo ver a través de mi cuerpo. O de dónde debería de estar mi cuerpo al menos.—¡Richard, la puerta!
La puerta se cierra de golpe y descanso mis brazos mientas subimos las escaleras con pasos apresurados. Dos minutos y cincuenta segundos es lo que tardamos en subir las escaleras y salir al exterior del edificio pero aun así somos capaces de escuchar sus voces detrás de nosotros. Corremos hasta el filo de la azotea y mi corazón da un vuelco. Northon llega hasta nosotros en el mismo momento en el que el aerodeslizador se acerca y la escotilla se abre.
—Fallaron en su misión, Bruce. Admítelo de una vez.—se burla la voz del hombre.
—Suban, suban.—demando la voz de Christopher sonando tan desesperado que mi piel se eriza de golpe.
Me giro sobre mis talones y elevando mis manos hago otro campo de fuerza.—¿Danna, qué crees que haces?
—¡Suban!—les ordeno.
—Arriba, ahora mismo.—demando Bruce.—No se detengan, vamos…
—¡Danna!—me llama de nueva cuenta.
Llevo mi atención a la delgada cuerda que pende del piso inferior y una idea cruza por mi cabeza.—Ciérrala.
—¿Qué?—chilla Joel.—¿Te has vuelto loca?
—Si dejo el campo de fuerza que nos cubre ellos derribarán la nave. Tienen que confiar en mí, tienen que cerrar la escotilla y alejarse.
—¡No haremos eso!—decide Zabdiel.—Lo que quieres hacer es suicidio.—Mis ojos lo miran un segundo.—No.
—Sí.
—Danna…—suplica.—No es una buena idea…
—¿Qué es lo que…?—comienza Christopher pero mi voz lo interrumpe.
—¡Confíen en mí!
—Cierra la escotilla.—la voz de Bruce suena firme y autoritaria.
—¡No!
—¡Cierra la maldita escotilla!—grita.—Danna tiene un plan. Cierra la escotilla o moriremos todos… ¡ahora mismo, Colón!
La escotilla se cierra lentamente pero puedo escuchar las protestas y los gritos furiosos de Christopher. Mis brazos comienzan a temblar ligeramente pero cuando me percato de que ellos se han alejado un poco –lo suficiente para poder saltar- me impulso con fuerza, subo al filo de la azotea y me giro sobre mis talones midiendo la distancia entre la cuerda y mi cuerpo sin deshacer mi protección.
—No vas a llevarte a ninguno de nosotros, Northon.—respondo.—Así tengamos que morir nadie se irá contigo el día de hoy…
Inspiro con fuerza tratando de controlar los latidos de mi corazón, cuento mentalmente hasta tres y entonces lo hago; me impulso y salto.
Destellos de rayos electrizantes vuelan a mi alrededor en todas direcciones. Mi campo desaparece y entonces pasa. Mi cuerpo es golpeado por una descarga eléctrica y automáticamente me paralizo. Estoy en caída libre, mis ojos pueden verlo pero no tengo movilidad en absoluto.
Un grito escapa de mi garganta y cuando mi cuerpo golpea el suelo, finalmente se llena de dolor y automáticamente todo se vuelve negro a mí alrededor.
—¡No!—exclamo mientras las lágrimas recorren por mis mejillas. Me pongo de rodillas a su lado y la abrazo con fuerza.—No, no, no, no. ¡Danna!
—Arriba, vamos.—ordena Bruce. Puedo escuchar el llanto de las chicas a mi espalda pero no me importa.—Christopher, vamos…este lugar no es seguro...
La tomo entre mis brazos y cuando la escotilla se cierra finalmente la coloco sobre el suelo con cuidado.—Danna, por favor…despierta, mi amor. ¡Por favor!—le grito pero ella ni siquiera se inmuta.—Por favor, despierta…Danna. Abre los ojos, no me hagas esto por lo que más quieras, por favor…
—Christopher…—susurra Joel colocando su mano encima de mi hombro.
—¡Suéltame!—reclamo.—¡Danna!—le grito de nueva cuenta.
—Zabdiel…—murmura la voz de Erick.
—No puedo escucharla…—responde y mi corazón se rompe una vez más.—Lo siento, en verdad.
Los dedos de Richard se colocan en su cuello y cuando sus ojos se encuentran con los míos niega lentamente.—No tiene pulso. Lo siento mucho, Chris…
—¡No es verdad!—reclamo en medio del llanto.—¡Dan, por favor abre los ojos, mi amor! Por favor, despierta…no te puedes ir. No me puedes dejar, por favor… ¡recuerda nuestra promesa!
—Basta, Christopher…—murmura Erick, mis ojos lo miran un breve segundo pero todo lo que puedo ver en su mirada es lastima y pena. Lástima y pena que van dirigidas a mí..—Danna ya no está.
—¡No es verdad!—le espeto con furia.
—Chris…para.—murmura Zabdiel.—Danna se fue.
—No…
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